IMM, Literatura

IMM (36)

Con un poquito de retraso os traigo las penúltimas incorporaciones a mis estanterías:

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  • Trilogía de Alejandría, Lawrence Durrell. Tras comentarlo en varias ocasiones en el Café Literario, me entraron unas ganas tremendas de leerlo. En una visita a una librería, al ver que la edición era de Edhasa, me terminó de convencer. Se compone de cuatro novelas: Justine, Balthazar, Mountolive y Clea. Últimamente estoy leyendo bastante sobre la Segunda Guerra Mundial así que de momento tendrá que esperar.

  • The picture of Dorian Gray, Oscar Wilde. Lo leí en castellano y anhelaba poseer esta preciosa edición. Me habría llevado todos y cada uno de ellos, pero al final me contuve. Coincidiendo con mi cumpleaños, @castillodnaipes me lo regaló. Así que ahí está, junto con la misma edición de Great expectations.

  • The silkworm, Robert Galbraith. No pensaba comprar esta novela, pero cuando llegué a la librería Bertrand de Lisboa decidí que tenía que llevarme un libro de recuerdo. Como libros en castellano escaseaban, me decanté por uno en inglés, y fue éste el escogido. Mi segundo propósito era ponerme las pilas con el Reto de Isi de leer en inglés. Tengo que admitir que no lo he conseguido.

  • Cien años de soledad, Gabriel García Márquez. La idea de hacerme con una copia de mi adorado libro preferido me ha rondado los últimos meses. Casualmente mi biblioteca cercana lo tenía de expurgo, así que me lo llevé, aunque no es la edición que yo hubiera adquirido no me voy a poner a quejarme. El caso es tenerlo en el estante.

Por el momento esto es todo, aunque tengo más libros que enseñaros. Y mucho me temo que la pila aumentará coincidiendo con la Feria del Libro de Madrid.

Tengo que confesar que además estoy atravesando una racha poco lectora. No sé si será la primavera, la alergia o el hecho de que haya concatenado varias lecturas flojillas, pero cuando me siento no leo demasiado. Espero que se me pase, a ver si alguno de los libros que tengo guardados para emergencias me ayuda…

Y vosotros, ¿habéis leído alguno de los libros que os traigo? ¿Tenéis épocas de sequías lectoras? ¿Cómo solucionáis las crisis lectoras? ¿Tenéis, como yo, algún autor para emergencias?

Namaste.

Aniversario

Seis años, seis

Hace seis años y un día decidí empezar con este blog. Tuve una idea feliz que se materializó cuando le dí a “publicar” a la primera entrada de este espacio.

Es curioso cómo se nos quedan las fechas marcadas en la mente, porque para mí, el 23 de mayo es mi cumpleblog, algo de lo que acordarme, algo que celebrar.

¿Necesitamos realmente festejar el nacimiento de un espacio? ¿Tener un Día del Libro acaso nos hace mejor lectores? ¿Vivimos mejor por celebrar un cumpleaños? Pues no necesariamente. Pero siempre viene bien echar la vista atrás, recordar el camino seguido, ver en perspectiva lo pasado.

Quizá tengamos tendencia a focalizarnos en el futuro, pero a fin de cuentas lo de atrás nos indica mucho de nosotros mismos.

Y lo que dice de mí es que este año he cumplido 30 años pero no me ha dado tiempo a leer mis lecturas del reto; que cada año celebro el Día del Libro como una fiesta, un motivo para leer con más ahínco, y que cumplo seis años en este espacio, un blog de La hierba roja llamado así en honor a mi libro favorito de Boris Vian.

Un espacio que no es otro que el reflejo de mis opiniones y lecturas, con entradas más (o menos) regulares, con cosas a mejorar. Pero a fin de cuentas, MI ESPACIO. El lugar en el que decido qué y cómo se publica, en el que cuento lo que me da la gana y cómo me da la gana.

Si dejara de ser eso, si estuviera obligada de algún modo a publicar con una periodicidad determinada, a decir algo que no quiero o a enmascarar alguna opinión, dejaría de ser mi espacio para convertirse en otra cosa. En un recuerdo de lo que me habría gustado que fuera.

A fin de cuentas, algo me ha quedado claro en estos seis años: que hay que ser fiel a uno mismo. Que en un momento puntual podemos sonreír cuando no lo sentimos, lanzar una mentira piadosa para evitar un evento incómodo, callarnos lo que tenemos en la punta de la lengua. Pero no podemos hacer eso todos los días de nuestra vida. Ni es sano ni recomendable.

Total, que soy honesta y os confieso que me gusta celebrar el Día del Libro y que recuerdo el 23 de mayo de 2009 con cariño. Porque a fin de cuentas iniciar un nuevo proyecto o una nueva actividad siempre nos genera ilusión. Por aprender, por hacer las cosas bien y por conocer algo más del tema.

Y como la ilusión no es algo que nos sobre, mejor aprovechamos todas y cada una de las fechas que nos hacen esbozar una sonrisa, que nos recuerdan aquél día que comenzamos la andadura.

Aunque también os digo a los que no os convezca mi argumento: que ayer fue mi sexto aniversario y lo celebro porque me da la gana.

Namaste.

Autor, Literatura, Schlink

El lector, Bernhard Schlink

Hoy os traigo uno de esos libros que compramos porque todo el mundo los recomienda pero que después han de esperar meses y años hasta que son finalmente leídos. Lo compré hace mucho, mucho tiempo a Lady Boheme, y desde entonces esperaba paciente en la estantería.

Hace poco decidí que se iba a colar en mis siguientes libros y aprovechando que es corto lo leí rápidamente.

el_lector_selloEl lector narra la historia de Michael Berg, un adolescente que mantiene una relación amorosa con una mujer mucho mayor que él. Posteriormente, los caminos de ambos se vuelven a cruzar en una situación totalmente diferente. De este modo Michael puede responder a alguna de las dudas que le inundaban los recuerdos. Las cosas que parecían ilógicas se muestran ahora racionales.

Uno de los temas principales en la novela es, ya lo dice el título, la lectura. Michael lee historias a Hanna, grandes novelas o pequeñas historias. Pero por encima del amor a la lectura y de las referencias literarias, en El lector aparecen otros temas como el deseo, la incertidumbre y la traición.

Con una historia aparentemente sencilla, Schlink consigue dotar a los personajes y a la relación que les une de mucho empaque, añadiendo otras cuestiones a su (inicialmente) simple historia de amor.

El alemán es un autor inteligente, que sabe utilizar las palabras y los silencios de un modo muy equilibrado, donde lo simple se torna en complejo si lo vemos desde otro punto de vista. Para ello, juega con las percepciones y los recuerdos, aprovechando la inocencia de un joven que no necesita analizar su relación con Hanna.

Posteriormente, y no quiero contar de más, todo se torna claro bajo la luz del sol. Entra entonces en juego la culpa y la valoración moral de actos pasados que juzgamos desde la posición del ahora.

Ya por entonces, cuando me llamaba la atención ese aturdimiento, y especialmente el hecho de que no afectara sólo a los criminales y a las víctimas, sino también a nosotros (…) cuando comparaba entre sí a los criminales, las víctimas, los muertos, los vivos, los supervivientes y los nacidos más tarde, no me sentía bien, ni me siento bien ahora tampoco. ¿Es lícito hacer tales comparaciones?

(…)

No podemos aspirar a comprender lo que en sí es incomprensible, ni tenemos derecho a comparar lo que en sí es incomparable, ni a hacer preguntas, porque e que pregunta, aunque no ponga en duda el horror, sí lo hace objeto de comunicación, en lugar de asumirlo como algo ante lo que sólo se puede enmudecer, presa del espanto, la vergüenza y la culpabilidad. ¿Es ése nuestro destino: enmudecer presa del espanto, la vergüenza y la culpabilidad? ¿Con qué fin?

(Páginas 98 y 99)

En definitiva, El lector es un libro muy recomendable. Schlink es uno de esos autores a los que no hay que perder de vista. Un acierto siempre que se escoge algo de él. Sin duda, continuaré conociendo su obra.

FICHA:

Te gustará si te gustó

  • El fin de semana, Bernhard Schlink.

  • No puedo evitar que Schlink me recuerde a Auster. ¿Sólo me ocurre a mí?

Pros

  • El uso de los silencios, la importancia de saber qué contar y qué no.

Contras

  • El inicio, que se me ha hecho abrupto.

 Namaste.

Actualidad, Literaria, Presentaciones

Presentación de «El ermitaño», de Thomas Rydahl

Con motivo de la presentación de la novela El ermitaño, del danés Thomas Rydahl, la editorial Destino organizó un encuentro bloguero que tuvo lugar ayer en Madrid.

Situado en la isla de Fuerteventura, el protagonista es Erhard, un solitario taxista que se enfrenta a un misterio que pretende resolver. No cuento más. Para más información os remito a la página web, donde encontraréis la sinopsis y el book trailer.

Aunque no conocía el libro ni al autor, y a pesar de que últimamente estoy bastante desligada de la novela negra, decidí conocer de cerca algo más sobre esta historia.

Rydahl es un autor que ha conseguido el éxito con su primera novela, recibiendo el premio a la mejor novela danesa del año, además de conseguir su traducción a 10 idiomas distintos.

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Con estos antecedentes, en el encuentro nos encontramos un autor cercano, que nos explicó muchas cosas, tanto su proceso de escritura (en el que destaca cómo a día de hoy sigue compaginando su trabajo con la escritura), así como el origen de la novela o el carácter de su peculiar protagonista.

Rydahl es un tipo cercano, que admite no leer demasiada novela negra, interesado por la psicología y los vinos, que reconoció escribir desde la alegría, al contrario que otros escritores que lo hacen desde el dolor.

Es cierto que en la novela hay añoranza y miedo generado desde el pasado, pero pasa un poco como en la vida, que tenemos períodos con alegría pura y otros muy difíciles.

En definitiva, un rato agradable rodeada de gente que habla de libros. Qué más se puede pedir. Pues sí, pido más: por ejemplo, desvirtualizar a María, de De todo un poco y terminar la tarde hablando de más libros…

Muchas gracias a la editorial por invitarme a este evento.

Namaste.

Autor, Forsythe Hailey, Literatura

Una mujer de recursos, Elizabeth Forsythe Hailey

Cuando abrí el buzón y leí la sinopsis de Una mujer de recursos, de Elizabeth Forsythe Hailey publicada por Libros del Asteroide, no pude sino tener un prejuicio: que no me iba a gustar por las novelas epistolares no son para mí, que lo más probable era que me costara leerla.

Una-mujer-de-recursosLa historia que nos cuenta Una mujer de recursos está inspirada en la vida de la abuela de la autora. La primera carta data de 1899, cuando una jovencísima Bess Steed escribe a su compañero de juegos, el que después sería su marido.

A partir de este momento, se suceden las cartas, en las que en primer lugar están llenas de alegrías, ilusiones y buenas noticias, para después incluir otras cartas trágicas y duras.

Con cada una de las cartas que se incluyen, la información que se aporta y la que se silencia, comprobamos cómo la inocente y recién casada Bess evoluciona poco a poco hasta convertirse en una mujer fuerte, con las ideas muy claras. Aunque en determinados momentos no veamos directamente este cambio, ya sea porque la protagonista está más centrada en negocios o en la crianza de sus hijos, hacia el final del libro vemos la imagen completa.

Por favor, no te tomes esta confesión como una falta de de gratitud para tu constante preocupación, pero no puedo esperar que tú me devuelvas el sentido de la identidad, que tan mermado tengo ahora: el amor propio viene de dentro, no de fuera.

Y así, poco a poco, carta a carta y año a año, aquélla Bess se convierte en madre y abuela, en una mujer que rememora su historia, las tristezas y alegrías.

El poder de la memoria es que conserva las imágenes intactas, aunque el tiempo las deslustre un tanto.

Llegados a este punto, tras varias sorpresas y mazazos, mi prejuicio volvió a aparecer para susurrarme al oído que la autora no iba a ser capaz de conseguir un buen final, que no iba a ser fácil cerrar la historia.

De nuevo me equivoqué. Entre otras cosas por el despliegue de la autora en las últimas páginas, consigue un esplendoroso final al mostrarnos cómo Bess afronta sus últimos años, la valoración de su vida, la importancia de la independencia, la libertad y el conocimiento. Esas ilusiones que le acompañan hasta su muerte, por conocer, ver y aprender.

Una vez alcanzada la madurez física, el proceso natural no nos permite seguir creciendo. Sólo el individuo puede crecer, cobrar relieve y enriquecerse con un esfuerzo de voluntad y de imaginación. Si no se le opone resistencia, la vida sólo resta. He dejado de creer que un individuo pueda cambiar el destino de otros por mucho que los ame, pero no renunciaré a la responsabilidad de mi propia vida hasta el día en que me muera.

En conclusión: Una mujer de recursos es una delicia de libro, ameno e interesante, divertido y doloroso a veces, con sorpresas y con un gran cierre. El hecho de que sea una novela epistolar no hace sino darle más dinamismo al libro, acelerar cuando conviene y ralentizar en ocasiones.

Una historia que me ha gustado mucho y que os recomiendo encarecidamente a todos.

FICHA:

Te gustará si te gustó

Pros

  • La evolución de la protagonista.

Contras

  • Segunda Guerra Mundial va en mayúsculas. Siempre.

 Namaste.

Autor, Literatura, Pynchon

La subasta del lote 49, Thomas Pynchon

Mi primer Pynchon. No es baladí comenzar a leer un autor tan renombrado como este.

lote49Tengo que reconocer que llevo varios días dándole vueltas a la cabeza a lo que podría contar de esta historia. Entre otras cosas, porque es el tipo de libro que una vez finalizado dan ganas de volverlo a leer, precisamente porque al terminar uno se queda con la sensación de que se ha perdido en el intrigado argumento, que ha perdido el hilo o que no ha comprendido la totalidad de lo leído.

En fin, mejor empiezo por el principio. La subasta del lote 49 es un libro pequeño, corto, de menos de 200 páginas. Además la letra es bastante grande para la edición del libro.

En las primeras líneas ya se nos presenta la protagonista de la historia: Edipa Maas, una mujer a la que se le ha nombrado albacea de la herencia de un millonario. Hasta aquí, bien. La señora Maas deja su casa y su ciudad para comenzar un viaje en el que se irá cruzando con gente variopinta, donde le asaltarán misterios y extrañas coincidencias.

– Si es que no me entendéis -dijo Driblette exasperándose-. Sois como los puritanos con la Biblia. Fanáticos de la literalidad. Tú sabes dónde está la obra, ¿verdad? No está en el archivador, ni en el libro que buscas, sino -salió una mano del vaporoso sudario de la dicha y señaló la cabeza suspendida en el aire- aquí dentro. Para eso estoy yo. Para dar corporeidad al espíritu. ¿A quién le importan las palabras? Son ruidos mecánicos para apoyar el ritmo de los versos, para penetrar en la barrera ósea de la memoria de un actor, ¿no? Pero la realidad está en esta cabeza. La mía. Yo soy el proyector del planetario, todo el cerrado microcosmos que se ve en el círculo del escenario sale de mi boca, de mis ojos y a veces también de otros orificios.

Lo de menos, quizá, sea el misterio de R.E.S.T.O.S. o el verdadero pasado del finado. Lo verdaderamente destacable es el estilo de Pynchon, abundante en referencias culturales, citas, películas, metáforas y simbolismo. Cada párrafo es un golpe en el rostro del lector, por lo que aturulla y noquea, por toda la información que acarrea cada una de las palabras escogidas.

Y sin embargo, no es un ejercicio de demostración como el que a veces leemos en otras novelas. Pynchon no necesita demostrar que sabe mucho, que lee mucho, que conoce mucho. Porque le basta y sobra una frase para dejar tiritando al lector que no sabe lo que se le viene encima. Otros, los rimbombantes, demuestran y exageran en cada línea. Pynchon es capaz de dejar el exceso de palabras a un lado y añadir múltiples recursos, como el humor, la sátira y la absurdez de determinadas situaciones (el episodio del sexo con el abogado o la recurrrente aparición de Los Paranoides) para ligar un estilo serio con un contenido extraño.

Extraño, es la palabra. Porque la historia desorienta, la trama es compleja, discontinua, aparece y desaparece hasta que no sabemos adónde quiere llegar. Pero no importa, porque aunque a día de hoy no tenga claro si me ha gustado o no, sí que queda claro que la demostración de calidad del autor y su inteligencia van por delante. Que a Pynchon hay que leerle, aunque yo no me sienta preparada para él.

Siempre nos quedará cantar, como Los Paranoides, con la melodía de Adeste fideles

Os hemos, ciudá-danos, birlado un bá-arco

Os hemos, ciudá-danos, birlado un bá-arco…

FICHA:

Te gustará si te gustó

Pros

  • El despliegue de referencias, estilo y al mismo tiempo que el autor sea capaz de incluir humor y sátira. Completísimo.

Contras

  • Compleja lectura y difícil de seguir la trama.

 Namaste.