¿Y ellos qué opinan?

Y ellos, ¿qué opinan? (XVIII): Thomas Rydahl

Thomas Rydahl (Aarhus, Dinamarca, 1974): sus inicios literarios comenzaron con los relatos, para debutar con El ermitaño, una novela negra que ha obtenido numerosos premios en Dinamarca, además de haberse traducido a diez idiomas. En estos momentos prepara su segunda novela.

1.- ¿Cuál es el último libro que has leído?

Septiembre rojo, de una autora noruega y Espiritus, la magia del vino. Tengo que reconocer que me gusta leer un libro malo de vez en cuando.

No he podido localizar ninguno de los dos títulos que comentó el autor: el primero por el extraño nombre de la autora y el hecho de que no esté traducido al español y el segundo porque no lo encuentro. En fin, sí que creo que os podéis hacer una idea de los eclécticos intereses de Rydahl.

2.- Un libro que nos recomiendas.

El guardián entre el centeno, J.D. Salinger.

Esperable, uno de esos títulos que suelen recomendar mucho, que entra dentro de los probables. No es uno del que guarde buen recuerdo, la verdad.

3.- Un autor por el que sientas fijación.

Paul Auster, porque me gusta la tonalidad que aporta a sus textos, y Haruki Murakami, por la atmósfera de sus novelas.

Nada nuevo bajo el sol. Entre ambos prefiero a Auster. Aunque creo que ahora mismo atravieso la misma etapa con ambos: la de alejamiento por riesgo de hartazón. He leído a ambos y me han gustado, peeero quizá llegué a leer obras menores o que me convencieron menos, lo que provocó que hace mucho que no he vuelto a leerlos.

Y vosotros, ¿habéis leído El guardián entre el centeno? ¿Sois más de Auster o de Murakami?

Namaste.

IMM, Literatura

IMM (37): adquisiciones en la Feria del Libro de Madrid

La Feria del Libro de Madrid siempre es un buen momento para acercarse a los puestos, dar una vuelta por el Retiro, y por supuesto, comprar libros. Continuando con la filosofía del año pasado, me armé de valor para aguantar filas y conseguir más firmas que en años anteriores. Aunque, en mi contra, tengo que admitir que todos los libros que me han firmado han sido de nueva adquisición. En definitiva, una tradición que cualquier amante de los libros no puede desaprovechar.

Este año las nuevas compras son:

IMM37

  • Lo contrario de la soledad, Marina Keegan. A raíz de un reportaje publicado en El País, conocí la historia de Keegan, una joven que falleció en un accidente de tráfico, dejando por publicar parte de sus obras, de las que todos hablaban maravillas. Me entró la curiosidad, algo que se materializó cuando me acerqué a una caseta y allí estaba el libro. No tenía pensado comprarlo, la verdad.

  • El honor perdido de Katharina Blum, Heinrich Böll. Anotado en mi libreta hace mucho tiempo, fui a la feria con la idea de que lo publicaba Impedimenta y no Seix Barral. Una vez sacada de mi error, lo compré y lo traje para casa. Es cortito y hablan maravillas de él.

  • Sefarad, Antonio Muñoz Molina. Aprovechando que el autor firmaba en la feria, decidí que era el momento de seguir leyéndole, porque Plenilunio me gustó pero no he vuelto a leer nada de él, así que me llevé también El invierno en Lisboa.

  • Lolito, Ben Brooks. El año pasado hizo furor, y como yo voy a mi (espantoso) ritmo, me decidí a comprarlo ahora. La edición es muy bonita y corre a cargo de Blackie Books.

  • Las hermanas Romanov, Helen Rappaport. El único ensayo de mi lista, le había echado un ojo y después se lo vi a Cargada de Libros, que me lo recordó. Últimamente me estoy animando con los ensayos, de un tipo u otro. Era mi asignatura pendiente, así que estoy contenta.

  • El caso Tuláyev, Víctor Serge. No sé quién ni cuándo me lo recomendó, pero lo tenía apuntado y tenía que comprarlo. Fui con la idea clara de llevármelo a casa, por fin. Edita Capitán Swing.

  • Confesiones de una heredera con demasiado tiempo libre, Belén Barroso (aka Loque). Conseguí ponerle cara a Loque (jamás la llamaré Belén), me firmó el libro y encima me lo llevé a casa. Os iré contando.

  • Un millón de gotas, Víctor del Árbol. Recomendado por la gurú Atram, aprovechando que el autor firmaba lo compré. Me da que lo empezaré dentro de poco, aunque me echa para atrás lo largo que es.

FdL 2015
Servidora con Muñoz Molina, un tipo muy simpático

Y vosotros, ¿habéis leído alguno de los libros que os traigo? ¿Qué os parecieron? ¿Habéis leído a Muñoz Molina? ¿Y Lolito? ¿Sois aficionados a las ferias como ésta? ¿Y si el fin de los dinosaurios fue por una caída estrepitosa de libros?

¡Que levante la mano quien me recomendó El caso Tuláyev!

Namaste.

Literatura

Alguien dice tu nombre, Luis García Montero

Cuando un lector se topa con un autor que le ha encantado es normal que repita y le vuelva a leer. Así que, tras la lectura de Mañana no será lo que Dios quiera, tenía que regresar a García Montero antes o después, para comprobar cómo desarrolla otra trama.

Alguien-dice-tu-nombreAlguien dice tu nombre fue el libro escogido. Situado en la España de los años sesenta, un tiempo gris y aburrido lleno de funcionarios franquistas, León, un joven estudiante, comienza a trabajar como vendedor de enciclopedias en una pequeña empresa del sur del país.

Desde el primer momento al lector se le deja claro de qué trata esta novela, y no es sino de la vida, de la juventud, de la ilusión y de las promesas de futuro. Vamos, de los inicios. Ya en la página 14 encontramos el siguiente fragmento:

El camarero dice que se quedó viudo el diecinueve de abril de mil novecientos sesenta y que desde entonces su vida perdió sentido. Se ha plantado el día de mi santo. Vaya casualidad. Aunque yo prefiero no relacionar esa quietud con la muerte, sino con la falta de vida. No es lo mismo. Los muertos están en los cementerios, rodeados de flores o de olvido. La falta de vida sale todos los días a la calle, va a trabajar o a estudiar, toma café en los bares y se nos mete en el cuerpo a la hora de pensar y de soñar.

Lo que no sabe León es lo que se va a encontrar en el trabajo, no sólo sus compañeros y su jefe, sino la red de contactos que establecerá allá donde va a tratar de colocar los pesados tomos de su enciclopedia. Su táctica, una avasalladora retahíla de demostración sobre las iniciales del cliente. Para muestra, lo intenta con su propio nombre:

Mire usted, Lev Nikolaievich, conde de Tolstoi, señor León, mamífero carnívoro perteneciente a la familia de los félidos, conviene mucho saber que hay otros animales que empiezan por la letra L, como el leopardo, que es también muy fiero, aunque no tenga una melena en la nuca. La L está en nuestro cuerpo a través de los lunares, y en el cielo gracias a la luna, y en la literatura por maestros como Luis de Góngora, como Fray Luis de León, que tiene una doble L en el sosiego de una vida retirada, o como León Tolstoi, usted sin ir más lejos. Y quien dice en la literatura dice en la historia, porque hubo muchos papas que se llamaron León, y muchas reinas que fueron bautizadas como Leonor, y un revolucionario de su mismo país llamado Lenin, y leyendas interesantes que necesita conocer un hombre de letras para que en sus libros aparezcan las tierras africanas de Lesoto, y los palacios de Letonia, y las sequías del Líbano. Para la mala vista nada mejor que unas lentes, para la lectura nocturna una linterna y para la sequía litros y litros del líquido elemento.

¿Qué le voy a decir yo a usted, León? Que esto es un ejercicio propio de lerdos. Un lerdo es como un tonto escrito con L. Una letra maravillosa para pensar en el huevo del piojo llamado liendre, y en la enfermedad llamada lepra, y en la mano manchada de lefa, y en las mentiras que aquí se cuentan sobre la palabra libertad, y en los problemas de limpieza cuando falta el agua, y en la mala suerte de Santiago de Liniers, que fue un marino francés del siglo XVIII, tuvo la infeliz ocurrencia de hacerse español y acabó fusilado en el Río de la Plata. ¿Qué quiere que le diga? Que no me resisto a quedarme aquí, en este piso de estudiante abandonado, y que ahora mismo me voy a la calle.

(Página 40)

Si bien en el fragmento anterior el autor acude a su tradicional prosa poética, notamos que en general, el tono es bien diferente: gana la prosa, la trama y su desarrollo, en detrimento de metáforas y adjetivos. Nada que ver con Mañana no será lo que Dios quiera.

En el plano de la trama, tenemos una relación amorosa previsible y que me ha recordado demasiado a El lector, de Bernhard Schlink. El tono, la diferencia de edad, incluso las actividades que realizaban (la recurrente opción por la ducha, enmarcada esta vez en un momento de sequía estival) no me han dejado abstraerme para disfrutar de los capítulos en los que aparecía la pareja. Más bien me daba la sensación de estar viendo a El lector reloaded, una mezcla entre la historia del alemán con aspectos españoles y clichés varios.

En cuanto a la trama subyacente, que se desvela al final de la novela, no me pareció esperable (como me comentó María, que había leído decir a otros blogueros), aunque tampoco me pareció que le diera demasiado empaque a la historia en sí. Creo que no era necesario que todo estuviera hilado por algún motivo, pero me temo que la voluntad del autor era que, gracias a ese golpe de efecto, todo lo demás trascendiera y pusiera en valor el resto de detalles.

Sin embargo, tengo que reconocer que me ha gustado el tono juvenil acorde con su narrador, la visión de la fuerza por querer hacerlo todo a la vez, la sensación de querer comerse el mundo y de que su momento ha llegado.

A Consuelo tengo que explicarle que resulta absurdo sacrificar las tardes próximas por el día de mañana. Necesito atracar el banco del tiempo, transformarme en un ladrón profesional para vivir la vida sin perder un segundo.

En definitiva, una historia entretenida, pero de la que esperaba bastante más. En general creo que es un buen acercamiento a la obra novelística de García Montero, pero mis expectativas eran otras. No puedo evitar recordarme a mí misma, cuando colocaba el marcapáginas al terminar un capítulo, ladeando la cabeza y diciendo psé. Y eso es una mala señal.

FICHA:

Te gustará si te gustó

  • El lector, Bernhard Schlink. (Si omitimos muchas tramas adyacentes)

Pros

  • La fuerza juvenil que desprende.

Contras

  • La previsibilidad de la trama amorosa.

 Namaste.

Autor, Bolaño, Literatura

2666, Roberto Bolaño

Cuando compré este libro no conocía tanto la obra de Bolaño como para lanzarme a leerlo directamente. Un lector me recomendó que leyera primero Los detectives salvajes, y así lo hice. Tras continuar leyendo al chileno, tenía claro que ya era hora de ponerme con 2666, así que empecé a leerlo.

2666_selloSe da la circunstancia que el coche de uno de mis vecinos tiene matrícula 2666. Cada vez que salía de mi casa, aparcado de manera casual, notaba que los dígitos bailaban y me preguntaban, desde su armazón de chapa y pintura, por qué motivo no me embarcaba en tamaña lectura. ¿Acaso tenía miedo?

¿Miedo yo? ¡Claro que no! Si bien es cierto que una no puede sino sentir respeto hacia un libro tan idolatrado, y tan largo como es este.

Tras leer unas cientos de páginas, Gancedo me comentó por twitter que me recomendaba no leerlo todo de golpe y seguido. El motivo es bien simple: Bolaño planeaba vender cada una de las cinco partes por separado, pero sus editores decidieron después juntarlas en un mismo volumen debido a la relación de su trama. De nuevo, le hice caso. Me alegro mucho. No olvidemos que 2666 se trata de una novela de más de mil páginas.

Como decía antes, 2666 se divide en cinco partes, la primera de las cuales es la parte de los críticos. La más liviana, quizá por ser la primera. Nos presenta a los críticos que coinciden investigado al poeta Archimboldi: Pelletier, Morini, Espinoza y Norton se conocen y comienzan una relación profesional que les llevará a seguir la pista del alemán más allá de Europa.

La leyó, le gustó, buscó en la biblioteca de su college más libros del alemán de nombre italiano y encontró dos: uno de ellos era el que ya había leído en Berlín, el otro era Bitzius. La lectura de este último sí que la hizo salir corriendo. En el patio cuadriculado llovía, el cielo cuadriculado parecía el rictus de un robot o de un dios hecho a nuestra semejanza, en el pasto del parque las oblicuas gotas de lluvia se deslizaban hacia arriba, después la oblicuas (gotas) se convertían en circulares (gotas) que eran tragadas por la tierra que sostenía el pasto, el pasto y la tierra parecían hablar, no, hablar no, discutir, y sus palabras ininteligibles era como telarañas cristalizadas o brevísimos vómitos cristalizados, un crujido apenas audible, como si Norton en lugar de té aquella tarde hubiera bebido una infusión de peyote.

Pero la verdad es que sólo había bebido té y que se sentía abrumada, como si una voz le hubiera repetido en el oído una oración terrible, cuyas palabras se fueron desdibujando a medida que se alejaba del college y la lluvia le mojaba la falda gris y las rodillas huesudas y los hermosos tobillos y poca cosa más, pues Liz Norton antes de salir corriendo a través del parque no había olvidado coger su paraguas.

(Página 23)

La segunda parte es la de Amalfitano, uno de los profesores de la universidad de Santa Teresa con el que coinciden los críticos. La tercera, la de Fate, un periodista que va a cubrir un combate de boxeo.

Estas tres partes son linealmente más constantes, rápidas y ágiles, recuerdan a muchas otras historias cortas de Bolaño. No son excesivamente largas y se pueden leer de corrido.

No hay amistad, dijo la voz, no hay amor, no hay épica, no hay poesía lírica que no sea un gorgoteo o un gorjeo de egoístas, trino de tramposos, borbollón de traidores, burbujeo de arribistas, gorgorito de maricones.

(Página 268)

Cuando llegamos a la página 450 llega el verdadero hueso de 2666: la parte de los crímenes, la descripción de la muerte de las mujeres acaecida en Santa Teresa. Más de 350 páginas de asesinatos y descripciones, sin diálogos y sin (aparentemente) hilo conductor. Paciencia, amigo lector, no dejes de leer. En mi caso, algunas semanas apenas avanzaba 10 páginas. Lo importante es seguir leyendo, porque aquí y allá nos encontramos con fragmentos como estos:

Siempre hay que hacer preguntas, y siempre hay que preguntarse el porqué de nuestras propias preguntas. ¿Y sabes por qué? Porque nuestras preguntas, al primer descuido, nos dirigen hacia lugares hacia donde no queremos ir. ¿Puedes ver el meollo del asunto? Nuestras preguntas son, por definición, sospechosas. Pero necesitamos hacerlas. Y eso es lo más jodido de todo. Así es la vida.

(Página 553)

O este:

¿Usted cree que el nombre sea el destino? No, dijo Sergio, y más me vale que no lo crea. ¿Por qué?, suspiró sin curiosidad la diputada. Tengo un nombre común y corriente, dijo Sergio mirando las gafas negras de su anfitriona. Durante un momento la diputada se llevó las manos a la cabeza, como si tuviera jaqueca. ¿Quiere que le diga una cosa? Todos los nombres son comunes y corrientes, todos son vulgares. Llamarse Kelly o llamarse Luz María en el fondo es lo mismo. Todos los nombres se desvanecen. Eso tendrían que enseñárselo a los niños desde la primaria. Pero nos da miedo hacerlo.

(Página 755)

Llegar a la quinta y última parte es encontrarse con la historia de Archimboldi, la de Hans Reiter o el niño alga. Porque después de enumerar crímenes, Bolaño se saca de la manga la historia de la disgregación de Prusia, de los combates de la Segunda Guerra Mundial, del hijo de la tuerta y el cojo, una historia muy diferente a las que hemos leído anteriormente.

¿Qué es, por tanto, 2666? Una novela global, la llaman. ¿Qué carajo significa eso? Que cabe todo. Que tenemos amor, exilio, la tradicional búsqueda bolañesca de un poeta, pero también la soledad y desazón, la violencia y los crímenes, tanto a este como al otro lado del Atlántico. Cabe la lección de historia, la aridez de la tierra de México pero también la soledad del terreno prusiano, el amor de una madre, las historias del Bronx o la vida en la cárcel.

2666 es una zona de arenas movedizas. Ves el charco, pisas la tierra y te hundes hasta la médula, te revuelves y acabas más dentro, sepultado por palabras y palabras, por personajes unidos por distintos motivos, hasta acabar debajo de una historia grande, sublime, fantástica. Una de esas historias que te erizan la piel, aquéllas que consiguen que se te llenen los ojos de lágrimas al llegar al final, al aprehender la complejidad de la historia, al sentirse más solo y más triste que antes de leerlo. Un libro superlativo, exagerado, brutal.

Y sí, obviamente uno querría tragar menos tierra, sentirse un poco más seguro, pisar algo de terreno firme, o sentirse menos mareado. Pero, considero, es el coste que hay que pagar por querer conocer una de las novelas más famosas de la literatura. Un novelón.

Uno de esos libros con los que uno sabe que no es el mismo lector que comenzó a leerlo. Una historia que, una vez asimilada, consigue que se erice la piel.

Pobre lector el que decida comenzar a leerlo. Y pobre lector el que jamás lo intente.

FICHA:

Te gustará si te gustó

Pros

  • Cómo se unen las historias. La diferencia de temas y lugares, personajes y tramas.

Contras

  • La parte de los crímenes se hace pesada. Ayuda leerlo poco a poco.

 Namaste.