He recibido tantas veces la recomendación de leer a Marsé que tuve que anotar este título entre mis propósitos de 2023 para adelantarle posiciones en la lista y finalmente leerlo.
Y eso a pesar de que tengo Rabos de lagartija (Lumen) en casa, pero parece que este título era el más importante del autor catalán.
Últimas tardes con Teresa (Lumen, 2021) es la historia del Pijoaparte, un charnego buscavidas que quiere codearse con lo mejor de la sociedad catalana de la posguerra pero que vive con la chusma y trata de buscarse la vida con sus encantos de tipo guapo.
El Pijoaparte conoce a Maruja, sirvienta de Teresa, la que realmente le interesa, y de ahí el título y la historia. Teresa es una muchacha rica, de buena familia, universitaria revolucionaria e idealista, objeto ideal para el protagonista.
Sus miradas son, según ellos sean de pasmados o respetuosos, como las de niños excluidos de un huevo por sus propios compañeros, y arrinconados, olvidados por alguna razón que ellos parecen ignorar, están allí, cerca, por si les llaman. Su anhelo es ascentral y penoso, pero infinitamente más moral en todo caso que la idea de acumular dinero.
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Para ella, él representa esa realidad a la que tanto se refieren sus libros: pobre y obrero, que ha de buscarse la vida en un entorno dominado por la corrupción y el capitalismo.
Para él, ella es a aquello a lo que aspirar: pisazo en la ciudad, casita en la playa, sirvientes y dinero. Un mundo alejado de su vida actual, y que promete vacaciones al sol, buenas perspectivas económicas, totalmente alejado de una vida hacinados en un apartamento viejo, compartido por la familia de su hermano, que ha robar motocicletas para conseguir dinero.
Con este título me han sucedido varias cosas: la lectura enfebrecida del primer tercio de la novela, un sorprendente atasco en el segundo (acompañado con las típicas dudas sobre si esta historia sería realmente para mí) y la tercera parte, más rápida y dinámica pero buscando el fin de la historia más que otra cosa.
Me ha recordado mucho a El día del Watusi, y seguro que Casavella tomó como referencia al Pijoaparte para crear su historia. A la vez me ha parecido una historia más densa y lenta y con exceso de páginas de lo que pensaba. Esperaba una novela redonda y en mi opinión, dista un poco de eso.
Hay muchas maneras de ser imbécil y él (…), quién iba a decirlo, era uno de esos imbéciles que alcanzan la imbecilidad pretendiendo no serlo por todos los medios.
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Quizá, de nuevo, el problema hayan sido las expectativas: todo el mundo me decía lo maravillosa que era y lo muchísimo que me iba a gustar. Personalmente, puedo admitir el magnífico estilo de Marsé, que a la vez es enrevesado y complejo; pero diría que me ha interesado más el cómo que el qué.
Y es que el estilo de Marsé es abigarrado, complejo, con largas frases subordinadas que parece que no se van a terminar nunca, escaso en diálogos y prolijo en descripciones de todo tipo. A la vez es complejo, poético, literario a más no poder, exigente y rápido.
Es tu ausencia. Qué soledad por espantosa que fuese no sería un paraíso, qué horrible desgracia no sería una bendición, qué enfermedad no sería un lecho nupcial, qué miseria o dolor no sería una caricia comparadas con esta pena de no verte, amor mío…
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En definitiva, me quedo con una sensación agridulce. Esperaba que me gustara mucho más y eso mismo ha hecho que simplemente diga, bien, pero no es para tanto.
FICHA:
Te gustará si te gustó | – El día del Watusi, Fernando Casavella. |
Pros | – Retrato perfecto de la sociedad catalana. – Descubrir a Marsé y su complejo estilo. |
Contras | – Desigual en sus partes. |
Namaste.