Autor, Carrère, Literatura

El estrecho de Bering, Emmanuel Carrère

¿Otra vez? Estaréis pensando. ¿Otra vez Emmanuel Carrère? Pues sí, os mando mis disculpas por adelantado.

Este año me ha dado por el francés ya pudisteis ver que comencé el año con Limónov, para después continuar con De vidas ajenas, así que este que os traigo hoy es el tercer título que he leído en 2022 de Carrère y el quinto en total del autor.

Como muchos, desconocía por completo ese título. Y eso Anagrama contaba con ello. Así que cuando primero por redes y después por la librería me topé con él, sabía que lo acabaría comprando. También contaban con ello los señores de Anagrama.

Porque a fin de cuentas, y ya sabemos los lectores del efecto Bolaño, con Carrère está pasando casi casi lo mismo: mucha fama, buenos libros, premios y galardones que les impulsan a publicar todo lo que haya escrito el autor, pasado o futuro. Novela o ensayo, qué más da.

Y así ha sido la publicación de El estrecho de Bering, o al menos así me la imagino yo. Porque este ensayo, publicado en 1986 andaba por ahí y no le interesaba a nadie. Hasta que en 2022 alguien decidió desempolvarlo y mandarlo directo a nuestros libros pendientes, con una más que llamativa fotografía en portada de Hitler y Stalin, para llamar aún más la atención. Con eso también contaban los señores de Anagrama.

En El estrecho de Bering el autor reflexiona sobre las ucronías, es decir, la ficción que surge cuando se cambia un capítulo de la historia. Acude a los primeros escritores ucrónicos para analizar qué habría podido suceder, si, por ejemplo, Napoleón hubiera tenido éxito en la batalla de Waterloo.

El planteamiento es interesante, ya que ficciona y también analiza los cambios que pudo suceder, los eventos que no habrían ocurrido o el impacto en la vida política del momento.

¿Habría escrito Flaubert «Madame Bovary» en Ucronía? Si bien casi todas las obras de arte nos parecen tributarias de su época, del estado de la sociedad, es decir, también de formas de escribir pasadas de moda cuya sucesión quizá esté tan decidida de antemano como la de las crisis ministeriales, ¿no existen algunas que parecen distintas, que no deben nada a nada, que no demuestran anda, huevos de ángeles caídos del cielo de las ideas?

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Sin embargo, el contenido es, por un lado, excesivamente reiterativo, y por otro, localista: un no francés se verá poco interesado por lo que nos ofrece el autor.

Mi cabreo ha sido máximo al ir avanzando, más y más y darme cuenta de que la fotografía de los dictadores iba a pasar sin pena sin gloria y no iba a tener relación con el contenido del texto. Porque no, en ningún momento Carrère aborda qué habría pasado de no haberse firmado el pacto Ribbentrop-Mólotov.

Pero claro, con eso ya contaban los señores de Anagrama.

Namaste.

Autor, Le Floc´hmoan, Literatura, Mosley

Las Mitford o la pasión por la flema británica

Según avanzaba en la última temporada de los Peaky Blinders (Netflix), me preguntaba si, además de Oswald Mosley aparecería también Nancy Mitford, a la postre mujer del cabeza de los fascistas británicos.

La respuesta fue sí, y a raíz de esa situación me volví a mis estantes para comprobar cómo Las hermanas Mitford de Annick Le Floc´hmoan (Circe, 2003) y Cartas entre seis hermanas, Charlotte Mosley, (Tres hermanas, 2016) seguían esperando turno.

Decidí que había llegado el momento y para leerlas lo hice de forma paralela: leyendo primero el ensayo de Le Floc´hmoan, para recordar qué les ocurría a cada una de las hermanas en la época para después ir leyendo las cartas que se enviaban unas a otras.

Si no conocéis la vida de esta peculiar familia de aristócratas, Las hermanas Mitford de Annick Le Floc´hmoan es una opción perfecta para hacerlo, ya que partiendo cronológicamente va desgranando quién es quién en el conglomerado de los Mitford. Las circunstancias, sus cambios personales y los históricos, sus personalidades y caracteres y la vida que va generando que cambien la relación que tienen los unos con los otros se desmenuzan con bastante detalle.

Si ya conocéis a la familia Mitford, seguramente queráis saber más y prefiráis descubrirlas más detalladamente. En ese caso Cartas entre seis hermanas es una muy buena opción, ya que más allá de un biógrafo leemos las cartas que se han cruzado entre sí Nancy, Pamela, Diana, Unity, Jessica y Deborah. Y aquí es donde aparecen las sorpresas, porque la percepción que tenemos de cada una va cambiando.

Evidentemente la labor de selección, orden y edición de Charlotte Mosley, nuera de Diana, influye, pero creo que deja mucho más claro y sin menos interpretaciones cómo era cada una de ellas.

Si leyendo biografías tenemos la sensación de que Nancy, la novelista y autora de obras como Amor en clima frío, Trifulca a la vista o A la caza del amor es racional, divertida, simpática y muy inteligente, cuando lees sus cartas te das cuenta de que queda bastante peor parada que otras de sus hermanas: miente, exagera, promete y admite jugar a dos bandas.

Mientras, otras hermanas como Diana o Jessica, parecen más directas, más claras en sus intenciones. En definitiva: lo que hacen tiene más consonancia con lo que dicen.

Son muy interesantes la visión de Unity, amiga de Hitler, que se cartea con Diana con asiduidad, y también la de Jessica, en especial cuando emigra a Estados Unidos, de lo cual ya conoceréis si habéis leído Nobles y rebeldes. Sorprende por último, Deborah, la menor, que toma protagonismo en la última parte de las cartas, de la cual lo desconocía (casi) todo y de quien acaban de publicar ¡Esperadme!, de Catedral editorial, la memoria de la pequeña de las hermanas.

En definitiva, si queréis acercaros a la flema británica y pasearos por la historia europea del siglo XX a través de los ojos de una peculiar familia, las Mitford son todo lo que andáis buscando.


Namaste.

Autor, Bloom, Literatura

El canon occidental, Harold Bloom

Os traigo uno de esos ensayos fundamentales a la hora de entender la literatura, y que se suele definir como lectura obligada: El canon occidental (Compactos Anagrama, 2001) del estudioso Harold Bloom, crítico y teórico literario.

Tenía pensado leerlo desde hace mucho, pero fue realmente el curso que hice de crítica literaria de José Carlos Breto el que acabó adelantando puestos a este libro.

No pretendo que este sea un análisis pormenorizado de un ensayo de un señor que sabe de libros mucho más de lo que puedo llegar a conocer jamás, sino sólo unas pinceladas para cualquier otro lector que se anime a considerar El canon occidental entre sus futuras lecturas.

En El canon occidental, Bloom trata de establecer una lista de libros básicos que han supuesto los cimientos y bases para la concepción de Occidente en la literatura. Así, va haciendo un repaso cronológico de los autores y obras fundamentales de nuestro imaginarios, analizando desde la temática hasta la creación de los personajes o la variación de los estilos literarios y justificando por qué ha de ser incluido en el canon.

Divide su ensayo en cinco partes o edades bien claras en sus inicios pero más complicadas de definir después: la edad teocrática, esto es, la base teórica y filosófica de la concepción de Occidente: con muchos griegos, otros tantos romanos y la Biblia y Homero para llegar a la Edad Media y San Agustín; la edad aristocrática, donde se sientan las bases de la novela, con Shakespeare y Cervantes a la cabeza y Goethe y Schiller como autores finales del periodo, la edad democrática, donde ya nos situamos en el siglo XVIII y principios del XIX nos lleva a Victor Hugo, Dickens, Dostoievski y Twain y la edad caótica. mucho más diversa, que engloba un elenco muy diferente de autores Malraux o Hardy, Woolf y Kafka, Borges y Faulkner.

Cuando uno comienza a leer un ensayo como este, sabe de antemano que la profusión de detalles es esperable, lo que sí que no esperaba eran las páginas reiterativas en su loa continua a Shakespeare. Porque el inglés no sólo tiene sus propios capítulos donde desgrana su obra, sino que en otros aparece casi más que el autor en cuestión, como bien ocurre con el capítulo de Shakespeare o Chaucer.

En este sentido, se nota claramente que Bloom es un autor anglófilo que lo más que ha leído ha sido literatura escrita en inglés. Sorprende sobre todo cuando, en el glosario final del libro, incluye títulos de referencia de literatura en francés o alemán y, centrándome en la literatura escrita en español, omite grandes títulos para incluir otros prácticamente desconocidos.

Muy interesante para conocer autores de esos que tenemos pendiente y motivarnos a subirles puestos en nuestra lista de pendientes, El canon occidental es un ensayo para leer poco a poco y para utilizar como referencia bien antes o después de las lecturas de los clásicos. Bloom puede poner luz en textos que quizá se nos puedan hacer complejos o pesados y ayudarnos a escoger lectura.

Aún con todo, no es un ensayo para recomendar a todo el mundo, pero si os interesa como a mí conocer más los entresijos de la literatura, este ensayo ha de figurar entre vuestros títulos.

Y ahora me doy cuenta de que cada vez leo más ensayos, ¿y vosotros?

Namaste.

IMM, Literatura

IMM (80)

Como ya vaticinaba, abril iba a traer muchos más libros.

Empezamos por los libros que me han regalado por mi cumpleaños:

  • La última niebla / La amortajada, María Luisa Bombal (Seix Barral, 2021). Aunque muchos lo duden, hago caso a los lectores que tienen gustos similares a los míos. Esta reedición de una autora del realismo mágico no me la podía perder cuando la recomendó Fernando en su Instagram. Incluye dos nouvelles y unos cuantos relatos. He leído ya la primera así que la reseña ya sabéis que la tenéis aquí.
  • La acusación, Bandi (Libros del Asteroide, 2017). Hace ya muchos años tenía en el punto de mira este libro, pero como en tantas otras ocasiones, lo dejé pasar. Fue Jesús Artacho quien lo leyó recientemente y me lo recordó, después me lo regalaron. Es cortito, lo acabo de empezar. Reseña, aquí.
  • Ciudad ocupada, David Peace (Hoja de Lata, 2022): reconozco que he terminado de tener la trilogía de Tokio de Peace sin haber leído ni siquiera la primera parte. Espero solucionarlo ya mismo, a Tokio Redux le toca su turno en las próximas semanas.
  • La mirada del ángel, Thomas Wolfe (Trotalibros, 2022): el último título publicado en la editorial es este tocho de Thomas Wolfe (que yo siempre confundo con Tom Wolfe, fallo mío). La crítica lo pone por las nubes y cuya edición en castellano era complicada de encontrar.
  • Diarios (Tomo I), Rafael Chirbes, (Anagrama, 2021): regalo de mi hermana, recomendación de Ester de Moito Conto, los diarios de uno de los grandes autores españoles. De él leí en su día Crematorio.
  • La librera de París, Maher Kerri (Navona, 2022): una novela centrada en la vida de Sylvia Bleach, la novela ha sido un éxito y se ha traducido a muchos idiomas. Las opiniones que he escuchado de él son muy positivas. ¿La conocíais? Aquí la reseña.
  • La muerte del comendador, Haruki Murakami (Tusquets, 2019): alguien quiere convencerme de volver a leer a Murakami. Qué mejor que regalarme este libro del japonés para que no tenga excusa.

En cuanto a las compras con motivo del Día del Libro, son las siguientes:

  • No leer, Alejandro Zambra (Anagrama, 2018): un autorregalo de un autor al que en ficción sólo le he leído con Bonsái. En casa tengo La vida secreta de los árboles y también su novela más larga, Poeta chileno. He colado este ensayo para empezarlo, paradójicamente, el mismo día del libro. Son textos y comentarios literarios cortos con lo que viene bien ir alternándolo con otras lecturas.
  • La escuela de canto, Nell Leyshon, (Sexto Piso, 2022). Primero fue Del color de la leche, luego, El show de Gary y más tarde El bosque. Este es el último libro publicado por la editorial de la británica. Será el cuarto que leo de ella.
  • Rostros del agua, Janet Frame (Trotalibros, 2022): el único libro de la editorial que me faltaba ya es mío. (Sí, estoy comprando todo lo que edita Jan).

Para terminar, una última incorporación recién salida de imprenta:

  • Lo demás es aire, Juan Gómez Bárcena (Seix Barral, 2022). Los que llevéis tiempo por aquí ya sabréis que sigo los pasos de este genial autor desde que leí Kanada. Luego llegaron Los que duermen y Ni siquiera los muertos y mi entusiasmo por lo que escribe va en aumento. Esta es su última novela, recién publicada.

Y vosotros, ¿habéis comprado mucho estas semanas?

Que sigan las buenas lecturas y a preparar la lista de compra para la Feria del Libro.

Namaste.

Arendt, Autor, Literatura

Eichmann en Jerusalén, Hannah Arendt

Os traigo hoy un ensayo muy conocido de la famosa filósofa Hannah Arendt: Eichmann en Jerusalén (Lumen).

Anoté su título en la Universidad, siendo uno de esos libros que se mencionan siempre en varias asignaturas de Derecho, sobre todo en relación a la ética y la filosofía.

Seguro que lo conocéis, pero por si acaso os resumo brevemente de qué estamos hablando: tras la Segunda Guerra Mundial muchos de los jefes del partido nazi huyen a Suramérica. Uno de ellos fue Adolf Eichmann, encargado de organizar la deportación de los judíos al este. En 1960 es capturado por el MOSSAD en Argentina y se le traslada a Israel para juzgarle.

Hannah Arendt asiste al juicio y deja por escrito no sólo lo que sucedió en las maratonianas jornadas del proceso sino que también reflexiona sobre el Holocausto, el modo carácter de Eichmann y sobre los pormenores éticos, judiciales y procesales en sí.

Desde el principio Arendt deja clara su postura al respecto. Mientras que la opinión pública y el Fiscal presentan a Eichmann como un monstruo que disfrutaba con la muerte de millones de judíos, Arendt plantea la expresión la banalidad del mal, esto es, que en situaciones totalitarias los individuos actúan según las reglas establecidas sin pararse a reflexionar las implicaciones de sus actos.

Siguiendo esta argumentación, Eichmann era culpable y responsable no por actos de extrema crueldad sino por no oponerse a seguir las directrices de sus superiores, dado que no podía alegar que desconocía lo que ocurría más allá de las deportaciones ni los propios principios del partido en el que militaba y que tanto Hitler como Himmler repetían sin cesar. El argumento de Eichmann era el único al que se podía acoger: que jamás había matado a nadie por su propia mano. Claro que no: su puesto, de alto rango, incluía organizar y gestionar la logística de traslado de los judíos al este. Para el resto de tareas ya existía la pormenorizada estructura nazi.

En este sentido, plantea a Eichmann como un hombrecillo gris, inocuo, que quería ganarse el beneplácito de sus superiores, amigo de muchos judíos (de hecho, trabajó mano a mano con los dirigentes judíos para realizar el listado de movilizaciones, cosa que ha resultado impactante y tenebroso para asimilar a la propia comunidad) y que simplemente trataba de ser lo más eficaz en su tarea para avanzar en el escalafón (no en vano llegó a convertirse en Obersturmbannführer).

Más allá de otros ensayos sobre el modo de articular la llamada Solución Final en la Alemania nazi, en este caso la autora se centra en el proceso administrativo y judicial con el que estaba familiarizado Eichmann y en los datos que se demuestran cómo avanzó en su carrera profesional y cómo fueron evolucionando las órdenes que se recibían según avanzaba la guerra.

Eichmann en Jerusalén es un libro para aquellos que estéis interesados en las consecuencias de la Segunda Guerra Mundial y a quienes les interesen los recovecos de los ordenamientos jurídicos. Es muy interesante al reflexionar sobre el caso en sí, desde el secuestro, con la consecuente vulneración de la soberanía de Argentina, hasta el proceso judicial donde se muestran las incontables pruebas sobre los procedimientos nazis.

Como es lógico, está además plagado de detalles y análisis de los momentos previos al secuestro en Argentina y de cada una de las declaraciones de los testigos, lo cual en determinados momentos puede resultar demasiado pormenorizado.

¿Lo recomendaría a todo el mundo? Evidentemente no. ¿Es un libro interesante? Mucho.

Namaste.

Literatura, Tizón

Herido leve, Eloy Tizón

Este libro llegó a mi vida sin que supiera de qué trataba, de la mano de mi hermana, que en Moito Conto se dejó asesorar cuando quiso hacerme un regalo.

Herido leve (Páginas de Espuma, 2019)  tal y como adelanta el subtítulo: Treinta años de memoria lectora, no es sino un recopilatorio de reseñas del escritor que ha ido publicando en revistas y periódicos. Organizados por temáticas comunes o procedencias, los bloques abarcan desde novedades a clásicos indispensables. Comienza contándonos Intuiciones tempranas, que incluye a autores como Zúñiga, Cheever o Lispector para acercarse también a Lámparas rusas, por citar dos ejemplos.

Por la temática y tipología, es un libro que se disfruta leyéndolo poco a poco, me ha ido acompañando los últimos meses del pasado 2020, cuando aproveché para leer un ratito cada noche (normalmente un sólo capítulo) para ir desgranando no sólo parte de la historia de la literatura sino también los gustos de Tizón, que aparece como lector animoso e ilusionado y que trasmite ese amor por la letra escrita en cada página.

Además, un ensayo literario de este calibre te permite leer sobre aspectos que se pueden llegar a pasar por alto, incluso la sensación de ver por escrito una emoción que nos despertó un autor al que no supimos definir en su día. El análisis de Tizón incluye la argumentación al al desgranar cada autor que trata pero sin dejar de un lado la pasión de un enamorado de los libros que ya en el prefacio admite

Siempre he amado la literatura. Dejar constancia de este amor me parece un empeño hermoso y noble.

Herido leve es uno de esos libros que ponen deberes, que nos recuerdan los títulos que no hemos leído todavía pero también una ventana a conocer otros tantos autores y obras que han pasado de alto por nuestros ojos cuando hemos escogido lecturas.

De un tiempo a esta parte reconozco que cada vez me gusta más leer sobre libros que tratan de libros. En ocasiones me siento una farsante, leyendo a alguien que opina sobre Döblin sin haber leído a Döblin, atrayéndome lo que dice sobre Gerhardie cuando hasta hace poco jamás había escuchado ese apellido. En cualquier caso, quizá la clave sea la atemporalidad de determinadas lecturas, alejado de la lista de súper ventas a la que, como sabéis si me leéis desde hace tiempo antes me acercaba con curiosidad y ahora me da alergia.

Ser un clásico significa algo distinto que ser académico. Clásico es aquel artista que sigue empeñado en importunarnos, espolearnos, invadir nuestra intimidad y colonizar desde la tumba nuestros sueños hasta que logra imponerse y corregir nuestra mirada.

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Persigamos los clásicos, ya sean del siglo XVIII o del XXI. Persigamos a todos esos autores que nos importunan. Leamos a los antiguos y unámonos a esos autores que van a contracorriente y buscan experimentar y crear algo nuevo. Regresemos a los autores que no leímos, démosle una nueva oportunidad a los que abandonamos, comprobemos por qué esos títulos han pasado a la historia.

Namaste.

IMM, Literatura

IMM (70) y regalos navideños

Aún saboreando el último trozo de roscón, os dejo por aquí las últimas incorporaciones a mis estantes.  Por un lado, las compras que hice en las últimas semanas de 2020 y por otro los regalos que me han traído Sus Majestades. Estos son los primeros:

  • Últimas tardes con Teresa, Juan Marsé (Lumen, edición conmemorativa). Desde hace mucho tiempo tenía anotado este título. Lo cierto es que nunca he leído a Marsé pero al ser muy recomendado lo tenía pendiente. Esta nueva edición ha sido el empujón definitivo para animarme a comprarla.
  • Los viejos creyentes,  Vasili Peskov (Impedimenta, 2020). La sinopsis me atrajo: en los años 70, un grupo de científicos llega a una zona de la taiga siberiana donde una familia vive igual que en el siglo XVIII. Parece tan surrealista como lo que estamos viendo por la televisión desde ayer.
  • Las horas, Michael Cunningham (Tusquets, 2020). Soy de las pocas que ni ha leído el libro ni ha visto la versión cinematográfica, y eso que ambas las ponen por las nubes y recibió el Pulitzer en 2002. Tenía ganas de leerlo pero la nueva edición con la preciosa ilustración de Laura Pérez me acabaron de convencer.
  • Orient Express, Mauricio Wiesenthal (Acantilado, 2020). Si me seguís desde hace tiempo sabréis que me gustan los libros que abordan distintos temas y donde las anécdotas y curiosidades se van sucediendo. Creo que este puede ser una buena opción para conocer un poco más de la historia del mítico tren y de la Europa que lo atraviesa.
  • El hombre de la máscara de espejos, Vicente Garrido y Nieves Abarca (B de Bolsillo, 2015). Dio la casualidad que gané un sorteo por Twitter en el que me tocó este libro. Sé que es novela negra pero poco más.
  • Agente presidencial, Upton Sinclair (Hoja de Lata, 2020). La quinta entrega de las aventuras de Lanny Budd, el playboy más socialista de este lado del charco. Esperaba este libro como uno de los acontecimientos del pasado año, tras disfrutar de Entre dos mundos, Los dientes del dragón y Ancha es la puerta. Aprovecho para comentaros que empezaremos una lectura conjunta de El fin del mundo, el primero de la saga, el próximo lunes. Si estáis interesados no dudéis en escribirme. Para mí, el año comienza siempre leyendo a Sinclair.

Estos son mis regalos navideños:

  • Reinas del abismo, varias autoras (Impedimenta, 2020). El tercer ejemplar, que ya pareciera una tradición navideña, tras las Damas Oscuras y las Damas Asesinas, de la misma editorial. Efectivamente, aún no he leído los anteriores.
  • Curso de literatura europea, Vladimir Nabokov (Debolsillo, 2020). Últimamente además de leer mi tradicional novela larga y novela corta, estoy leyendo bastante sobre ensayos de literatura, opiniones de autores, etc. Cuando vi esta edición me animé a pedirla a los reyes. Siempre es un placer leer a los que saben de libros hablando de teoría literaria.
  • Curso de literatura rusa, Vladimir Nabokov (Debolsillo, 2020). La trilogía de las clases de Stanford que impartía el autor de Lolita se completa con el Curso sobre el Quijote, también en esta misma edición.
  • La marcha Radetzky, Joseph Roth (Alba, 2020). Este título me ha ido persiguiendo aquí y allá durante un tiempo: lo mencionaban o me lo recomendaban
  • El legado de Europa, Stefan Zweig (Acantilado, 2003). Zweig siempre es un acierto. Hace mucho que no vuelvo a sus textos así que ya va siendo hora.
  • No mamá, no, Verity Bargate (Rara Avis, 2017). Se cuela un libro un poco más desconocido, y bastante corto, entre todos estos tochos. He leído muy buenas críticas de él y creo que no tardaré mucho en hincarle el diente.
  • Obras completas, Manuel Chaves Nogales (Libros del Asteroide, 2020). Del autor de A sangre y fuego o La agonía de Francia, la editorial reune todos sus textos en un trabajo pormenorizado y de coleccionista. Bien es cierto que tengo varios de esos ejemplares en casa pero no me podía perder estas obras.

¿Y a vosotros qué os han traído los Reyes?

¡Llenemos 2021 de buenas lecturas!

Namaste.

Autor, Literatura, Vallejo

El infinito en un junco, Irene Vallejo

De repente las redes sociales se llenaron de esta portada, de este título, con una autora para mí desconocida. De historias de griegos y romanos y de un canto al amor por los libros. Eso decían todos. Y como siempre, caí.

El infinito en un junco es todo eso, sí. Como adelanta el subtítulo, trata sobre la invención de los libros en el mundo antiguo. Nos acerca a los primeros escribas, a los poetas, a los creadores de historias.

En cambio, los libros de Atenas, Alejandría y Roma nunca han callado del todo. A lo largo de los siglos han mantenido una conversación en susurros, un diálogo que habla de mitos y leyendas, pero también de filosofía, ciencia y leyes. De alguna forma, quizá sin saberlo, nosotros formamos parte de esa conversación.

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Vallejo nos cuenta sus historias: las leyendas, los datos históricos, las referencias; las primeras tejedores de historias, los poetas, los amantes de los libros. Lo hace de una forma entusiasta, como lectora ilusionada que busca conversación y reconocimiento en el que lee (que levante la mano quien no ha sentido eso: las obsesivas ganas de contar a todos lo maravilloso que es un libro). Lo hace bien porque es sincera. Atrapa con su modo de contar la historia porque nos recuerda a lo sencillo, el ímpetu casi infantil, las ganas de compartir lo que uno ama.

Y así de repente te das cuenta de que en lugar de leer un capítulo has leído 50 páginas y que por esa voz has dejado de lado otras tantas que llegaron antes y esperan pacientes. Creo que lo consigue porque más allá de los datos, las referencias y toda la información interesante consigue conectar con algo que todos los lectores tenemos dentro: la ilusión. Ese sentimiento de descubrimiento inicial que todos hemos sentido al descubrir un nuevo autor, un título nuevo, alguien que es capaz de poner en palabras sensaciones que pensábamos propias. Un sentimiento que parecía olvidado, sepultado por nuestra vida de adulto, pero que brilla cuando alguien pone su foco en ella.

Entiendo la alegría por este libro porque yo también la siento. Sin embargo, a partir de la segunda parte, cuando Vallejo se centra en Roma, mi visión del ensayo cambió un poco. La reiteración de ideas, la sensación de utilizar los mismos argumentos que habían aparecido antes o exactamente las mismas anécdotas de páginas anteriores consiguieron aplacar las ganas de quererlo recomendar a todo el mundo. Al final, como muchos otros libros, la certeza de que con menos páginas habría evitado la repetición o de que se aprovecha en demasía esa ilusión que conecta con nuestro niño interior (o sea, con la super-explotada nostalgia) me hizo ver unos detalles que al principio no vi.

Coincido con Mientrasleo cuando dice que le cuesta ver como un ensayo puro y duro. Creo que no lo es precisamente por algo que he mencionado ya: los sentimientos. Las sensaciones. A los ensayos al uso les importa poco la conexión que hayas tenido con un título. Aportan información de muchos tipos: son objetivos. Probablemente ahí radica el éxito de El infinito en un junco: es un libro que nos hace sentir bien. Nos hace sentir importantes como lectores y además formar parte de una comunidad especial de personas que valoran la página escrita.

Nuestra piel es una gran página en blanco, el cuerpo, un libro. El tiempo va escribiendo poco a poco su historia en las caras, en los brazos, en los vientres, en los sexos, en las piernas.

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El infinito en un junco es un libro a medio camino entre un ensayo ligero y el amor de la autor por los libros. Eso es lo que le hace especial y consigue conectar con los lectores. Es un libro bonito que nos hace sentir bien. Teniendo en cuenta que seguimos en 2020, no es poca cosa.

FICHA:

Te gustará si te gustó

Pros

  • La mezcla entre la información que aporta y el amor que destila en cada frase.
  • Perfecto para arrebujarse con él y una manta y pasar la tarde.

Contras

  • Ganaría con menos páginas.
  • El uso de la nostalgia como estrategia para conectar con el lector me empieza a cansar.

Namaste.

 

Autor, Ayen, Literatura

Aquellos años del boom, Xavi Ayén

De un tiempo a esta parte, tengo la costumbre de añadir un ensayo a mis lecturas, de modo que leo a la vez una o dos novelas y también un ensayo. Mientras que en el pasado la temática eran siempre histórica, he ido alternando y ahora me centro también en otra área. Tranquilos que no me he ido muy lejos porque es la literatura. Leer sobre los detalles relacionados con escritores, biografías, correspondencia y todo aquello que les ocurría mientras escribían las grandes obras me parece muy interesante, además de centrar en un contexto histórico-social al propio autor y a su obra.

Aquellos-anos-del-boomPues bien, en los primeros momentos del confinamiento me costaba bastante concentrarme, sobre todo en prosas líricas como la que estaba leyendo: El ala izquierda de Mircea Cărtărescu me parecía una lectura demasiado compleja con la que mi mente se evadía de forma constante. Recordé que compré este libro hace una vida, y decidí que era buen momento (justo tras releer Cien años de soledad) de hincarle el diente.

Lo que no esperaba es que Aquellos años del boom (RBA, 2014) iba a ser una lectura para leer de corrido, siguiendo la manida expresión se lee como una novela. Llegó un momento en el que no podía parar de leer, quería seguir conociendo los detalles uno detrás de otro, a pesar de contar con más de 700 páginas.

Os podréis imaginar por la portada que esos dos escritores que miran al horizonte con punto de hastío son los principales pilares sobre los que centra este ensayo. Efectivamente. La publicación de Cien años de soledad como hito fundacional y La ciudad y los perros como cimiento de otras muchas que vendrían después, articulan el fondo del boom.

El resto, personajes clave que situaron a Barcelona como el epicentro de un boom latinoamericano con múltiples voces y mucho bueno por escribir. Así, conocemos la intrahistoria del trabajo de Carmen Balcells (la mítica Mamá Grande) y de Carlos Barral, editor de Seix Barral.

El resto de escritores no se quedan atrás: Carlos Fuentes, Álvaro Mutis, Julio Cortázar, José Donoso, Sergio Pitol… por decir algunos. Cada uno tiene su propio capítulo en el que podemos conocer un poco de su biografía, así como sus intereses y parte de su obra. Anécdotas, comentarios, la relación que tenían entre ellos… múltiple información que se va incluyendo para que conozcamos uno poco más profundamente a este conjunto de escritores. No todos forman parte del denominado boom (por llegar más tarde, por ser más jóvenes… etc), pero todos tienen mucho que decir.

En cualquier caso, autores de Hispanoamérica que por primera vez saltan las fronteras nacionales, cruzan un océano y se convierten en la revolución de la literatura de los años sesenta y setenta. Obras míticas de autores diversos, que coincidieron en un espacio tiempo y que, cada uno con su visión del mundo, configuraron un nuevo mapa literario.

Lo que puedo resumir felizmente en un par de líneas, lo que ahora sabemos todos (su éxito superventas, su reconocimiento a través de múltiples premios, el Nobel), entonces no dejaban de ser escritores que trataban de hacerse un hueco. La fama y el prestigio vendrían más tarde. Mientras tanto tenían bastante con lidiar con el tema económico. El objetivo: ser capaz de profesionalizarse y vivir solo de la literatura. El obstáculo: la censura, por supuesto:

De todos modos, la peor censura del mundo no era la española, sino la soviética. Un día me llegó la traducción al ruso de La muerte de Artemio Cruz. ¡Tenía solamente treinta páginas! Fui a pedirles explicaciones y me dijeron: Es que hemos eliminado todo lo relativo a política y sexo. ¡Qué maravilla!, -les respondí- ¿De dónde habrán sacado ustedes las treinta páginas que quedan? ¡Si todo el libro va de eso!

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Una de las principales pegas que le veo al ensayo es que no tiene un orden cronológico, sino que los capítulos se agrupan por temáticas. Esto genera reiteraciones o bien omisiones que quedan suplidas un poco más adelante. Por ejemplo: el segundo capítulo está dedicado a Gabriel García Márquez, el proceso de edición y detalles concretos sobre la publicación. El camino que ha tomado Gabo desde su Colombia natal no se detalla hasta varios capítulos más tarde, donde evidentemente, se vuelve a mencionar su obra magna.

Lo mismo sucede con otras personas que aparecen como clave en algunos momentos (Esther Tusquets, Beatriz de Moura), se presupone que ya sabemos quién son para, algo más tarde, describir a ambas.

Como podréis imaginar, después de leer este libro sales con otro montón de títulos pendientes de leer: bien sean autores nuevos (para mí, Rybeiro o Bryce Echenique), algunos conocidos (me dan ganas de releer La muerte de Artemio Cruz, que por cierto, la reseña que publiqué en su momento ha desaparecido), además de un puñado de ensayos que giran sobre este mismo tema.

En resumidas cuentas: me lo he pasado pipa. No sólo con la información objetiva de la historia (contratos, información sobre las editoriales, ferias… etc) sino también conocer un poco más la personalidad de este grupo de escritores. No se puede pedir más.

FICHA:

Te gustará si te gusta
  • La literatura hispanoamericana.
Pros
  • Incluye a la vez información objetiva y muchas anécdotas y detalles que nos hacen conocer a los escritores.
  • Anotar otros tantos títulos para leer.
Contras
  • El orden temático (y no cronológico) del ensayo.
  • Excesiva subjetividad en algunos temas. Le quitaría unas cuantas páginas, por ejemplo en el capítulo 3.

Namaste.

 

 

Autor, Literatura, Zweig

Tres maestros, Stefan Zweig

Leer a Zweig es siempre un placer. Si además lees textos de Zweig que tratan sobre literatura, más todavía. Pero si en concreto se trata de ensayos sobre de tres grandes autores, no se puede pedir más.

Tres-maestros-ZweigComo ya adelanta el título, la edición agrupa tres ensayos sobre tres grandes escritores de la literatura universal, con el hilo conductor de la genialidad de los tres. El objeto del ensayo es desgranar las particularidades de cada uno de ellos, ofreciéndonos los motivos por los que Balzac, Dickens o Dostoievski han pasado a ser grandes referentes literarios.

Zweig analiza el modo de plasmar la realidad de los tres escritores, acercándose a sus narraciones, desgranando personajes y tramas y sacando a la luz muchos de los aspectos que sentimos cuando les leemos pero que es difícil explicar con palabras.

Cada uno de los autores tiene su ensayo, independiente de los otros dos. Si bien la longitud es muy desigual, el análisis es concienzudo y apasionado. Eso sí, de los tres la que destaca es la parte del ruso, tanto por extensión como por profundidad.

Durante toda la lectura uno se da cuenta de lo fácil que le resulta a Zweig explicar y analizar el ambiente, los personajes y las tramas de las principales historias. Lo que a cualquiera simplemente le subyugaría y le dejaría con la boca abierta, para él resulta sencillo explicar su modo de ver la realidad y cómo consiguieron plasmarlo en el papel. También sabe narrar desde el punto de vista del lector, lo que uno siente al enfrentarse a su lectura.

Trate el lector de recordar en qué época del año, en medio de qué paisaje, se desarrollan sus grandes obras, Crimen y castigo, El idiota, Los hermanos Karamázov, El adolescente. ¿En verano, primavera u otoño? Quizás en algún lugar lo dice, pero el lector no lo nota. No se respira, no se saborea, no se adivina, no se vive. Todas sus obras se desarrollan en algún rincón oscuro del corazón que los rayos del saber iluminan esporádicamente, en la cavidad vacua del cerebro, sin estrellas ni flores, sin quietud ni silencio.

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A fin de cuentas el austriaco no sólo es un crítico de literatura, sino también un fervoroso lector que ha disfrutado y sufrido tanto como nosotros, que se acerca a las tres figuras con devoción, respeto y admiración, que es capaz de ser objetivo contando el estilo y la trama pero también el ardor que sentimos, la incertidumbre, el dolor que rasga conforme vamos leyendo.

En resumen, Tres maestros es una lectura muy enriquecedora, que nos acerca a las tres figuras pero que exige que conozcamos las obras a las que se refiere para poder captar toda la información (además de que se desvela parte esencial de sus novelas y argumentos).

Libro interesante, edición bonita, autor de los que hay que leer. Os lo recomiendo encarecidamente.

FICHA:

Te gustará si te gusta
  • Stefan Zweig, tanto en su faceta literaria como ensayística.
Pros
  • Cómo es capaz de explicar las sensaciones que nos sugiere el texto.
Contras
  • Si no hemos leído las novelas a las que se refiere nos perderemos en el análisis.

Namaste.