Literatura

Duodécimo aniversario

Comentaba el año pasado (qué mal empezar mencionándome a mí misma) que no podía prometer un año más, pero fijaos, semana tras semana ha llegado de nuevo el 23 de mayo.

Doce años.

Me preguntaba por mail un nuevo lector llamado Diego que cuál era mi propósito para escribir. Me habría gustado responder algo interesante y grandilocuente como que estoy escribiendo mi propio libro, que tengo formación para ello o que sé de lo que estoy hablando. En lugar de eso le dije la verdad: leo, escribo una entrada y ya.

Leo y comparto porque leo más atentamente al saber que después escribiré sobre lo que me ha sugerido; apunto, anoto y marco y analizo mucho más que si no escribiera la reseña.

Compartir permite, además, empezar una conversación con vosotros, que dais vuestro punto de vista y me recomendáis nuevos autores y títulos.

Así que a mi paso y a mi manera, reseñando libros que no están de moda, despellejando a otros que sí lo están, a un ritmo mucho más pausado que los demás (cuando paseo por Instagram siempre me pregunto: ¿¡cómo pueden leer tanto!?) llega otro aniversario.

Doce años. No sé vosotros, pero en mi vida hay pocas cosas que lleven tanto tiempo. Así que me alegro que aquel día tuviera la idea feliz de crear este espacio que tantas alegrías me ha dado.

Gracias a los que me acompañais en este viaje.

Sigamos leyendo.

Namaste.

Literatura

Una habitación propia, Virginia Woolf

Virginia Woolf era una de mis eternas pendientes desde hace mucho tiempo. Aunque tengo varios libros de ella en mis estantes hasta que no me hice con esta edición de Austral no pensé de verdad en leerla.

Una habitación propia aúna varias charlas que impartió Woolf en la universidad, donde reflexiona sobre los aspectos esenciales del carácter para necesario de la personalidad para crear una obra literaria y el papel de la mujer en la creación literaria.

Compara y analiza el carácter y la situación de los poetas con las de sus compañeras mujeres y opone la situación de los primeros (de clase alta en su mayoría, con comodidades y capacidad de hacer lo que quisieran en cada momento), con la situación de las mujeres, que no sólo no disponían de dinero ni de tiempo para dedicar a aquello que quisieran, sino que ni siquiera podrían utilizar una mesa donde poder sentarse a escribir.

Así, Woolf compara al poeta varón, para el que el genio creador siempre era bien visto desde fuera: aportaba un status y era realmente una posibilidad factible de generar rentabilidad asociada. Mientras que para las mujeres escribir pasaba siempre por hacerlo bajo pseudónimos, ocultándose siempre del foco de la sociedad que además las obligaba a dedicarse a otras tareas consideradas como aceptables, como coser y encargarse de la familia.

Llego tarde a Woolf, lo sé. Me queda mucho por leer y conocer, pero creo que Una habitación propia es un buen libro con el que empezar a leer la analítica Virginia, de la que espero mucho en su vertiente novelística.

Toca seguir leyendo.

Te gustará si te gustó

Pros

  • Carácter analítico de la autora.

Contras

  • Me habría gustado más profundidad.

Namaste.

Literatura

La analfabeta, Agota Kristof

¿Cómo puede titularse un relato autobiográfico de un escritor como La analfabeta? ¿Qué nos estamos perdiendo?

Efectivamente, Kristof se declara analfabeta, a pesar de haber aprendido a leer a los cuatro años. La explicación es que ser analfabeta le viene sobrevenido, al abandonar su Hungría natal por una Suiza en la que se habla un idioma totalmente desconocido para ella: el francés.

Leo. Es como una enfermedad. Leo todo lo que cae en mis manos, bajo los ojos: diarios, libros escolares, carteles, pedazos de papel encontrados por la calle, recetas de cocina, libros infantiles. Cualquier cosa impresa. Tengo cuatro años.

Página 23

En este cortísimo relato Kristof nos habla de su vida de una forma muy esquemática, a través de capítulos escuetos donde narra parte de lo que vivió: su infancia, la familia, la huída de Hungría y sus inicios como escritora, cuando con la nueva lengua consigue escribir y publicar.

¿Cómo habría sido mi vida si no hubiera dejado mi país? Más dura, más pobre, pero también menos solitaria, menos rota; quizá feliz.

Página 47

Si habéis leído previamente Claus y Lucas encontraréis muchos de los elementos que podemos apreciar en su novela: una infancia difícil en un período donde el país ha sido invadido por un ejército extranjero (sea alemán o ruso), la rutina en una ciudad fronteriza, la guerra. También el dolor y la soledad del refugiado, la añoranza de lo que pudo ser y no fue.

Queda claro que las páginas de la genial novela vienen totalmente marcadas por sus recuerdos. Y que la vida de Kristof no dista tanto de la de los gemelos.

Leer a esta autora, sea del tema que sea, es adentrarse en un mundo crudo y directo, sin subterfugios ni redundancias; donde a la verdad se la mira a la cara aunque duela.

La vida de Kristof duele, y no puede ser de otro modo, ya que comparte cicatrices con una tierra europea llena de sangre en un momento histórico, además, plagado de lágrimas y sufrimiento.

FICHA:

Te gustará si te gustó Claus y Lucas, Agota Kristof.
Pros – Interesante y directo.
– Ayuda a comprender a la autora y sus temáticas.
Contras – Muy corto.
– Habría venido bien alguna información biográfica adicional.

Namaste.

Autor, Bargate, Literatura

No mamá, no, Verity Bargate

No mamá, no fue un título que me recomendaron por alguna red social y que anoté fiándome y curiosa por lo que decían. Los Reyes me lo trajeron a casa y enseguida lo escogí como mi próxima lectura, animada también por ser un libro corto, de los que se leen en una tarde.

Lo leí, no me disgustó y lo dejé en el estante de reseñar.

Ahí se ha quedado semanas, una tras otra, un mes y otro.

Y me di cuenta de que cuando me ponía a escribir una reseña lo que me ocurría es que, en realidad, no tenía nada que decir de este libro. Porque, sorprendentemente, nada ha quedado en mi memoria de él, más que las citas que anoté en mi cuaderno:

Igual que muchas veces es un error volver a un lugar donde una ha sido feliz, a veces incluso hablar de esos tiempos puede ser un error: el negro presente parece todavía más negro por contraste. Entonces empezaba a pensar así; ahora estoy completamente segura.

Página 122

Lo ojeo, releo algún fragmento y nada se me enciende en el cerebro. A veces pienso si puede ser porque no esté lo suficientemente concentrada como para retener la información que leo, o bien que al leer mucho cada libro que leo se difumina… Pero luego recuerdo que no: que puedo recordar determinadas escenas que leí el año pasado o hace cinco o hace diez. Porque me marcaron, porque el autor captó mi atención, porque me dejaron huella.

Cuando leo un libro que no me gusta, ya sé que saldrá un despelleje, y también qué contaré; qué aspectos no me han cuadrado, por temática o estilo. Pero claro, leer un libro del que no sabes decir NADA tres meses después es mucho peor: la indiferencia suprema de no haber aguantado ni un año en mi memoria, darse cuenta de que si tres meses después no sé qué decir de esta historia, de aquí a cinco años imaginaos.

En mi memoria No mamá, no se emparenta con Tienes que mirar de Anna Starobinets pero de una forma mucho más fría, menos emocional, a medio gas.

No siempre se acierta, no pasa nada. Aún así me sigue dando la misma rabia que la primera vez.

Namaste.