Actualidad, Literaria

Celebrando el Día del Libro

Hoy es 23 de abril.

Hoy es un gran día para coger un libro cualquiera y sumergirse en sus páginas.

Hoy es un buen día para comprar un libro, para participar en la firma de libros o para acercarse a una biblioteca.

Porque leer es mucho más que comprar libros aprovechando el 10% de descuento.

Leer es emocionarse, llorar de emoción, reír con sinceridad, quedarse pegado a las páginas de un libro.

Leer es odiar al autor, pensar e imaginarse, fantasear.

Leer es aprender cosas nuevas.

Leer es comprender nuestra realidad a través de las páginas de un libro.

Leer es mucho más que entretenerse. Es más que una afición. Es más que un pasatiempo.

Leer es un refugio, una salida, un paréntesis.

Todo eso y mucho más lo podemos encontrar en las páginas de un libro.

Así que da igual que seáis de los que leen 6 o 60 libros al año. Da igual si tenéis 50 o 5.000 libros en vuestras estanterías. Da lo mismo si hoy habéis salido a comprar alguna novedad o no, si os han regalado algún libro.

Porque si sois capaz de comprender que lo que he escrito es cierto no os hace falta este día.

Aún así, es 23 de abril.

Bonita fecha para seguir leyendo.

Namaste.

Autor, Grandes, Literatura

El lector de Julio Verne, Almudena Grandes.

En el anterior IMM ya os mostraba este libro como uno de las últimas adquisiciones. Lo cierto es que esperaba impacientemente la publicación del nuevo libro de Almudena Grandes. Desde aquí mi agradecimiento a Tusquets por facilitármelo.

Portada de "El lector de Julio Verne"

Como bien especifica la portada, se trata de la segunda parte de Episodios de una guerra interminable, una serie de novelas sobre la posguerra española que comenzó con Inés y la alegría.

El lector de Julio Verne narra la historia de un niño, hijo de un Guardia Civil. La acción se sitúa en 1947 en la Sierra de Jaén. Desde aquí desarrolla una trama tupida formada por la historia personal de cada uno de los vecinos de su pueblo, de las personas a las que va conociendo en un verano en que comenzó a ver la realidad con otros ojos.

No hace avanzar mucho en la lectura para comprobar los frecuentes guiños que lanza la autora al lector continuado de su obra y de muchos de sus conocidos (como la novela de García Montero), y esto lo hace desde antes de empezar la novela, no hay más que leer la dedicatoria:

Nada es lo mismo. Nada

permanece.

Menos la Historia y la morcilla de mi tierra:

se hacen las dos con sangre, se repiten.

Ángel González, “Glosas a Heráclito”.

El hecho de que el narrador sea un niño consigue acercar al lector a la historia: vamos conociendo la trama a medida que nos la cuenta Nino, con esa mirada atenta del niño observador e inteligente que se cuestiona todo lo que ve.

Inevitable es la comparación con su predecesora. El lector de Julio Verne es, sin duda, una novela mucho más amable, es decir, existen menos saltos cronológicos, con lo que es más fácil engancharse a la novela desde un primer momento. Además, Grandes vuelve a su tradicional modo de escribir: si en Inés y la alegría optó por experimentar, por ofrecer al lector un episodio de historia pura y dura y otro de novela, aquí vuelve al estilo que estábamos acostumbrados en sus otras novelas: la novela, el discurrir de la historia con un mismo narrador. Recuerda en este punto a cualquiera de sus antiguas novelas: Malena es un nombre de tango o bien a El corazón helado pero sin los frecuentes saltos cronológicos.

Por mi parte, es de agradecer. Uno de los puntos flacos que le vi a Inés y la alegría fue precisamente el exceso de Historia, la ralentización de la trama en los capítulos dedicados al Partido Comunista. Y otro, el claro partidismo. En Inés y la alegría se veían claramente buenos y malos arquetípicos, aquí los personajes están más difuminados. No son más que personas con intereses egoístas que tratan de salir adelante sea como sea. Se trata de una novela mucho más real, más tupida y compleja, que refleja con mucha más claridad cómo debió de ser la vida en aquélla época.

Si algo me disgusta de las novelas que tratan el arduo tema de la Guerra Civil española es el claro partidismo entre buenos y malos. No todo es tan simple, nadie es siempre bueno o malo. Eso se lo dejamos a la ciencia-ficción. Y en esta novela por fin hace justicia en este punto. A fin de cuentas no somos más que personas que buscan la felicidad y la tranquilidad, seguir adelante, con independencia de lo que comenten los grandes señores en sus palacios.

Atrae por encima de todo, el modo de desgranar la historia, de ir poco a poco dándole forma. Es Nino quien nos los va presentando, sin prejuicios, y así vamos conociendo a cada uno de los personajes, cogiéndoles cariño y descubriendo su historia personal. Es una historia entrañable, la historia de cómo se vivía en una dura época en un pueblo cualquiera, lejos de las historia de héroes y villanos. El día a día del modo de vida de la gente normal.

Frecuentes son los guiños a Inés y la alegría. Sin embargo no son más que eso, guiños. No es necesario leer la primera parte para comenzar El lector de Julio Verne. Comparativamente me parece una novela mucho más interesante que Inés y la alegría. En definitiva, me parece una novela indispensable para cualquier lector admirador de Grandes y una novela muy bien trazada para los que se quieran acercar a la autora por primera vez.

Puede ser que muchos de vosotros penséis que se trata de otra novela de la Guerra Civil. Pero como comenta Grandes cada vez que puede (quizá tratando de justificarse), fue una situación tan dura, tan difícil, tan brutal, que es inevitable plasmar en el papel muchas de las historias que cuentan nuestros mayores. Sí, la realidad siempre supera a la ficción.

FICHA:

Te gustará si te gustó

Pros

  • El estilo de la autora.

  • Lo tierno y entrañable de la historia de Nino.

  • La pulcra edición de Tusquets.

Contras

  • Tener que esperar a la siguiente parte.

Namaste.

IMM, Literatura

IMM (16)

Regreso con (algunas…) de las nuevas adquisiciones. Los libros que os traigo hoy son los siguientes:

Algunas de las nuevas adquisiciones: Marías, Oé, Mendoza y Grandes

  • Tu rostro mañana, Javier Marías. Una edición que recoge las tres partes de la novela más conocida de Marías (y también, por lo que sé, de la más compleja). Lo cierto es que no tenía pensado comprarla, pero me gustó la edición, el hecho de tener las tres partes en un mismo tomo. Aunque el precio no era lo que se dice barato, tampoco es que fuera excesivamente caro, así que me convenció y lo compré. Lo complicado será ahora determinar cuándo es el momento de empezarlo.

  • Cuadernos de Hiroshima, Kenzaburo Oé. Recomendado por Oesido, lo anoté en la libreta en su día y casualmente me topé con él. Éste sí que lo leeré antes, tengo curiosidad por leerlo y además me viene de perlas para el reto de Meribélgica. ¿O es que soy la única que lee siempre libros de los mismos meridianos?
  • La verdad sobre el caso Savolta, Eduardo Mendoza. Aunque Sin noticias de Gurb es un libro muy famoso de este autor, me da la impresión que La verdad sobre el caso Savolta es el más aclamado de la obra de Mendoza. Como sea, y porque veo comentarios por todos los sitios ensalzándolo, no dudé en pedirlo prestado cuando vi que @Castillodnaipes lo tenía.
  • El lector de Julio Verne, Almudena Grandes. El segundo tomo de Episodios de una guerra interminable y el último libro de la madrileña (sí, lo sé, estaréis cansados de verlo por todos los sitios, que para eso es uno de los más vendidos), cortesía de Tusquets. Ya lo he terminado así que en breve os daré mi opinión.

Y vosotros, ¿habéis leído alguno de ellos? ¿Qué os parecieron?

Namaste.

P.D. O hay que leer más o comprar menos. ¿De qué sirve que todos esos pendientes que tenemos anotados los compremos si luego no tenemos tiempo de leerlos?

(Oye, que además de hacer bonito en la estantería es una sensación magnífica la de mirar el lomo y tratar de imaginarse qué hay al otro lado)

Vamos, que el que no se consuela es porque no quiere.

¿Y ellos qué opinan?

Y ellos, ¿qué opinan? (III): Antonio Orejudo.

Antonio Orejudo (Madrid, 1963): ensayista, escritor y crítico literario. Saltó a la fama con su novela Ventajas de Antonio Orejudoviajar en tren, con la que logró el XV Premio de Andalucía de Novela. Es habitual colaborador en secciones culturales como Babelia. Es muy activo en twitter. Su dirección: aquí.

1.- ¿Cuál es el último libro que has leído?

Paseos con mi madre, de Pérez Andújar.

Uno de los últimos libros publicados por Tusquets. La verdad es que desconocía al autor hasta que la editorial comenzó a hacer promoción de la novela. Si alguien lo ha leído, que nos deje su opinión. La ficha del libro, aquí.

2.- Un libro que nos recomiendas.

El amo del corral, de Tristan Egolf.

La primera vez que oigo hablar tanto del título (que me recuerda aquélla canción de los Trotamúsicos: Koki, Koki, Koki, eres el rey del corraaaal) ni del autor, que tiene un nombre extraño.
Indagando por la web me encuentro con que Egolf es comparado con Kennedy Toole y con Steinbeck. El amo del corral recibió buenas críticas en su momento. He leído la sinopsis por ahí y cuenta demasiado, así que no lo reproduciré aquí. Ahora, entre la recomendación de Antonio Orejudo y las buenas opiniones que estoy leyendo, me están entrando ganas de buscarlo. ¿Alguien lo ha leído?

3.- Un autor por el que sientas fijación.

Don DeLillo.

Órale. ¿Casualidad? Lo digo porque en su día mencioné como parecidos la novela de Orejudo con Punto Omega, de Don DeLillo. Es un autor peculiar, por lo menos en esta novela que nos atañe. Tiene muchos otros libros, así que os animo a que lo descubráis. Este año, además, se estrenará una película basada en una de sus novelas, de nombre Cosmópolis.

Y vosotros, ¿habéis leído a Antonio Orejudo? ¿Y los libros que nos recomienda?

Namaste.

Autor, Levrero, Literatura

La ciudad, Mario Levrero

Fue Bartleby quien me dio a conocer a este escritor chileno uruguayo. Su táctica para conseguir que leyera el libro es infalible: me lo regaló.

Así que, teniendo en casa la Trilogía involuntaria, era cuestión de tiempo que empezara a conocer a Levrero. Con esas, incluí este título en la lista de los 50 libros.

Desde el inicio de la novela, ya vemos que Levrero va a tener algo que ver con Kafka, aunque no sea más que por la cita que figura en el inicio del libro. Es la siguiente:

  • Veo allá lejos una ciudad, ¿es a la que te refieres?
  • Es posible, pero no comprendo cómo puedes avistar allí una ciudad, pues yo sólo veo algo desde que me lo indicaste, y nada más que algunos contornos imprecisos en la niebla.

Leyendo las primeras páginas nos cercioramos de que nuestra hipótesis inicial es cierta, porque nuestro protagonista (del que no sabemos ni su nombre, y sólo su profesión más tarde), abandona su casa para comprar queroseno y se ve arrastrado por una vorágine de acontecimientos.

 Portada de "La ciudad", de Mario Levrero

Sin embargo, las diferencias entre K. y el protagonista de Levrero quizá sean obvias: mientras que el personaje de Kafka toma sus decisiones y por lo tanto tiene voluntad propia, el de La ciudad se deja llevar. Esto es la principal distinción respecto a la acción: mientras que en El castillo abundan las conspiraciones, los obstáculos para conseguir alcanzar el objetivo, en La ciudad la acción se desarrolla de un modo diametralmente opuesto: es el protagonista el que no sabe qué quiere, el que duda y desconoce cuál ha de ser el camino a seguir.

Son, pues, los demás, aquéllos secundarios (los aldeanos, el alcalde) los que impiden a K. llevar a cabo su voluntad. Algo que nada tiene que ver con el libro de Levrero: es más bien como si de un sueño se tratase, una realidad onírica en la que las reglas del juego se han visto afectadas y en la que no rigen las normas de la realidad habitual: como si fueran normales los cambios de escenario, por ejemplo, como si fuese normal desconocer qué hay al otro lado de la calle.

Si nos atenemos al fondo, al tipo de sensaciones que despiertan ambos autores, es claro que el mundo de Kafka es opresivo, donde rigen la soledad y la desesperación; algo que no se llega a transmitir con Levrero.

El hecho de que los capítulos sean cortos consigue el efecto del dinamismo en la novela, pues si bien es fácil conectarse a un ritmo rápido y sin apenas descripciones, hay situaciones desconocidas que a priori podrían suponer una ralentización en la trama.

Lo que parece es que al protagonista de Levrero poco le importa el sometimiento a las reglas que, en teoría, no son suyas. Quizá con este punto adicional el lector se sintiera más cercano al personaje, pero lo cierto es que no es así. Ahora, en el mundo de los sueños quizá sí que nos veamos identificados con la pobre persona que no sabe dónde se encuentra: ¿Quién no ha soñado alguna vez con un viaje cotidiano que acaba en un lugar extraño? ¿O encontrar a personas cercanas que no deberían estar en un lugar? Y a pesar de ello, en el sueño asumimos esa realidad y tratamos de conseguir nuestro objetivo (en mi caso solía ser llegar a tiempo a un examen), sin pensar que algunas reglas carecen de lógica (como captar peor los sonidos, no poder gritar o no poder mover un pie detrás de otro). Esto es lo que el chileno uruguayo consigue plasmar, en una prosa sencilla y aséptica, objetiva y cronológica.

Una lectura muy interesante, que engancha desde la primera línea porque siempre queremos conocer algo más.

FICHA:

Te gustará si te gustó
Pros
  • Dinamismo.
Contras
  • Desconexión con la realidad. Ausencia de sentimientos.
Reto 50 libros
  • Número 42.
  • Progreso: 7/50.

Namaste.

Bazar, Literatura

Decálogo útil a la hora de criticar una entrada de un blog

El 29 de marzo recibo en mi bandeja de entrada del correo, que alguien ha comentado lo siguiente:

estás bien pendejo, quieres taranovelas, si es una gran novela, tu no has podido escribir una critica seria en una slíneas, kerouac loe scribió en alginas semanas, pobre pendejo que eres

La entrada a la que hace referencia es la reseña de En el camino, de Kerouac. (Sí, ese es el comentario original, sin modificar nada).

Lo cierto es que nada más leerlo pensé en borrarlo. Total, este blog es mi casa y a mi casa no me llaman para insultarme.

Pero después pensé que no, que quizá podía contestarle, o ignorarle. Y fijaos cómo son las cosas que al final lo que estoy haciendo es dedicarle un post. ¿No es otorgarle demasiada importancia? Quizá, pero hay días en los que uno aunque no se levante hostilizado le apetece dar caña. Le apetece poner a cada uno donde se merece.

Zack White, hoy te ha tocado a ti.

Para ti, Zack White, mi mejor sonrisaEntrar a criticar a un blog no está mal. Probablemente todos lo hayamos hecho alguna vez (yo, al menos sí). Sin embargo, hay que cumplir unas cuantas normas básicas. No son más que las que dicta el sentido común. Pero como veo que no abunda demasiado, las pongo por escrito:

1.- Respeta la ortografía y la gramática. No es una tontería. No se puede entrar en un blog literario dándoselas de culto sin poner ninguna tilde, mayúscula o sin revisar. Piensa que es el punto más fácil con el que te puedo atacar. Me lo dejas a huevo.

2.- Sé elegante. ¿Quieres insultarme? Me parece bien, pero piensa que puedes enmascararlo con un poco de sarcasmo o de ironía. Te hará parecer más interesante aunque no tengas ni puta idea de lo que estás hablando.

3.- Da argumentos. Si es una gran novela, dime por qué, qué le viste tú que yo no he sido capaz de ver, qué puntos fuertes tiene. En teoría es eso para lo que quieres aportar tu opinión: exponer tu visión de las cosas (en teoría).

4.- No hables coloquialmente. Quizá mi idioma no tenga nada que ver con el tuyo, puedo no entender qué leches significa “taranovela” aunque me lo imagine.

5.- No prejuzgues. Porque yo sí que lo voy a hacer. Ya sé que es lo fácil, pero entiéndeme: de ti sólo sé tu nombre, un correo que probablemente sea falso y tu comentario. Tú dispones de mucha más información, siempre que te preocupes por buscarla. Tienes a tu disposición libros que me encantaron, información sobre de qué hablo, los libros que compro… ¡incluso un apartado en el que especifico algunos datos personales! Así que mi prejuicio es el siguiente: eres un listillo con ínfulas de cultureta, de tener la verdad absoluta, intolerante y corto de ideas, que has leído tres o cuatro novelas y las ensalzas para que se vea que sabes de literatura. Te las das de conocimientos con tu grupo de amigos, aparentas, eres intolerante, simple y maleducado. Lo peor de todo es que, a pesar de ir de abanderado de la cultura no sabes escribir un comentario de tres líneas sin cometer 14 faltas de ortografía diferentes.

6.- (en relación con la 5). ¿Por qué me hablas en masculino? Soy mujer. LO PONE.

7.- Da ejemplo. Me acusas de no haber podido escribir una crítica seria en unas líneas, mientras que tú has publicado un comentario que da, como poco, vergüenza ajena. Haz lo propio. Queda muy mal eso de dar consejos y luego no cumplir con lo que se dice.

8.- Sé consecuente. Argumenta en condiciones. “kerouac loe scribió en alginas semanas” Ah, ¿Qué eso es mejor que estar varios meses en escribir un libro? ¿Por la rentabilidad o qué? Imagino que entonces estará encantado con todas esas novelas producidas en masa, cortadas y pegadas, similares unas de otras, escritas simplemente para que la editorial diga que es de Pepito Pérez (presentador de televisión), que escribe algún otro escritor en la sombra. Tendrás que estar encantado con las novelas que surgen de ideas fútiles, como las de una serie de televisión que se hace conocida. Este es tu mundo, majete. La de la producción en masa de libros como si se tratara de conservas de berberechos. Estás de enhorabuena.

9.- Utiliza sinónimos. No hace falta que me llames “pendejo” varias veces, por útil que sea la palabra. Fíjate en mi: ¡te he llamado de todo y todavía no te he dicho ni imbécil! (todo un récord para mi persona).

10.- Vuelve a leer las respuestas originadas a tu comentario. Mua-ha-ha.

Namaste.