De nuevo, el quinto libro de la mundialmente conocida saga Canción de Hielo y Fuego. El quinto y último libro que se ha publicado hasta la fecha. Por este motivo lo he leído cuanto antes, para no enterarme por casualidad de algún temido detalle que pudiera fastidiarme la lectura.
¿Y qué nos encontramos? Pues más de lo mismo: la historia de Poniente en el que diversos contendientes luchan por el Trono de Hierro, esto es, el deseado poder que les otorgaría el derecho a gobernar sobre los maltrechos siete reinos.
Más de lo mismo significa también otra cosa: paja, mucha paja (quizá sea el que más relleno tiene, como si la calidad del ejemplar se incrementara según el número de páginas), poca acción aunque eso si, nuevas tramas (si bien desconocemos si llegarán a desarrollarse convenientemente. Yo sinceramente lo dudo). Antiguos personajes con nuevos problemas: Jon con su problemón en cuanto a los salvajes, Daenerys luchando por liberar a los esclavos, Tyrion con su nueva situación… etc.
El problema de fondo es, de un lado, que no se mide la tensión. Quizá es que nos conozcamos los trucos de Martin o que nos vemos venir determinadas cosas. Por este motivo resulta lineal, y de repente, abrupto. Al mismo tiempo, el autor se distrae, se expande en tramas a las que apenas había mencionado con anterioridad (como por ejemplo: Dorne y las ciudades esclavistas) con lo que consigue crear una historia que más bien parece de transición, de la mitad de la saga, en lugar de ser, como bien se sabe, la antepenúltima de todas.
¿Es esto un despelleje? Probablemente no. Danza de dragones, como las de toda la saga, es una historia entretenida, en la que se manejan muchos temas, desde el amor y el odio hasta el ansia de poder, la avaricia y la soledad, el miedo y la desesperación. Sus personajes, buenos y malos, del norte y del sur, consiguen atraparnos en una espiral de preguntas ¿Y tú de quién eres? Que consigue que nos den lástima, que despierten nuestra simpatía, en definitiva, que caminemos a su lado en arduoso camino que les espera.
Porque sabemos, si es que no les ha quedado claro a todos ya, que Martin es un escritor despiadado al que no le temblará la mano si decide, un día de estos, que va siendo hora de aniquilar a uno de esos pobres diablos que tratan de salvar el pellejo.
Yo sigo leyendo. Sigo aunque no me convence, no compro su caótica forma de organizar los libros, su insufrible forma de hacer esperar a los lectores hasta la próxima publicación del siguiente libro (que, como ya sabemos, se retrasará demasiado). Sigo leyendo porque antes que espectadora soy lectora. Porque la serie de televisión no me basta.
Ahora, entiendo que muchos no sigan leyendo. Pero yo no lo haré. Cuanto más mayor me hago más sufro con los cercenados episodios que cuentan una mínima parte de lo que acontecede en esta historia. En esta y en todas. Sinceramente, prefiero saber con anterioridad lo que ocurre. Prefiero gritarle al televisor cuando veo lo mal que lo están haciendo. Lo que decía: la serie de televisión no basta. Soy lectora.
FICHA:
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Namaste.