Autor, Grandes, Literatura

Los pacientes del doctor García, Almudena Grandes

He leído mucho a Grandes. Mucho mucho mucho. Soy lectora fiel desde siempre, desde sus primeras novelas. Espero sus libros como un acontecimiento anual más, soy de las que lo compran en cuanto sale. He leído los tres anteriores de la saga, los tengo todos firmados, en los estantes.

Desde Las tres bodas de Manolita han pasado 3 años, tenía ganas de volver a la leer a la madrileña. ¡Y encima salen nazis! Todo prometía, y más tras asistir a una de las presentaciones con motivo de la publicación, donde la propia Grandes contó su proceso narrativo, la línea de investigación que siguió y cómo consigue armar este puzzle inmenso que es Los pacientes del doctor García.

Los-pacientes-del-doctor-GarcíaLos que me conozcáis ya sabéis que si lo anterior es una declaración de intenciones es porque lo que viene ahora no va a ser una crítica demasiado halagüeña. Tenéis razón.

Cuando la propia autora cuenta que sus Episodios de una guerra interminable homenajean a los Episodios naciones de Galdós, uno ya puede pensar en la soberbia. Parece como si eso es algo que deben decir los demás, no uno mismo. Parece como si se diera demasiada importancia.

Los pacientes del doctor García continua la serie que inició con Inés y la alegría, como cuarto episodio de una guerra que en este caso son dos: la Civil y la Segunda Guerra Mundial. La estructura es la misma que sus otras historias hermanas, alternándose un episodio histórico con uno de ficción. También encontramos los elementos propios de Grandes: la abundancia de personajes, los saltos temporales y las tramas que se acaban uniendo.

En este caso tenemos un trío de hombres protagónicos: un médico republicano, un diplomático y un soldado-boxeador. Mención merece la real y surreal Clara Stauffer, una mujer que creó una red de huida de los criminales nazis hacia Argentina desde un piso en Madrid y con la connivencia del gobierno franquista.

Básicamente la trama es la que ya hemos leído antes: personas que buscan sobrevivir ante situaciones límite, decisiones que les marcarán, encontronazos de los que surgirán amistades y amores.

Entonces, si todo lo anterior ya lo he leído en sus otros libros de la saga y encima hay nazis (¡nazis!), ¿qué es lo que falla?

1. El número de páginas. La sensación constante de que lo que se dice se puede decir con muchas menos palabras.

2. Un machacón exceso en el estilo, como con las repeticiones, en especial esta:

Adrián Gallardo Ortega (…) nunca había sido demasiado inteligente.

Página 285

Durante todo el libro cada vez que aparece este personaje se repite como un mantra la misma frase con pequeños cambios: no comprendía o no era demasiado listo o no sabía qué estaba ocurriendo. ¿Por qué en lugar de repetirlo no me muestras por qué no lo es y así saco yo mis propias conclusiones?

3. La excesividad. Como mantra: son excesivos la cantidad de personajes (personajes y familiares, amigos y vecinos, amoríos y referencias), los saltos temporales y hasta las descripciones y las frases:

Aunque la beca que le permitió acabar la carrera tan deprisa como había hecho el bachiller corrió a cargo del gobierno, la familia Azcárate, vinculada al colegio de Villablino desde que el tío Gumersindo inspiró a su amigo Paco Fernández Blanco y Sierra-Pambley el proyecto de su fundación, le amparó desde su primer día en la capital. Así, su vida cambió tan deprisa que su casa, Robles, la sacristía de la parroquia, se convirtieron en piezas sueltas de un recuerdo imposible, un pasado tan dudoso para el joven abogado que trabajaba en un bufete mientras hacía los cursos de la Escuela Diplomática, como si se lo hubiera inventado él mismo.

Página 104

4. Los arquetipos. ¿Apostamos? Médico republicano = noble, leal, recio.

Boxeador en la División azul = estúpido, necio, aprovechado.

En esta historia los personajes son tan fácilmente reconocibles que sabemos qué tipo de acción va a realizar cada uno. Si es un acto heroico o deleznable dependerá del bando en el que hayan luchado en la Guerra Civil. Muy original todo. Prácticamente una parodia.

Todo esto no solo ha conseguido que me aburra, sino que rechace el libro por excesivo en todas sus facetas. Da la sensación de que todo el trabajo de documentación ha de aparecer en este libro y lo que debería ser accesorio acaba convirtiéndose en principal, apabullantes las referencias, las circunstancias y cada uno de los detalles que incluye. Mientras que en otras de sus historias está trabajada la estructura y el hilo conductor, aquí encontramos un caos continuo, como si acabara juntando capítulos que estaban a medias por el simple hecho de que ya estaban escritos.

No sólo no he conectado con el texto ni con los personajes, sino que me la sensación de rechazo ha sido perenne, rechazo por el texto, por la estructura, por el enfoque, por la simplicidad en cosas que debían ser complejas (los personajes, por ejemplo) y la complejidad en cosas que debían ser simples (os animo a que contéis el número de frases del párrafo que he incluido más arriba).

En fin, para mí este libro no hay por donde cogerlo.

Os dejo la reseña de La librería de Javier, donde en los comentarios otros lectores se muestran tan estupefactos como yo.

FICHA:

Te gustará si te gustaron
Pros
  • Los guiños a las historias anteriores.
  • Conocer la historia, como la red Stauffer.
Contras
  • Excesividad: de tramas, de estilo, de personajes, de saltos temporales.

Namaste.

Abad Faciolince, Autor, Literatura

El olvido que seremos, Héctor Abad Faciolince

Tengo la manía, que muchos ya conoceréis, de no leer las sinopsis de los libros. Esto tiene cosas buenas y cosas malas: lo bueno es que me llevo sorpresas en cuanto al argumento, lo malo es que en ocasiones por no tener más información acabo leyendo libros que quizá por temática no me interesan mucho, o lo que es peor para mí, leer varios libros seguidos con un argumento similar o con un estilo parecido.

Lo digo a cualquiera que quiera escucharme: cuando alguien del que me fío me recomienda un libro, no quiero saber más, simplemente lo apunto en mi libreta hasta que llegue el momento de leerlo. Si además, como en este que hoy os traigo, me lo han recomendado muchas personas, más aún.

Por eso, desconocía que En el olvido que seremos se trata de una historia de no ficción. Esto es, el propio autor narra la vida de su padre, Héctor Abad. Este hecho en sí tampoco es que desvele demasiado, la verdad. Por desgracia ya se sabe que las sinopsis no son demasiado de fiar, y al lado de un dato poco importante colocan un dato que te destroza doscientas páginas.

El-olvido-que-seremosAsí que, efectivamente, poco me iba a imaginar yo que se trata de la historia de su padre, o más bien, de la familia del autor. Una historia que ya sabemos desde el primer momento cómo acaba, con un padre entregado a la defensa de los derechos humanos, una madre fuerte que saca una empresa adelante, dos personas que alumbran una familia numerosa, envidiable, sana y feliz.

Junto a sus cinco hermanas, el pequeño, el único niño, Héctor, vivirá una infancia de niño privilegiado, dentro de una familia que se podía permitir cosas que muchos ni habrían soñado. Desde el primer momento además de contarnos la historia familiar (sus abuelos, a qué se dedicaban, sus ocupaciones) la trama destaca por el vínculo especial entre padre e hijo, y desde la primera línea se traslada el sentimiento del autor al lector: el amor y la profunda admiración de un niño por su padre, pero también por una persona buena, que invirtió su tiempo y dinero en ayudar a los más desfavorecidos, hasta pagar con su propia vida.

El olvido que seremos es una historia entrañable, pero siento que ese adjetivo se queda espantosamente corto. Es una historia que va directa al corazón, sencilla pero sin ser sensiblera, dura en ocasiones, muy bonita en otras. Una de esas historias que resumen a la perfección toda una vida, lo bueno y lo malo, las épocas de incertidumbre y las de certezas, los golpes (la enfermedad, la muerte), pero también todo lo bello (unas rosas en jardín, los momentos divertidos entre hermanos, los nacimientos). Algo que parece sencillo pero que no lo es sin caer en lo manido de las frases, de las anécdotas o de las historias.

La cronología de la infancia no está hecha de líneas sino de sobresaltos. La memoria es un espejo opaco y vuelto añicos, o mejor dicho, está hecha de intemporales conchas de recuerdos desperdigadas sobre una playa de olvidos. La frase anterior es muy retórica, y quisiera borrarla, pero voy a dejarla como una forma de mostrar, o de mostrarme, que yo también habría sido capaz de adornarme mucho al escribir esta historia, si hubiera querido, o si hubiera querido complacer a ese tipo de lector que solo considera poético lo rebuscado.

Sé que pasaron muchas cosas durante aquellos años, pero intentar recordarlas es tan desesperante como intentar recordar un sueño, un sueño que nos ha dejado una sensación, pero ninguna imagen, una historia sin historia, vacía, de la que queda solamente un vago estado de ánimo. Las imágenes se han perdido. Los años, las palabras, los juegos, las caricias se han borrado, y sin embargo de repente, repasando el pasado, algo vuelve a iluminarse en la oscura región del olvido. Casi siempre se trata de una vergüenza mezclada con alegría, y casi siempre está la cara de mi papá, pegada a la mía como la sombra que arrastramos o que nos arrastra.

Página 157

Por no haber leído la sinopsis no me imaginaba qué venía a continuación, y en este caso me alegro. No esperaba encontrarme un estilo tan depurado, una historia bella, bonita, que está muy bien escrita y que consigue atraparnos en ella. No he sido capaz de soltarla en dos días, aún sabiendo lo que venía después, lo duro, lo cruel, la parte de la vida en la que todo se tuerce.

Abad Faciolince utiliza los saltos temporales de una forma muy curiosa. Podría parece totalmente aleatoria su inclusión, pero lo cierto es que están medidos para conseguir que el lector comprenda la historia de una forma totalmente diferente que si la narración hubiera sido lineal. No busca el autor el efectismo, más bien parece la narración de una persona que le cuenta los recuerdos a otra, recuerdos que vienen y van y rellenan la historia, completándola.

El olvido que seremos es una historia que obnubila, y hasta este momento, una de los mejores libros que he leído este año, sin duda alguna. Anotad este título, no os arrepentiréis. Gracias también a todos los lectores que me lo han recomendado. Muchas muchas gracias.

FICHA:

Te gustará si te gustaron
Pros
  • La historia que cuenta el autor.
  • Los sentimientos que cuenta y cómo lo hace.
Contras
  • Ninguno.

Namaste.

Autor, Literatura, Zweig

Tres maestros, Stefan Zweig

Leer a Zweig es siempre un placer. Si además lees textos de Zweig que tratan sobre literatura, más todavía. Pero si en concreto se trata de ensayos sobre de tres grandes autores, no se puede pedir más.

Tres-maestros-ZweigComo ya adelanta el título, la edición agrupa tres ensayos sobre tres grandes escritores de la literatura universal, con el hilo conductor de la genialidad de los tres. El objeto del ensayo es desgranar las particularidades de cada uno de ellos, ofreciéndonos los motivos por los que Balzac, Dickens o Dostoievski han pasado a ser grandes referentes literarios.

Zweig analiza el modo de plasmar la realidad de los tres escritores, acercándose a sus narraciones, desgranando personajes y tramas y sacando a la luz muchos de los aspectos que sentimos cuando les leemos pero que es difícil explicar con palabras.

Cada uno de los autores tiene su ensayo, independiente de los otros dos. Si bien la longitud es muy desigual, el análisis es concienzudo y apasionado. Eso sí, de los tres la que destaca es la parte del ruso, tanto por extensión como por profundidad.

Durante toda la lectura uno se da cuenta de lo fácil que le resulta a Zweig explicar y analizar el ambiente, los personajes y las tramas de las principales historias. Lo que a cualquiera simplemente le subyugaría y le dejaría con la boca abierta, para él resulta sencillo explicar su modo de ver la realidad y cómo consiguieron plasmarlo en el papel. También sabe narrar desde el punto de vista del lector, lo que uno siente al enfrentarse a su lectura.

Trate el lector de recordar en qué época del año, en medio de qué paisaje, se desarrollan sus grandes obras, Crimen y castigo, El idiota, Los hermanos Karamázov, El adolescente. ¿En verano, primavera u otoño? Quizás en algún lugar lo dice, pero el lector no lo nota. No se respira, no se saborea, no se adivina, no se vive. Todas sus obras se desarrollan en algún rincón oscuro del corazón que los rayos del saber iluminan esporádicamente, en la cavidad vacua del cerebro, sin estrellas ni flores, sin quietud ni silencio.

Página 172

A fin de cuentas el austriaco no sólo es un crítico de literatura, sino también un fervoroso lector que ha disfrutado y sufrido tanto como nosotros, que se acerca a las tres figuras con devoción, respeto y admiración, que es capaz de ser objetivo contando el estilo y la trama pero también el ardor que sentimos, la incertidumbre, el dolor que rasga conforme vamos leyendo.

En resumen, Tres maestros es una lectura muy enriquecedora, que nos acerca a las tres figuras pero que exige que conozcamos las obras a las que se refiere para poder captar toda la información (además de que se desvela parte esencial de sus novelas y argumentos).

Libro interesante, edición bonita, autor de los que hay que leer. Os lo recomiendo encarecidamente.

FICHA:

Te gustará si te gusta
  • Stefan Zweig, tanto en su faceta literaria como ensayística.
Pros
  • Cómo es capaz de explicar las sensaciones que nos sugiere el texto.
Contras
  • Si no hemos leído las novelas a las que se refiere nos perderemos en el análisis.

Namaste.

Autor, Literatura, Ospina

El año del verano que nunca llegó, William Ospina

Este año es el año. La conmemoración de los 200 años de la publicación Frankenstein, de Mary Shelley. Además de la relectura del clásico (del que por fin me he hecho con una edición decente en inglés, que pudisteis ver aquí). Decidí que también era buen momento para acercarme a El año del verano que nunca llegó, que ahonda sobre el momento de la escritura del libro, la mítica reunión en la villa Diodati.

El-año-del-veranoEl título hace referencia al verano de 1815: un año sin verano en Europa debido a la erupción de un volcán en Indonesia. Una de las condiciones por las que en junio seguía nevando, y que dicho periodo acabara registrando las temperaturas más bajas de un verano en todo el milenio.

No es de extrañar entonces que Byron, Percy Shelley, Claire Clermont, Polidori y Mary se reunieran alrededor de una chimenea y que naciera no sólo Frankenstein sino también la leyenda de el vampiro tal y como la conocemos.

Lo que nos trae Ospina es un poco de todo: tenemos ensayo, ya que conoceremos más en profundidad a los protagonistas (una parte muy interesante dado que algunos de ellos pueden resultar más desconocidos), pero también tenemos autoficción, el relato de la búsqueda de información del propio autor. Por último, algo de ficción al suponer o imaginar algunas de las cosas que ocurrieron en el castillo.

En mi caso, el libro ha ido de más a menos. La parte ensayística del comienzo consiguió captar mi atención, me pareció muy interesante todo lo que cuenta. Sin embargo, a partir de ese momento la narración se me hizo pesada, aburrida, con datos que poco me importaban, hasta llegar a un punto de total sopor.

Soy consciente de que el orden en el que escogemos las lecturas influye mucho en nuestra valoración de lo que leemos a continuación, y que como ya me ocurrió con El gatopardo tras leer La cartuja de Parma, flaco favor iba a hacerle a Ospina ser el último de varios libros de autoficción, en este caso El dolor de los demás, de Miguel Ángel Hernández, Una novela rusa de Carrère y Las posesiones, de Llucia Ramis.

Lo que no esperaba era que este libro, del que tenía unas expectativas muy altas, fuera a decepcionarme tanto, sobre todo cuando el comienzo prometía lo esperado. La sensación perenne de estar leyendo algo que no interesa, que el autor se está desviando de lo que realmente debería contar, que podría haberle sacado mucho más jugo a todo el trabajo que a ciencia cierta hizo para sacar este libro, la rabia al ver que con lo que tenía entre manos podría haber conseguido algo mucho más compacto, solamente si hubiera tenido claro el hilo que debía seguir.

En fin, que aunque El año del verano que nunca llegó tiene partes que se salvan, en general es un libro decepcionante por lo que pudo ser y no es.

FICHA:

Te gustará si te gustó
Pros
  • La parte ensayística es muy interesante.
Contras
  • El libro se desinfla según vas leyendo.
  • La sensación de que podría haber sido un libro muy interesante y ameno de haber seguido otro hilo conductor.

Namaste.