Autor, Fitzgerald, Literatura

La librería, Penelope Fitzgerald

Florence Green decide abrir una librería en un pequeño pueblo de la costa inglesa. Para ello, adquiere un edificio en ruinas y comienza a comprar los libros que necesita para poder llevar a cabo su objetivo.

Lo que podría parecer un inicio de negocio como cualquier otro se convierte en una molestia para algunos de los habitantes del pueblo, que harán lo imposible para evitar que la librería salga adelante.

Penelope Fitzgerald desarrolla la novela con una prosa elegante y precisa, con la que consigue envolver al lector y trasladarle a otro tiempo en el que se tenía miedo al diferente y donde los cambios eran, desgraciadamente, mal vistos.

La novela es, además, un alegato a favor de la cultura, de la democratización de esta y de la lucha por el conocimiento, algo que podemos comprobar claramente en fragmentos como el siguiente:

Un buen libro es la preciosa savia del alma de un maestro, embalsada y atesorada intencionadamente para una vida más allá de la vida, y como tal, no hay duda de que debe ser un artículo de primera necesidad.

Además, hay que destacar lo acertado de las descripciones y la sutileza en la composición:

Lo que podía parecer una delicadeza por su parte, normalmente no era más que una forma de evitar líos; lo que parecía simpatía era en realidad el resultado de su instinto para esquivar cualquier problema antes de que éste se originara. Era difícil imaginar lo que supondría hacerse viejo para una persona así. Sus emociones, a base de no ejercitarlas, casi habían desaparecido. Había descubierto que la capacidad para adaptarse resultaba tan adecuada para salirse con la suya como la propia curiosidad.

A diferencia de otras novelas cortas, donde apenas existe profundidad, en La librería la autora consigue estructurar muy bien la trama y crea unos personajes reales y creíbles.

Leyendo algunas reseñas de otros bloggers, como Laura, de Cargada de Libros, le achaca que realmente el tema literario se trata poco en la novela. Es cierto que en ningún momento se hace una relación de los libros que adquiere Florence Green, pero desde mi punto de vista el tema ahonda más en el hecho de vender libros, es decir, en la peligrosidad de leer, saber o informarse de algo diferente al saber oral. Es más bien la cuestión casi medieval de que el que tiene, compra o vende libros es alguien distinto, que puede quizá engañar, quizá pervertir. En fin de cuentas, el miedo a lo desconocido.

De las pocas menciones de libros, destaca la siguiente:

– ¿Qué? ¿Al final va a encargar Lolita?

– Todavía no lo he decidido. He pedido un ejemplar de lectura. Estoy algo desconcertada por lo que han dicho sobre ella los periódicos americanos. Un crítico ha afirmado que su publicación era una mala noticia para el ramo y para los lectores, porque era aburrida, pretenciosa, de lenguaje florido y repulsiva. Pero por otro lado había un artículo de Graham Greene que decía que era una obra maestra.

(INCISO: hay que ver cómo son las casualidades. Justo cuando estaba leyendo Lolita, me encuentro con este fragmento. Próximamente la reseña.).

En definitiva, una novela interesante y amena, con un estilo delicado que sorprende por su estilo,su ironía y el componente de realidad que emana de ella. Totalmente recomendable.

FICHA:

Te gustará si te gustó
  • Sentido y sensibilidad, Jane Austen.
  • La importancia de llamarse Ernesto. Oscar Wilde.
Pros
  • La sutileza y elegancia de la autora que combina con una fantástica ironía. El tema que envuelve la novela.
  • La magnífica edición de Impedimenta: buena traducción y ni un error ortográfico o tipográfico.
Contras
  • La semejanza con determinadas realidades actuales.

Namaste.

Actualidad, Derecho

Vacunas y ponderación de derechos

Me chiva Niebla Espesa la siguiente noticia.

Básicamente lo que se dice en esta noticia es que un Juez ha obligado a ponerse una vacuna a un menor de edad, ya que sus padres se negaban a que se la pusiera.

 

¿Qué es esto?

Los juristas lo llaman ponderación de derechos. En una legislación como la nuestra, donde hay muchos derechos, en ocasiones, unos chocan con otros, lo cual genera un conflicto. Para solucionarlo, se estudia caso por caso cada situación según unos criterios.

Para que se llegue a esta situación, los derechos han de ser similares. Por mucho que les pese a algunos, el derecho de propiedad es siempre más importante que el derecho a una vivienda digna, por lo cual jamás está justificados todos esos comportamientos que vemos de vez en cuando (las patadas a la puerta para ocupar la vivienda).

Sin embargo, hay otros derechos que entran frecuentemente en conflicto, como el derecho a la intimidad y el derecho a la información. En los medios de comunicación nos enteramos muy a menudo de noticias de todo tipo donde el famoso dice que se le ha invadido la intimidad.

 

¿Cómo se valora?

En este caso en concreto, el criterio que impera es considerar si la información es relevante para la sociedad.

 

Ejemplo: decir que un famoso en concreto se ha casado puede ser una información relevante. Sin embargo, comentar que un famoso tiene granos no lo es (este caso está basado en hechos reales).

Otros de los derechos que suelen entrar en conflicto es el derecho a la libertad religiosa y el derecho a la salud. Puede resultaros raro, pero hace unos años se dio el caso de que unos padres, que eran testigos de Jehová, se negaban a que se le hiciera una transfusión de sangre al hijo.

Aquí primó la libertad del hijo (que aunque era menor de edad, era lo suficientemente mayor como para dar su opinión) sobre el derecho a la sanidad (que en este caso era un derecho a someterse a una operación y no afectaba a terceros).

 

Teniendo en cuenta el análisis anterior, resulta lógico y cabal que se obligue a vacunarse a alguien que no quiere, ya que no sólo afecta a la persona que no se vacuna, sino a muchas otras personas que pueden verse contagiadas.

El problema de la ponderación de derechos es que, a fin de cuentas, depende de la importancia que le demos a terminadas cosas, y como tal, es subjetivo y discutible.

 

Espero que os haya resultado interesante.

Pasad un buen fin de semana.

 

Namaste.

Actualidad, Ortografía

Indignación en un museo (II)

El otro día alguien llegó a mi blog poniendo «eliminación de la letra hache».

Enseguida llamé mentalmente a esta persona «ilusa», hasta que acudí a un museo y me encontré esto:

Ausencia de hache
Ausencia de hache en un museo
(Pinchad para ampliar)

Problemón. Igual el que buscaba la nueva norma de la RAE tenía razón y habían eliminado la hache, o bien en el museo llegaron a la simple conclusión de que si «indio» va sin hache, «hindú» tampoco la lleva.

 

Del citado museo salí totalmente cabreada (y no sólo por cuestiones ortográficas). Debe de ser la Ley de Murphy, porque si no, no hay quien se explique que siempre me toque el típico crío toca narices que no hace más que empujar, tocar lo que dice «no tocar» y apoyarse en sitios no dedicados a esa función. Pero es que además ese típico crío tiene siempre una típica madre que no se da por aludida ante las miradas asesinas de cualquier persona en cinco metros a la redonda. (¿Por qué yo? ¿Por qué nunca se dan cuenta de que  los demás no tenemos por qué aguantar los berreos insoportables de sus criaturas? ¿Por qué no les mandan dejar de gritar/tocar/empujar y en general molestar a la gente?) Hasta aquí, mis niveles de cabreo se situaban en cotas superiores a la media pero que, en cualquier caso no la doblaban.

Ilusa de mí, que no sabía que pronto iban a poner la puntilla.Y en este caso, iba a ser la abuela del crío mencionado anteriormente.

La conversación fue, aproximadamente, como sigue:

– Abuela, mira eso, ¿qué es? -el crío se apoyaba, tocaba y empujaba a la vez-.

– Pepito, no empujes a la señora.

 

¿¿SE-ÑO-RA?? ¿Cómo? ¿A mí? ¿Me estaba llamando señora una mujer que pasó los 65 hace bastantes años y cuya definición exacta empezaría por uve y rimaría con pelleja?

Yo hay cosas que no entiendo, pero está claro que un Museo no me va a ayudar mucho.

A la pregunta que sé que estáis pensando, no. Por lo que sea, no dejan pasar un bate de béisbol a un museo.

 

Namaste.

IMM, Literatura

IMM (4)

¿Quién duda de que no hago los deberes?

Últimas adquisiciones
Libros de Vargas Llosa, Modiano, Fitzgerald y Vian
(Pinchad para ampliar)

Al igual que con el último libro de Marías, gracias a vuestros comentarios, seleccioné algunos libros de Vargas Llosa para leer. Después decidí comprarlos:

Los tres libros los he comprado en una edición especial de Alfaguara en conmemoración a su reciente Premio Nobel de Literatura. Me parece que tendrán que esperar un poco a ser leídos, sobre todo teniendo en cuenta la lista de pendientes, que no hace más que crecer.

Los demás, que podéis ver en la imagen, son:

  • En el café de la juventud perdida. Patrick Modiano. Un libro que me recomendaron hace mucho (acabo de revisarlo, no sé quién fue, ¡que se manifieste!) y que tengo muchas ganas de leer. Tiene buena pinta. La reseña, aquí.
  • La librería. Penelope Fitzgerald. El libro que acabo de terminar hace poco y que me ha sorprendido gratamente.
  • Vercoquin y el plancton. Boris Vian. La primera novela de mi querido Vian. Dicen que tiene tintes autobiográficos…. ya os contaré. Seguro que no me defrauda.

Efectivamente, tener libros nuevos hace feliz.

Próximamente más reseñas.

Feliz fin de semana.

Namaste.

Autor, Literatura, Marías

Todas las almas, Javier Marías.

Quizá muchos no lo sepáis, pero soy una persona que hace los deberes. Tras la multitud de recomendaciones que recibí en la reseña de los cinco autores que quería leer , me dirigí con mi folio a la biblioteca más cercana. Allí valoré los libros de que disponía (no todos, desgraciadamente) y de ellos escogí este de Javier Marías.

Portada de "Todas las almas"Todas las almas es una novela que trata sobre un profesor universitario que se traslada a Oxford para dar sus clases sobre literatura española. Podría considerarse una novela con algún punto autobiográfico, ya que Marías pasó un par de años como profesor universitario.

Partiendo de este hilo, el autor desarrolla una prosa elegante, con un estilo que envuelve al lector.

Como he dicho, mis obligaciones en la ciudad de Oxford eran mínimas, lo cual me hacía sentirme a menudo como un personaje decorativo. Al ser consciente, sin embargo, de que mi sola presencia difícilmente podría decorar nada, tenía a bien ponerme de vez en cuando la negra toga (preceptiva ya sólo en muy contadas ocasiones) con el objetivo principal de contentar a los numerosos turistas con que solía cruzarme en el trayecto desde mi casa piramidal hasta la Tayloriana y el secundario de sentirme disfrazado y algo más justificado en mi calidad de adorno.

He visto algunas opiniones de otros bloggers (por ejemplo, esta) y comentan como punto negativo que apenas hay trama. Es cierto que no pasan demasiadas cosas, pero creo yo que el tema no es qué se cuenta, sino cómo se cuenta. Y aquí es donde resalta Marías, su forma de exponer la situación, de hacer comparaciones sin resultar barroco. Me gusta su estilo.

Quiero decir como alguien que ya no era de mi presente, como alguien que nos interesó enormemente y dejó de interesarnos o que ya ha muerto, como alguien que fue o a quien un día ya antiguo condenamos a haber sido, tal vez porque ese alguien nos había condenado a nosotros a dejar de ser mucho antes.

 

Desde mi punto de vista, lo que distingue un libro de otro no es la historia, es el estilo. Hoy por hoy, no me importa tanto que no haya mucha trama, lo que quiero es leer algo que se distinga de otro, que sea diferente. Y este libro lo es.

 

FICHA:

Te gustará si te gustó
Pros
  • La elegancia del autor, su estilo, la forma de contarnos la historia.
Contras
  • Da la sensación de que los capítulos no tienen mucha relación entre sí.

Namaste.

Actualidad, Derecho

Distinguiendo términos jurídicos (II)

Debido a la existencia de alguna duda que generó la primera parte, me ha parecido interesante despejarlas con una segunda entrada:

  • Hurto-Robo/ Apropiación indebida. A JL no le queda muy clara la diferencia entre apropiación indebida y hurto. Como ya comenté, tanto el hurto como delitos contra el patrimonio, es decir, que se toma, sin la voluntad del propietario un bien.

La diferencia con la apropiación indebida es muy clara: en este caso sí que hay algún tipo de voluntad del propietario en ceder la posesión del bien.

Ejemplo: A le presta a B su coche para irse a los Pirineos. B decide quedarse con el coche: estaría cometiendo un delito de apropiación indebida, ya que inicialmente B sí que tenía el coche por voluntad del propietario, pero posteriormente no. (En el caso de un coche, o una casa es muy fácil ver quién es el propietario, ¡pero ahora pensad en aquél amigo vuestro que no os devolvió el libro que le prestasteis!)

 

  • Propiedad/posesión. Esta diferencia es muy clara, aunque muchas veces en los medios de comunicación la usan mal. El propietario es la persona que ha adquirido el bien. Sin embargo, el bien puede encontrarse en posesión de otra persona. Ejemplo típico: el arrendamiento. A arrienda a B su piso. A es el propietario pero no tiene en su poder el bien: es B quien tiene la posesión.

 

Loquemeahorro me preguntaba por la diferencia entre rapto y secuestro. En Derecho español, el rapto no existe, es decir, al padre de Julio Iglesias lo secuestraron. Puede ser que se utilice mal el término porque en Estados Unidos sí que exista (por ejemplo, como eximente del tipo homicidio en Derecho español tenemos la legítima defensa, a la que ellos llaman “defensa propia”. Eso lo dicen los medios bastante a menudo, aunque el término es incorrecto).

 

  • Uso del presuntamente. Allá por el inicio de la democracia, un importante empresario fue acusado de cometer un crimen. Todas las cadenas se hicieron eco de este hecho, dándole ya por culpable. Un tiempo después, en el juicio se estimó que el empresario era inocente. Sin embargo, el mal ya estaba hecho: pérdida de clientela, menoscabo de la fama… todo ello dio lugar a una disminución de sus ventas, por lo que el empresario inició batalla legal contra aquéllos que habían dado por hecho algo que no debían. El tribunal correspondiente le dio la razón. De ahí que ahora todos los periodistas incluyan el «presuntamente» cada vez que ha pasado algo. Es una consecuencia de la presunción de inocencia. Sin embargo, muchos de ellos no lo usan correctamente. ¿Quién no ha oído «la presunta víctima»? A ver, las cosas claras: las víctimas no son presuntas. El pobre asesinado/robado o coaccionado ya lo ha sido, el que es presunto es el «presunto homicida», «presunto corrupto» o lo que corresponda.

 

Esto es todo por hoy.

 

Namaste.

Autor, Kafka, Literatura

El castillo, Franz Kafka

El castillo, Kafka
Portada de la edición de Alianza Editorial

Tras un tiempo de decepciones con varios libros, decidí ir a lo seguro. En una conversación con Bartleby surgió la idea de leer un libro a la par. Este libro es el resultado de su propuesta.

 

En El castillo, K. es contratado como agrimensor en un término municipal. Como tal, se traslada al pueblo, donde es recibido con cierta desconfianza.

 

A partir de aquí, el autor desarrolla su universo al que nos tiene acostumbrados, desplegando su narrativa y creando en el lector un desasosiego permanente generado por diversas causas, de las que destacan:

 

 

  • Situaciones oníricas, como la que recrea el siguiente fragmento:

“¿Quiénes sois vosotros?”, preguntó paseando la mirada de uno a otro. “Vuestros ayudantes”, le contestaron. “Son los ayudantes, confirmó en voz baja el mesonero”: “¿Cómo?”, preguntó K. “¿Sois mis viejos ayudantes que he hecho venir?, ¿los que espero?”. A lo cual ellos asintieron. “Eso está bien”, dijo K., luego de unos instantes; “es bueno que hayáis venido.” “A propósito”, dijo K. Al cabo de otro rato, “os habéis atrasado muchos, sois muy negligentes”. “Fue un largo viaje”, respondió uno de ellos. “Un largo viaje”, repitió K., “pero yo os encontré cuando veníais del castillo”. “Sí”, respondieron, sin más explicaciones. “¿Dónde tenéis los aparatos?”, preguntó K. “No tenemos aparatos”, dijeron. “Los aparatos que os he confiado”, dijo K. “No tenemos aparatos”, repitieron. “¡Ay, qué gente sois!”, dijo K. “¿Entendéis algo de agrimensura?” “No”, dijeron. “Pero si sois mis viejos ayudantes, tenéis que entender de eso”, dijo K. Ellos se quedaron callados.

 

  • La lucha (inútil) contra la burocracia y la Administración (cómo no sentirse identificado, ¡si es igual que darse golpes contra una pared!):

“¿Y para qué un protocolo? ¿Acaso se trata de un acto oficial?” “No”, dijo el maestro, “se trata de un acto semioficial, y también el protocolo es tan sólo semioficial; y únicamente se hizo porque aquí impera un orden riguroso en todas las cosas. De todas maneras, el protocolo ahora existe y no diremos que para su honra.

 

  • La reticencia del pueblo para con K.:

K. seguió parado; pocas ganas tenía de levantar el pie para volver a hundirlo en la nieve un trechito más allá; el curtidor y su compañero, contentos de haber desalojado a K. Definitivamente, se deslizaron muy despacio en la casa, por la puerta tan sólo entornada, volviendo repetidas veces la mirada hacia K., y K. Se quedó solo en medio de la nieve que lo envolvía. “Ocasión sería ésta para una ligera desesperación”, se le ocurrió, “si sólo casualmente, y no intencionadamente, estuviera yo aquí parado”.

 

Sin embargo, hay varios puntos negativos en esta novela: las páginas del final, que parece que no llevan a ningún sitio (consecuencia de ser un libro inacabado) además de algunas situaciones que parecen repetitivas a lo largo de la novela.

 

En cualquier caso, es un libro de Kafka, y aunque menos que El proceso, me ha gustado. Porque pocos autores hacen que sienta esa opresión en el pecho, esa rabia hacia el sistema o esa compasión hacia el protagonista que afloran en mí cada vez que leo un texto de Kafka. Es único. ¡Gracias, Max Brod!

 

FICHA:

 

Te gustará si te gustó
Pros
  • El universo que crea el autor: opresión, incomprensión, lucha contra la burocracia. Fantástico.
Contras
  • Las últimas páginas.

 

Namaste.

Libros basura, Literatura

Fin, David Monteagudo

 

Comencé a leer este libro por un simple motivo: necesitaba un libro con el título de tres caracteres para el Reto. De los que estuve viendo con tres caracteres, este parecía el mejor, ya que tanto la crítica como muchos lectores lo habían calificado como un gran descubrimiento.

 

La trama es la siguiente: un grupo de cuarentones se reúnen 25 años después en una cabaña de la montaña para rememorar aquél momento. Desde el principio, sabemos que hay un secreto que todos tratan de encubrir.

A partir de ahí comienza una historia medio de ciencia ficción medio “análisis de las generaciones” donde destacan varios personajes: de un lado están la mayoría, que son estúpidos, banales e inaguantables (los hombres, calvos, fanfarrones y perdedores, las mujeres, gordas, superficiales y amargadas), donde las excepciones son dos: una escort que es guapa, lista, joven y superdelgada y un gay que aunque está solo en la vida, es el único medio inteligente y soportable. Vamos, que los personajes parecen sacados de la serie española Los Serrano, con Belén Rueda al frente en el papel de la escort.

 

Los diálogos son repetitivos, manidos y vacíos como una película mala en la que el lector es capaz de prever lo que se va a decir a continuación. La trama es cortada y pegada de una de las mejores novelas de una escritora que me gusta mucho. En cuanto vi el principio de ésto, ya fue todo previsible.

El estilo de Monteagudo es tan de estar por casa, tan televisivo, que incluso incluye alguna de las frases de José Mota. Quizá lo mejor de esto sea que por esa misma razón, es muy fácil leer una página tras otra.

 

Y luego está el final. O no me enteré o no tiene ningún tipo de sentido, parece que el escritor no tenía ideas de cómo acabar la trama pantanosa donde se había metido y lo solucionó como bien pudo, de una forma rápida, sin sentido y que no complace a nadie.

 

Pensando lo que he sentido al leer este libro es una cosa: vergüenza ajena. Vergüenza de que un escritor pueda escribir así, y lo que es peor, que alguien le publique esta novela y le dé esperanzas de escribir más en un futuro. Vergüenza de que un grupo de teóricamente expertos, digan que Fin es de lo mejor que se ha publicado últimamente. Vergüenza que se dedique tanto dinero, tantas campañas de publicidad y tanto tiempo en promocionar un libro que no vale ni el papel sobre el que está impreso.

 

En muchos de los artículos que he leído se ponía de relieve el valor que tiene el publicar la primera novela por una persona ajena al mundo de la literatura, como lo es el escritor, y muchos artículos destacan que tiene cuarenta años y que trabaja en una fábrica de cartón. ¿Y? (decía este blog), y me uno a su opinión. ¿Y qué? ¿Como es su primera novela y trabaja en una fábrica ya tiene que ser mejor que otros escritores que se dedican puramente a ello? ¿Le da más valor a su escrito? ¿Merece más compasión por mi parte que la bazofia de libro de Katherine Neville?

 

Desde mi punto de vista, no. O no al menos si sólo tenemos en cuenta el aspecto literario. ¿Que es complicado que te publiquen una novela? Sí. ¿Que tiene mérito escribir una a los cuarenta y conseguir éxito? Sí. Pero, ¿significa por eso que per se la novela ya tiene más valor que otras? Pues para mí, no. Y por eso está en la categoría de libros basura, junto a El fuego.

 

Así que mi consejo es que no lo leáis, que no lo regaléis, que ni siquiera penséis en leerlo. Es simplemente una tomadura de pelo.

 

FICHA:

Te gustará si te gustó
Pros
  • Se lee rápido, así que la tortura no es demasiado larga.
Contras
  • El estilo del lector. Los diálogos.
  • La trama y el final.

Namaste.

Actualidad, Literaria, Ortografía

Nueva ortografía

Me chiva Niebla espesa la siguiente noticia, que aglutina los cambios que introducirá la Real Academia de la Lengua a finales de este año.

Algunos cambios son previsibles, como quitar la ch y la elle del número de letras, o la supresión de la tilde en palabras como solo-sólo y eso-éso.

Pero otros son, cuanto menos, discutibles: a partir de ahora resulta que la «y» no será «i griega», sino que será «ye». No sé yo si me voy a acostumbrar a decir que yegua va con ye.

Además, lo que resaltaría de la noticia es el siguiente párrafo, que os copio tal cual:

Guion, también sin tilde. Hasta ahora, la RAE consideraba «monosílabas a efectos ortográficos las palabras que incluían una secuencia de vocales pronunciadas como hiatos en unas áreas hispánicas y como diptongos en otras». Sin embargo, permitía «la escritura con tilde a aquellas personas que percibieran claramente la existencia de hiato». Se podía, por tanto, escribir guion-guión, hui-huí, riais-riáis, Sion-Sión, truhan-truhán, fie-fié… La nueva Ortografía considera que en estas palabras son «monosílabas a efectos ortográficos» y que, cualquiera sea su forma de pronunciarlas, se escriban siempre sin tilde: guion, hui, riais, Sion, truhan y fie. En este caso, además, la RAE no se limita a proponer y «condena» cualquier otro uso. Como dice Salvador Gutiérrez Ordóñez, «escribir guión será una falta de ortografía».

 

Esto ya sí que no lo veo. Tendrán sus motivos, y todo eso, que (en teoría) para eso están… pero al final, lo que me da a mí en la nariz es que lo que van haciendo, poco a poco, es simplicar la ortografía. Lo mismo un día nos quitan la hache alegando que no suena o que no tiene efectos prácticos a la hora de bla bla bla…

En un mundo en el que se escribe tan mal, ¿realmente tiene valor lo que digan este grupo de expertos? ¿Cambiaremos nuestra forma de escribir si nos lo dicen? Y más aún, ¿nos aporta valor que exista? ¿Qué os parece? ¿Los ingleses escriben peor por no tener un equivalente?

 

Namaste.

P.D. Tanta historia para que los jóvenes que vienen detrás nuestro no sepan qué diferencia existe entre rebelar y revelar. Ver para creer.

 

Actualidad, Música

Canciones pegajosas

Hoy os voy a mostrar lo que ha pasado por mi cabeza estos últimos días.

 

Tengo que reconocer que soy fácil de embaucar. Me explico: escucho una canción y me pasa, bastante a menudo, que no hace más que rebotar y rebotar en mi cabeza. Para quitármela de en medio, uso la técnica del desgaste, es decir: la pongo las veces necesarias hasta que le coja asco. (Me pasó con Telephone, de Lady Gaga, y me la ponía de media unas quince veces al día).

 

Ahora me ha pasado lo mismo con unos vídeos que encontré leyendo un artículo de algún periódico.

El tema en cuestión es un chico, Toni A. Martínez, que hace vídeos con estribillos pegadizos con letra que tienen como base algún tema de actualidad. En youtube podéis encontrar todos sus vídeos, pero yo os voy a dejar los que más me gustan (y los que tengo que ver muchas veces para poder seguir pensando en otra cosa).

 

Los atascos:

La crisis:

O nuestros amigos de la SGAE:

¿Qué os parecen? ¿Soy yo o se pegan como los chicles?

Namaste.