He estado dudando muy mucho en publicar esta reseña, porque, entre otras cosas, no quiero que se me malinterprete. Por otra parte, hay tantos halagos que he llegado a creer que soy la única que discrepa (entre otras, las reseñas de Antonio, Icíar, Ismael). Peeero como me gusta llevar la contraria, he decidido que no voy a dejar la entrada en el tintero. 🙂
Una de las primeras cosas que me llamaron la atención es el precio. ¿Por qué si en Francia cuesta 3 euros aquí lo venden a 5? ¿Es que tenemos mayor capacidad adquisitiva? ¿Que esos dos euros de diferencia se los queda el prologuista, que se limita a resumir lo que dice Hessel? ¿O es que el editor ha considerado que los pagaremos porque deberíamos estar más indignados que los franceses? Pues menos mal que el resto de los editores no hacen lo mismo, porque calculando lo que hubiera costado El Pasaje, de 1088 páginas, salen una módica cantidad que ronda los 90 euros…

Pero yendo al contenido del librito en sí, me sorprende la cantidad de veces que se lee “¡INDIGNAOS!” Así, en mayúsculas y con exclamaciones. Me vale como arenga, pero habrá que llenarlo de contenido, digo yo. No, no me refiero a los motivos por los que me tengo que indignar, que eso ya los sabemos todos (paro, corrupción, Ley Sinde, SGAE y un largo etcétera), sino qué hacer al respecto. ¿Fundo una asociación, un partido político? ¿Me hago hippie para salirme del sistema? ¿O mejor ermitaña? Porque si lo habéis leído convendréis conmigo en que Hessel se limita a contar su experiencia con los nazis, algo que hoy en día es remoto e inoperante.
Y es que, si leemos atentamente lo que nos dice este señor, no resuelve ninguna de las preguntas que he planteado arriba (que era lo que yo esperaba que hiciera). Simplemente llama a que estemos atentos, a que no nos creamos todo lo que nos dicen, que filtremos la información y que tengamos en cuenta de dónde venimos para comprender lo que sucede.
¿Tan mal estamos que nos tienen que decir algo tan evidente? ¿Acaso existen personas que se creen todo lo que dice la televisión a pies juntillas? Pues entonces tenemos un problema, porque es algo que se presupone, ¿no? ¿O acaso necesitamos un librejo en el que se diga que “no hay que cruzar el semáforo en rojo”? En fin.
Así que sí, Hessel ha conseguido que me indigne, pero con él. Porque lo siento, ya sé lo que son los Derechos Humanos, la ONU y toda la historia que nos cuenta él en esas 60 páginas. A fin de cuentas lo que tiene este panfleto es un magnífico departamento de marketing, que ha sabido aprovechar la situación que nos envuelve y el descontento de la sociedad para vender un libro, que, desde a mi entender no cuenta nada nuevo.
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P.D. En breve, los ganadores del sorteo.