IMM

IMM (29)

A pesar de que me he propuesto reducir el número de compras con objeto de leer los libros que ya tengo acumulados en casa, es imposible caer en la tentación de llevarse a casa alguno de los libros que uno se va encontrando por el camino.

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  • El cielo ha vuelto, Clara Sánchez. Último Premio Planeta, adquirido un poco de sopetón, porque no pensaba comprarlo ni nada por el estilo. No soy fan de estos premios, pero bueno, nunca viene mal prepararse para un despelleje de vez en cuando.
  • Las hermanas Mitford, Annick Le Floc´hmoan. A pesar de haber buscado por activa y por pasiva el título que Loque recomendó en la entrada de Trifulca a la vista (las hermanas Mitford pero de la editorial Lumen), he tenido que hacerme con este de Circe porque no he encontrado en ningún sitio el que ella me recomendó. En cualquier caso le tengo muchas ganas a esta biografía de las hermanas, de las peculiares Mitford.
  • 14, Jean Echenoz. Préstamo de Pedro. Aprovechando el centenario de la Gran Guerra, tenía pensado leer algo de la época, y no sabía por dónde empezar. Así que su préstamo me vino que ni pintado. Además me he apuntado al Reto de Eva, de leer un libro de este período durante este año.
  • Dora Bruder, Patrick Modiano. Anotado desde hace mucho, pero que mucho tiempo, lo busqué en varias ocasiones pero nunca lo tenían, hasta que hace poco por fin me hice con él. No os voy a engañar: barato no es. Pero claro, es Modiano, este señor es un valor seguro.

Esto es todo por el momento. Mientras tanto, seguimos leyendo… y por mi parte, cosas muy pero que muy buenas. ¿Sabéis esa sensación de que estás leyendo un libro que irá de cabeza a los mejores del año? Pues la estoy teniendo.

Y vosotros, ¿habéis leído alguno de estos libros? ¿Qué os parecieron?

Namaste.

Danielewski

La casa de hojas, Mark Z. Danielewski

La casa de hojas es uno de esos libros de los que habla todo el mundo. A finales de 2013 se publicó este libro que se describía como el Moby Dick de las novelas de terror, todo una experiencia, un descubrimiento. De repente, apareció por todas las revistas culturales, por todos los periódicos. La red se llenó de críticas sobre la novela, a la que se la calificaba entre las historias que cambian los estándares de las historias de terror.

Atraída como una polilla a una luz, después de ver los comentarios de muchos blogueros que lo adquirieron enseguida, lo compré en cuanto pude. Después lo leí. Lo terminé. Traté de esbozar una reseña, una opinión de algo de lo que es este libro. En múltiples ocasiones me he sentado a dejar por escrito mis ideas. Pero creo que no lo he conseguido. Así que pasaos por estos blogs que sí que han hecho bien su trabajo: Leersinprisa, Un libro al día, Cuentalibros, Locura y lectura.

Empecemos por el principio: ¿qué es La casa de hojas? Un libraco. Uno de esos libros enormes, con 700 páginas muy largas y muy anchas, un libro de tapas negras. Un libro caro de narices. Por 30 puñeteros euros te puedes hacer con él.

Si ahondamos un poco más, podríamos llegar a decir que es un libro muy poco común. Basta con pasar alguna de las páginas para darnos cuenta de que esta no es una lectura normal: hay páginas con una línea, otras escritas al revés, por no mencionar la multitud de tipología en las letras.

collage casa de hojas marcas de agua

El argumento de la historia es triple: por un lado tenemos a Zampanò, autor de una serie de legajos sobre el Expediente Navidson; a Truant, que podría haber salido de una novela de Kerouac: quien los lee  y nos cuenta sus farras día sí día también, y al propio Navidson, protagonista de la historia en su casa. Una casa que sorprendentemente, tiene una puerta que no se sabe adónde va.

Desde el primer momento se nos presentan estos tres hilos argumentales a la vez, además de aparecer un sinfín de notas a pie de página que difieren entre sí: están las puramente científicas, esto es, referencias de referencias a bibliografía, a estudios, reflexiones sobre el eco, la fuerza, la luz y un montón de cosas más. Por otro lado, tenemos las notas a pie de Truant, el último poseedor de los documentos, que va comentando lo que lee y relacionándolo con episodios de su vida. ¿Habéis visto Padre de Familia alguna vez? ¿Os acordáis de alguna de las veces en las que Peter Griffin dice aquello de “esto me recuerda a…” y acaba contando una historia que nada tiene que ver con la historia original? Pues eso. Si Navidson está como loco tratando de descubrir por qué su casa mide más por dentro que por fuera, Truant salta con un “y esto me recuerda cuando me fui a un pub y me puse hasta el culo de noséqué y conocí a esta tía que había estado liada antes con noséquién” y al final Truantdelasnarices se marca dos páginas de nota al pie que dejan al lector descolocado.

Pero tranquilos, que las notas de Truant no son lo peor: lo peor son las otras. Al inocente lector que llega y comienza a leer la historia de Navidson se la cuelan todas: te cuelan las cientos de notas al pie de sinónimos, de referencias bibliográficas que no aportan nada. Así era yo, hasta que alguien me dijo: “lee sólo las notas al pie de Truant”. Eso hice. Para cabrearme, tampoco os penséis.

¿Qué es entonces La casa de hojas? Pues un juego de muñecas rusas. Historias dentro de historias, de la que subyace el leitmotiv de la novela: Navidson y su casa. Una casa en la que, como he dicho antes, aparece una puerta. Y claro, quién no entraría en esa puerta. Para encontrarse un laberinto dentro de un laberinto, un mundo de ecos y desconocimiento. Eso es La casa de hojas.

¿Cómo puedo saber adónde voy si no sé dónde estamos? O sea, en serio, ¿dónde está este lugar en relación con aquí, con nosotros, con todo? ¿Dónde?

Pero más allá de esto, La casa de hojas es una obra de arte. Sí, del arte de la maquetación. Y ante esto no puede una sino quitarse el sombrero. Cómo narices habrán podido cuadrar las notas al pie, los recuadritos, las escrituras raras, tras la traducción es un misterio. Un trabajo arduo de narices.

Entonces, ¿me ha gustado? ¿Es esto un despelleje? Pues bien. Me he aburrido como una ostra, sobre todo al principio. No me gusta Kerouac, no me gusta Welsh: esto es, no me gustan las historias de desenfreno pastillero y promiscuidad sexual sinsentido porque me aburren. Así que la parte de Truant me ha hecho sufrir. Seguía porque este Danielewski lo hace bien, nos engaña como un trilero, enseña sus muñequitas rusas y pensamos que es fácil saber dónde está la pelotita que nos dará el premio. Pero no, amigos. Nunca se le gana a un trilero. Cuando comienzas el juego sales con menos dinero del que llegaste. Así que nos marea, nos enseña la zanahoria de la historia de Navidson, nos la pone delante de la nariz para que continuemos, y nosotros tragamos con cientos de páginas de notas al pie, con cargar con un puto espejo para leer un puto recuadrito que no aporta nada a la historia (y nosotros tan felices), con darle la vuelta al librito cada vez que toca, con continuar en ese laberinto que es Zampanò, Truant y unas cuantas chicas del montón.

Y sí, llegado al punto hasta he oído ecos en mi pasillo, hasta he mirado detrás de las puertas para ver qué era ese ruido. Hasta he perdido la cuenta de que tenía que seguir mirando la pelotita. Probablemente hasta me haya olvidado de ella.

La Casa de hojas marca de agua

Me ha gustado. Me decía a mí misma hace un tiempo. Hasta que, (y tú eres la culpable, Niebla Espesa), mi hermana me dijo que lo iba a comprar, y yo aseveré, demasiado rápido y demasiado contundente que se ahorrara los 30 euros porque se lo prestaba yo.

Eso significa algo, me dije, porque yo siempre recomiendo comprar determinados libros.

Entonces, ¿esto qué es? Es un juego de trileros. Y con ellos siempre se pierde. Es una experiencia, es un tío listo de narices que ha creado una historia simple pero que la ha complicado tanto que la ha convertido en una novela casi de culto. O por lo menos en una novela que muchos compramos por el placer de tenerla en el estante. Es un espectáculo visual, de juegos de palabras en momentos determinados. De contener el aliento porque durante 30 páginas va espaciando la frase hasta dejar un folio casi vacío.

Pero no os engañéis. Sigue siendo un espectáculo de trileros. No es un mago que juega con las palabras, ni una demostración de cómo el autor nos toca la fibra. Es un show. Un espectáculo donde el que mueve los hilos es un trilero, un tramposo, un tipo listo que sabe qué quiere conseguir.

A fin de cuentas, los espectáculos de los trileros son así: teorizamos sobre dónde está la pelotita y salimos con menos dinero en el bolsillo. En mi caso, con 30 euros menos.

FICHA:

Te gustará si te gustó
  • No le encuentro comparación. Al menos de momento.
Pros
  • El experimento que supone la casa.
  • Espectáculo visual y maquetación brillante.
Contras
  • Se hace pesado por momentos.
  • Las notas al pie de página. El que disfrute con Truant estará encantado.

Namaste.

¿Y ellos qué opinan?

Y ellos, ¿qué opinan? (XIV): Agustín Fernández Mallo

Agustín Fernández Mallo (La Coruña, 1967): físico y escritor español, ganó reconocimiento y fama nacional tras la publicación de Nocilla Dream, trilogía que se completa con Nocilla Experience y Nocilla Lab. Poeta y ensayista, es el mayor representante de la Generación Nocilla, de la que también forman parte Jorge Carrión o Juan Francisco Ferré. Se atreve con la música y con el cortometraje, y más aún, con la experimentación reescribiendo la obra de Borges.

1.- ¿Cuál es el último libro que has leído?

Autopsia, de Miguel Serrano (Editorial Candaya)

Es éste. Una historia interesante, no sólo por la sinopsis en sí sino también por los adjetivos dedicados al autor, por las opiniones positivas que se le dedican (aquí, una de ellas)  y que aunque no la conocía, va directa a mi libreta. Y no me digáis que la portada no es impactante.

2.- Un libro que nos recomiendas.

El Nuevo Testamento.

Vaya. He de reconocer que cuando planteo las tres preguntas hay libros que no espero que estén entre los mencionados. Uno de ellos es éste. Entre otras cosas porque no sé qué decir. Vamos, que no he leído el Nuevo Testamento y tampoco lo tengo entre mi lista de libros futuros. Cuanto menos, sorprendente.

3.- Un autor por el que sientas fijación.

Thomas Bernhard

Un autor de renombre: venerado y consagrado. Mencionado siempre entre los autores que hay que leer, como Coetzee, como Pynchon. Y con el que, lo reconozco, no me he estrenado. Un autor de los que sí espero encontrar en esta categoría. Me alegra porque me recuerda que me queda mucho por leer. Mucho y muy bueno.

Y vosotros, ¿habéis leído Autopsia, de Miguel Serrano? ¿Os habéis atrevido a leer el Nuevo Testamento? ¿Qué me recomendáis de Bernhard?

Namaste.

Literatura

Una biblioteca de verano, Mary Ann Clark Bremer

Año 1946. La Segunda Guerra Mundial acaba de terminar. Aún se sienten sus efectos en un continente que trata de recuperarse de la contienda. Mary Ann Clarck Bremer acaba de perder a sus padres en el ataque a un submarino en el que se trasladaban los tres. A los pocos meses, Mary Ann pierde a su tío. Herida y sola, la autora trata de recuperarse en la casa veraniega de la familia. De repente, se siente con la responsabilidad de convertirse en bibliotecaria accidental, con objeto de mantener un servicio dañado por los alemanes en la guerra.

Una biblioteca de verano revelada 2Este es el punto de partida de un librito mínimo, exiguo, de los que podrían pasar desapercibidos. Y sin embargo, esconde mucho más de lo que parece. Porque no es sólo una historia de la pérdida y del dolor, de la tristeza y la soledad, sino del camino a tomar cuando todo parece perdido, cómo superar el sufrimiento y la angustia a través de los libros, del amor por una literatura que se convierte en lo más tangible que se puede tener.

La historia parece tan exagerada, tan extrema, que el lector no puede sino quedar noqueado al comenzar a leer una autobiografía, una parte de la historia de la autora. Precisamente porque es real no necesita acudir a la sensiblería o a la compasión, sino que se mantiene en la cruda realidad a la que necesariamente ha de enfrentarse su protagonista.

Es una historia tan breve y corta que sabe a poco. No sólo porque consigue trasmitir una soledad aplastante y una tristeza incrustada en los huesos, sino porque además la historia está plagada de referencias y citas literarias que enriquecen el texto: una pequeña muestra suficiente como para comprobar el modo en el que la literatura se convirtió en una compañera fiel para la autora, en la excusa para convertirse parte fundamental de un pueblo que trata de seguir adelante, en la referencia para los vecinos que acudían a tomar prestado un libro.

FICHA:

Te gustará si te gustó
Pros
  • Múltiples referencias literarias.
  • El modo de tratar la tristeza de la forma más real posible: sin compasión ni exageraciones innecesarias.
Contras
  • Se queda corto. Dan ganas de buscar otras obras autobiográficas de la autora.

Namaste.

Literatura

Autores base

Es curioso cómo nos vienen ligados los recuerdos. Era verano. Uno de esos períodos en los que se aprovecha para irse a la playa a tratar de coger algo de calor. En el momento de hacer la maleta escogí varios libros, creo recordar que cuatro. Cuatro libros que rondaban por mi casa, un par que había escogido de la biblioteca, todo aleatorio. A los dos días había terminado dos de ellos, y cuando empecé a leer el tercero resultó que era demasiado lento, o no me gustaba o no me convencía, qué sé yo. Decidí pasar al siguiente: me pasó lo mismo. Me quedé noqueada. De los libros que llevaba ninguno me satisfacía. ¿Qué hacer? ¿En qué libro invertir las múltiples horas que me quedaban en la arena de la playa? Me encontraba con la disyuntiva de continuar leyendo algo que no me gustaba o bien adquirir algún otro libro nuevo.

Después de eso creé mentalmente el término autores base. ¿Y eso qué es? Pues los autores a los que aferrarse, a los que volvemos, bien porque nos gusta cómo escriben, bien nos interesa lo que escriben o bien porque somos fanáticos de su obra. Son autores asidero: a aquéllos a los que recurrir cuando uno no sabe qué leer, cuando se duda, cuando se quiere acertar.

Son valores fijos, autores que nos sostienen: a los que recurrimos cuando queremos estar seguros de que nos va a gustar el libro: quizá como yo, en épocas en las que tenemos más tiempo para leer, o quizá simplemente en épocas en las que leemos poco o cuando llevamos una serie de libros poco llamativos, autores que resultan un pilar, una seguridad para el lector, un refugio entre tanta novedad y tantos autores “indispensables”. Son los que en cuanto vemos su nombre en la estantería los cogemos, los compramos y los tenemos cerca. Son familia.

Decidí que desde ese momento y para períodos vacacionales no me faltaría algún título de los que considero indispensables.

Como en todo, los que anteriormente eran autores base ahora han dejado de serlo. Recuerdo una época en la que recurría a Paul Auster, o a Stephen King o a Umberto Eco. Posteriormente, con unos me cansé (por ejemplo con King, tras encadenar varios libros que no me gustaron). Con otros me pareció que perdió la chispa (Auster) o que directamente se le había ido la olla chispa (Eco, algo que ya conté aquí) y comenzaron a llegar otra ola de autores base, a los que recurro cuando me veo perdida entre tanta novedad, entre tanto autor clave en su generación, cuando me agotan determinados libros o cuando quiero volver a ese universo que crean.

¿Y cuáles son mis autores base actuales? El primero que me viene a la mente es Roberto Bolaño. Porque aunque la editorial trate de publicar hasta el listado de su agenda telefónica, siempre es interesante y siempre hay una chispa, un capítulo, un párrafo, una línea, que me reconcilian con el mundo editor.

La siguiente que me viene a la mente es Almudena Grandes. Por costumbre, porque he leído prácticamente todo lo que ha sacado (exceptuando Las edades de Lulú), porque es familia, tengo sus libros y los regalo. Es la Grandes. Y a la Grandes la leo.

García Márquez también está en mi lista. Aunque hace mucho que no lo leo, aunque vaya relegándolo al final con todos aquéllos: dentro de poco leeré… aunque vaya viendo cómo se cuelan Carlos Fuentes, Sergio Pitol y Vargas Llosa. Está ahí. Y es que no hacen falta más motivos. Escribió Cien años de soledad y por eso se ha ganado un lugar en mi mente. Siempre.

Orwell es otro más de mis autores base. Lo mismo te monta una granja que construye un Gran Hermano. Da gusto leerle, aunque hable de una guerra.

Los recientes son, principalmente, dos: Penelope Fitzgerald, que se ganó su puesto a base de palabra elegante con El inicio de la primavera (qué preciosidad de libro, porfavor), y después se coronó como la inglesa que escribe de quién sabe dónde (lo mismo Rusia que Italia) y lo hace bien. The queen.

El otro es, ya lo habréis adivinado, Mircea Cărtărescu, indefinible señor de negro venido de la tierra de Drácula. Uno de esos autores que te deja con la boca abierta y el corazón encogido.

Así que ahora, que estoy leyendo Las tres bodas de Manolita, el último libro de Almudena Grandes y que tengo en la estantería, mirando de reojo, Las bellas extranjeras de Cărtărescu, soy feliz.

Y para vosotros, ¿cuáles son vuestros autores base?

Namaste.

Literatura

La importancia de llamarse Ernesto, Oscar Wilde

Os traigo hoy la que podría ser la primera relectura de todo el blog. Y es que, aunque me consta que muchos de vosotros releéis vuestras historias favoritas yo todavía no he llegado a ese punto. Quizá tenga que ver con la cantidad de libros pendientes y de obras magnas por leer.

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Leí La importancia de llamarse Ernesto hace tiempo, en una edición que incluía también El abanico de Lady Windermere. Ahora he releído, eso sí, en su versión original y en el ebook.

Como ya ocurriera en otras de sus obras (por no decir en todas), nos encontramos con una historia llena de sarcasmo, humor e ironía que juega con los juegos de palabras y las dobles interpretaciones (sin ir más lejos, el propio Earnest del título, intraducible al castellano)

La trama de base que subyace en el argumento es simple: nuestros dos amigos protagonistas han de llamarse Ernesto si quieren desposar a la muchacha de la que están enamorados. A partir de ahí comienza una historia de enredos, confusión y humor en la que cada uno de los diálogos no tiene desperdicio, en donde ser importante, y por tanto llamarse Ernesto, es fundamental si quieren conseguir su meta. ¿Lo conseguirán? Eso lo dejo para que descubráis esta obra de teatro que nos presenta a personajes arquetípicos e hilarantes característicos del autor irlandés y que nos dejan fragmentos como los que siguen:

More than half of modern culture depends on what one shouldn´t read.

TRADUCCIÓN PROPIA: Más de la mitad de la cultura moderna depende de lo que uno no debería leer.

I keep a diary in order to enter the wonderful secrets of my life. If I didn´t write them down, I should probably forget all about them.

TRADUCCIÓN PROPIA: Mantengo un diario para incluir los maravillosos secretos de mi vida. Si no los escribiera probablemente me habría olvidado de todos ellos.

A los que tengáis miedo por comenzar a leer clásicos de este estilo en inglés, os diré que es una obra teatral que se lee de un tirón, con palabras muy sencillas, y que además de divertida y entretenida consigue sumergirnos en el universo de Wilde, uno de esos autores que hay que leer. Y si encima acompañamos la lectura con un té, mejor imposible.

FICHA:

Te gustará si te gustó
Pros
  • Muy entretenido. Hilarante y sarcástica.
Contras
  • Como me gusta tanto Wilde, se me queda corto, me falta trama, me faltan páginas.

Namaste.