Al hilo de lo que os comenté en la última entrada, os traigo hoy uno de esos libros que levantan el ánimo lector y nos animan a superar crisis y bloqueos lectores.
En primer lugar, se trata de un libro que habla sobre libros. Eso siempre es un acicate para comenzar un libro. ¿Quién no ha comprado un libro porque en la sinopsis o en el título se mencionen las palabras “libros” o “librería”? No sé si será curiosidad o qué, pero conmigo siempre funciona esa estrategia.
Además, el libro que os traigo hoy es cortito, engancha y es perfecto para una tarde cualquiera de un domingo en el que no tengamos ganas de salir de casa. Se lee en un rato.
Por si fuera poco, narra las conversaciones (sorprendentemente) reales con las que se topan los pacientes libreros cuando entra un cliente por la puerta. Alucina pensar el tipo de comentarios y preguntas surrealistas que hacen las personas que pasan por allí. Cualquiera diría que es todo inventado, pero como dice la manida expresión, la realidad siempre supera la ficción…
CLIENTE: Quiero el libro más pesado que tengan, por favor.
LIBRERO (atónito): ¿Quiere el libro más aburrido?
CLIENTE: No, no, literalmente pesado.
Página 48
Y así, página a página y conversación a conversación el lector se encuentra con que no puede parar de reír de las ocurrencias de la gente.
CLIENTE: Quiero un libro sobre el Apocalipsis para un niño de trece años.
LIBRERO: Pues no sé… ¿qué es lo último que ha leído ese niño?
CLIENTE: Gerónimo Stilton.
Página 139
Cuando uno se da cuenta, el libro ya se ha terminado y en nuestra cara se ha quedado prendada una sonrisa.
Desde aquí, gracias a la Editorial Malpaso por enviármelo… y vosotros atentos porque habrá sorpresas…
Llega el momento de la tercera y última parte del resumen de 2011.
Me alegra poder decir que este año ha sido muy bueno en cuanto a las lecturas que más me han gustado, y eso implica en que me ha sido difícil elegir cuáles debían de quedar fuera de esta lista.
Para facilitar la tarea, voy a dividir lo que más me ha gustado en dos: unos, los que son entretenidos, y me han gustado y los otros son los que más me han gustado de todos (en ambos casos, el orden no implica jerarquía).
Entretenimiento y algo más.
Tokio blues. Norwegian Wood. Haruki Murakami. Bastante comenté ya en aquélla entrada. Pues bien, si Murakami no me convenció en otras ocasiones, en esta historia de melancolía y amor sí que lo hizo. De momento el libro que más me ha gustado de lo poco que he leído de él.
Recuerdos de un callejón sin salida. Banana Yoshimoto. Una completa desconocida que llegó a mis manos por casualidad, y que con su melancolía y delicadeza me convenció completamente con estos relatos que nos ofrece en esta edición.
La maravillosa vida breve de Oscar Wao. Junot Díaz. Uno para desengrasar. Más frívolo que los que figuran aquí, más superficial, más nerd. Una novela que figuraba desde hace mucho entre mi lista de pendientes y que por fin leí en 2011.
Una temporada para silbar. Iván Doig. Una tierna historia que tiene como protagonista a una familia estadounidense al contratar a una nueva doncella.
Cuatro hermanas. Jetta Carleton. Otra preciosa novela de Libros del Asteroide, en este caso la visión de una familia cuyos componentes tienen mucho que contar. He dudado si ponerla en el otro apartado. Muy recomendable.
Vive como puedas. Joaquín Berges. Otro descubrimiento: en este caso se trata de una historia muy divertida pero que al mismo tiempo tiene mucho de real. La mezcla resulta interesante:
El infierno de los jemeres rojos. Denise Affonço. Muy duro. No sé si me dieron más miedo los brutales actos que se cometieron o que se aconteciera en la década de los setenta. Hace cuatro días.
Joyas o lo que mejor he leído en 2011
El ruletista. Mircea Cartarescu. Todo un descubrimiento, este autor que no conocía de nada. Y de repente llega y con un librito de apenas ochenta páginas me hace pasar un mal rato, me incomoda y me estresa.
Momentos estelares de la humanidad. Stefan Zweig. El primer libro que leo del austríaco y doy fe de que no será el último. Su pulcro estilo y su mezcla entre historia y novela son dos rasgos suficientes como para decidirse a leerle. Y por qué no, con este libro.
Plenilunio. Antonio Muñoz Molina. Ya era hora. Sí, ya era hora de que leyera un libro de Muñoz Molina. Salí encantada, por ese estilo, por el modo de encadenar las frases. Lo que otros lo hacen difícil, él lo hace fácil. Si tuviera que compararle con su contemporáneo Marías, diría que Marías sale perdiendo. Pero bien es cierto que me queda mucho por leer de ambos. ¿Alguna sugerencia?
El arte de volar. Antonio Altarriba y Kim. Si tuviera que escoger la novela gráfica que más me ha gustado, sería ésta. Por lo brutal de la historia y porque además es cierta y nos pilla muy cerca. Con permiso de Asterios Polyp es la novela gráfica que más me ha gustado.
La ofensa. Ricardo Menéndez Salmón. Lo trágico, la guerra, la incertidumbre… estos temas se tratan en la novela utilizando un estilo que roza lo poético, con una elección muy cuidada de las palabras. Para releerla, sin duda alguna.
El inicio de la primavera. Penelope Fitzgerald. A Fitzgerald ya la conocía por La librería, pero esta novela me aportó mucho más. Por la forma: el impecable estilo de la autora. Por el fondo: una compleja novela que encara diversos aspectos del Moscú de principios del siglo XX. Redonda.
El siglo de las luces. Alejo Carpentier. La Revolución Francesa desde el otro lado del Atlántico. Una novela superlativa.
Los enamoramientos. Javier Marías. Cuando leí que Marías hablaba de asesinatos en su última novela, me extrañó. Por supuesto, se equivocaban. La muerte la utiliza como punto de partida para hablar del amor y de la ausencia. El autor tiene su propio estilo: si te gusta, es una apuesta segura. Si no, mejor pasa a otra cosa.
Las partículas elementales. Michel Houellebecq. Un autor del que mucho se ha dicho y al que leí, por primera vez en 2011. Un acercamiento acertado. Una novela que tiene de todo. Es muy inteligente este francés.
Y vosotros, ¿cuáles son los libros que más os gustaron de 2011? ¿Tenéis alguno para recomendarme?
Esto es todo por el momento. En breve, más reseñas de libros que leí en 2011 pero que no me dió tiempo a reseñar.
¡Feliz 2012 a todos! (y si es el fin del mundo, que nos pille leyendo) 🙂
Tras haber leído La librería de la misma autora, los prejuicios me empujaron a creer que iba a encontrar algo ligeramente distinto. Pensaba encontrarme con un mundo sajón, quizá londinense. Y lo que uno se encuentra es Moscú en invierno, un ambiente tan radicalmente opuesto a mi idea original que me sorprendió.
Portada de «El inicio de la primavera», de Fitzgerald
La trama de El inicio de la primavera se centra en una familia inglesa y de posibles que regenta una imprenta en la Rusia de principios del siglo XX. La novela comienza en el momento en el que la madre abandona a la familia.
Partiendo de este inicio, Fitzgerald crea un universo en el que es capaz de contar desde los grandes acontecimientos, como los devenires políticos y cambios sociales, hasta los pequeños detalles: el modo de trabajar en una imprenta, las miradas de unos personajes a otros…. etc.
Todo ello aderezado con unas descripciones que, aunque no abundan demasiado, son totalmente exactas, llamativas y preciosas.
¿Cómo puede contar tanto y no caer en la pesadez? ¿Cómo condensar tantos temas sin ser aburrida? ¿Cuál es su secreto? La sutileza. No nos cuenta cada detalle, cada palabra y cada gesto, sino que nos da un esbozo, un guiño y una frase. Lo relevante es que su estilo va calando poco a poco: no hay muchas descripciones, pero las que incluye son elocuentes; no hay demasiados personajes, pero los que existen son un modo de ejemplificar a todo un grupo de individuos, es decir, como un modo de actuar, como una silueta de una escena más grande.
La mezcla de todo lo anterior da lugar a una novela elegante, donde tiene cabida tanto el relato social de la época, como la crítica a determinados sectores de la población y donde al mismo tiempo juega un papel importante la intriga y las incógnitas que nos va planteando.
Lo que Fitzgerald propone es una novela compleja, que se puede mirar desde tantos ámbitos como ella propone. Es una novela de silencios y espacios, donde le toca al lector imaginarse determinados aspectos, donde no todo está dicho, lo cual, a mi entender, le aporta si cabe más valor.
Se trata, pues, de una novela muy interesante, compleja y tupida, con más fondo del que se ve a simple vista. Me ha gustado aún más que La librería, por lo simple que parece y la de vericuetos que tiene. Sin duda, la prosa de Fitzgerald se puede calificar como impecable.
FICHA:
Te gustará si te gustó
La librería, Penelope Fitzgerald. (en cuanto al estilo)
Germinal, Émile Zola (por la visión general de una vida)
Pros
Es muy completa, ya que encara diversas perspectivas de la vida.
El estilo de la autora es elegante y a la vez, crítico.
Contras
El inicio de la novela puede dar lugar a confusión. Hay que continuar leyendo para saber qué es realmente esta novela.
¡Hola a todos de nuevo! Tras un paréntesis en el que no he parado de leer pero en el que no he tenido tiempo suficiente como para ponerme a escribir reseñas, vuelvo con la esperanza de recuperar la frecuencia en los posts.
Portada de "Las señoritas de escasos medios"
La novela que os traigo hoy está ambientada en el Londres de la Segunda Guerra Mundial y tiene como protagonistas a un grupo de jóvenes que viven en una residencia.
Si miramos con una lupa, fijándonos en todos los detalles, nos encontramos con varios personajes, con características propias y singularidades determinadas. Lo micro son los detalles: cómo ir a la moda en una época complicada, el modo de conocer a pretendientes para marido, su visión del futuro o del pasado…
Si, por el contrario, contemplamos el conjunto, se trata de una combinación mucho más compleja que aúna la situación bélica con el modo de aislarse de la tristeza y la soledad; las ganas de sobrevivir con los ánimos diezmados de la escasez, o la perspectiva del pasado y el incierto futuro, la influencia de un momento que supuso un antes y un después en la Historia.
Muriel Spark desarrolla una técnica sencilla, en la que de un lado, describe el presente en el club para señoritas y de otro salta temporalmente para mostrarnos algo de lo que ocurre más allá de aquélla época determinada. Con ello consigue dar dinamismo a la novela, mantener con la intriga al lector y conseguir una mayor uniformidad al ver, de un vistazo, quiénes son y cómo serán determinados personajes.
Pero Spark no se queda sólo en aparente simplicidad, ya que aunque no existan demasiadas descripciones y sea una novela prácticamente de diálogos, consigue dejar su marca con un rasgo de elegancia que la distingue de otras historias similares. No en vano puede llegar a recordar a Penelope Fitzgerald, autora de La librería, por la sutil mezcla de melancolía y realidad con ironía y sugerentes silencios.
Aunque se trate de uno de los referentes de la literatura inglesa de posguerra, a mi entender se trata de una novela de costumbres pura y dura en la que, a pesar de que albergue una doble visión del momento bélico, no se ahonda en la profundidad de los tramas ni de la situación. Es más bien una novela entretenida y elegante, pero sin grandes aspavientos. En cualquier caso, se trata de una lectura agradable y con estilo propio. Y teniendo en cuenta ciertos batacazos recientes, me doy por satisfecha.
Vuelvo con un IMM cargadito, por aquéllo de ir dejando las cosas pendientes… así que aquí están, todos de golpe:
Adquisiciones de Impedimenta
Las batallas perdidas, Eudora Welty. Una autora a la que llevaba tiempo siguiéndole la pista, y a la que por fin podré leer. En mi mente estaba La hija del optimista, la obra por la que ganó el Pulitzer, pero después pensé que quizá sería mejor dejar la guinda para el final. Estoy deseando empezarlo.
Sábado por la noche y domingo por la mañana, Alan Sillitoe. Una de las novedades de Impedimenta, con una de las portadas que más me han gustado de la editorial (lo cual ya es decir). Tiene muy pero que muy buena pinta.
El inicio de la primavera, Penelope Fitzgerald. La autora de La librería nos lleva a Moscú para contarnos una historia de cambios. No sé más, que quiero llevarme la sorpresa según vaya leyendo.
Las señoritas de escasos medios, Muriel Spark. He leído buenas críticas de esta novela (desgraciadamente no sé dónde) y tenía ganas por probar. Y aquí está.
¡Libros, libros!
Punto omega, de Don Delillo. EL libro. Con mayúsculas. Porque después de que @gancedo hablara tan bien de él, me decidí a leerlo en un breve período. Así que lo busqué y lo encontré. No sé por qué esperaba un libro mucho más grueso.
La ofensa, Ricardo Menéndez Salmón. Un autor del que mucha gente ha hablado en un corto período de tiempo y que tengo curiosidad por conocer. No sé si es la mejor opción para empezar a leerle, porque he visto reseñado alguna vez su otra novela La luz es más antigua que el amor. Por algún motivo desconocido, no quería leer ese. (Y ahora me doy cuenta de que Bartleby lo leyó y no le gustó demasiado)
El hombre del traje gris, Sloan Wilson. Es la novela que estoy leyendo actualmente. Y sí, seguro que a vosotros os ha venido a la cabeza la canción de Sabina. Poco hay que añadir sobre la trama si escucháis la canción.
La muerte del adversario, Hans Keilson. Uno de esos libros que no conoces, pero que lees la contraportada y te atrae.
Una habitación en Holanda, Pierre Bergouniox. Algo similar al anterior me pasó con éste. Holanda y Descartes en una misma frase. Me apetecía un libro diferente a las novelas al uso que suelo leer.
Y vosotros, ¿habéis leído alguno de ellos? ¿Qué os parecieron?
Esto es todo por el momento. Prometo volver con una reseña, que tengo varias pendientes.
En la Universidad siempre se hacía hincapié en la necesidad de conocer el producto que se vende. Me parecía tan de perogrullo, tan de se sentido común, que me parecía una redundacia o que valiera la pena decirlo.
Con el tiempo me he dado cuenta de que algo tan básico como eso, se olvida frecuentemente (haciendo totalmente usual lo que dice el refrán: “el sentido común es el menos común de los sentidos”).
Leyendo La librería, lo vi claro: la protagonista no tenía mucha idea de libros, básicamente se dejaba timar. Mientras iba pasando las páginas, pensaba: “¿Cómo alguien que no sabe los libros que existen, las editoriales y las modas, monta una librería? ¡Pero si es como que persona que no distingue una lubina de una trucha abra una pescadería!”
Desgraciadamente, es frecuente. En ocasiones me da la sensación de que nosotros, los bloggers, conocemos más novedades, más autores y más editoriales que la gente que se dedica plenamente a ello. Teniendo en cuenta de que esto es un hobby para nosotros, no dice mucho a favor de los libreros.
Cara de "a mí no me tomes por tonto".
Por supuesto, no pretendo generalizar. Como en todos los grupos de lo que sea, hay de todo: hay libreros que te leen la mente y te dicen cuándo, cómo y de qué modo se publicará el libro que buscas, pero los hay también que cuando preguntas por Cumbres Borrascosas te preguntan si lo acaban de publicar. Aquí es donde tenemos un problema. Si ignoras que se publicó hace más de cien años, ¿cómo me voy a fiar de que simplemente sepas quién lo escribió? Si no tienes Los miserables en tu librería, ¿cómo te voy a pedir un libro menos conocido?
Los hay que parece que tratan al cliente como si fuera tonto. No sé si pensar qué es mejor: que sea porque soy joven, porque soy mujer o porque tengo cara de tonta, pero si te pregunto si tienes alguna de las obras de Dickens, ¿por qué me intentas colocar la saga de Proust? ¿Acaso cuando vas a por un kilo de tomates el frutero te dice “no tengo, pero llévate un kilo de manzanas, que total son del mismo color”? ¿Crees que no distingo uno de otro? ¿Que no se lo que compro o que sólo quiero los libros para que hagan decoración en la estantería?
Es peligroso presuponer que alguien sabe menos que tú, y más en el mundo de los negocios. En el ámbito social, te ganarás la antipatía de alguien, pero en el económico, estás perdido, porque no te van a tomar en serio. Aun recuerdo cuando un banquero trataba de colocarme un activo financiero explicándome lo que era el IBEX, de una forma ridícula e inexacta. O de cuando en una conferencia de la facultad de Derecho uno de los ponentes repetía cada diez minutos que como no sabíamos de economía no podía ahondar en lo que, precisamente venía a explicar.
Comentaba hace poco con alguien cercano que es necesario leer a los clásicos para acabar con los listillos. Siempre hay un listo que te dice: “¿y a tí que tanto te gustan los libros no has leido La Divina Comedia?” (y luego pone una cara de “pues no te gustarán tanto”). Pues no, no he leído el libro de Dante. En una ocasión me pasó lo mismo con la novela de Sánchez Ferlosio, El Jarama. Aquella persona decía que era el mejor libro escrito en literatura castellana (ahí es nada). Lo leí, simplemente para que después pueda decir que lo había leído y poder criticarlo con conocimiento de causa. Más tarde, me enteré que esa persona en cuestión hablaba de oídas: había oído a alguien que decía que otro había dicho que era muy bueno.
Sí, me quedé con cara de tonta. Porque el libro me pareció un truño, lo primero. Lo segundo por creerme algo así. Lo segundo por ser ingenua y pensar que lo había leído.
En cualquier caso, ninguna de estas situaciones me preocupan. Sé que ellos saben lo que opino de ellos, porque como dice Pla en El cuaderno gris:
Los ojos, pequeños, cerrados dentro de una rendija de hucha, tienen cierta vivacidad, mucha movilidad y son -según me han dicho- muy impresionables. Tanto a la visión exterior como a los reflejos internos. Son unos ojos sin educación y sin hipocresía, que me traicionan, según parece, a cada momento. Este defecto de mis ojos es característica de mis facciones, extremadamente móviles -de una movilidad tan acusada que siempre que algún amigo dibujante ha querido hacerme un retrato de frente lo ha tenido que dejar por imposible rápidamente. Es triste no poder disponer de unas facciones estáticas, fijas y académicas, de un mecanismo facial impasible. Porque, ¿de qué sirven unas facciones así? ¿Qué significan? -como la frente ancha o es un síntoma de inteligencia, digan lo que digan los novelistas. Con una cara tan móvil, vale más no moverse de casa, abstenerse de todo contacto con la gente. Si no podéis disimular los sentimientos que otros os provocan -si no podéis disimular las decepciones de las señoritas- vale más retirarse a la Tebaida de la misantropía. Creo que es un buen consejo para todas las persona que tienen la desgracia de tener unas facciones como las mías.
Florence Green decide abrir una librería en un pequeño pueblo de la costa inglesa. Para ello, adquiere un edificio en ruinas y comienza a comprar los libros que necesita para poder llevar a cabo su objetivo.
Lo que podría parecer un inicio de negocio como cualquier otro se convierte en una molestia para algunos de los habitantes del pueblo, que harán lo imposible para evitar que la librería salga adelante.
Penelope Fitzgerald desarrolla la novela con una prosa elegante y precisa, con la que consigue envolver al lector y trasladarle a otro tiempo en el que se tenía miedo al diferente y donde los cambios eran, desgraciadamente, mal vistos.
La novela es, además, un alegato a favor de la cultura, de la democratización de esta y de la lucha por el conocimiento, algo que podemos comprobar claramente en fragmentos como el siguiente:
Un buen libro es la preciosa savia del alma de un maestro, embalsada y atesorada intencionadamente para una vida más allá de la vida, y como tal, no hay duda de que debe ser un artículo de primera necesidad.
Además, hay que destacar lo acertado de las descripciones y la sutileza en la composición:
Lo que podía parecer una delicadeza por su parte, normalmente no era más que una forma de evitar líos; lo que parecía simpatía era en realidad el resultado de su instinto para esquivar cualquier problema antes de que éste se originara. Era difícil imaginar lo que supondría hacerse viejo para una persona así. Sus emociones, a base de no ejercitarlas, casi habían desaparecido. Había descubierto que la capacidad para adaptarse resultaba tan adecuada para salirse con la suya como la propia curiosidad.
A diferencia de otras novelas cortas, donde apenas existe profundidad, en La libreríala autora consigue estructurar muy bien la trama y crea unos personajes reales y creíbles.
Leyendo algunas reseñas de otros bloggers, como Laura, de Cargada de Libros, le achaca que realmente el tema literario se trata poco en la novela. Es cierto que en ningún momento se hace una relación de los libros que adquiere Florence Green, pero desde mi punto de vista el tema ahonda más en el hecho de vender libros, es decir, en la peligrosidad de leer, saber o informarse de algo diferente al saber oral. Es más bien la cuestión casi medieval de que el que tiene, compra o vende libros es alguien distinto, que puede quizá engañar, quizá pervertir. En fin de cuentas, el miedo a lo desconocido.
De las pocas menciones de libros, destaca la siguiente:
– ¿Qué? ¿Al final va a encargar Lolita?
– Todavía no lo he decidido. He pedido un ejemplar de lectura. Estoy algo desconcertada por lo que han dicho sobre ella los periódicos americanos. Un crítico ha afirmado que su publicación era una mala noticia para el ramo y para los lectores, porque era aburrida, pretenciosa, de lenguaje florido y repulsiva. Pero por otro lado había un artículo de Graham Greene que decía que era una obra maestra.
(INCISO: hay que ver cómo son las casualidades. Justo cuando estaba leyendo Lolita, me encuentro con este fragmento. Próximamente la reseña.).
En definitiva, una novela interesante y amena, con un estilo delicado que sorprende por su estilo,su ironía y el componente de realidad que emana de ella. Totalmente recomendable.
FICHA:
Te gustará si te gustó
Sentido y sensibilidad, Jane Austen.
La importancia de llamarse Ernesto. Oscar Wilde.
Pros
La sutileza y elegancia de la autora que combina con una fantástica ironía. El tema que envuelve la novela.
La magnífica edición de Impedimenta: buena traducción y ni un error ortográfico o tipográfico.
Contras
La semejanza con determinadas realidades actuales.
Los tres libros los he comprado en una edición especial de Alfaguara en conmemoración a su reciente Premio Nobel de Literatura. Me parece que tendrán que esperar un poco a ser leídos, sobre todo teniendo en cuenta la lista de pendientes, que no hace más que crecer.
Los demás, que podéis ver en la imagen, son:
En el café de la juventud perdida. Patrick Modiano. Un libro que me recomendaron hace mucho (acabo de revisarlo, no sé quién fue, ¡que se manifieste!) y que tengo muchas ganas de leer. Tiene buena pinta. La reseña, aquí.
La librería. Penelope Fitzgerald. El libro que acabo de terminar hace poco y que me ha sorprendido gratamente.
Vercoquin y el plancton. Boris Vian. La primera novela de mi querido Vian. Dicen que tiene tintes autobiográficos…. ya os contaré. Seguro que no me defrauda.