Como ya os adelanté en el último IMM, este libro me tocó en un sorteo que organizó Isi.
Loriga es uno de esos autores que se hicieron muy famosos hace más de diez años. Recuerdo verlo por doquier en la estantería de la biblioteca. Incluso lo llegué a ponderar en la mano, cuando no hacía más que leer halagos de su estilo.
Ahora, por fin, me acerco al autor, y no es con otro que con Za Za, emperador de Ibiza, la última de sus novelas publicadas. Un título extraño con una portada en la misma línea.
Poco sabía del argumento de esta historia, aparte de conocer el nombre de Zacarías Zaragoza Zamora, protagonista de la novela.
El inicio no puede ser más desconcertante. Para que os hagáis una idea os dejo un fragmento:
Antes, es decir, entonces (hacía meno de seis años en realidad), el barril de petróleo costaba seis veces más que ahora, es decir que entonces, es decir antes, la cosas iban mejor, sobre todo para lo productores de petróleo. También la cocaína era más cara hace una década, y por aquel entonces -que es a todas luces un entonces ya muy lejano- los cocineros sólo eran famosos en Francia (es de suponer que a falta de otros famosos). Frente a ese mundo distinto que es el pasado reciente, sorprende ahora recordar que un grupo, un dúo en realidad, llamado Eveything but the Girl tenía un disco en el mercado que incluía una preciosa canción Missing (Like the Deserts Miss the Rain), que parecía el principio de algo, pero que sin duda era el final.
A menudo los icebergs flotan invertido.
Hay un entusiasmo muy peculiar que sólo acompaña al final de todas las cosas, como esos amigos íntimos que sólo se abrazan en los funerales.
Durante mis primeras páginas lo único que podía decirme a mí misma es que esperaba que no fuera todo el libro así. Efectivamente, después pasamos a una narración más lineal, en la que se nos presenta un personaje retirado en la isla de Ibiza al que el pasado le persigue en forma de barco enorme o de droga de diseño.
El estilo está lleno de humor y de un claro intento de ingenio. Sin embargo, para mí se queda corto porque desde fuera, leyendo simplemente la sinopsis, promete más que lo realmente ofrece. Es cierto que tiene destellos de sarcasmos y que llaman a la sonrisa del lector, pero son minoría. Por eso mismo me ha recordado a un globo. Uno de esos antojos que de niños tenemos por el objeto más brillante y colorido, aunque después no sepamos muy bien qué es lo que hace el producto. Lo tienes en tu poder pero te das cuenta de que no se puede lanzar ni golpear, porque no es una pelota; es delicado y hay que ser cuidadoso. En definitiva, es bonito y superficial.
Llamadme pragmática pero no es eso lo que busco en un libro.
Y es que la editorial lo vende como imprescindible, como autor indispensable en nuestras lecturas; una pose de poeta bolañesco reafirma esa idea: el autor es una promesa de las letras hispánicas a pesar de que esté más cerca de los cincuenta de lo que le gustaría. Ya sabemos lo malas que son las expectativas, señores. Juegan siempre en contra…
A fin de cuentas cuando llegué a la última página me di cuenta de que es el típico libro que no recordaré dentro de cinco años. Entre otras cosas por la abundancia de fragmentos forzados e impostados o de las frases simplonas y carentes de humor. Aunque el punto de partida no es malo me parece que no sabe resolverlo y aprovechar las oportunidades que se le presentaban.
Una historia rocambolesca que bien vale una tarde en la playa. Pero más, queridos lectores, no.
La arrogancia de la enésima juventud triunfante chocando contra las rocas testarudas de la historia. Una ensalada diabólica, se coma como se coma. Mejor no comer, pero algo hay que comer…
Mejor olvidar.
Pero algo hay que olvidar.
(…)
Bienvenido a Estos Días.
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