Autor, Literatura, Nothomb

Metafísica de los tubos: el despelleje

Como todos sabemos, los libros de Amélie Nothomb se distinguen en dos categorías: de un lado, los autobiográficos, del otro la ficción. La opinión mayoritaria es que de entre sus novelas destacan las del primer grupo. Aun sabiendo esto, y habiendo leído buenas opiniones, como la de Cargada de Libros, me lancé a su lectura.

La protagonista es un bebé, un ser autoproclamado Dios que tras comer chocolate funda su existencia en la obtención de placer. El inicio parece interesante: un planteamiento extraño, un bebé que no se queja, al que sus propios padres denominan “La Planta”, partes ingeniosas e ideas absurdas.

Sin embargo, una vez pasado el estupor inicial, y habiendo leído algo de Nothomb con anterioridad (de ambas categorías, además), se nota algo forzado, rígido, una naturaleza impostada, un humor ensayado. Con partes entretenidas, sí, pero poco naturales.

¿A qué se debe esta sensación? Le he estado dando vueltas y tengo la impresión de que se debe al trabajo. Esto es: la belga es una autora que siempre ha declarado tener un método para escribir, que se levanta siempre a una determinada hora, que escribe y escribe y después filtra. A esto me refiero. Ella es inteligente, y lo sabe. Tiene tablas, y lo sabe. Pero lo que se nota, desde este lado del libro, es que la frescura de sus otras novelas no se ve en esta, el humor que sale solo aquí es otra cosa, menos natural. Considero que esta es la palabra clave: la naturalidad, el fluir de las palabras, el devenir de los acontecimientos sin que el lector note nada que chirría. Aquí resulta forzado, a trompicones, sin final del túnel, perdidos, sin saber a dónde quiere llevarnos.

Sinceramente, creo que tiene que ser duro para Nothomb admitir que la verdadera chispa de su literatura, lo que realmente le distingue de sus contemporáneos sean sus recuerdos, esas situaciones insólitas y ese modo natural y absurdo de contárnoslo que tienen sus novelas autobiográficas. Porque, ¿qué ocurrirá cuando se le acaben los recuerdos? ¿Qué le queda? ¿Seguirá escribiendo reseñas con un ingenio matemático, una inteligencia entrenada después de años de práctica? ¿Nos iremos atascando en sus letras? ¿Tratará de generar nuevos recuerdos que superen a los anteriores?

En fin, me ha parecido una novela aburrida, y eso a pesar de que no tiene más de 150 páginas. Lenta y sin mucho sentido. Y sobre todo, una de esas novelas de las que uno sabe que no recordará cuando pasen unos meses, unas de esas que no dejan huella, que no te aportan como lector. En cambio, tengo una preciosa edición de anagrama en mi estantería y no sé qué hacer con ella. ¿Regalársela a alguien aún a sabiendas que no me gustó? ¿Venderla? ¿Abandonarla en el parque? ¿Y si no se la lleva nadie? ¿Y si alguien deja una nota diciendo que deje alguna otra novela más interesante?

Menos Nothomb y más Dostoievski.

Mientras tanto, sigamos leyendo (a Dostoievski, claro).

Namaste.

Autor, Literatura, Nothomb

Metafísica de los tubos, Amélie Nothomb

A estas alturas a nadie voy a sorprender si digo que cada lector es subjetivo, que plasmamos en nuestras reseñas nuestra opinión (¿aleatoria? ¿Arbitraria?). Una opinión que no sólo depende de la lectura del libro en sí, sino de otros muchos factores.  ¿A dónde quiero llegar con esto? Pues a que cuando me senté a escribir la reseña de este libro me salió un despelleje. De tomo y lomo. Al ir a guardar el archivo me di cuenta de que ya existía un archivo con el mismo nombre. Cuál fue mi sorpresa que me encontré una reseña del mismo libro que nada tenía que ver con la que había escrito. No sabía qué hacer: ¿publicar una? ¿Sólo la última? ¿Las dos? Hecha la consulta en twitter, decidí publicar las dos. Al final todo esto demuestra que somos volubles, que la opinión depende del ánimo que tengamos a la hora de escribir.

Esta primera es la reseña que haría el Doctor Jekyll, educada y (ante todo) sincera. Las dos han salido de mis manos. Ambas reflejan una percepción diferente del mismo libro. ¿En qué se distinguen? Probablemente en el momento de realizar la reseña: esta, justo terminar el libro. La otra, pasados unos días. La verdad tiene dos caras, así que os toca a vosotros decidir con cuál os quedáis.

 

Metafísica de los tubos tiene como protagonista a una niña. Más concretamente, a una recién nacida que nos cuenta sus tres primeros años de vida. Pasado el estupor inicial, nos damos cuenta de que a pesar de la limitada experiencia de la niña, es capaz de analizar su vida de un modo muy coherente, poniendo en duda a aquéllos adultos a los que debería creer a pies juntillas.

Y es que esta niña no es una recién nacida cualquiera, sino un Dios que se da cuenta de todo lo que ocurre a su alrededor y que, por si fuera poco, es consciente de su deidad. Su venida al mundo la contempla como un acto casual, algo que tiene que suceder, y desde ese momento presta mucha atención a sus padres, principales actores en su vida.

La novela presupone una filosofía ególatra, pero no por menos lógica: la vida del bebé cambia cuando, tras probar el chocolate blanco, decide consagrar cada uno de sus minutos al placer. Cuando   pone más atención a aquéllas personas que le veneran. Cómo no, ¡cómo no huir de lo que nos causa dolor e invertir nuestro tiempo a las cosas placenteras de la vida!

Nothomb consigue, desde el primer instante, plantear una trama extraña y compleja, rara y ajena, pero no por eso al margen de nuestra realidad, ya que cada uno de los argumentos y pensamientos bien podrían haber salido de una mente adulta y cabal. Y para ello, qué mejor que la ironía y el sarcasmo, la ridiculización de muchos de nuestros puntos diarios que damos por sentado pero, que parándose a pensarlo no lo parecerían tanto. La belga es una autora inteligente, con una mente lúcida que exprime cada una de las frases hasta encandilar a un lector que, una vez empezado, no puede hacer otra cosa más que terminar el libro. Porque, además, y como nos tiene acostumbrado, las suyas son novelas cortas, escuetas y dinámicas, que se terminan en un suspiro que no por ello se hacen simplonas o fáciles. Esa síntesis es la que consigue combinando una trama que atrapa con un estilo fresco e inteligente. Ella lo sabe, y precisamente por eso es franca: no pretende llevarnos al poderoso universo de las descripciones, o de las novelas largas, porque eso no es lo suyo. Nothomb conoce sus cartas y las explota, es una estratega que sabe cómo se juega a este universo complejo que es la literatura.

Namaste.

Literatura

Lecturas veraniegas

Dicen que en verano tendemos a leer libros más largos, quizá porque de uno u otro modo salimos de la rutina y la mente pide cambiar, leer tochos, o quizá intentarlo con los clásicos.

No sé si esta afirmación es cierta, pero la verdad es que conmigo han acertado. Fue en verano cuando leí Crimen y castigo, cuando lo intenté con el Ulises de Joyce, y es precisamente ahora cuando me he embarcado con Los miserables.

La novela de Victor Hugo es una obra magna de la literatura, pero también de la historia y de la filosofía. Es una novela que abarca todo, que cuenta el devenir de Jean Valjean pero que el autor aprovecha para darnos a conocer la Francia de la época, la situación histórica, religiosa, filosófica y social del momento. Inevitablemente teniendo tanto contenido no podía sino resultar un tocho, uno de 1800 páginas, que hay que leer de a poco, con tramos muy dinámicos y otros muy lentos. Una enciclopedia de la sociedad, aún a riesgo de resultar pesada en algunas partes.

Llevo más de un mes con ella, y sé que me queda otro tanto. Así que mientras, aprovecho para una lectura muy más liviana, la archiconocida novela La princesa prometida, de William Goldman. Apenas tengo recuerdos vagos de la película (claro, ¿a quién no le suena lo de “Me llamo Iñigo Montoya, tú mataste a mi padre, ¡prepárate para morir”?) pero otro tema es descubrir la historia de Buttercup y prestar atención desde el principio a la historia en sí.

La princesa prometida es el antónimo de Los miserables. Es rápida, en ocasiones demasiado rápida, divertida y humorística, absurda y entretenida. Va a lo esencial, es una novela de acción. La edición, que ya os mostré en el último IMM, corresponde a la reedición con motivo del 25 aniversario, y además forma parte del reto de Isi de leer 10 libros en inglés.

A este respecto, os confieso que voy retrasada con todos los retos que tengo activos. Hasta ahora, en relación a mi propósito lector, (que para ser sincera es el que más me preocupa porque me lo he planteado yo misma), tan sólo he leído 3 de los 10 que me he planteado. Cierto es que tengo pensado comenzar con Memorias de la casa muerta, de Dostoievski, en cuanto termine Los miserables, y que Tu rostro mañana (parte 1), de Javier Marías, no es demasiado largo. Pero, seamos sinceros, el que más me preocupa es esa piedra, la roca, ese libro que es necesario escalar llamado La montaña mágica.

Pero en fin, de Mann ya me preocuparé en octubre. Por de pronto continuamos disfrutando de la lectura en estos días de julio. Y cómo no, seguimos comprando libros, aunque mejor eso ya os hablaré en la siguiente entrada.

Y vosotros, ¿leéis más libros largos en verano? ¿Dejáis para este tiempo los libros más complejos o precisamente escogéis los más ligeros?

Felices lecturas.

Namaste.

Autor, Literatura, Satrapi

Persépolis, Marjane Satrapi

Animada por los grandes halagos a este cómic, decidí que sería mi autoregalo cumpleañero de 2013.

La compra la hice en Elektra cómic, una tienda que encontré por casualidad y que me vino como anillo al dedo. Además de cómics tienen muchísimos otros productos que seguro que me sacan del apuro cuando no sepa qué regalar. No, no me pagan comisión, ni nada por estilo. Esto viene a que fue, precisamente allí cuando me enteré de que con los cómics también se hacen versiones de bolsillo, algo que desconocía. Aprovechando la nueva información, opté por ésa, ya que como siempre, aunque es más pequeña sale 10 euros más barata. Hojeando el libro, me di cuenta de que en este caso, al ser viñetas sencillas y en blanco y negro, no importaba demasiado el tamaño del libro en cuestión (otra cosa sería con un cómic como Asterios Polyp).

Persépolis es el cómic autobiográfico de Marjane Satrapi, que comienza con la sencilla vida de una niña iraní, pero donde alterna los sucesos políticos e históricos que marcaron el cambio de un país. Es una historia escrita para occidentales que ignoran la historia de Irán y de Persia, como es mi caso. Sin embargo, no lo hace con detalles farragosos ni con un exceso de fechas, sino con la incidencia de cada uno de los cambios en el día a día de Marjane y de su familia, avanzada y muy occidentalizada. Desde el tamaño del velo hasta la educación, pasando por los problemas políticos de tíos y familiares.

Persépolis es una historia dura, triste y verídica. Una historia de guerras y luchas por el poder, de fundamentalismos religiosos y de exilios. Satrapi es capaz de coordinar ambos temas para conseguir conectar directamente con el lector: aunque el país sea extraño para nosotros, los deseos de una niña de 13 años (como comprar un vinilo o unos pantalones vaqueros) le da ese punto de cotidianidad que nos ayuda a conocer más a fondo el asunto.

La autora no necesita grandes rasgos, ni colores, ni técnicas novedosas sobre las viñetas para enseñarnos su pasado. Simplemente lo hace de forma natural, explicando cada uno de los acontecimientos que cambiaron su vida. Y es, precisamente esa naturalidad la que espanta, la que alborota por dentro. No hay argumentos, ni raciocinio. Tan sólo se nos explica qué pasó, de una forma tan realista, tan clara, que aporta aún más tristeza. El dolor, la incomprensión, la soledad y la tristeza son sentimientos que se pueden explicar con muchas palabras, pero también con trazos simples, con bocadillos sencillos.

Eso es Persépolis.

FICHA:

Te gustará si te gustó
Pros
  • Lo compleja que es la historia a pesar de lo sencillas que son las viñetas.
  • Me ha gustado esto de la edición de bolsillo.
Contras
  • La triste realidad.

Namaste.