Balance de 2018, Literatura

Balance de 2018 (II): lo mejor

Como viene siendo habitual, os dejo lo mejor de lo mejor de este año lector:

Destacados

Joyas

  • El fin de la soledad, Benedict Wells. El primer libro que empecé este año fue toda una sorpresa y un descubrimiento.
  • Solenoide, Mircea Cartarescu. Aunque no va a ser mi favorito del rumano es un librazo de esos que no es fácil describir.
  • El olvido que seremos, Héctor Abad Faciolince. Librazo. Bello por lo que dice y por cómo lo dice. Totalmente recomendable. ¡Gracias Pedro!
  • Tres maestros: Balzac, Dickens, Dostoievski, Stefan Zweig. Libro de genios para frikis lectores.
  • El maestro y Margarita, Bulgákov. Desde la primera línea supe que este libro iba a estar en esta lista. Desde el primer capítulo pensé que como podía ser que no lo hubiese leído antes.

Aquí añado mi queridísima Cien años de soledad de Gabriel García Márquez, relectura que en estos momentos tengo a medias. La edición conmemorativa de Random House es para babear.

Os deseo un 2019 lleno de cosas bonitas y buenas lecturas.

Namaste.

Balance de 2018, Literatura

Balance de 2018 (I): abandonos y decepciones.

Fin de año, llega hacer balance. Hoy os dejo por aquí los libros que menos me han gustado este año, además de un abandono:

Abandonos:

  • Justine, de Lawrence Durrell. Lo empecé una vez, dejándolo de lado tanto tiempo que decidí darle una segunda oportunidad, y lo empecé de nuevo. Su lectura me pareció densa pero sobre todo, tenía la perenne sensación de que no me interesaba demasiado la historia o de que no me estaba enterando por la cantidad de personajes que tiene la novela. Me da mucha rabia porque he leído críticas fantásticas de él y porque tengo el cuarteto de Alejandría en el estante. No descarto darle otra oportunidad en el futuro.

Despellejes:

  • Los pacientes del doctor García, Almudena Grandes. Un libro denso, muy largo y con mucha paja, demasiados personajes y un exceso constante en trama y estilo. Le han dado el Premio Nacional de Narrativa así que seré yo la única que no ve por dónde cogerlo.

Decepciones:

  • El año del verano que nunca llegó, William Ospina. No sé si tuvo que ver con su orden de lectura, porque lo leí tras otras lecturas que me gustaron mucho, o que al libro le falta algo de orden y sentido, al menos para mí. Esperaba mucho más, la verdad.
  • Una princesa en Berlín,Arthur R.G. Solmssen. Estaba claro que esperaba otra cosa muy diferente, o quizá lo habría apreciado si lo hubiera leído antes de leer a Sinclair. Como sea, un libro que se me hizo aburrido.
  • La mirada de los peces, Sergio del Molino. Aunque el inicio y los temas que trata me parecieron interesantes, posteriormente me pareció que el libro perdía fuelle o bien que el hilo de la trama iba dando bandazos. Quizá al tener como precedente La España vacía pensaba que me iba a encontrar otra cosa.

 

Y vosotros, ¿habéis abandonado muchos libros? Admito que antes tenía más reparos en dejar un libro a medias, pero creo que es la clase de cosa que se cura con la edad…

Como siempre, dejo lo mejor para el final y os emplazo a la siguiente entrada con lo mejor que he leído este año.

Namaste.

 

Alexiévich, Autor, Literatura

Voces de Chernóbil, Svetlana Aleksiévich

Tenía claro que quería leer a la bielorrusa desde que ganó el Premio Nobel de Literatura en 2015. Lo cierto es que antes de ser premiada no tenía referencias de su obra.

Voces-de-ChernobilEn Voces de Chernóbil la autora realiza un trabajo de investigación sobre la mayor catástrofe nuclear en Europa, dando voz, como ya nos adelanta el título, a las pequeñas personas que vivían, trabajaban y sufrieron el accidente. Para ella, como compatriota, escribir este libro fue a la vez una obligación y un compromiso con su tierra, sobre un tema que se silenció y del que poco o nada se sabía, además de darse la circunstancia de ser uno libros muy importante que quedaría para la posterioridad.

El material recabado, como podréis imaginar, es desgarrador, acercando al lector a las personas que vieron y sufrieron, siendo además variado y diverso el elenco de personas: desde funcionarios con altos cargos que sabían el verdadero problema que acababa de ocurrir, a liquidadores, pasando por personal civil que ignoraba por completo el concepto de radioactividad.

La autora no necesita más que la cruda realidad, y sin florituras para que conozcamos de primera mano el grave incidente, aportando mucha información relevante sobre el suceso. Además es capaz de acercarnos a todos los dramas y situaciones personales más allá de los datos históricos que han quedado marcados en el calendario. Porque el 26 de abril de 1986 no solo explotó un reactor sino que cientos de miles de vidas fueron marcadas por un atacante silencioso, sentenciadas a una muerte lenta y dura, y a los supervivientes, el ostracismo y la marginación.

Los fragmentos hablan por sí solos:

Mamá me confesó: ¿Sabes? Odio las flores y los árboles. Dijo eso y se asustó de sus propias palabras, porque había crecido en el campo y todo eso lo conocía y lo amaba… Eso era antes. Cuando paseábamos con ella por la ciudad, ella podía nombrar cada flor y cualquier hierba.

Página 167

KATIA P.

 

Somos metafísicos. No vivimos en la tierra sino en nuestras quimeras,en las conversaciones. En las palabras. Debemos añadirle algo más a la vida cotidiana para comprenderla. Incluso cuando nos encontramos junto a la muerte. Esta es mi historia. Se la he contado. ¿Por qué me he hecho fotógrafo? Porque me faltaban palabras.

VÍKTOR LATÚN

Página 331

Como muchos libros sobre catástrofes, guerras y muerte, tenemos ante nosotros una historia muy dura, que cuesta asimilar por la tragedia y dolor vividos, pero también muy necesaria para conocer los hechos históricos y el drama generado. Aconsejo leerlo poco a poco, se hace muy duro leerlo de seguido.

FICHA:

Te gustará si te gustó
Pros
  • Como el libro de Oé, es una historia atemporal de la humanidad: del sufrimiento, la incomprensión y el dolor.
Contras
  • Historia inconmesurable. Libro desgarrador.

Namaste.

 

Autor, Cartarescu, Literatura

Solenoide, Mircea Cărtărescu

Solenoide más que una lectura es todo un reto.

SolenoideEn primer lugar, por el tamaño: es un reto de 800 páginas, lo cual se convierte en un reto largo, al que necesitamos invertir varias semanas (en mi caso meses).

También por la ausencia de trama, o porque en la trama cabe todo. Se trata de la historia de un profesor de rumano, así en general: la historia incluye su pasado y sus recuerdos, su día a día en su escuela y sus pensamientos, las lecturas que le han marcado como persona y por supuesto, además de su importante anecdotario de situaciones extrañas, que incluye la visita de extraños seres por la noche, la levitación o la búsqueda de los solenoides por la ciudad de Bucarest.

Como muchos de los personajes de Cărtărescu, nuestro protagonista, del que no conocemos ni el nombre, es una persona compleja, que surfea entre la realidad y los sueños, que reflexiona y vuelve siempre atrás: en sus recuerdos, como en la perenne cajita con sus dientes de leche. Personajes que si no están atormentados al menos adolecen de principios depresivos, que están incómodos con la piel que habitan pero se muestran al mismo tiempo pasivos en el cambio de su situación.

Quizá solo leamos para regresar a la edad en la que aún éramos capaces de llorar con un libro en las manos; aquella época, entre la infancia y la adolescencia, que constituye el dulce prólogo de nuestra vida.

Página 205

Los que hayan leído a Cărtărescu sabrán perfectamente cómo es su estilo: en ocasiones gana velocidad, como cuando nos cuenta el paso por un hospital de tuberculosos del protagonista. En otros, se detiene en un detalle y lo estruja hasta que continúa, alargando los capítulos.

Es complicado clasificar este libro. También es muy difícil valorarlo. Quizá todo lo bueno que tiene corre de la mano de todo aquello que sugiere, aunque en ocasiones podemos caer en un estado de aburrimiento al ver que no avanzamos.

¿Por qué sé que existo si también sé que no existiré? ¿Por qué se me ha concedido acceder al espacio lógico y a la estructura matemática del mundo? ¿Solo para perderlos cuando se destruya mi cuerpo? ¿Por qué me despierto por las noches ante la idea de que soy mortal y me incorporo, bañado en sudor, y grito, y me agito, e intento sofocar este pensamiento intolerable de que voy a desaparecer por toda la eternidad, de que no existiré hasta el final de los tiempos? ¿Por qué acabará el mundo conmigo?

Página 399

Ya sabéis que el rumano es uno de mis autores fetiches, a los que siempre regreso, y que siempre me sugiere mucho en sus lecturas, pero precisamente por eso esta lectura se la recomendaría solo a los incondicionales, a los que ya conocen el estilo y se han obnubilado con Nostalgia o con Lulu. No a los que por primera vez se acercan, ya que el reto puede resultar arduo.

Lo que sí que recomendaría, como en todos los libros de este calibre, es simultanear su lectura con otras más cortas, más ligeras o como queráis llamarlo. Creo que si hubiera optado por leerlo concienzudamente no habría podido continuar el ritmo sin desanimarme.

Con esto no quiero que penséis que no lo recomiendo, simplemente analizo lo obvio: no es una lectura para todos ni para cualquier momento. Es una lectura para estar atentos, de las grandes lecturas que es difícil asir, que parece que siempre nos ganan ventaja a los lectores. Eso es precisamente lo bueno y lo malo, la sensación de caída en su lectura, y la magnificencia de crear una obra volátil, onírica, totalmente extraña, pero que es capaz de sugerir y proponer tantas cosas.

Para mí leer a Cărtărescu es siempre una experiencia. Pocos autores me sugieren tanto como él, pocos me marcan como lectora tanto como él. Recuerdo el preciso momento en el que terminé Lulu, igual que recuerdo el momento cuando leía Nostalgia. Lo recuerdo a fuego, como los libros que no pasan en balde. Y de Solenoide recordaré a la vez, leer páginas y páginas pensando en por qué me cuenta esto ahora, pero también terminar un capítulo con la boca abierta y mirar a la pared. O simplemente, pasar una página y encontrar un fragmento como este:

Sí, esto es solo que soy, esto he sido desde que estoy en este mundo: un hombre solo, esperando detrás de una ventana. He volcado aquí, en la caja de cartón de mi manuscrito, un montón de piezas de puzle. Incomprensibles en sí mismas, caen sobre las demás del derecho o del revés, se diseminan por el amplio espacio de juego. A partir de ellas, los largos dedos de la lógica del sueño podrían llegar, gracias a minuciosas maniobras de combinación, giro, posicionamiento, aumento y disminución, centralización y lateralización, acentuación y difuminado, a un cuadro siquiera parcialmente coherente, al menos coherente para mí aunque siguiera siendo absurdo para todos los demás, porque existen coherencias inteligibles e ininteligibles, al igual que existen el absurdo comprensible y el incomprensible. Puedes entender lo inteligible, eso es la serenidad. Puedes entender lo ininteligible, eso es el poder. Puedes no entender lo inteligible, eso es el terror. Puedes no entender lo ininiteligible, eso es la iluminación. Así como, en la oscuridad más profunda, no sabes si tienes los ojos abiertos o cerrados, a veces siento que, en el espanto y el estremecimiento de mi vida, ya no sé en qué parte de mi cráneo me encuentro.

Páginas 507-508

Los libros que son un reto hablan por sí solos, ¿no creéis?

FICHA:

Te gustará si te gustó

Pros

  • Los diversos temas que aparecen en la historia.

  • Pasar la página y encontrarse con un fragmento destacado es muy frecuente. Los post-it son imprescindibles.
  • Impecable edición de Impedimenta.

Contras

  • Hay momentos en los que uno duda de adónde quiere llegar el autor, que llegan a aburrir.

Namaste.