Autor, Literatura

¡Melisande! ¿Qué son los sueños?, Hillel Halkin

Este es uno de esos libros que te entran por los ojos. Por la portada, por la abundancia de reseñas y opiniones positivas, como la de Devoradora de Libros. Hasta que, a decir verdad me topé con la de Mientrasleo, a la que no le acabó de convencer. Y entonces me entró la duda, la curiosidad de conocer qué me parecería a mí. Porque es cierto que se trata de una historia de amor, y que no soy demasiado seguidora de la temática amorosa, pero sin embargo necesitaba saber qué se escondía detrás de estas páginas. Aquí os traigo la reseña.

Melisande-marca-agua2¡Melisande! ¿Qué son los sueños? Tiene por título el nombre de un poema de Heinrich Heine que comienza como sigue:

¡Melisande! ¿Qué son los sueños?
¿Qué es la muerte? Algo en vano.
La verdad solo pertenece al amor,
y, siempre bella, yo te amo.

El narrador de la historia es Hoo, uno de los tres personajes principales que va recordando el pasado de forma fragmentada y sin cronología, en ocasiones contándoselo por carta a Mellie y en otras rememorándolo para sus adentros. El tercero que cierra el triángulo es Ricky.

Hoo, Ricky y Mellie coinciden en el instituto. Desde ese momento comienza una relación que durará muchos años, tantos como tiene una vida. Porque a pesar de que la historia comienza en la juventud, este es un relato eminentemente de la madurez, del desarrollo en la relación que mantienen, en su bifurcación y evolución a lo largo del tiempo.

Abundante nostalgia y melancolía a la vez que ternura en una novela donde lo más importante son esos lazos invisibles que se crean y se mantienen a lo largo de los años. Aquéllas personas importantes en la adolescencia marcarán un punto de inflexión en nuestra vida: en nuestro destino y nuestra felicidad.

¿Cuáles fueron nuestros mejores momentos?
¿Cuándo mostramos nuestra mayor intensidad? ¿No fue acaso cuando nos perdimos tan completamente en el juego que nos olvidamos de que eso es lo que era? ¿Realmente necesitamos que una voz sabia nos recuerde que no vemos más que imágenes en la pantalla?

Alejada de otras historias en las que el amor se plantea como una idílica relación de la juventud, Halkin apela a la madurez y al paso del tiempo para crear una novela mucho más compleja y por tanto mucho más real que algunas de las que podemos encontrar en el mercado editorial. Además, el autor es capaz de cambiar de registro, aportando al narrador diferentes matices a la hora de contar su historia, a la hora de reflejar cada uno de sus sentimientos. Una evolución lógica y normal en cada personaje pero que se convierte en algo complicado si tenemos en cuenta que el libro cuenta con apenas 200 páginas.

Destacable es, también la visión del amor en conjunto, como una acumulación de otras emociones, de errores y de aciertos, de detalles de todo tipo que, sin recurrir a la sensiblería como exageración ni como al resentimiento como excusa crea una visión polivalente de un tema muy complejo pero que en ocasiones se ha tomado muy a la ligera.

Creo que amarte es la única razón por la que temo envejecer.

Sinceramente me ha parecido una delicia de libro, por la fuerte relación de los personajes, cada una de las etapas de su vida, el cambio en la visión, la propia filosofía y las referencias literarias que incluye en cada una de sus líneas y porque más allá de una historia de amor, es una de esas novelas que nos dan pena terminar, del tipo que te dejan poso. Una sensación, un encogimiento en el corazón, un toque en el alma, un suspiro al terminar un capítulo. Lo justo para darse cuenta de varias cosas: la primera, que es un libro que releería sin dudar. La segunda, que lo recomendaré siempre que pueda. Y ya que estamos, una más. Que las historias vívidas, profundas y reales no son tan fáciles de encontrar. Así que cuando te encuentras una de ella en las narices una no puede evitar sonreír.

FICHA:

Te gustará si te gustó

Pros

  • El modo en el que refleja la relación amorosa. Complejo y profundo.

  • Estilo poético con múltiples referencias filosóficas y literarias.

Contras

  • Los saltos temporales pueden dificultar la lectura.
  • Hay que respirar hondo. Muchas veces.

Namaste.

Autor, Lem, Literatura

Máscara, Stanislaw Lem

Tengo que reconocer que yo era de las que pensaba que por definición un relato necesariamente ha de resultar más liviano, menos denso y más rápido en la lectura que una novela. Simplemente por una cuestión de longitud, ya que en pocas páginas no se puede llegar a un nivel de profundidad como en el de una novela larga.

Después llegó Lem y desbarató esa teoría.

Empecé Máscara con el convencimiento de que lo leería en un corto período de tiempo, de que leería cuando quisiera evitar otras lecturas más lentas. Enseguida me di cuenta de que me equivocaba completamente.

En primer lugar porque el comienzo es un poco lento hasta que nos familiarizamos con el estilo del autor. La rata en el laberinto, el relato con el que abre esta edición, resulta algo extraño. Sin embargo, cuando llegué al tercero El amigo, toqué un punto de inflexión. Pude conectar mejor con la trama y con la historia en sí, con esos personajes obsesionados con un aparato inquietante. Se hace más amable por los diálogos y los silencios entre los protagonistas.

Como bien se adelanta en la introducción, los relatos difieren mucho entre sí. Sin embargo, algo tienen en común: la ciencia-ficción. Una ciencia pura, que en muchos de ellos resulta ardua y compleja, pero absolutamente matemática. Sorprende encontrar a un autor que pueda hablar de temas tan complejos desde un punto de vista literario sin ese punto de vista didáctico que abunda en otros escritos.

Absolutamente inteligente y analítico, el autor polaco describe y detalla, analiza y califica. Lo hace de un modo apabullante y exacto, elige la palabra justa en el momento oportuno. Es una de esas lecturas que hay que ver en perspectiva, porque resulta como un cuadro del impresionismo. De cerca son pinceladas y esbozos, adjetivos y adverbios, pero conforme nos vamos alejando apreciamos la tupida red de un universo complejo, en el que cabe de todo, desde la explicación científica hasta la sátira o el humor que roza lo absurdo. Hay filosofía, hay seres de otro mundo, hay tantas cosas que uno tiene la sensación de que con esta obra es necesaria una relectura, una pausada, absorbiendo cada palabra, recreándose en cada frase. Porque Lem es un escritor inteligentísimo, de los que no dejan nada al azar, de los que trillan su obra hasta que queda lo más pura posible. Y eso se nota y puede resultar demasiado. Tan puro que corta, como cuando uno toma una bocanada de aire en una montaña. Tan puro que cuesta respirar.

No es una lectura fácil, pero sí que es de esas lecturas que calan. A fin de cuentas no hace más falta que abrir una página al azar y encontrarse con este diálogo correspondiente al relato El martillo:

  • ¿Cuál es tu recuerdo más remoto?
  • De la infancia, ¿verdad?
  • No, en serio. Di
  • No puedo decírtelo.
  • ¿Otra vez quieres hacerte el misterioso?
  • No. Antes de que me llenaran con un contenido lingüístico, antes de que me atiborraran con diccionarios, gramáticas, bibliotecas, yo ya era operativo. En cuanto al contenido, estaba vacío y resultaba completamente “inhumano”, pero me sometieron a diversas pruebas, lo que llamaron “el arranque eléctrico”. Estos son mis recuerdos más remotos, pero no hay palabras para describirlos.
  • ¿Sentías algo?
  • Sí.
  • ¿Podías oler? ¿Ver, quizás?
  • Por supuesto, pero no de forma conceptual. Era como si hiciera cosas por hacerlas, pero sin que ello perjudicase la riqueza y belleza de mis experiencias sensoriales. De vez en cuando, procuro regresar a aquellas sensaciones, aunque cada vez me resulta más difícil. Entonces me sentía grande. Ahora, en cambio, no. Me llenaba un único y pequeño afán, un impulso que se extendía desde mí y a mí regresaba por medio de infinitas variaciones, y podía hacer lo que quisiera con él. Me encantaría explicártelo, si fuera posible. ¿Has visto a las libélulas dar vueltas bajo el sol, por encima del agua?

FICHA:

Te gustará si te gustó

  • Lolita, Vladimir Navokov. (No por el tema sino por el estilo del autor)

Pros

  • El uso de cada palabra.

  • Lo inmenso del universo que crea. La variedad de temas.

Contras

  • Denso, sobre todo al principio.

Namaste.

IMM, Literatura

Mi paso por la Feria del Libro de Madrid + IMM (31)

Algo está cambiando.

Si hace unos años trataba de asistir a la Feria del Libro de Madrid los días de diario, tratando de evitar la multitud que puebla el Retiro los fines de semana, precisamente este año he hecho todo lo contrario.

Movida quizá por el deseo de tener alguno de los títulos de mi biblioteca firmado, o quizá con ánimo de coleccionista, o puramente envidiosa de las fotografías que en estos días aparecen por los blogs literarios, decidí ir cargada y acercarme con objeto de obtener alguna que otra firma.

Ojo, que cuando digo cargada es cargada de veras. Además de los tres libros de Episodios de una guerra interminable de Almudena Grandes, llevé el pesadísimo ejemplar de Tu rostro mañana de Marías, un libro de Vila-Matas y otro de García Montero.

Bueno, ¿y qué tal? os preguntaréis. Pues bien, muy bien. Aunque la fila para que firmara Almudena Grandes era bastante larga (algo que se agravó cuando la autora llegó veinte minutos tarde), pude hacerme con su firma, e incluso comentarle mi opinión de sus libros. Me gustaría haber grabado su cara en vídeo para que pudiérais haber visto la cara que se le quedó según yo iba sacando libros. Pensándolo bien tampoco se quedaron atrás los que estaban detrás de mí… aunque simplemente me miraban con odio.

Otro que tenía una fila bastante larga era Javier Marías. Ataviado con un pin de su admirado Shakespeare firmaba rápidamente sus libros para que todos los que estábamos nos lleváramos su firma. Total, quedaba poco para el cierre.

Sin embargo, una cosa que me ha llamado la atención es la ausencia de filas para otros grandes, sin ir más lejos, Enrique Vila-Matas. Apenas algunos curiosos (de esos que se acercan a mirar quién es el autor leyendo el cartelito que tenía delante).

Con Luis García Montero ya me lo esperaba, a pesar de que se ha pasado a la narrativa. Apenas tenía gente delante y por eso mismo se ofrecía a fotografías, a dar besos a diestro y siniestro y a mandarme recuerdos para mi hermana. Todo verídico.

Eloy Moreno fue todo un derroche de simpatía, uno de esos autores que están muy ilusionados y que te preguntan qué te ha parecido su novela. Aún no he podido leerla, pero mi madre se llevó tanto El bolígrafo de gel verde como Lo que encontré debajo del sofá rubricados con su firma.

De camino a la fila de Javier Marías vi un nombre que me llamó la atención. Digo que vi el cartel porque a primera vista no le reconocí. Y es que Manuel Rivas nada tiene que ver con cómo es en directo. Si en las solapas se aprecia un señor serio y mayor, en la realidad es un tipo con pinta de rockero, joven y simpático, que respondía a las preguntas pausadamente. Y como no tenía prisa se dedicaba a firmar con su pluma un precioso dibujo a cada uno de los que allí estábamos. Total, que a pesar de que tenía 4 personas estuvimos allí parados más de veinte minutos. Ahora, qué bonito quedó.

Además de firmar los libros que llevaba, aproveché para adquirir los siguientes:

 IMM-feria-del-libro

  • El lápiz del carpintero y Las voces bajas, de Manuel Rivas. La verdad es que el primero lleva mucho tiempo en mi lista de pendientes, y aprovechando que estaba el autor decidí comprarlo. Del segundo poco sé. Eso sí, tengo que volver a este autor que Los libros arden mal me gustó mucho.
  • 1913. Un año hace cien años, Florian Illies. Recomendación de Atram, y por eso mismo lo he comprado.
  • Nobles y rebeldes, Jessica Mitford. Una Mitford, una novedad: ¡me lo tenía que llevar! Después me arrepentí no haber comprado A la caza del amor de su hermana Nancy, o alguno de sus otras novelas, porque sólo he leído Trifulca a la vista.
  • Historia y desventuras del desconocido soldado Schlump, Hans Herbert Grimm. Me fascinó la historia de este novela: que la quemaran los nazis, que la única copia que quedó indemne quedara empalada en una pared y que después se rescatara después. Ay. Pensar que la podemos leer ahora me pareció tan poético que sólo por eso me tenía que hacer con él.

No son muchos, pero porque me contuve. Tenía pensado comprar Lolito de Ben Brooks, pero decidí desechar la idea porque no me acaba de convencer. Quizá si hubiera coincidido con el autor habría sido otra cosa, pero ya me pareció suficiente coger estos. Igual me pasó con Un millón de gotas, de Víctor del Árbol que está por todos los sitios. Dudé y al final no lo cogí, pero algunas personas ya le dan un 5/5 en goodreads, así que quién sabe si en mi propia visita a la librería.

Decía mi madre mientras pasábamos de caseta en caseta algo así como no voy a comprar más que tengo cuatro sin leer en casa. Eso debería hacer yo a partir de ahora, porque (sí) los he contado y tengo más de cien sin leer. Cien. Y lo peor: que sigo comprando. Que llegan más y más. Vamos, que el propósito que me hice a principio de este año, de comprar lo menos posible, no se está cumpliendo. Aunque, para qué engañarnos, para eso están los propósitos… ¿verdad?

 Namaste.

Autor, Literatura

Crónicas de Jerusalén, Guy Delisle

Guy Delisle es un dibujante casado con una mujer que trabaja para Médicos Sin Fronteras, de ahí que le toque viajar a Israel por motivos laborales. Así, su mujer, sus dos hijos y él llegan a Jerusalén sin saber muy bien qué se van a encontrar.

Crónicas-de-JerusalénDesde ese momento se dedica a observar la realidad que tiene en su entorno cercano: su barrio, sus vecinos o las líneas de autobuses. Por este motivo no puede dejar de pensar que sus dibujos son inocuos y simplistas, que realmente no está contando nada, sólo lo que ve. Pero se equivoca, porque además es capaz de diseccionar una realidad que conocemos a medias, dado que aparte de contarnos lo que ve cualquier turista cuando visita la ciudad, como los lugares más llamativos de la ciudad y los lugares de culto, nos narra su día a día y cada una de las anécdotas con las que se encuentra para realizar sus actividades diarias como ir al supermercado o dejar sus hijos en el colegio. Así somos partícipes de los constantes controles, las tradiciones de unos y otros y el aspecto diario de la ciudad. Precisamente esto es lo que lo distingue de otras novelas gráficas similares.

De trazo sencillo y muy claro, Delisle es capaz de dedicarle viñetas a casi cualquier cosa, aunque bien es cierto que se decanta por el tipo de cosas que no aparecen en los informativos. Lo hace, además, desde el punto de vista de alguien que no conoce el conflicto, que no sabe qué costumbres tienen judíos y musulmanes pero sin olvidar otros aspectos más específicos que sólo se ven en Jerusalén.

Sin perder el humor que le caracteriza, acude al sarcasmo cuando es necesario, aporta opiniones y vivencias de otros extranjeros en la ciudad con lo que le da a su cómic información más variada y de distintas fuentes.

Temía que el autor aportara algún tipo de valoración personal sobre el conflicto, alguna moralina más o menos bien atada con la que criticara a unos u a otros, pero afortunadamente se lo ha ahorrado. Me alegra, porque habría perdido esa sensación de que nos lo está contando un ciudadano, no un experto en política o un tertuliano de la televisión.

Es uno de esos cómics que o no conoces o tan sólo de oídas, pero de los que te atrapan enseguida. Porque es tan interesante lo que cuenta y cómo lo cuenta que invita a continuar leyendo. Y al final no te has dado cuenta y llevas más de la mitad y leyendo 3 horas seguidas.

Así que si estáis buscando un cómic interesante, entretenido y con un tema de actualidad, éste podría ser una buena opción.

FICHA:

Te gustará si te gustó

  • Pyongyang, Guy Delisle.

Pros

  • El tono es muy interesante. Es capaz de hablar de lo cotidiano y de lo global.

  • Se lee de corrido.

Contras

  • No habría venido mal una introducción narrando un poco la historia a la que después hace referencia.

Namaste.

Austen, Autor, Literatura

Northanger Abbey, Jane Austen

Northanger-AbbeyNorthanger Abbey (La abadía de Northanger) es una de las novelas menos conocidas de Jane Austen, quizá por su publicación póstuma o bien por la enorme diferencia entre ésta y otras de sus obras, como Orgullo y prejuicio o Sentido y sensibilidad. Podríamos decir mientras aquéllas son sus novelas serias, ésta se caracteriza por su carácter desenfadado, precisamente porque Northanger Abbey la escribió pensando en divertir a su familia justo después de cenar. De ahí que se tomara muchas licencias.

Desde el primer momento sabemos que toda esa crítica velada que destila en cada una de las líneas de sus otras novelas aquí no son nada veladas. Y es que Austen no se corta a la hora de ridiculizar a cada uno de los personajes. Cuánto menos a la protagonista.

No one who had ever seen Catherine Morland in her infancy, would have supposed her born to be an heroine.

Una joven de la que sabemos que no es especialmente inteligente, ni rica o bella, ni trágica. Mal plan. Una heroína a medias, que tiene como referente y modelo los libros que lee en cada momento, de entre los que destaca Los misterios de Udolpho, de Ann Radcliffe, una de las muchas novelas góticas que se mencionan el texto.

Y es que esta muchacha de apenas diecisiete años ya tiene edad para buscar un marido. Con ese fin, Catherine se desplaza desde su pueblo natal a la ciudad de Bath, donde asistirá a teatros, fiestas y otras actividades junto con la alta sociedad, momento en el que empezará a relacionarse con nuevas caras, entre las que destacan los Thorpe: Isabella (su amiguísima) y John, al que habría que echarle de comer aparte.

Así las cosas, de fiesta en fiesta y de cita en cita van pasando las páginas hasta que, hacia la mitad del libro nos damos cuenta de que aún desconocemos por qué el libro tiene nombre de Abadía. Es en la segunda mitad cuando nuestra heroína marcha a Northanger Abbey junto con los Tilney. La historia gana algo de acción, dado que la parte de Bath se hace por momentos repetitiva y superficial (lógicamente lo que buscaba la autora). De repente el cambio de escenario y las situaciones que conllevan consiguen regresar a un mundo (el de la imaginación constante de Catherine, como si de un Quijote británico se tratase) que estaba algo de lado durante gran parte de la obra.

Aunque bien es cierto que el argumento se podría resumir en dos frases, el envolvente estilo de una Austen que conjuga inteligencia, elegancia y sarcasmo consigue que cada una de las conversaciones y descripciones valgan la pena. Porque en un mundo en el que las apariencias lo son todo, en un momento en el que una mujer se veía abocada a fijar su destino según el marido que escogiera, este libro resuelta deliciosamente divertido. Irónico y lleno de doble moral, Austen engalana a la sociedad de la época para mofarse de ella, para burlarse de las situaciones absurdas a las que podían llegar los protagonistas. Una Morland encantadora, un Tilney maravilloso… y John Thorpe.

Con apenas media docena de personajes la autora construye una historia de matrimonios, amistad, falsas intenciones y dudas, muchas dudas. A fin de cuentas, una inocente y cándida Catherine, sola y lejos de su hogar no sabe a qué atenerse con aquéllos que se va encontrando. Y llegado un punto, mientras leía a la par El idiota de Dostoievski me planteaba quién era de veras el idiota. Sí, llegué a ver un crossover entre el Príncipe Mishkin y Catherine. Cosas mías.

En definitiva, que regreso a Austen después de mucho tiempo, con su novela más desenfadada pero que me ha resultado absolutamente imprescindible. Totalmente recomendable para cuando queráis ir sobre seguro.

Os aconsejo si os animáis a escuchar también el audiolibro, porque resulta doblemente interesante. El acento de cada uno, los dejes, su educación… y John Thorpe, claro.

FICHA:

Te gustará si te gustó

  • Sentido y sensibilidad, Jane Austen.

Pros

  • Desde la primera línea ya vemos el carácter inteligente y satírico de la autora.

  • Los personajes. No existe introducción. El gran ambiente.

Contras

  • El final de la parte de Bath se hace aburrido.

Namaste.