Hoy os traigo un conjunto de relatos escritos por el amigo Jesús Artacho, Bartleby en la red.
Jesús, además de tener un blog y no parar de leer, escribe. Y como no se le da mal, y resulta que ha ganado unos cuantos premios relacionados con sus relatos, se decantó por publicar su propio conjunto de relatos. Tras contactar con algunas editoriales y valorar sus ofertas, decidió embarcarse en el mundo de la autoedición. Así nació El rayo que nos parta.
Os voy a ser sincera: reseñar un libro que ha escrito alguien que conoces es difícil. Pero si además son relatos es más difícil todavía. Pues nada, vamos a intentarlo.
El rayo que nos parta se compone de 20 relatos muy diferentes entre sí, tanto por la longitud como por el tema: mientras que alguno de ellos son muy cortos (tres párrafos o una frase), otros se alargan hasta conformar un relato mucho más prolongado. Relatos distintos entre sí, escritos en épocas diferentes y con temática variable.
¿Y qué podemos encontrar en ellos? Y aún más, ¿qué tienen de especial? El autor plantea sus relatos incluyendo citas, referencias musicales y literarias (desde Keane hasta Auster), apostando por las reducciones al absurdo y demostrando la inteligencia necesaria para mantener al lector pegado a las páginas hasta que se termina el último relato.
Su estilo envuelve, tiene referencias y evocaciones a otros autores contemporáneos pero eso no significa que copie o imite, sino que le da una vuelta de tuerca. Son claras las referencias, la base que ha adquirido como lector (vemos puntos de Auster, de Kafka, de Levrero), en ocasiones parte de un planteamiento similar y lo malea, resultando algo final diferente a lo que nos habrían planteado los escritores que seguimos. En otros, se trata de un homenaje, de un guiño al lector que ha leído alguno de ellos, de una mera referencia que nos acerca y nos simpatiza con el autor.
Artacho es un tipo listo, callado y tímido, lleno de silencios y medias palabras, sarcástico y divertido, y eso mismo lo plasma en El rayo que nos parta, un conjunto de historias lleno de personajes solitarios, perdidos y solos, que buscan el amor, que se miran al espejo, que dudan. Personajes despistados en un mundo que no acaban de comprender, protagonistas que asumen situaciones surreales con dobles y triples interpretaciones. Historias con palabras pero con muchos silencios, como este breve relato que os dejo aquí:
NO HACER NADA
Tener la insoportable sensación de haber olvidado durante el día hacer algo muy importante. Que acabe el día y la sensación siga ahí. Que lo que olvidamos hacer fuese no hacer nada.
Personalmente, las historias que más me han gustado han sido los relatos más largos: Último tren, Huete o Laberintos ofrecen una historia que se desarrolla más, plantea más ideas, al ser más largas permiten más técnicas al autor.
En definitiva, El rayo que nos parta resulta, en conjunto, una muy buena lectura, un buen regalo y un muy buen principio. No sólo para el autor, como un perfecto ejemplo de cómo se hacen bien las cosas, sino para los demás, los que estáis al otro lado: el inicio de una carrera literaria que no os deberíais perder. Porque El rayo que nos parta brilla con luz propia. Es la punta de un iceberg que Jesús Artacho irá enseñándonos con el resto de su obra, de la que, estoy segura, nos dará muchas sorpresas.
Y si no me creéis, si mi reseña os ha parecido poco, os invito a pasaros por los espacios de otros lectores (La orilla de las letras, Yossi, Tanyible, Desde la ciudad sin cines) que, como yo, han quedado convencidos por este chico sureño que procede de un pueblo en el que las zanahorias son moradas. Ahí es nada.
Namaste.
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