Autor, Leyshon, Literatura

El bosque, Nell Leyshon


Acudí a El bosque con los deberes hechos tras haber leído tanto El color de la leche, magnífica obra de la autora, como El show de Gary.

El envío de Sexto Piso coincidió en el tiempo con el encuentro que tuvo lugar en la librería Jarcha, momento en el que pudimos conocer parte del proceso de escritura, comprender un poco más a la autora y su forma de ver la vida y la literatura, además de poner en común lo que nos había parecido la lectura de esta novela.

El-bosque

Leyshon escribe en esta ocasión una historia ambientada en la Segunda Guerra Mundial, aunque en ningún momento mencione el año, el país o quién es quién en la historia. Inferimos que es Polonia y que los batallones que campan a sus anchas por la ciudad forman parte del ejército nazi. En lugar de centrarse en lo grande, la británica presta atención a las pequeñas escenografías de la historia: el ambiente doméstico, las casas, con especial importancia en la luz de las ventanas, así como los elementos comunes, por ejemplo: cucharas, telas o ropajes. La visión del todo a través de lo pequeño.

Esto mismo lo vemos ver en el índice que aparece antes de empezar a leer la historia: un palíndromo que nos deja claro las tres partes bien diferenciadas de El bosque, una peculiar estructura que juega con los opuestos y con los pequeños utensilios a los que me refería más arriba. Me sorprendió encontrarme esta guía en la primera página, un peculiar modo de dejar claro que en esta historia está todo pensado, y que enmarca además temporalmente la novela.

Así, en la primera parte conoceremos los personajes principales, y podremos ver quién es quién en esta historia: la abuela, generosa médico que ayuda a todo aquél que se cruce en su camino, el padre, miembro de la resistencia polaca y la madre, figura clave para entender la historia. No me olvido a Pawel: la voz infantil que parece uno de los rasgos característicos en la prosa de Leyshon, fundamental para ver la historia con sus inocentes ojos como contraposición de los adultos.

La segunda parte es la que justifica el título del libro, divide la historia en dos y fundamenta lo que nos vamos a encontrar más tarde. Un cambio de tono y temática aparente o más bien la historia más cruda y esquelética: los temas que busca la autora sin adornos.

Al igual que en sus otras dos novelas anteriores la voz infantil es esencial para comprender la historia: en este caso Pawel es uno de los protagonistas principales a lo largo de toda la novela. En el inicio como niño, más tarde como adulto, Pawel pone el contrapunto a Zofia, la paciente madre que tiene que abandonar su carrera musical para afrontar la cruda realidad.

Mi relación con esta historia ha sido desigual: comencé pensando que la novela no era nueva para mí, que había leído lo mismo muchas veces, tantas como ocasiones en las que me he acercado a historias ambientadas en este periodo histórico, como en Tú no eres como otras madres de Angelika Schrobsdorff. En la segunda parte empecé a ver destellos puntuales de algo que sí me convencía, fragmentos interesantes que me hacían tener esperanza, aunque también me aburrí igual que lo hacían los protagonistas.

Sin embargo en la última parte de la historia pude conectar más con los personajes, o al menos me pareció que todo lo anterior (ahora sí) tenía un sentido: la relación materno-filial, la nostalgia y la tristeza, la importancia de la naturaleza, la visión de la maternidad y el sentimiento de familia.

Siguen los dos aquí. Sus corazones todavía laten y sus pulmones todavía bombean. Qué frágil es la vida. Qué curiosa es la vida. Ellos dos, surgidos de las cenizas de todo eso, todo eso. Han atravesado el gran siglo XX, escondidos en el bosque para sobrevivirlo, y aquí están ahora, en el siglo XXI.

Página 325

Leyshon utiliza el estilo que ya conocemos, el de evocar sensaciones y sentimientos, el de añadir silencios para que sea el lector quien rellene la información, el de las descripciones más allá de la abundancia de diálogos.

La sensación de leer algo que ya uno conoce y que de repente veamos que todos esos detalles que parecían nimios tienen un sentido, que los detalles tienen importancia y que esos ojos de niño que miran a su alrededor nos va a devolver la vista unos cuantos años después. La delicadeza con la que Leyshon compone la historia y cómo raciona la información para darle la vuelta a una historia es un recurso no sólo inteligente, sino totalmente premeditado y medido.

En definitiva: El bosque va de menos a más.

FICHA:

Te gustará si te gustó
Pros
  • La estructura de la historia.
  • Los temas que va incluyendo la autora.
Contras
  • El inicio puede parecer que ya hemos leído esto mismo antes.

Namaste.