Literatura, Stach

Kafka, Reiner Stach

La absolutamente descomunal y última biografía de Franz Kafka pasó a mi lista de deseables desde que vi que Acantilado la publicaba en 2016. No mucho después me encontré con este artículo de opinión con el que, al contrario que pudiera parecer, me entraron más ganas de leerlo, a pesar de su más que cuestionable título.

Todos sabemos que la pluma de Alberto Olmos es muy crítica, muchos dicen que demasiado, que le gusta la polémica y dar que hablar. La verdad es que me guardé el enlace para comprobar si le daba la razón en algunas de las cosas que menciona (spoiler: sí).

KfkaKafka, de Reiner Stach es una biografía enorme, editada en dos tomos de más de 1200 páginas cada uno. Páginas de papel de biblia, tapa dura, edición con caja apta para los más bibliófilos, y Kafka, autor objeto de culto para muchos.

Como imaginaréis, su lectura me ha acompañado muchos meses. Prácticamente todo el año 2019: lo empecé en abril y lo terminé la tarde del 31 de diciembre. Un libro tan largo necesita mucho, mucho tiempo para abarcarlo. También se ha hecho esperar esta reseña: lleva en el tintero desde enero pero la dejé reposar tanto que aquéllo parece un pasado de otra vida.

Una vez explicado lo visible llegamos a lo que nos ofrece la lectura: como podréis imaginar por la extensión se trata de una biografía muy pormenorizada de la vida del insigne checo, que incluye fragmentos, citas, cartas, fotografías y detalles de sus relaciones familiares y amistosas, de sus viajes, su trabajo y todo lo relacionado con la literatura y el momento de empezar a escribir.

2.400 páginas son muchas. Son muchas, muchas páginas. Muchas muchas para hablar de UN solo autor, de UN solo escritor del que para más inri no vivió demasiado, no fue demasiado prolífico ni tuvo demasiado éxito y no nos quedó demasiada información que trocear.

Teniendo lo anterior en cuenta, la estrategia de Stach es bien sencilla: como realmente hay muchas cosas con las que indirectamente se puede hablar de Kafka, pues hablemos de ellas, lo cual incluye la historia de Checoslovaquia, la descripción de los barrios de Praga, las consecuencias que tuvo el Plan de Saneamiento de la ciudad, por mencionar tres.

¿Quién puede decir que esto NO es hablar de Kafka? ¿Puede alguien dudar de que Kafka no era checo, praguense y judío? Y claro, ya que hablamos de Kafka tenemos que hablar de Max Brod, lo que lleva a Stach a hablar de la vida de Brod, de su obra y también de  su vida personal. Pero claro, si Kafka tenía otros amigos y otros compañeros, pues incluyamos unas cuantas páginas de la vida y obra de cada uno ellos. Y así, porque Kafka trabajaba en una compañía de seguros, también conoceremos los cambios legislativos de los seguros en la Praga de la época, los cambios por los que se tuvo que aplicar con su checo o las puntas de trabajo que le originó la nueva normativa: ¿qué mejor que contarnos el absolutamente tedioso trabajo de Franz que haciéndonos partícipes de él?

¿Acaso alguno de vosotros, malpensados, se le ha pasado por la cabeza pensar que esto son trampas? ¿Que realmente no está hablando de Kafka sino que se centra en otras personas que no son el autor objeto de estudio? Cómo sois.

Aunque claro, algunos podrían opinar que conocer determinados cambios legislativos que le afectaban a Kafka en su día a día no implica que conozcamos más a la persona. ¿Qué me decís, lectores que estáis al otro lado? ¿Si alguien desmenuzara vuestra rutina, explicando con detalle en qué trabajáis, la normativa relacionada que se os influye, sea cual sea, diríais que os conoce mejor? ¿Aporta algo saber con qué producto de limpieza os abasteceis en el supermercado? ¿Os describe de algún modo saber a qué supermercado vais a comprar?

En la noche del 21 de junio de 1621 reinaba en la ciudad vieja de Praga una tensión pletórica de miedo. Casi nadie fue capaz de entregarse al sueño, se cuchicheaba y se rezaba en grupo, se comprobaban los cerrojos de las puertas y se prestaba oídos al exterior, donde ruidos marciales anunciaban los horrores al día siguiente.

Página 54 (el capítulo se llama No pasa nada en Praga y me parece muy acertado).

Una de las principales fuentes para conocer a Kafka que utiliza Stach son las cartas y los diarios. Tener de primera mano escritos personales de Kafka ayuda a comprender sus actos y podemos conocer más a fondo lo que pensaba. El problema es que acudir a las cartas nos conduce, obviamente, a conocer no lo que pensaba, sino lo que escribió. Y en relación a los diarios, lo que queda que escribió después de un proceso de edición enorme así como la pérdida de otros tantos tras la muerte del checo. En resumen: es bien complejo saber qué se le pasaba realmente a alguien. O quizá interesa darle más importancia de la que tiene a una carta, porque para Stach en un texto no se puede sino ser siempre sincero. Siempre, siempre, siempre.

Entonces, ¿corresponde al biógrafo rellenar los huecos de cosas que no dijo, de actos que no sabemos? Para Stach sí. Para Stach es lícito que él explique cómo se sentía Kafka a raíz de un comentario que le escribió a Brod, o lo que pensaba realmente de un problema que tenía. ¿Acaso los demás tenemos argumentos para llevarle la contraria?

Para Stach sí pero para mí, no. Todo lo que se sale de lo que se lee o de la biografía es hipótesis. Y siguiendo ese hilo cualquier otra conclusión a la que llegue esta hipótesis es pura invención:

Hacía diez años que Kafka no veía el mar, y le pareció como si se hubiera vuelto más bello durante ese largo tiempo. Le hacía feliz verlo, aunque ya no pudiera sumergirse en él con tanta inocencia como antes.

Página 2144

Parece como si Stach tratara a su biografiado como una personaje de novela, algo que podemos apreciar a lo largo de todo el libro: por un lado, lo trata de forma uniforme, como si fuera la misma persona con 18 años que con 30. Por otro, el autor opta por organizar gran parte del libro por temáticas, incluyendo pocas fechas y apoyándose en textos anteriores o posteriores al momento en el que se supone que está para reafirmar su argumento.

Con esto no quiero decir que la biografía no esté ordenada cronológicamente, porque obviamente, empieza con el nacimiento de Kafka (o con el momento histórico) y el libro termina con su muerte, pero lo cierto es que durante este camino, Stach se bifurca en temáticas diversas y acaba generando situaciones absurdas, no por los saltos temporales sino por incluir una carta de 1918 para reforzar una teoría de 1915. Me ha ocurrido que he tenido que revisar en qué año estaba porque me despistaban los fragmentos. En este sentido, me ha ayudado tener a mano el cómic de la biografía de Kafka de Robert Crumb. Como podréis imaginar, es un libro prácticamente esquemático comparado con este ensayo, pero en los momentos iniciales Stach se empeña en hacer referencias a personas que aparecen más tarde en la vida del escritor (como Felice y Milena), así que conocer a grandes rasgos la vida de Kafka es recomendable.

En general, el tono de Stach se mueve en un terreno de soberbia y ego difícil de obviar:

El biógrafo no puede dar consejos, y el diagnóstico a distancia, sin tener en consideración los cambios habido en las relaciones humanas en el transcurso de generaciones, incluso de épocas sucesivas, es una de las más repugnantes manifestaciones secundarias de esa nivelación histórica que se viene observando desde hace décadas, bajo el imperio discursivo de la psicología.

Página 1127

Critica Olmos en el artículo que ha encontrado dos erratas. No puedo más que llevarle la contraria. ¿Dos? ¿Sólo dos? ¡Si antes de llegar a la página 150 yo había encontrado por lo menos cuatro! ¿Será que  leyó menos de las 1.200 páginas que admite que leyó realmente? No lo sé. Lo que sí que puedo decir es que me he encontrado decenas de erratas. Decenas. Lo cual, quizá, no tiene tanta importancia si tenemos en cuenta que se trata de un libro tan inmenso. No sé, casi parece imposible que se edite una biografía de estas características sin una sola errata (pensamiento de Laura cuando iba por la página 600). Sin embargo, cambié radicalmente de opinión cuando llegué a la página 716 y me encontré una errata en el apellido del autor. Sí, habéis leído bien. Yo tampoco podía creérmelo. Tuve que parpadear y mirar de nuevo, porque no podía ser. Porque sencillamente no me cabe en la cabeza cómo se puede dejar mal escrito el puñetero apellido del autor sobre el que trata el libro, que para más inri tiene CINCO PUTAS LETRAS Y SE REPITEN CON DOS CONSONANTES Y UNA SOLA VOCAL. Con ello no quiero decir que un apellido más largo hubiera tenido menos delito, solo puntualizar que si escribes mal Knausgård al menos hay una cierta dificultad, dos vocales, varias consonantes juntas y hasta un circulito encima de la a.

Pero, y aquí viene lo mejor, esa errata no ocurre una sola vez, porque, voilà, en la página 1478 vuelve a aparecer. ¡Albricias! ¡Viva Kakfa!

También he encontrado exasperantes algunas de las expresiones que se incluyen. No digo que no sean correctas, sólo que me chirría el abuso de los anglicismos para referirse a determinadas cosas que se podrían haber traducido con una palabra en castellano. Quizá si la biografía hubiera sido de Bill Gates pues vale, incluye lo de start-up y aquí paz y después gloria, pero siendo de un escritor praguense que vivió entre el siglo S.XIX y el XX pues no entiendo bien por qué optar por small-talk teniendo otras muchísimas otras opciones. Quizá es que no seamos native speakers y no entendemos la modernidad.

De hecho Kafka tuvo la sangre fría de viajar en Pentecostés (…) y, en medio de las masas de excursionistas, visitar algunos hot spots recomendados por la guía Baedeker.

Página 1497

Dice Olmos:

¿De verdad alguien está leyendo una pedazo biografía de Kafka de más de 2000 páginas para mencionarlo con pedantería en cualquier reunión social que se precie? Olmos debe de tener unos amigos muy redichos o una vida muy aburrida para recurrir a esto.

En este punto no puedo sino llevarle la contraria: a mí sí me interesa cuántas habitaciones tenía la casa de soltero de Kafka. Entre otras cosas porque puede afectar muy mucho a su proceso creativo (¿acaso no era importante saber que Kennedy Toole escribía en una base militar o que Kerouac alquilaba la máquina de escribir? ¿No es importante saber si Dickens publicaba por fascículos o si Bolaño tenía problemas financieros?)

Aunque sí coincido con Olmos en una cosa: cualquier buena biografía que se precie ha de basarse en algo contundente: si se admite que el autor estaba contento / deprimido / eufórico debe ser porque lo dijo, lo escribió o lo comentó. No porque imaginamos que debió de sentirse de una terminada forma en una situación. ¿Cuál es el problema? Que si lo que vas a hacer es transmitir lo que Kafka escribió por carta, dime por qué narices estoy leyendo una biografía de 2000 páginas en lugar del diario de marras. Preguntas sin respuesta.

Pero es que hay más: el autor es capaz de utilizar el mismo argumento para decir una cosa y su opuesto: si en la página 1836 nos dice que Conversaciones con Kafka de Gustav Janouch no es una fuente fiable porque se han comprobado numerosos errores cronológicos (nota al pie 14, página 1836), esa misma fuente tiene validez en la siguiente página. Bienvenidos a la nave del misterio.

Obviamente no todo van a ser cosas negativas: se incluyen fragmentos interesantes de la obra del checo, además de conocer muchos aspectos de su vida que sí me parecen interesantes (qué tipo de estudiante era, las influencias de los amigos y los círculos literarios en los que se movía), los viajes que hacía, qué veía, en qué se interesaba, o la historia de la idea que quería patentar con Max Brod… y para un fanático resulta muy interesante indagar en esos detalles, consiguiendo una imagen más global y poliédrica del autor. Te deja además con las ganas de leer las fuentes a las se refiere: las cartas, los diarios y el resto de obra que aún me queda por conocer. Este libro alimenta tus ganas de seguir leyendo a Kafka.

Si habéis llegado hasta aquí, gracias. Prometo que esta reseña interminable será una excepción.

Sigamos leyendo.

Namaste.

 

 

Autor, Kafka, Literatura

En la colonia penitenciaria, Franz Kafka

Mientras leía la apabullante biografía de Kafka escrita por Reiner Stach (sigo con ella, espero terminarla este año) me iba enfangando más y más en la vida del checo; hasta que llegó un momento en el que decidí que también me apetecía leer alguna de sus obras. De Kafka he leído La metamorfosis, El proceso y El castillo. Estaba bastante claro que tenía que ser el relato de En la colonia penitenciaria, que compré este mismo año en la Feria del Libro.

Una colonia penitenciaria.jpgEn este breve relato nos encontramos los elementos típicamente kafkianos (la incomprensión y  soledad, la apabullante burocracia) en pequeña escala. Sin ir más lejos en esta edición que presenta Acantilado es más largo el epílogo que el propio relato.

Aquí conocemos el uso de una temible máquina utilizada para impartir justicia.

– ¿Conoce él su sentencia?
– No -dijo el oficial, y quiso continuar de inmediato con sus explicaciones, pero el viajero lo interrumpió:
– ¿Él no conoce su propia sentencia?
– No- repitió el oficial; se detuvo entonces un momento, como si esperara del viajero una argumentación más detallada de su pregunta, y añadió-: Sería inútil comunicársela. La experimentará en su propio cuerpo.

Página 16

En este caso, importan tan poco los personajes que Kafka ni siquiera se detiene a asignarles una inicial. El viajero, el oficial, el soldado y el condenado son las cuatro patas para articular una historia en la que realmente ellos no son protagonistas. Bien podrían ser caras de un dado. Son tan intercambiables que no reconoceríamos a uno ni a otro: las descripciones son mínimas, los caracteres que los identifican prácticamente no existen.

El eje central es la máquina, ese aparato singular del que ya nos avisan en la primera página y el lugar donde se instala: la colonia penitenciaria.

El resto, la duda de cada uno de los principios que conocemos, de forma más o menos soterrada: la crítica a un mundo que le quedaba poco para desmoronarse, los dobles juegos para que el mismo principio sirva aquí y para mí y no para los demás.  El autor escribe, en cierto modo, de su propio tiempo. De esa Europa abocada a una guerra mundial, del colonialismo y del uso y abuso de los principios jurídicos básicos.

Soy de tochos. No lo puedo evitar. Y entre una obra corta y una larga suelo quedarme con la segunda. Sin embargo, si queréis leer a Kafka En la colonia penitenciaria es una buena opción. O podéis hacer lo que yo: obsesionaros, leerlo todo y luego volverlo a leer en el original alemán.

FICHA:

Te gustará si te gustó
Pros
  • El universo que crea el autor: opresión, incomprensión, lucha contra la burocracia. Todo en versión mini.
Contras
  • Deja con ganas de más.

Namaste.

 

IMM, Literatura

IMM (44)

El mes de junio los lectores estamos de fiesta, una fiesta caracterizada por el calor, el Retiro lleno de gente y los libros por doquier. Armada de mi sempiterna lista (en este caso, con los libros que quería adquirir ya decididos), me acerqué a la Feria del Libro de Madrid. Seguramente muchos de vosotros ya lo habréis visto por las redes sociales. Aquí tengo el botín que me hice en la Feria más una nueva incorporación:

IMM-44

  • La tierra que pisamos, Jesús Carrasco. Desde la publicación de Intemperie quería leer al autor pero nunca sacaba hueco para hacerlo. Ésta es su segunda novela y también la ponen por las nubes. Aproveché que el autor se encontraba firmando para hacerme con su firma y conversar un poco con él. Siempre me da rabia ver autores destacados sin fila y otros personajillos con filas de cien personas, pero fin, la feria es así.
  • El guitarrista, Luis Landero. Tengo apuntado en mi libreta Juegos de la edad tardía desde hace muchos años. Sin embargo, por recomendación e insistencia de Bartleby acabamos acercándonos a la caseta donde se encontraba el autor y fue éste el título escogido. Si no me gusta le echaré la culpa a él, huelga decir.
  • Cartas a Milena, Kafka. He sido muy cansina con este libro (quizá hasta demasiado, ¿no Atram? :S), hasta llegar el punto de la NECESIDAD de hacerme con él. Di vueltas y vueltas hasta que encontré la caseta de Alianza. Fui tan convencida a la caseta diciendo el nombre que una pareja de ancianos se dieron codazos entre sí mientras ojeaba el título. Nunca sabré si también lo compraron.
  • Estrómboli, Jon Bilbao. Uno de esos libros que enamoran por la portada y después atraen por todos y cada uno de los comentarios positivos que hay por Internet. Dudaba si hacerme con él o no, pero casualmente el día que me acerqué se encontraba firmando el autor. Llegué por los pelos pero pude hacerme con él. Tengo muchas ganas de empezarlo. Edita Impedimenta.
  • Crimen y castigo, Fiódor Dostoievski. Cuando en el verano de 2001 leí esta novela era mi primera incursión con el genial autor ruso. Para más inri lo hice con una de esas ediciones sacadas de la biblioteca que se van desmontando en cada página, con traducciones dudosas y que por la fecha de edición podría haber sido mi padre. Llevo enamorada de las ediciones de Austral mucho tiempo, peeero, unas porque las prefiero en inglés, otras porque ya las he leído, no me he hecho con ningún ejemplar. Cuando vi que publicaban este título, decidí que tenía que hacerme con él. En Internet me fijé que la fecha de publicación era posterior, así que me llevé una grata sorpresa al ver que ya lo tenían disponible para su compra en su caseta.
  • Cosecha, Jim Crace. La caseta de Hoja de Lata es una de esas que quisieras llevarte a casa. Tuve en la mano Tea Rooms, de Luisa Carnés a consecuencia de la reseña de Atram pero el que venía en mi lista es éste. Como fue la última caseta en la que compré y mi tarjeta ya echaba humo decidí contenerme y no llevarme los dos. Sobre Cosecha, sólo diré que he leído la reseña de Babelia en diagonal, pero con la mención de Faulkner me basta y me sobra.
  • Manual de mujeres de la limpieza, Lucia Berlin. Cuando ves un título en todos los sitios, en todas las redes sociales, en todas las reseñas y aún así no te convence, lo acabas ignorando. Ahora bien, si de repente distintas personas te dicen la misma frase “El título es malo, la portada feísima, pero aún así tienes que leerlo”, me sale un movimiento de cuello por la coincidencia y el convencimiento de que algo ha de haber en un libro que causa tantas pasiones. No tenía pensado comprarlo, la verdad.
  • Un amor que destruye ciudades, Eileen Chang. Envío de los amigos de Libros del Asteroide. Me lo encontré en el buzón el lunes siguiente a la Feria, cuando aún no había tenido tiempo de colocar los libros que acababa de comprar. Ya lo he leído así que pronto tendréis la reseña por aquí.

Y vosotros, ¿habéis comprado algo en la Feria del Libro de Madrid? ¿También cotilleáis qué compran los demás? ¿Vuestro entorno cercano os llama locos cuando llegáis con las bolsas? ¿No os ponéis un poco enfermos al ver las colas inmensas de cualquier personajillo de medio pelo? ¡El año que viene más!

Mientras tanto, a pesar del calor (o gracias a él), sigamos leyendo.

Namaste.

IMM, Literatura

IMM (9)

Os traigo las últimas adquisiciones y préstamos.

 

Últimas adquisiciones
Últimas adquisiciones

 

 

  • El frente ruso, Jean Jacques Lalumière. Cortesía de Libros del Asteroide. Llevo la mitad, así que dentro de no mucho publicaré la reseña. Sólo adelanto que me estoy riendo mucho.
  • Ventajas de viajar en tren, Antonio Orejudo. Un librito que llevaba mucho tiempo en mi Plan Infinito, recomendado por Bartleby y Oesido. Me lo regalaron por mi cumpleaños, pero se me fue olvidando enseñarlo, así que aquí está.
  • La identidad, Milan Kundera. Este lo he tomado prestado de la biblioteca. Desde que leí La insoportable levedad del ser no he repetido con el autor, así que me dije a mí misma que ya iba siendo hora. Estuve dudando con La inmortalidad pero al final escogí éste. ¿Alguien lo ha leído?
  • Canción de hielo y fuego I. Juego de tronos. George R.R. Martin. Fue llegar a la Feria del Libro de Madrid y tener claro que no me podía ir sin un ejemplar de este libro, del que todos habláis tan bien. Tuve en la mano la versión de lujo (que por otro lado ya conocía gracias a Elwen) pero me gusta más ésta, qué queréis que os diga.

 

  • Los horrores del escalpelo. Daniel Mares. El segundo libro del reto 10×10, en este caso cortesía de Ajec. La edición, una pasada: tapa dura, papel bueno, bien cuidada. El resto, lo contaremos, por twitter o por facebook. 🙂

 

  • Kafka. Robert Crumb y David Zane Mairowitz. Recomendación de Gww. También lo compré en la Feria del Libro. Lo tuve más fácil. Si te gusta Kafka y lo hojeas, imposible que te vayas sin él. No digo más.

 

Esto es todo por el momento. Los ganadores del sorteo estad atentos a vuestro e-mail, que os mandaré las preguntas para el segundo lote en breve.

 

Los demás, pasad un gran fin de semana lleno de lecturas.

 

Namaste.

Autor, Cartarescu, Literatura

El ruletista, Mircea Cartarescu

Tengo que reconocer que yo, ignorante de mí, no conocía a Cartarescu, uno de los referentes de la literatura rumana. (Diana, no me mates). Sin embargo captó mi atención cuando lo comparaban con autores como Kundera, Borges y Cortázar.

El ruletista, de Mircea CartarescuProcuré abstraerme de el resumen para que me pillara más por sorpresa. Y vaya si lo consiguió.

El ruletista es un cuento de apenas sesenta páginas que tiene como protagonista a hombre aficionado a la ruleta. Eso se presupone, pensaréis, sí. Pero no a cualquier clase de ruleta, sino a la ruleta rusa.

Tras mi desconcierto inicial, me aventuré en una historia en la que el narrador nos cuenta sobre su amigo de la juventud, cómo llega al juego y qué hace en él.

Pero el verdadero protagonista es el autor, que consigue que el lector sienta en sus propias carnes el nerviosismo, la conciencia de que uno se está jugando la vida. Y lo hace con una forma de describir que nos traslada al lugar y a la hora del juego, la tensión del momento y la expectación de los asistentes. Así, va embriagándonos en una historia donde da importancia a los detalles, hasta el punto de que parece que el lector es capaz de oler, de verse a sí mismo presenciando el espectáculo. ¡Un espectáculo cruel y absurdo!

Bueno, pues yo estuve allí. Yo viajé con Cartarescu a un lugar que nunca había imaginado, a un ambiente extraño y tenso. Así que tengo que quitarle la razón al narrador cuando se lamenta diciendo que:

Querrías sacudir el corazón de lector pero, ¿qué hace él? A las tres terminas tu libro y a las cuatro empiezas con otro, por muy bueno que sea el libro que tú hayas depositado en sus manos.

Es cierto que he terminado el libro. Pero no siempre se puede decir que mereció la pena el viaje, que el lector notó el revólver apuntando a su cabeza.

FICHA:

Te gustará si te gustó
  • El cóctel con un poco de angustia kafkiana, la trama de Kundera y el universo de Auster.
Pros
  • La sensación de nerviosismo y de angustia que llega al lector.
  • El ambiente que atrapa y envuelve.
Contras
  • ¿Contras? ¡Ja!

Namaste.

P.D. ¡Por fin! ¡De una vez me libré de la cadena de despellejes!