Autor, Literatura, Porter

Lanny, Max Porter

Mucho se habla de los míticos inicios de novelas con los que arrancan algunos de los clásicos, como Cien años de soledad de Gabriel García Márquez:

Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el coronel Aureliano Buendía había de recordar aquella tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo.

Pero poco de aquéllos inicios que te horripilan, te inquietan o te perturban, parafraseando a una famosa adivina:

Papá Berromuerto despierta de la siesta que ha hecho de pie, ancho como una hectárea, y se rasca los posos soñolientos de bitumen, que brillan colmados por pegotes de basura líquida.

Página 9

Escogí Lanny de Max Porter cuando lo vi por redes sociales, avalado por haber sido finalista del Premio Man Booker Prize pero también de forma más o menos impulsiva, porque realmente no sabía nada de esta historia. En una de esas visitas a la librería en la que escoges un libro totalmente convencido pero te acabas llevando alguno más que no pensabas comprar.

LannyMi parte racional me decía que este libro no era para mí, que no había referencia fiable para comprarlo, que las novedades suelen acabar casi siempre en el listado de las lecturas que menos me gustan (no hay más que ver los balances lectores de cada año), que seguro que podía escoger otra novela de las que había disponibles en la librería, que incluso podía salir obviando este libro porque ya llevaba otros 3 así que no pasaba nada si se quedaba allí. Mi parte irracional estaba agitando maracas en un momento de colocón motivado por el olor a libro nuevo.

Lo compré.

Lo coloqué junto a sus nuevos compañeros en una balda, hasta que uno de estos días en los que no me podía concentrar en una lectura sesuda me acerqué para empezarlo.

Leí la primera frase, el primer párrafo y la primera pàgina, puse los ojos en blanco y dije:

Puaj. Qué leches es esto.

Esto, Lanny, el libro en cuestión, tiene como protagonista a un niño que vive en un pueblo de la campiña inglesa. Lanny es un niño muy especial, un niño sensible y mágico, un niño inteligente pero apartado de los chavales de su edad. Con una creatividad y una inteligencia fuera de lo común. Lanny es único.

El mejor amigo de Lanny es un pintor un poco raro, mirado como extraño en el pueblo, pero es sensible y tierno con el niño, le enseña a dibujar y pintar, le acompaña en días en los que los padres de Lanny están ocupados. Pete es un buen hombre, un artista incomprendido, un magnífico vecino.

Vale. No me digáis que esta historia no la habéis escuchado nunca: la chica que no es popular pero es inteligente, el vecino extraño que da miedo pero simplemente es huraño, el niño que no encaja en el colegio, la cheerleader y el quarterback.

Pues aquí lo mismo pero en el campo inglés y sin pompones.

Lanny es un crío absolutamente fantástico, sus padres unos padres normales: una madre abnegada que quiere mucho a su hijo y lo comprende, un padre que pasa de él porque no es lo que se esperaba.

La supuesta originalidad estilística de la historia es la inclusión de capítulos de Papá Berromuerto, un personaje tradicional del pueblo que se llevaba a los niños que se portaban mal. Vamos, el hombre del saco 1.0. En estos capítulos aparecen frases y fragmentos de conversaciones, agolpadas unas sobre otras, sin orden ni concierto ni orden temporal. Os dejo una fotografía de uno de ellos para que lo comprobéis por vosotros mismos:

Fragmento

 

El otro tipo de capítulos son narraciones en primera persona, separadas por un sigo + en el que cada uno cuenta lo que hace y piensa. Como son cuatro personajes los principales es fácil saber quién dice qué.

Unos y otros capítulos se intercalan, es un libro que se lee de corrido porque tiene mucho espacio y poca letra.

En resumen, hace exactamente lo mismo que Lincoln en el Bardo de Saunders pero sin la complejidad de los personajes y de las historias de aquel, con una sola línea argumental y con personajes tan burdos que parecen caricaturas de una película televisiva de bajo presupuesto.

La trama es previsible desde la primera línea. Sabemos que a Lanny le va a pasar algo desde que se mete por el bosque la primera vez. Sé ve claramente que Berromuerto tendrá un papel importante en aquéllo que le pase. Tampoco hay que ser muy listo porque hay cuatro personajes principales y Porter se encarga de dejarlo bien claro desde el principio.

Así que cuando lo terminas y lees en la contraportada este comentario:

Excepcional por su sobriedad y extravagancia.

The Guardian

Vuelves a decir:

Puaj.  Qué leches he leído y por qué no lo he tirado por la ventana.

Y hasta aquí el primer despelleje de 2020. Ya os adelanto que no va a ser el último.

FICHA:

Te gustará si te gustó
Pros
  • Es corto. Se lee rápido.
Contras
  • Personajes arquetípicos, trama argumental muy floja.
  • Que el texto no esté justificado.
Otras opiniones
  • Gabriel, a quien sí le ha gustado la historia y que le ha encontrado una ternura que yo no he sido capaz de ver.

Namaste.

Autor, Butler, Literatura

Algo en lo que creer, Nickolas Butler

Con el paso del tiempo hay autores a los que recurro cuando me entero de que van a sacar algún libro nuevo. Literatura algo ligera pero siempre entretenida y de calidad: Maggie O´Farrell, Nell Leyshon o Nickolas Butler son tres ejemplos.

Algo-en-lo-que-creerDe Butler ya había leído Canciones de amor a quemarropa (2015) y El corazón de los hombres (2017) así que cuando Libros del Asteroide anunció que iba a publicar otra novela suya lo anoté en mi lista de la compra libresca yé y lo compré para leerlo cuanto antes. Mi intención, además de pasar un buen rato con la lectura, era comprobar si mis ganas por leer a Butler estaban cayendo en picado o bien había algún tipo de salvación posible.

Y es que mientras que la primera me pareció muy buena a El corazón de los hombres le saqué unas cuentas pegas, así que ¿me convencería esta tercera?

En Algo en lo que creer Butler centra la historia en el personaje de Lyle, un hombre a punto de jubilarse que vive con su mujer en un pueblo de Wisconsin. Su familia y su círculo cercano de amigos se ven sacudidos por dos problemas que desestabilizan su tranquila vida. Por un lado, el regreso de la hija y el nieto. La alegría del regreso al hogar paternal se ve eclipsada por la irrupción de Steve, pastor de una extraña congregación religiosa que comienza una relación con la hija. Por otro, la enfermedad de Hoot, amigo del protagonista, situación que le hace enfrentarse a una crisis existencial.

Ambos hilos confluyen en un tema raíz, tal y como lo adelanta el título: la fe.

Shiloh, la hija, comienza a cambiar hábitos para adaptarse a la congregación religiosa. El protagonista, escéptico, no ve con buenos ojos al cantamañanas de Steve. Además, la enfermedad incurable de su amigo le hará rememorar su vida, enfrentándole a una muerte que ve cercana.

Es un milagro, pensó. Todo ello. Es un sueño, es un sueño milagroso, sin duda, estar vivo, haber vivido.

Página 279

Todo esto, lo que surge después y cómo van actuando los personajes en el desarrollo de la trama no me ha acabado de convencer. La actitud tolerante de los padres frente a las decisiones de la hija, excusando, justificando o incluso alentando la fe extremista de ésta, (que llegan a participar en actos ceremoniales con los que no comulgan sólo para que ella no se moleste) son actos y posiciones con los que no conecto. Al no conectar no puedo sentir la empatía que busca el autor, así que me acabo saliendo de la historia, me es incompresible y por tanto, irreal.

Quizá en una sociedad como la norteamericana, o en determinados Estados o comunidades la trama que nos cuenta Butler sea común. El propio autor avisa que:

Esta novela está parcialmente inspirada en los sucesos ocurridos en Weston, en el estado de Wisconsin, el 23 de marzo de 2008.

Así que me he acordado mucho de la anterior novela de Butler. En aquel caso, en el tema scout: entiendo a lo que se refiere, comprendo la sensación de camaradería, aventura o compañerismo que narra pero me es tan ajeno como si viniera un extraterrestre a explicarme sus problemas. Lo escucho pero no me cala.

Si nos centramos en el estilo, al contrario que en otras de sus novelas, en Algo en lo que creer apenas hay saltos temporales. La historia es mucho más lineal, centrada en el personaje principal y abandonando la voz coral de los otros dos libros que he mencionado. Creo que esa linealidad le hace ganar orden pero perder dinamismo, incluso llega a aburrir al lector en determinados momentos. 

Lo que sí sabe hacer bien el autor es describir unas relaciones sólidas y creíbles entre los personajes, trasmitir amor y ternura en ellos, creando una red familiar con la que podemos conectar, especialmente en la relación abuelo-nieto.

Nada hay tan pesado en el mundo como el féretro que porta el cuerpo de un niño pequeño, pues ningún adulto que haya soportado alguna vez esa carga puede olvidarla jamás. Enterrar a un hijo es una tragedia a la que muchos padres no logran sobreponerse nunca. Oscurece el sol, arrebata el color, apaga la música. Disuelve los matrimonios como un ácido, desangra la felicidad  y no deja tras de sí más que un rastro inerme de gris desesperación.

Página 309

Me gusta el estilo de Butler. Cómo envuelve con sus tramas y las relaciones entre sus personajes, que se centran en el amor y la amistad. Cómo resuelve las historias (¿es casualidad que los fragmentos sean todos del final del libro?), la inclusión de la ternura, el amor, la esperanza. Sin embargo, me temo que sus temáticas o intereses van por otros derroteros totalmente diferentes de los míos. 

FICHA:

Te gustará si te gustó
Pros
  • Cómo crea la relación entre los personajes.
  • El final del libro.
Contras
  • Historia plana, con determinados momentos aburridos.
  • No  he podido conectar con la historia más que en momentos puntuales.

Namaste.

 

Huisman, Literatura

Fugitiva y reina, Violaine Huisman

Cuando compré este libro, justo hace un año, jamás habría pensado que iba a leerlo en las circunstancias que nos acompañan, en un confinamiento que cambió nuestras vidas de un día para otro. Lo que al principio parecía un guión de alguna película apocalíptica (escenas de pánico, supermercados desabastecidos, imágenes de centros hospitalarios atestados…) acabó siendo una realidad a la que nos hemos tenido que acostumbrar.

Fugitiva-y-reinaDigo esto porque las condiciones extraordinarias que vivimos me han influido más de lo que me gustaría admitir en la lectura de Fugitiva y reina. El hecho de que lo empezara antes de todo esto y lo haya terminado hoy mismo ha convertido mi lectura en algo no lineal que roza la irrealidad.

Fugitiva y reina (Hoja de Lata, 2019) narra la vida de Catherine Cremnitz, parisina, desequilibrada y madre de dos niñas. Sí, una historia de madres (¿otra? Estaréis pensando muchos, ¿acaso están de moda?).

La estructura es bastante importante para comprender la historia de Catherine. En la primera parte su hija pequeña es la narradora, centrándose en la personalidad y relaciones de su madre con el resto de los miembros de la familia, además de contar algo de su pasado y de sus problemas mentales.

Mamá tenía en los labios aquel perfume a muerte cuando venía a arroparme por las noches.

Página 32

En la segunda parte,  sin embargo, aparece un narrador omnisciente que nos adentra a la realidad de Catherine desde el momento de su nacimiento, por lo que podemos rellenar los huecos con nueva información y colmar las lagunas de la narración de la primera parte.

De este modo, Fugitiva y reina es una novela autorreferencial, donde ambas partes se retroalimentan y donde se nos presenta distintas visiones de la misma situación.

Y aquí entra en juego lo que comento en el primer párrafo: la lectura de esta historia se ha visto afectada por mi reducida concentración, por lo que determinadas referencias, hechos, e incluso situaciones no las he podido encajar como debiera cuando se explican con claridad en la segunda parte. Un lector más atento habría captado más referencias, más contradicciones entre una parte y otra: bien porque la niña que nos cuenta lo que sabe no lo conoce o no lo sabe analizar bien porque el narrador omnisciente detalla aspectos que conocíamos pero quedaban oscuros.

Dicho lo cual, Fugitiva y reina es un libro (la verdad que no sé hasta qué punto puede considerarse novela o autoficción porque es la propia Violaine Huisman la que nos cuenta sobre su madre) que incluye a la vez multitud de referencias culturales (de arte, política, urbanismo o moda) a la vez que el estilo se mantiene en un plano poético difícil de describir. Certero y lírico a la vez, pero conservando un punto de fuerza y humor negro.

Estaba orgulloso, decía ella, de sus progresos cuando, después de haberla corregido por enésima vez, ya no decía te se cae sino se te cae, la dije de que viniera sino le dije que viniera, ni detrás mío sino detrás de mí. Sin embargo, había veces en que le decía que podía irse a tomar por culo con sus lecciones de mierda, detrás de mí o delante de mí si se te antoja. Entonces no cometía errores. Cuando lo insultaba, cuidaba su sintaxis.

Página 84

Precisamente el estilo es lo que la distingue de otras historias de madres, de otros libros en los que la visión infantil es matizada por el adulto que escribe para que las cosas no suenen demasiado crueles. Aquí eso no pasa. Catherine es mostrada tal y como es: apasionada, extravagante e inconsciente, injusta en ocasiones, dependiente en muchas otras, pero alejada siempre del ideal de madre. Huisman no necesita caer ni en las exageraciones ni en la caricatura emocional para describirla porque su madre tiene las suficientes aristas como para describir cada una de ellas y así evitar reducir su papel a un personaje de cuento o culebrón.

Vengo del comentario que hizo Moli en su día y destaco algo que ella menciona para describir el estilo de la autora:  escribe como todos los franceses: sin pudor y a las bravas. No sé si todos los franceses escriben así, pero sí que se aprecia algo diferente a la visión anglosajona de condenar o ensalzar las figuras maternales como héroes o villanos. Aquí eso no pasa.

Pero si hay dos cosas en el mundo de las que se puede decir con certeza que son imperfectas, estas son el amor y el lenguaje. Las palabras mancilladas por siglos de uso inadecuado, consumidas por los tópicos, arbitrarias, hacen siempre el papel de traidoras. ¿Y qué decir del amor, eterno inconstante, que se empeñaba en engatusarla? Las repeticiones de mamá eran una forma de declarar su fracaso, de reconocer la imposibilidad de lograr una versión definitiva (…) Era incomprensible, porque todas las palabras de todos los diccionarios no habrían bastado para explicar lo que guardaba en el pecho.

Página 94

Probablemente el acierto principal sea que Huisman, desde su papel de hija narradora, ha tenido la suficiente inteligencia y sangre fría como para contar una realidad incómoda, un relato que en ocasiones deviene en cruel pero que no deja de ser verdad. Y eso se aprecia en la lectura: lo que cuenta no es una exageración o una situación edulcorada, no hay cartón-piedra, ya me entendéis.

Fugitiva y reina es un libro que va de menos a más. Este es el típico libro que uno no sabe si dejar pasar cuando lo ve en la mesa de novedades pero que cuando lo terminas  te alegras de haber prestado atención.

FICHA:

Te gustará si te gustó
Pros
  • La importancia en la estructura de la historia.
  • El estilo de Huisman directo, lírico y certero.
Contras
  • Prefiero los libros que tengan más paradas en capítulos o subcapítulos en lugar de 90 páginas del tirón.
  • La portada, que no me gusta nada.
  • Mi capacidad de concentración me ha hecho perderme detalles que un lector más atento captará.

Namaste.

Literatura

Reseñar en tiempos de confinamiento

En estos momentos de incertidumbre y tensión he dudado si pasarme por aquí.

Por un lado, parece frívolo hablar de algo diferente a la pandemia que vivimos, a esta situación excepcional a la que nos estamos acostumbrando. Pero desde otro punto de vista, ¿qué puede comentar una humilde reseñista de algo que no conoce?

Estoy leyendo, al inicio del confinamiento de forma más superficial, pero poco voy cogiendo ritmo. Algunos lectores me preguntáis por lo que estoy leyendo, por mi opinión de libros que habéis visto publicar por aquí. No tendrá sentido escribir de algo tan banal como los libros pero para ser sincera no se me ocurre otra cosa.

Mientras tanto, ánimo a todos. Leamos ahora cuando más lo necesitamos.

Namaste.

 

 

 

Autor, Del Molino, Literatura

La hora violeta, Sergio del Molino

Leo a Sergio del Molino tras haber disfrutado La España vacía y pasar con algo de indiferencia por La mirada de los peces. La hora violeta era el título lógico que leer, una historia que mencionó el propio autor en la presentación de El dolor de los demás, de Miguel Ángel Hernández. Mientras que Hernández comentaba por encima la situación que le llevó a escribir su libro (el shock derivado del crimen en el su mejor amigo mató a su hermana para posteriormente suicidarse), del Molino, al hilo del comentario sobre dolor, mencionó la pérdida de su hijo y de paso comentaron la necesidad de ponerlo por escrito, poniendo letras y espacios a sus duelos.

La-hora-violetaMás tarde La hora violeta me venía a la mente de vez en cuando, pero cada vez que lo buscaba en una librería no lo tenían. Llegué a pensar que o bien estaba descatalogado o parecía que el destino no quería que leyera este libro.

Finalmente lo encontré en una librería antes de irme de vacaciones. Estuve tentada de llevarlo conmigo, pero teniendo en cuenta la temática decidí que debía esperar a una estación más fría y un momento más propicio. Creo que acerté.

Sergio del Molino nos cuenta la historia de Pablo, su hijo, un niño al que se le diagnostica leucemia. Su feliz infancia se ve trastocada por el inicio de la enfermedad, por consultas médicas y pruebas para determinar qué es lo que le sucede al pequeño.

La única palabra que creo que hace justicia a este libro es desgarrador. Podría añadir muchas más: injusticia, soledad, crueldad, todas referidas a una enfermedad que a Pablo le toca sufrir y a la que sus padres se tienen que acostumbrar: tratamientos, noches en el hospital, la lucha diaria contra el cáncer, sacar las fuerzas donde no las hay para seguir levantándose, para seguir acompañando a Pablo.

Hijo mío, ¿me perdonarás alguna vez? ¿Sabrás disculpar que no pueda salvarte? (…) Estás solo ante los monstruos, cariño mío.

Página 86

Las últimas páginas son absolutamente devastadoras. Del Molino no se detiene en nada. No es necesario: lo ha sufrido, lo ha vivido y ahora simplemente plasma lo que le tocó.

Qué injusto. Qué cruel. Una enfermedad que se ceba con un niño que apenas si ha empezado a vivir. Una lucha (como del Molino me niego a utilizar lenguaje bélico como el que se utiliza en las campañas publicitarias) desigual en la que sólo se puede resistir, y cruzar los dedos, y confiar en los médicos. Eso y esperar.

La hora violeta es también un libro que se refiere a otros. Y así me recuerda que sigo sin haber leído Mortal y rosa,  el afamado texto de Francisco Umbral. 

Si Pablo fuera mi personaje, no habría muerto. (…) Pero esta historia la han escrito otros por mí. Yo sólo la estoy llorando.

Página 166

Namaste.