Autor, Literatura, O´Farrell

El retrato de casada, Maggie O´Farrell

Maggie O´Farrell es una habitual por aquí. De ella he leído Tiene que ser aquí (Libros del Asteroide, 2017), La primera mano que sostuvo la mía (Libros del Asteroide, 2018), Sigo aquí (Libros del Asteroide, 2019), Hamnet (Libros del Asteroide, 2021) y La extraña desaparición de Esme Lennox (Salamandra, 2009) así que podéis imaginar las ganas que tenía de leer esta última novela.

Hasta que lo leí.

Porque lo que voy a escribir a continuación son todos los motivos por los que no me ha gustado esta novela y por los que no entiendo el revuelo que está causando y la efusividad en la recomendación de la mayoría de los lectores.

Empecemos por el principio: la ambientación. Florencia y Ferrara, siglo XVI. En pleno Renacimiento, una de las hijas de Cosme de Médici es comprometida con el futuro duque de Ferrara, Alfonso d´Este, con objeto de unir ambas ciudades en alianza y de asegurar un heredero para la familia de Alfonso, y qué mejor que escoger a la hija de la Fecundíssima para garantizar que Alfonso tendrá un hijo.

Desde el primer momento sabemos lo anterior, que hay una boda y que a Lucrezia la asesina Alfonso. Lo incluyen en una referencia histórica antes de empezar la novela y además lo deja claro la autora cuando de forma estructural divide la acción en dos tiempos: el de antes de la boda y el de un año tras el casamiento, cuando la protagonista cree que van a asesinarla.

Me sorprendió que escogiera este sistema, ya que, en proporción, los capítulos que tratan sobre el momento tras la boda son muy cortos y apenas aportan información: es sólo Lucrezia esperando en la fortezza, charlando con su sirvienta o mirando por la ventana. ¿Para qué añadir páginas de un momento temporal que sólo cobra interés al final de la historia?

Y es que el primer problema de El retrato de casada es de base, ya que la trama gira en torno a apenas dos líneas de la wikipedia, porque eso exige a la autora a rellenar el resto, a completar páginas y capítulos de un personaje histórico sin demasiado recorrido: una joven que muere a los 16 años sin haber hecho mucho más que dejar la casa de su padre para vivir en la de su marido.

Justifica este hecho la autora con que se enamoró del retrato de Lucrezia y de su mirada. Sin embargo, esto no es suficiente para convertir a la protagonista en un personaje de primer nivel, lo cual acaba obligando a la norirlandesa a narrar otra serie de cosas accesorias con las que rellenar páginas: comentar cómo funciona el uso del pigmento, añadir detalles descriptivos de los palacios y los ambientes, además del paisaje cuando caminan de camino de un palazzo a otro.

Despliega la autora su particular estilo, sensible y directa, sutil y elegante pero que en esta ocasión me ha sonado a reiterativo, como en este ejemplo:

Podría contarle todo eso a Alfonso, pero entonces le daría claves, puertas y pasadizos para llegar a su interior. Por eso no se lo contó. No quería darle permiso para que llegara a su interior.

Página 65

El retrato de casada adolece también de falta de consistencia: durante el primer tercio de la historia, se nos destaca que el propósito de la protagonista es dar un heredero a su marido. Ese es de hecho el motivo de la boda, ese es el papel de la mujer en un matrimonio del siglo XVI. Para darle la importancia que tiene, se repite, se insiste y se comenta sobre esta circunstancia.

Lo que es sorprendente e injustificable es que más adelante el tema desaparece. Ni una mención. Los meses van pasando pero parece que la protagonista ya no piensa en ello, no merece la pena que se mencione si quiera, quizá a O´Farrell le apetezca más mostrarnos lo mucho que sabe de otros temas.

Después, tan de repente como se fue, parece que alguien recuerda que sigue sin quedarse embarazada, y el tema vuelve a cobrar importancia en el final del libro.

¿Cómo se puede justificar lo anterior? ¿Se ha olvidado la autora del tema principal del libro? ¿Será que no importa tanto como parece en un primer momento? ¿O es que el problema es que ese tema no funciona? ¿Que literariamente es un tema aburrido que no aporta mucho al que lee?

Si atendemos a los personajes, el modo arquetípico es tan burdo que asusta. Ella, es curiosa, lista, vivaracha, inteligente, amante de su familia y de los animales. Es guapa pero no mucho, para que no le cojamos tirria. Vamos, que es moderna. Demasiado moderna.

Él es malo. Se ve, se palpa. No sabemos por qué, más que por un sospechoso carácter voluble, pero es malo de solemnidad. Además sabemos que no va a tratar demasiado bien a Lucrezia, así que tampoco necesitamos ahondar en los motivos de su maldad. Por resumir: ¿os acordáis del príncipe de Frozen? Pues ese.

El resto, todo lugares comunes, diálogos reiterativos y un par de situaciones de acción que se sitúan al final del libro.

Si de algo se podía sentir orgullosa O´Farrell era el modo de trasmitir los sentimientos al lector, la forma de generar sensaciones entre los personajes que traspasaban las páginas del libro. Así lo ha hecho con sus historias anteriores, pero por desgracia, esto aquí está reducido al mínimo. Sobre todo porque la pena que podemos sentir para con Lucrezia es simplemente eso, pena. No se puede sacar más.

Me ha dado rabia, pena, tristeza, al comprobar cómo se puede malograr una historia teniendo talento. Cómo podría haber aprovechado la autora al escoger simplemente un personaje histórico con más recorrido y más vida y conflictos, a quien habría podido exprimir mucho mejor aunque sean más conocidos o se hayan explotado más. Eso o haber tirado por el camino del medio: la posible historia de Emilia, la doncella de Lucrezia.

En definitiva, O´Farrell ha tratado de replicar el éxito de Hamnet, escogiendo la misma fórmula con otro personaje histórico sin éxito.

Maggie sí, pero no con esta novela.

FICHA:

Quizá te gustará si te gustó Hamnet, Maggie O´Farrell.
Pros – Algunos destellos en el modo de narrar de la autora.
Contras – No ocurre nada y no se justifica la longitud de la novela.
– Aburrido, reiterativo y sin interés.

Namaste.

Autor, Ditlevsen, Literatura

Las caras, Tove Ditlevsen

Ditlevsen acabó el año pasado entre mi lista de lo que más me había gustado. No es de extrañar que, cuando Seix Barral anunció que publicaría un nuevo libro de la danesa, lo anotara en mi calendario para hacerme con él cuanto antes.

¿Me gustaría tanto como la Trilogía de Copenhague (Seix Barral, 2022)? Las expectativas eran altas.

Las caras (Seix Barral, 2023) va de rostros, de caras, de esas que lleva la gente:

Ojos, nariz, boca, un triángulo tan sencillo, ¿cómo podía dar pie a infinitas variaciones?

Página 8

Las caras de los demás, las que nos inquieren, nos preguntan y nos juzgan.

¿Aguantaría hasta el final esa cara con huellas de tantas cosas que el resto del mundo debía ignorar? ¿No se volvía hacia ella con hostilidad cuando no la vigilaba?

Página 19

Copenhague. 1968. Nuestra protagonista es una escritora de éxito de libros infantiles. Casada y con tres hijos, comienza a desconfiar de su marido, de las intenciones de su hija, de cómo la juzga Gitte, la mujer a la que tiene contratada en casa. Sus caras no son lo que eran y cree que su marido y Gitte están confabulados para volverla loca. Dentro de sí sabe que su intención es matarla. O peor, provocar su suicidio.

Unas llamas rojas le ardían detrás de los párpados y sus lágrimas no bastaban para apagarlas.

Página 84

Las caras ofrece un relato directo y duro sobre la enfermedad mental, sobre la contraposición entre lo que creemos ver o pensar y el mundo que nos rodea. Lise está sola, todos los demás tienen intención de perjudicarla, no puede fiarse de nada ni de nadie. Su soledad desemboca en una desesperación que no puede ignorar, que quiere aplacar pero que no sabe cómo.

El relato es cronológico sin saltos temporales, donde abundan las comparaciones y las metáforas, casi hasta la utilización exagerada de este recurso, que en las primeras páginas destaca para crear imágenes potentes pero que se desinfla con el paso de los capítulos.

Era mi cumpleaños y esperaban que mostrase una alegría radiante y redonda como una pelota que sostener con las manos para que todos la viesen.

Página 155

Ditlevsen ahonda en esta ocasión en la temática de la enfermedad y del suicidio, al contrario que en la Trilogía de Copenhague donde se incluían aspectos sociológicos y políticos y de búsqueda de la identidad. En Las caras el tema es uno y claro: el avance de una enfermedad mental contado por quien la sufre. La desesperación de quien no entiende qué sucede alrededor, el miedo a lo que vendrá.

El grupo de pacientes que deambulaban en silencio se había dispersado como una formación de pájaros cortada en dos por un avión. Se les empezaban a caer las caras y, con manos temblorosas, se las palpaban en un intento de evitar que ese elemento desconocido que había bajo su piel se hiciese patente, como una enfermedad secreta oculta detrás de la otra que todo el mundo veía. Escribió: «No hay camino hacia el amor. El amor se atraviesa en el camino y cuando desaparece deja el camino destruido».

Página 159

Si añadimos lo evidente: que Ditlevsen se acabó suicidando, lo anterior puede ser catalogado como un relato de corte autobiográfico de una autora que sabía de lo que escribía.

Me temía que Las caras no iban a estar al nivel de la Trilogía de Copenhague. Me equivocaba. Ofrece otra visión del universo de la danesa, una cara del poliedro que forman los intereses, los temas y las obsesiones de un escritor.

Deseando leerla de nuevo.

FICHA:

Te gustará si te gustó Trilogía de Copenhague, Tove Ditlevsen.
Los ojos vendados, Siri Hustvedt.
Pequeñas desgracias sin importancia, Miram Toews.
Pros – Certero y muy potente. Trasmite todas las sensaciones de la protagonista.
– Para anotar citas desde la primera página.
Contras – Uso exagerado de las comparaciones y metáforas.

Namaste.

IMM, Literatura

IMM (90)

Un mes más os traigo los nuevos libros que han llegado a mis estantes:

  • Un fantasma en la garganta, Doireann Ní Ghríofa (Sexto Piso, 2023). Los libros también entran por los ojos y eso es lo que me ha pasado con este. Lo poético del título junto con lo hipnótico de la imagen de la cubierta bastó para desear leerlo. El envío corre a cargo de los amigos de Sexto Piso. Aquí la reseña.
  • Ellas hablan, Miriam Toews (Sexto Piso, 2020). De Toews leí hace no mucho Pequeñas desgracias sin importancia, una historia compleja sobre la vida, el suicidio, el dolor y las decisiones. Cuando vi que una película basada en este otro ha ganado un Óscar, sabía que lo tenía que leer. Envío de Sexto Piso.
  • Libro del desasosiego, Fernando Pessoa (Acantilado, 2013). Eterno pendiente, quiero leerlo desde hace mucho y al fin me he hecho con esta edición de Acantilado. Dicen de él que es indispensable.
  • El palacio azul de los ingenieros belgas, Fulgencio Arguelles (Acantilado 2003). Al contrario que los anteriores, de este no sabía nada de nada. Fue Fernando quien me lo recomendó, y como me fío de él lo anoté en mi libreta. Espero que me guste mucho más que el Gabinete de las Maravillas

  • Retrato de casada, Maggie O´Farrell (Libros del Asteroide, 2023). Probablemente O´Farrell sea un de las autoras que más han aparecido por aquí. De ella he leído (casi) todo lo que se ha publicado: Tiene que ser aquí (Libros del Asteroide, 2017), La primera mano que sostuvo la mía (Libros del Asteroide, 2018), Sigo aquí (Libros del Asteroide, 2019), Hamnet (Libros del Asteroide, 2021) y La extraña desaparición de Esme Lennox (Salamandra, 2009) así que tenía muchas ganas de hacerme con este título. Que sin, embargo, me ha entrado pereza cuando lo he visto plagando la red y cuando he leído algo de la sinopsis. Parece que no va muy lejana de la historia de Hamnet. Aquí la reseña.
  • Anoxia, Miguel Ángel Hernández (Anagrama, 2023). Del autor murciano he leído El dolor de los demás (Anagrama, 2018) e Intento de escapada (Anagrama, 2013). La verdad que no tenía pensado comprar este libro, pero la sinopsis me acabó convenciendo.
  • La guerra no tiene rostro de mujer, Svetlana Alexiévich (De Bolsillo, 2017). De la Nobel he leído Voces de Chernóbil, y estoy ahora mismo con El fin del Homo Sovieticus, avanzando de forma lenta. A la bielorrusa hay que leerla. Todo.
  • Basada en hechos reales, Delphine de Vigan (Anagrama, 2016, en esta edición 2023). La francesa es una de mis últimas filias, tras el gran éxito de Nada se opone a la noche he leído Las gratitudes y sigo con ganas de más. Por el momento he descartado el último título que ha sacado, Los reyes de la casa, y me he decantado por este. Como los anteriores, no es demasiado largo, es sencillo colarlo entre otras lecturas más densas.

Y vosotros, ¿habéis comprado muchos libros este mes?

¡Felices lecturas!

Namaste.

Lagioia, Literatura

La ciudad de los vivos, Nicola Lagioia

La ciudad de los vivos (Random House, 2022) era el típico libro que vi hasta la saciedad por redes que descarté leer.

Pensé que se trataría de nuevo del márketing, de una promoción exagerada. Todo el mundo hablaba de este libro, todo el mundo lo estaba leyendo y comentaban las grandes virtudes de esta historia. Todos me decían que lo tenía que leer.

Les hice caso, aún sin fiarme del todo, aún mirando con desconfianza esa cara desdibujada de la cubierta.

La ciudad de los vivos es una historia de no ficción de un asesinato. Un true crimen actual que tuvo lugar en Roma en 2016. Dos tipos torturaron y asesinaron a un joven que apenas conocían. Sin motivo, sin ningún altercado previo.

Lagioia se obsesiona con la noticia y sigue los pasos a los asesinos, hijos de familias pudientes, aparentemente normales, que se conocen en la noche romana. Entrevista a sus familiares y amigos y trata de obtener datos y pistas de la investigación oficial que le lleven a desentrañar el por qué del crimen. Lo hace también con la víctima, Luca Varani, un joven de 23 años al que ofrecieron dinero, ahogado por adicciones y problemas económicos.

El autor trata de comprender la maldad, la crueldad, esa sensación de que no todo el mundo es bueno y en ocasiones basta una chispa para que dos malvados se alineen y traspasen la frontera de la imaginación.

Ningún ser humano está a la altura de las tragedias que se le infligen. Los seres humanos son imprecisos. Las tragedias, piezas únicas y perfectas, parecen talladas por la manos de un dios en cada ocasión. El sentimiento de lo cómico nace de esta desproporción.

Página 49

La ciudad de los vivos es también un libro sobre Roma. Sobre una ciudad eterna que ha visto pasar los más grandes, llena de maravillosos monumentos pero que alberga también espacio para lo peor de nuestro mundo: suciedad, crueldad y ratas. Las de cuatro patas y las de dos: corrupción, violencia, tráfico de intereses. Ambas facciones son descritas y expuestas como si Roma fuera un personaje más, donde parte de la explicación del cruel asesinato viniera dada por el lugar donde tuvieron lugar los hechos.

Lagioia consigue trasmitir a la perfección esa sensación de curiosidad que casi roza lo morboso al tratar de indagar en un suceso criminal, porque, y estáis avisados, cuando empiezas a leer La ciudad de los vivos no puedes parar de hacerlo y nada tiene ningún tipo de interés más que continuar leyendo. Y eso contando los apesares.

A pesar de que, desde el primer momento, sabemos lo que sucede.

A pesar de que, si no conocemos la historia, estamos a un click de acceder a cualquier noticia realizada con el crimen.

Y a pesar de las múltiples (y en ocasiones exasperantes) reiteraciones. Sí, tras 200 páginas ya sé quién es quién, gracias.

Da lo mismo porque el autor consigue traspasar su obsesión, inocularnos un virus en el que, nosotros también, queremos saber qué se esconde detrás de una crueldad máxima, cuáles son los límites de un humano y por qué, tras una noche de fiesta, dos hombres deciden torturar a un tercero.

¿Cuánto necesitamos reflexionar sobre lo que sabemos que no sabemos de las personas a las que amamos?

Página 132

La ciudad de los vivos dispone de todos los elementos de un buen true crime: un asesinato real, la investigación de un periodista y la maldad, el desconocimiento de cómo un humano puede matar a otro.

Namaste.

Autor, Hamsun, Literatura

Hambre, Knut Hamsun

Hambre.

Hambre de Knut Hamsun.

¿Fácil, verdad? Eso creía.

Si lleváis tiempo leyéndome sabréis que tengo una libreta de pendientes. Una de esas analógicas que funcionan con bolígrafo. Ni nube ni nada. Mi libreta.

Como en tantas otras ocasiones en las que un libro lleva a otro libro, Eduardo Halfon en Un hijo cualquiera menciona este autor y en concreto esta obra.

Como tantas otras veces anoté el título en mi libreta. Y ya. Que la lista tiene un orden cronológico y el último anotado no significa que ha de ser el primero en leerse.

Lo raro vino después, cuando revisé lo que tenía anotado previa visita a la librería, y me encontré este título no una ni dos sino tres veces. Me pareció extraño, suelo recordar lo que anoto, reviso a la libreta a menudo, y sin embargo en tres ocasiones distintas he considerado interesante este autor con esta obra y tres veces lo había olvidado por completo.

Ese hecho fue el que catapultó a Hambre a la primera posición de siguiente libro por leer. Lo encontré en esta Ediciones de la Torre (2016), una edición sencilla sin demasiada alharaca para ser un Nobel.

Pero claro, es que Hamsun tiene el Nobel, pero lo que no ha sobrevivido ha sido su paso a la cumbre de los recordados de la literatura, y esto es por su apoyo ferviente al régimen nazi, incluso pasado 1945.

Hambre es la historia de un señor, de quien ni siquiera sabemos el nombre, alguien gris que planea publicar un libro, pero que mientras tanto busca dinero para comer o para pasar la noche.

Estamos en la ciudad de Christinía. Sean ustedes bienvenidos.

Es tiempo de otoño, plenitud del carnaval de lo perecedero; las rosas tienen infectado su rubor, un maravillo y febril resplandor recubre su color rojo sangre.

Página 51

Bienvenidos a un ejercicio de literatura suprema, en el que la reflexión es constante, donde desde el primer momento Hamsun demuestra su maestría en analizar y describir el sufrimiento:

La ciudad se había apoderado de mi pensamiento y no me dejaba ni un momento de sosiego. ¿Y si yo mismo me hubiera disuelto en la oscuridad, fundiéndome con ella?

Página 88

Lo que sucede en Hambre mezcla la desesperación más grande de un humano con el sentimiento de culpa, también el de vergüenza por haber llegado a esa situación. La suma de ambas lleva a una situación límite extraña, una desesperación que de vez en cuando se llena de momentos humorísticos o sarcásticos, algo que descoloca por el tono serio y duro del resto de la prosa:

Me levanto y me coloco en medio de la habitación. Pensándolo bien, la notificación de desalojo de la señora Gundersen llegaba oportunamente. En realidad, esa habitación no era digna de mí.

Página 55

Hambre tiene mucho de novela actual, de novela cumbre, durante toda la lectura da la sensación de que esto podría haber sido escrito por un autor hace 30 años en el momento final de su obra literaria. Nada de eso. Hambre es de 1890 y fue la primera novela de Hamsun. Así de grande es esto. Inabarcable.

Me reí febrilmente de mis propias gracias, las encontraba muy divertidas. En realidad no me pasaba nada, estaba en mis cabales.

Página 186

Al informarme del autor leí que muchos de los grandes escritores ponían como referente al noruego: Henry Miller, Stefan Zweig o Herman Hesse entre otros. Pensé que es la típica frase que se dice, porque a alguien hay que mencionar, pero desde la primera página todo, absolutamente todo, me recordó a Thomas Mann, también a James Joyce. ¿Un tipo que vagabundea por una ciudad y va describiendo sus pasos además de ir reflexionando sobre su vida? Esto me suena.

Fue en aquella época cuando yo vagaba pasando hambre por Christiania, esa extraña ciudad que nadie abandona hasta quedar marcado por ella…

Página 27

Si nos fijamos en el estilo y estructura de Hambre encontramos un estilo depurado, sencillo y directo, que no se pierde en detalles superfluos, con ausencia total de signos de diálogo. La estructura es lineal y cronológica, hay pocos personajes, dado que el principal motivo de Hamsun es indagar en la reflexión interior del personaje protagonista: un tipo solitario, incomprendido, sin lazos sociales, que trata de sobrevivir un día más. Es este un personaje peripatético, dramático e incomprensible, que va dando bandazos en su comportamiento y actitud, alguien que no sabe cómo avanzar en la etapa límite a la que se enfrenta.

Hambre es uno de esos libros con los que te paras de vez en cuando, coges aire y lo sueltas mientras te dices: esto es literatura. Algo en el manejo de las palabras, en el desarrollo del discurso, en el modo que tiene de llevarnos más de allá de lo que esperamos, de mostrarnos una capa más interna del análisis, de generarnos emociones en nuestros sentidos. Esto es literatura de esa que trasciende, que está llamada a la universalidad, a la conexión perpetua con la naturaleza humana. Da igual cuánto tiempo pase o de dónde proceda quien lo lea.

Hamsun llegó a decir, según se incluye en el prólogo, Dentro de cien años todo se habrá olvidado. Se equivocaba. Un señor noruego nacido en 1859 es capaz de hablarnos en 2023 a alguien del sur de su continente en un tono actual, conectando con un tipo de vida que nada tiene que ver con la del finales del siglo XIX. Eso sólo lo hacen los grandes, los titanes de la literatura, y Hamsun, independientemente de su horrenda tendencia política, es uno de ellos.

FICHA:

Te gustará si te gustó La muerte en Venecia, Thomas Mann.
Pros – El estilo del autor y como trasciende más allá de las páginas del libro.
– Las reflexiones del protagonista.
Contras – La segunda mitad se hace un poco reiterativa.

Namaste.

Autor, Literatura, Weschler

El Gabinete de las Maravillas de Mr. Wilson, Lawrence Weschler

Ese es el típico libro que no conoces y no piensas leer, pero que acabas comprando porque algo ha hecho que se active tu curiosidad.

En mi caso, fue parte de la sinopsis (que ahora leo, aunque nunca entera), la faja, que proclamaba que este título había sido finalista del Pulitzer y la opinión positiva de Fernando en Instagram (@tylerdurden78zg).

El Gabinete de las Maravillas de Mr. Wilson es exactamente aquello que promete el título: un recorrido por un museo de Los Ángeles que ostenta un curioso señor llamado Wilson. Este es el punto de partida para que Weschler investigue y conozca los objetos que se pueden ver en el museo y que indague sobre la procedencia de esas cosas tan raras (un murciélago que emite una onda capaz de atravesar el plomo, un cuerno de una mujer, entre otras).

Además Weschler conoce a Wilson y consigue hablar con él con objeto de conocer la motivación de iniciar con un espacio al margen de la cultura, con objetos difíciles de catalogar y orientado a curiosos, muchos de los cuales acaban allí casi por casualidad. Un lugar que sólo le da quebraderos de cabeza económicos, pero que a pesar de ello, sigue abierto desde 1988 y quiere seguir manteniendo.

Este título de no ficción conecta con dos cosas: los antiguos gabinetes de maravillas del siglo XVI que guardaban novedosos e interesantes objetos y el concepto de ser curioso, de investigar y mantener la ilusión en los proyectos más allá de la búsqueda de rendimiento económico.

Sinceramente no sé qué más deciros de este título, porque no entiendo nada. No he entendido que pudiera quedar finalista de un premio como el Pulitzer, porque no se ofrece nada novedoso ni ningún enfoque diferente. Este es Weschler describiendo lo que ve y añadiendo fotografías de un museo. Quizá sea yo que no he sabido conectar con la historia, lo reconozco, porque desde el primer momento no me sentía interesada por lo que me estaban contando y seguía sin entender nada. No entendía qué interés puede tener leer un folleto largo de un museo de cosas raras, o por qué alguien puede pensar que el mejor formato es este y no un podcast o un artículo periodístico. De verdad que no sé.

Este libro ha sido para mí, el primer patinazo de 2023. No me ha gustado y no le he encontrado sentido ni la gracia con la propuesta del autor. Me he aburrido en toda la lectura y todo aquello que comenta, a excepción de los detalles propios de este peculiar Museo, son cosas que ya sabemos y que no necesito que me expliquen de nuevo.

Y vosotros, ¿habéis leído este año algún libro que no os ha gustado?

Namaste.

Autor, Literatura, Tsvietáieva

Mi madre y la música, Marina Tsvietáieva

Mi madre y la música (Acantilado, 2012) es una breve historia con la que me he querido acercar a la autora rusa.

Tsvietáieva era eminentemente poetisa, pero nos dejó, además de sus Diarios varios breves títulos autobiográficos en los que se acerca a la figura de sus padres. En este caso, a la de su madre y la relación con la música. La madre es quien quiere que Marina aprenda a tocar el piano. Esa voluntad empujará a la autora al complicado mundo de la práctica musical, reiterativo y frustrante en el aprendizaje, pero conectará con lo más íntimo de la conexión del interior de su madre con las notas y los compases, con aquello difícil de describir con palabras que nos trasmite la música.

Sólo lo lamento por la música y el sol.

Página 62

Mi madre y la música es una bella evocación a la infancia, como mencionan en la sinopsis, también la conexión más allá de las palabras que se comparte con el sentimiento musical.

Tsvietáieva nos deja preciosos párrafos en los que conecta sus recuerdos con las teclas del piano y con la posterior ausencia maternal.

Yo, silenciosa y obstinada, reduje mi música a la nada. Como el mar, que cuando se retira deja huecos, primero profundos, después menos, después apenas húmedos. Estos huecos musicales – huellas de los mares maternos – en mí se quedaron para siempre.

Página 63

Lo sencillo que parece juntar palabras cuando se tiene talento. Lo íntimo que resulta la literatura cuando se hace bien.

Namaste.