Autor, Hamsun, Literatura

Hambre, Knut Hamsun

Hambre.

Hambre de Knut Hamsun.

¿Fácil, verdad? Eso creía.

Si lleváis tiempo leyéndome sabréis que tengo una libreta de pendientes. Una de esas analógicas que funcionan con bolígrafo. Ni nube ni nada. Mi libreta.

Como en tantas otras ocasiones en las que un libro lleva a otro libro, Eduardo Halfon en Un hijo cualquiera menciona este autor y en concreto esta obra.

Como tantas otras veces anoté el título en mi libreta. Y ya. Que la lista tiene un orden cronológico y el último anotado no significa que ha de ser el primero en leerse.

Lo raro vino después, cuando revisé lo que tenía anotado previa visita a la librería, y me encontré este título no una ni dos sino tres veces. Me pareció extraño, suelo recordar lo que anoto, reviso a la libreta a menudo, y sin embargo en tres ocasiones distintas he considerado interesante este autor con esta obra y tres veces lo había olvidado por completo.

Ese hecho fue el que catapultó a Hambre a la primera posición de siguiente libro por leer. Lo encontré en esta Ediciones de la Torre (2016), una edición sencilla sin demasiada alharaca para ser un Nobel.

Pero claro, es que Hamsun tiene el Nobel, pero lo que no ha sobrevivido ha sido su paso a la cumbre de los recordados de la literatura, y esto es por su apoyo ferviente al régimen nazi, incluso pasado 1945.

Hambre es la historia de un señor, de quien ni siquiera sabemos el nombre, alguien gris que planea publicar un libro, pero que mientras tanto busca dinero para comer o para pasar la noche.

Estamos en la ciudad de Christinía. Sean ustedes bienvenidos.

Es tiempo de otoño, plenitud del carnaval de lo perecedero; las rosas tienen infectado su rubor, un maravillo y febril resplandor recubre su color rojo sangre.

Página 51

Bienvenidos a un ejercicio de literatura suprema, en el que la reflexión es constante, donde desde el primer momento Hamsun demuestra su maestría en analizar y describir el sufrimiento:

La ciudad se había apoderado de mi pensamiento y no me dejaba ni un momento de sosiego. ¿Y si yo mismo me hubiera disuelto en la oscuridad, fundiéndome con ella?

Página 88

Lo que sucede en Hambre mezcla la desesperación más grande de un humano con el sentimiento de culpa, también el de vergüenza por haber llegado a esa situación. La suma de ambas lleva a una situación límite extraña, una desesperación que de vez en cuando se llena de momentos humorísticos o sarcásticos, algo que descoloca por el tono serio y duro del resto de la prosa:

Me levanto y me coloco en medio de la habitación. Pensándolo bien, la notificación de desalojo de la señora Gundersen llegaba oportunamente. En realidad, esa habitación no era digna de mí.

Página 55

Hambre tiene mucho de novela actual, de novela cumbre, durante toda la lectura da la sensación de que esto podría haber sido escrito por un autor hace 30 años en el momento final de su obra literaria. Nada de eso. Hambre es de 1890 y fue la primera novela de Hamsun. Así de grande es esto. Inabarcable.

Me reí febrilmente de mis propias gracias, las encontraba muy divertidas. En realidad no me pasaba nada, estaba en mis cabales.

Página 186

Al informarme del autor leí que muchos de los grandes escritores ponían como referente al noruego: Henry Miller, Stefan Zweig o Herman Hesse entre otros. Pensé que es la típica frase que se dice, porque a alguien hay que mencionar, pero desde la primera página todo, absolutamente todo, me recordó a Thomas Mann, también a James Joyce. ¿Un tipo que vagabundea por una ciudad y va describiendo sus pasos además de ir reflexionando sobre su vida? Esto me suena.

Fue en aquella época cuando yo vagaba pasando hambre por Christiania, esa extraña ciudad que nadie abandona hasta quedar marcado por ella…

Página 27

Si nos fijamos en el estilo y estructura de Hambre encontramos un estilo depurado, sencillo y directo, que no se pierde en detalles superfluos, con ausencia total de signos de diálogo. La estructura es lineal y cronológica, hay pocos personajes, dado que el principal motivo de Hamsun es indagar en la reflexión interior del personaje protagonista: un tipo solitario, incomprendido, sin lazos sociales, que trata de sobrevivir un día más. Es este un personaje peripatético, dramático e incomprensible, que va dando bandazos en su comportamiento y actitud, alguien que no sabe cómo avanzar en la etapa límite a la que se enfrenta.

Hambre es uno de esos libros con los que te paras de vez en cuando, coges aire y lo sueltas mientras te dices: esto es literatura. Algo en el manejo de las palabras, en el desarrollo del discurso, en el modo que tiene de llevarnos más de allá de lo que esperamos, de mostrarnos una capa más interna del análisis, de generarnos emociones en nuestros sentidos. Esto es literatura de esa que trasciende, que está llamada a la universalidad, a la conexión perpetua con la naturaleza humana. Da igual cuánto tiempo pase o de dónde proceda quien lo lea.

Hamsun llegó a decir, según se incluye en el prólogo, Dentro de cien años todo se habrá olvidado. Se equivocaba. Un señor noruego nacido en 1859 es capaz de hablarnos en 2023 a alguien del sur de su continente en un tono actual, conectando con un tipo de vida que nada tiene que ver con la del finales del siglo XIX. Eso sólo lo hacen los grandes, los titanes de la literatura, y Hamsun, independientemente de su horrenda tendencia política, es uno de ellos.

FICHA:

Te gustará si te gustó La muerte en Venecia, Thomas Mann.
Pros – El estilo del autor y como trasciende más allá de las páginas del libro.
– Las reflexiones del protagonista.
Contras – La segunda mitad se hace un poco reiterativa.

Namaste.