20 días han pasado desde mi última actualización del blog. Entono, de nuevo, el mea culpa, porque como desgraciadamente viene siendo habitual, no me faltan temas de los que hablar, sino tiempo para sentarme y publicar.
Dicho esto, os presento una novela que me prestó en su día Pedro, y que leímos conjuntamente algunos miembros del Café Literario.
El punto de partida de esta novela es la muerte. Desde el inicio sabemos que Rosamund ha muerto. Pero no por ello este personaje es menos importante, sino que es el principal, la base de este castillo de naipes, al dejar gran parte de sus memorias grabadas en cintas. Una de sus sobrinas será la encargada de entregar las cintas a Imogen, una misteriosa joven que desde el principio desconocemos qué relación mantuvo con la fallecida.
El modo de contarnos la historia es, pues, la narración en boca de la propia Rosamund de su vida, partiendo de las fotografías que tiene a su alrededor. De esta forma, las imágenes estáticas cobran vida y nos relata todo lo que recuerda de los momentos previos o posteriores a la instantánea. Esta particularidad es uno de los aciertos de Coe: porque nos lanza un jugoso anzuelo, una historia familiar que nos relata a pedazos. Así el autor evita las introducciones largas y pesadas para engancharnos desde la primera página.
Es curioso que, precisamente esos dos pilares de la trama (los personajes de Rosamund y de Imogen) no estén presentes en la acción, es decir, son sombras, personajes pasados o futuros, que están porque vemos su halo (Rosamund, con su voz grabada en unas cintas); o porque sabemos que dichos audios están destinados a Imogen (cuya presencia es continua pero de la que desconocemos su paradero) y que en realidad, vertebran toda la historia.
La forma de narrar la historia y el rasgo de que se trate de una saga familiar consigue que formemos parte de ese entramado y que, junto a Gill, queramos seguir descubriendo cómo termina una historia real como la vida misma, donde se van mezclando los temas: amor, crueldad, ausencia y odio, amistad y conmiseración… todos estos sentimientos se transmiten en cada página, sin exageraciones ni paliativos, simplemente narrando los acontecimientos que se rememoran.
Es cierto que pasada la novedad inicial parece que la historia pierde fuelle por un momento, y para mi gusto deviene en repetitiva, en aburrida. Sinceramente, esperaba más, por los comentarios que había leído, pensaba que me llegaría al fondo, y no ha sido así. Reconozco que no soy amiga de las novelas especialmente sentimentales, y seguramente este punto tiene mucho que ver en mi apreciación de la novela. Pero lo que está claro es La lluvia antes de caer es una novela para recomendar sin dudas, por lo bien que está escrita, lo fresca que resulta su estilo y por la temática que trata gustará a muchos. Una novela equilibrada, muy orientada al gran público y una buena opción para escoger como lectura para este verano.
Me da pena que novelas como ésta no tengan más lectores, habida cuenta de los libros que viven del tirón comercial y de la burda copia que se estila entre editoriales. (Pero esto da para otro post)
FICHA:
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Namaste.