Autor, Faverón Patriau, Literatura

Minimosca, Gustavo Faverón Patriau

Regreso al autor peruano con la conciencia de que es de lo mejor que le ha ocurrido a las letras hispanas en los últimos tiempos, y para comprobar si lo de Vivir abajo (Candaya, 2019) es una anomalía en su obra o bien la base de un camino que nos va a traer grandes momentos a los lectores.

Como muy acertadamente me recomendaron, traté de no dejar pasar demasiado tiempo entre la lectura de una y otra al repetirse algunas temáticas y personajes en ambas obras, pero tratando de espaciar lo suficiente como para no quemar este descubrimiento. Así el mes de mayo fue el escogido para su lectura. Desde entonces hasta ahora, que consigo publicar mi opinión, no he parado de pensar cómo iba a expresar lo que os quería contar. Espero haberlo conseguido.

Minimosca (Candaya, 2024) es, en cierto modo, la hermana pequeña de Vivir abajo, ya que tanto el estilo como las temáticas son coincidentes en ambas: las guerras, la violencia, las idas y venidas de los personajes, o George Bennet, el omnipresente protagonista de una historia dentro de otras historias, llenas de referencias y de pedazos de hilos aparentemente independientes que después que posteriormente forman parte de un todo.

De nuevo tenemos a un personaje que viaja por América Latina y Estados Unidos con un propósito de búsqueda. De nuevo hay personajes que desaparecen, misterios que resolver a los cuales se trata de encontrar respuestas.

Aguza los oídos hasta que está seguro de que los golpes suenan en un pequeño clóset junto al baño de visitas, cosa imposible porque en ese lugar no hay ningún clóset.

Página 273

Se añaden en el texto múltiples referencias culturales, no sólo de literatura sino de cine, además de incluirse personajes reales como Stephen King o Marcel Duchamp. De nuevo, sus personajes están solos, traumatizados, con deudas pendientes. Los personajes de Faverón Patriau siempre tienen un vacío inconmensurable que tratan de llenar.

Sentí la pena de mi vida y la pena me miró desde una mesa al otro lado de la habitación, moviendo la cabeza, y con su voz de cascabeles oxidados la pena me dijo nunca más vas a aprender.

Página 131

Mientras que en Vivir abajo las partes se diferenciaban en cuanto a estilo y temática, hay que Minimosca una unidad estilística superior que sin embargo, valorada en su conjunto, encaja de una forma distinta o menos redonda que su hermana. O quizá simplemente el efecto sorpresa que teníamos con la anterior lo hemos perdido con esta novela, y al ser conscientes de lo que nos podemos encontrar prestamos más atención a la propuesta y nos fijamos más en los detalles.

Todo el mundo camina por órbitas distintas, yo pensé, pero no dije. Porque cada persona orbita alrededor de una cosa distinta, que es el centro de su mundo o el centro de su vacío, yo pensé en decir.

Página 363

En cualquier caso, Minimosca se sitúa, de nuevo, en la categoría de lecturas atrevidas, originales, violentas y exigentes con el lector, de esas que ofrecen una propuesta totalmente diferente a las machaconas novelas que pueblan los anaqueles de las librerías. Llena de variados recursos en sus 700 páginas: salta a momentos temporales y situaciones diversas para regresar más tarde, con aspectos surrealistas (un boxeador que gana por susurrar versos a sus oponentes) y otros crudos y reales como guerras o asesinatos.

Se dio cuenta de que los artistas, incluso aquellos a quienes llamamos artistas malditos, o que se hacen llamar así, son peleles mostrencos al lado de un artista maldito de verdad, es decir, al lado de alguien que comprende que el arte no existe para hacer la vida mejor ni para embellecerla ni para entenderla ni para disimularla tras bellezas irrelevantes, sino para sustituirla por otra cosa, para obliterarla y cambiarla por otra cosa (…) entiende que un artista de verdad es el que en lugar de escuchar las campanas y preguntarse por quién doblan las campanas y responderse que las campanas doblan por él.

Página 623

La prosa de Faverón Patriau es incómoda, compleja, jamás superficial, triste y desesperanzada, desconsolada y punzante.

Compiten por ver quién de los dos lleva las cicatrices más horrendas en el cuerpo. Como si las cicatrices más horrendas estuvieran en el cuerpo.

Página 708

Minimosca es de nuevo, una historia arriesgada, por compleja, dura tanto al leerla como debió de ser al escribirla, difícil y valiente. La típica novela que muchos acaban recomendando pero pocos leen, porque remueve, incomoda y exige mucha concentración. Incomoda porque nos lleva y nos trae en diversos momentos temporales diferentes a situaciones violentas, nos pide involucrarnos, MIRAR. Mirar todo eso que no queremos ver, prestar atención a todo cuanto preferiríamos ignorar.

Minimosca es lo sórdido, lo mugroso, los personajes que tratan de poner algo de humor a sus situaciones tristes, duras y desesperadas.

Así es la vida, a veces no se puede tener todo y casi siempre no se tiene nada.

Página 629

Todo lo descrito anteriormente no hace justicia a una novela fantástica, inteligente, complejísima, fabulosa. Sólo esboza algo de lo que podemos encontrar en una novela de esas punzantes, de las que decía Franz Kafka que hay que buscar, de las que rompen el hielo interno que tenemos dentro los lectores.

Así que me repito de nuevo: Faverón Patriau es de lo mejor que le ha ocurrido a las letras hispanas en los últimos tiempos. Y diría más: marca el camino para lo que está por venir.

Leedle y me contáis. No os vais a arrepentir.

(Si no os fiais de mí, os dejo la reseña de Jesús que viene a decir lo mismo pero mucho mejor que yo).

FICHA:

Te gustará si te gustó Vivir abajo, Gustavo Faverón Patriau.
Pros– Inteligente, bien estructurada. Variedad de temas.
– Descomunal, mastodóntica, llamada a ser un clásico del siglo XXI.
Contras– Compleja. Necesita concentración y se lee mejor y si tienes tiempo para no trocear la lectura.
– Menos redonda que Vivir abajo.

Namaste.

 

IMM, Literatura

IMM (109)

Regreso con las últimas compras y regalos, ¿me acompañáis?

Los últimos regalos de mi cumpleaños son estos:

  • Las máscaras del héroe, Juan Manuel de Prada (Espasa, 2017). Los prejuicios son claves a la hora de escoger leer o no a un libro o un autor. Eso mismo me lleva pasando toda la vida con de Prada, que siempre me ha parecido más personaje que escritor. Sin embargo, escucharle en un podcast me hizo cambiar de idea, pregunté aquí y allá y me dijeron que era muy bueno. Esta parece ser su novela más afamada.
  • Un puente sobre el río Drina, Ivo Andric (RBA, 2024). Este título llevaba un tiempo pululando en mi vida pero no fue hasta la reseña de Gabriel, que podéis leer aquí, que me animé a anotarlo en mi cuaderno de futuras lecturas. Parece que tiene todos los elementos para que me guste.
  • Vidas minúsculas, Pierre Michon (Compactos de Anagrama, 2021). De un tiempo a esta parte no paro de ver por redes a este francés del que no conocía nada. El efecto me recuerda a lo que me pasó con Annie Ernaux, así que he decidido darle una oportunidad con esta novela que es la que más me han recomendado.

En la Feria del Libro de Madrid me traje los siguientes:

  • Cartucho, Nellie Campobello (Cátedra, 2019). Recomendado en el Atlas de Literatura Hispanoamericana de Clara Obligado, desconocía de su publicación hasta que el amigo Jesús Artacho me lo comentó.
  • Una cuestión personal, Kenzaburo Oé, (Compactos Anagrama, 1999). Del autor leí en su día los Cuadernos de Hiroshima, y llevaba tiempo pensando en que tenía que regresar a su obra. Dudé con el libro adecuado, porque también he leído buenas críticas de Arrancad las semillas, fusilad a los niños, pero finalmente ha sido este el escogido.
  • Punin y Baburin, Iván Turguénev (Nórdica, 2018). El autor ruso, que me gustó con su novela Padres e hijos, en una versión más corta. Un título que anoté porque me llamó la atención por redes sociales.
  • El anticuario, Gustavo Faverón Patriau (Candaya, 2015). Del autor que me obnubiló con Vivir abajo (Candaya, 2019) y que estoy ahora mismo leyendo Minimosca (Candaya, 2024) quería hacerme con esta novela corta, por lo que decidí esperar a la Feria para acercarme a la caseta de la editorial.
  • El plantador de tabaco, John Barth (Sexto Piso, 2013). Un tochazo de esos que casi ya no se publican del que hablan muy bien, pero que se lee poco. Aquí lo tengo para empezarlo cuando saque tiempo.

Contadme, ¿habéis leído alguno de ellos?

Namaste.

Literatura

IMM (107)

Primeras compras de 2025. Ya no prometo portarme bien por que para qué nos vamos a engañar a estas alturas.

¿Me acompañáis?

  • Minimosca, Gustavo Faverón Patriau (Candaya, 2024). Tras Vivir abajo, antes de terminarlo decidí que si 2024 tenía un libro de este autor, en 2025 haría lo propio con este, que parece que aunque no sea la continuación sí comparte algunas de las temáticas y personajes del primero. Tengo muchas ganas de leerlo pero creo que esperaré a la primavera para que no se me junte demasiado con la lectura que terminé en diciembre.
  • Babar, colección completa (Blackie Books, 2022). Este libro forma parte de mi infancia. Quizá sea uno de esos que recuerdo con ternura, de haber leído en la biblioteca de mi pueblo, sentada en un banquito, obnubilada por las ilustraciones de este simpático elefante. La edición de Blackie Books me ha animado a hacerme con él. 2025 tenía que ser el año, claro.
  • Europa Central, William T. Vollmann (Random House, 2017). Una de las personas que más me influyen a la hora de anotar libros es David M. Copé, editor y lector a quien no le pierdo los pasos en Instagram. En una de sus stories, se alegró del rescate de la editorial Pálido Fuego a Vollmann, de quien aclamaba como uno de los mejores escritores vivos, a la altura de obras como Solenoide de Cartarescu, Contraluz de Pynchon o Vivir abajo de Faverón Patriau. Recién leído esto último sonó como una señal para mí, que no conocía a este autor, que ni siquiera me sonaba por referencias, así que en mi aplicación de segunda mano de confianza encontré este ejemplar a un precio aceptable y lo compré.
  • Orbital, Samantha Harvey (Anagrama, 2025). El último premio Booker acaba de aterrizar en español con una preciosa portada de la editorial, pero también le acompañan opiniones diversas de quienes lo han leído: mientras unos dicen que es bueno otros comentan que no es para tanto. Tenía mis dudas pero finalmente decidí comprarlo para leerlo en cuanto tenga ocasión.
  • El buscavidas, Walter Tevis (Impedimenta, 2025). Admito que no debería haber comprado este libro. Y es que a pesar de que Tevis es el autor de la maravillosa Sinsonte tengo otro título en casa, El hombre que cayó a la Tierra (Alfaguara, 2023) que podría haber leído antes de hacerme con otro. ¿Me gusta el autor? Sí, pero comprar indiscriminadamente la obra de un escritor al que sólo has leído en una ocasión no parece una buena idea.
  • Los chicos de la Nickel, Colson Whitehead (Debolsillo, 2024). Uno de esos libros que se dejan pasar pero de los que se duda después. Se habla maravillas de esta novela, añadido al hecho de que el autor ha recibido en dos ocasiones el Premio Pulitzer acabó decantando la balanza de su compra en esta edición de bolsillo.
  • El doble, Fiódor Dostoievski (Alba, 2024). Regalo de San Valentín, un acierto de un autor al que debo volver cuanto antes en una edición de esas que hay que tener en el estante.
  • Yoga, Emmanuel Carrère (Anagrama, 2021). Otro regalo 🙂 Autor habitual por aquí, este es uno de los libros que me quedaba por leer del francés. Mientras le toca turno para ser leído, os dejo por aquí las reseñas de El adversarioUna novela rusa. LimónovDe vidas ajenas, El estrecho de Bering y El bigote.
  • Mi marido, Maud Ventura (Nórdica, 2025). Galardonada con el Premio a Primera Novela en Francia, esta historia está recibiendo muy buenas críticas. Tiene una pinta genial y lo colaré cuanto antes. El envío corre a cargo de Nórdica.

Contadme, ¿coincidimos en alguno? ¿Cuál os llama la atención?

¡Hasta el siguiente post!

Namaste.

Autor, Faverón Patriau, Literatura

Vivir abajo, Gustavo Faverón Patriau

No recuerdo bien quién me recomendó esta historia. Lo que sí sé es que fueron varias las personas que mencionaban esta novela como muy recomendable. Tardo en leer, lo sabéis, pero también soy obediente y anoté esta historia de un autor que no conocía pero del que todo el mundo hablaba bien.

A todos ellos, desde aquí, GRACIAS.

Porque vaya, ya sabemos que cuando lees mucho es complicado que te sorprendan, es difícil que un autor contemporáneo presente una propuesta que te encandile sin caer en las copias, las excesivas referencias o en las imitaciones de otros. Y Vivir abajo es uno de esos, de esas joyitas que aparecen muy de vez en cuando y te vuelan la cabeza desde la primera página. Voy a tratar de explicar por qué en esta reseña, pero en cualquier caso aviso: cualquier cosa que diga no le va a hacer justicia.

Vivir abajo (Candaya, 2019) es una historia poliédrica, vertebrada en cinco partes, donde nos acercamos a la misma historia, o a historias adyacentes que comparten los mismos personajes. En su centro George W. Bennett, de quien salen todos los hilos que vertebran la historia.

Comienza la novela con una doble biografía de este personaje, a dos columnas, como si en un periódico se tratase, ahí podemos comprobar las diferencias entre ambas. Desde este primer momento sabemos de este personaje ambiguo, del que se aprecian lagunas en su biografía y algún detalle extraño.

Lo coincidente es que se trata de un controvertido cineasta que ha desaparecido sin dejar rastro, con un pasado errante que iremos conociendo y desglosando a lo largo de sus más de 600 páginas.

Lo único bueno es el monólogo final de un viejo librero al que la policía captura y que le explica a un detective que no entiende por qué tanto alboroto, si vender órganos humanos y vender libros es lo mismo, porque un libro no es otra cosa que un órgano humano, uno que conecta el corazón unas veces con el cerebro y otras veces con el páncreas.

Página 90

La primera parte es un acercamiento a la figura de Bennet, y también la historia del investigador que le sigue los pasos.

La segunda parte, nada que ver, conocemos a Laura Richardson, que conoció a Bennet en el pasado, cuando era un niño y un adolescente, y nos narra su vida además de la vida de su marido, el pasado en la guerra de Yugoslavia.

Volvemos al investigador con la tercera parte, ahondando su búsqueda de Bennet por diversos países de Hispanoamérica.

Creo que el mundo es indescriptible, que algunas partes del mundo las podemos entender pero otras partes no, y las partes que no podemos entender, debemos abolirlas. El problema no es cómo es el mundo: el problema es que el mundo existe incluso en esas cosas que no podemos comprender. Creer que podemos comprenderlo todo es un engaño, una locura, un simple misticismo.

Página 100

La cuarta supone el inicio del final, donde comenzamos a ver cómo se unen los hilos que ha ido generando el autor a lo largo de toda la historia: vemos cómo se unen historias, se resuelven incógnitas, se unen puntos que parecían alejados.

Como veis, las partes son muy diversas entre sí, pero mantienen patrones comunes, tanto de estilo (saltos temporales, cambios de narrador, historias dentro de historias), como de temática: los sótanos y subsuelos, la guerra y la tortura, además de múltiples referencias de arte, tanto de literatura como de cine.

Le dice que no sería raro que haya publicado ese libro y lo haya olvidado o (…) si es normal que un lector recuerde un libro que ha leído hace muchos años, no es menos natural que recuerde un libro que ha de leer dentro de poco.

Página 277

La historia es enorme, soberbia, descomunal, juega contigo y te atrapa, inicia un hilo del que después Faverón se olvida a voluntad para plantearnos otra incógnita, otra historia, otra duda. Lo hace con una fuerza e ímpetu que traspasa, de esas que te obliga a continuar leyendo, siendo imposible soltar las páginas de una historia que se cuela en nuestras horas, en nuestros días, de esas de las que pensamos cuando estamos haciendo otras cosas. Como en el lodo, te metes más y más, te rodea y te inunda, te agobia, te atrapa: es compleja, es dura, no es sencillo lo que plantea, pero es fascinante.

En definitiva, me parece que Vivir abajo es una historia exagerada, mastodóntica, de esas que ya no se escriben por ser arriesgadas, de esas que apenas vemos en el mercado por complejas, pero de la que, me apuesto, de esas que pasan a ser clásicos de la literatura.

Y por supuesto, nada nuevo, ya en el estante el siguiente libro: Minimosca.

De verdad, hacedme caso y leedla.

FICHA:

Te gustará si te gustó Cien años de soledad, Gabriel García Márquez. (Por la estructura)
La ciudad y los perros, Mario Vargas Llosa. (Por la temática y la fuerza)
Pros– Inteligente, bien estructurada. Variedad de temas.
– Descomunal, mastodóntica, llamada a ser un clásico del siglo XXI.
Contras– Compleja. Necesita concentración y se lee mejor y si tienes tiempo para no trocear la lectura.

Namaste.

IMM, Literatura

IMM (103)

He vuelto a la Feria del Libro de Madrid. El último día, pero por la puerta grande.

¿Queréis ver mis compras? ¡Empezamos!

  • En el lado salvaje, Tiffany McDaniel (Hoja de Lata, 2024). Estoy deseando leer el tercer libro de McDaniel, la autora de Betty y El verano que lo derritió todo. Estoy esperando el momento perfecto para empezarlo. El envío corre a cargo de los amigos de Hoja de Lata. Reseña aquí.
  • Vivir con nuestros muertos, Delphine Horvilleur (Libros del Asteroide, 2022). Un título que tenía en el punto de mira desde hace bastante pero que no me he decidido a comprar hasta ahora. Reseña aquí.
  • Lo que queda de nuestras vidas, Zeruya Shalev (Siruela, 2019). Recomendado hace mucho, me atrae lo distinto del tema (la vida en kibutz) contada por una de las más destacadas autoras israelíes contemporáneas.
  • Tarántula, Eduardo Halfon (Libros del Asteroide, 2024). El último título del autor guatemalteco, del que he leído casi todo: El boxeador polaco, Monasterio, Canción, Duelo, Un hijo cualquiera, Biblioteca bizarra y Signor Hoffman. Evidentemente iba a caer este. Reseña.
  • Las propiedades de la sed, Marianne Wiggins (Libros del Asteroide, 2024). Otro libro recién sacado de la imprenta de una de las épocas que más me atraen: la Segunda Guerra Mundial.
  • Trieste, Dasa Drndic (Automática editorial, 2015). Recomendado por aquí y por allá desde hace mucho tiempo, la editorial ha reeditado el libro para que todos podamos seguir disfrutando de este título del que tengo unas altas expectativas.
  • Los que escuchan, Diego Sánchez Aguilar (Candaya, 2023). Desconocido para mí, el autor estaba firmándolo y decidí llevármelo.
  • Caballo sea la noche, Alejandro Morellón (Candaya, 2019). Me han recomendado este autor bastantes veces pero nunca me había acercado a una de sus historias. Esta es la que más recomiendan. Reseña.

  • La bendición de la tierra y El círculo se ha cerrado, Knut Hamsun (Nórdica, 2017 y 2015, respectivamente). De mi obsesión de Hamsun, tras leer Hambre, me convencí que tenía que hacerme con el resto de su obra, que en su mayoría publica Nórdica (tengo buenas noticias, este año editan Pan y en 2025 su versión de Hambre!). Escogí dos suyos porque uno no era suficiente.
  • Corrección, Thomas Bernhard (Alianza, 1983). Autor que tengo pendiente desde hace mucho, he decidido empezar con este que parece que es más asequible.
  • El chal, Cynthia Ozick (Lumen, 2016). Anotado desde hace mucho en mi libreta pero complicado de encontrar, al fin me hago con un librito que tengo muchas ganas de leer. Reseña aquí.

Con esto debería estar más que servida hasta las novedades de septiembre.

Pero bueno, tampoco vayamos a exagerar, que comprar libros es una afición diferente a leerlos 😉

Namaste.

IMM, Literatura

IMM (87)

Os traigo por aquí los libros que me han dejado Sus Majestades los Reyes bajo el árbol:

  • Salvo mi corazón, todo está bien, Héctor Abad Faciolince (Alfaguara, 2022). Del autor he leído ya El olvido que seremos, una preciosa novela que deja con ganas de leer más al colombiano. Tengo por casa Lo que fue presente, los diarios del autor de 1985 a 2006, aún sin leer. Este con que sea la mitad de bonito que su título ya lo tiene todo medio hecho.
  • Hecatombe, William Gerhardie (Impedimenta, 2016) Llegué a Gerhardie por otro libro sobre libros que no recuerdo cuál es… anoté el autor y posteriormente lo he pedido a los Reyes. ¡Aquí lo tenemos!
  • Vivir abajo, Gustavo Faverón (Candaya, 2019). De Faverón he leído por Instagram comentarios muy elogiosos, y los lectores que lo han leído me han recomendado este título, que creo que leeré en breve, ya que la curiosidad me puede.
  • Un amor de Swann, Marcel Proust (Alianza, 2022). Dicen de este título de Proust que es la mejor manera de acertarse a En busca del tiempo perdido, saga que tengo pendiente y que (imagino) algún día tendré que volver a intentar leer. Quizá sea el momento de animarme a regresar al francés.
  • La muerte es mi oficio, Rober Merle (Sexto Piso, 2022). Uno de nazis, ¡hacía mucho! No necesito más la verdad. Creo que últimamente ya no leo tantos libros ambientados en la Segunda Guerra Mundial, así que no me viene mal regresar al tema.
  • El hospital de la transfiguración, Stanislaw Lem (Impedimenta). Del mismo autor leí en su día Máscara, un conjunto de relatos con el que no acabé de conectar tanto como esperaba. De este título hablan maravillas y por eso lleva anotado en mi libreta varios años. Al fin lo tengo en el estante.

Y vosotros, ¿habéis recibido muchos regalos librescos?

Namaste.

Autor, Fernández Mallo, Literatura

Nocilla Dream, Agustín Fernández Mallo

Nocilla es el nombre de una trilogía bastante conocida en el panorama literario español debido al revolucionario cambio que supuso como consecuencia de su publicación.

Nocilla está compuesta por tres novelas: Nocilla Dream, Nocilla Experiencie y Nocilla Lab. Su autor es un físico teórico que un día se lanzó a la escritura: Agustín Fernández Mallo.

Viniendo de un autor tan poco común, no es de extrañar que el contenido sea muy original, una especie de experimento literario en el que todo está permitido, donde además de existir saltos espaciales y temporales, varias historias se mezclan y se enlazan por objetos comunes, como el árbol de los zapatos. Los protagonistas de esta historia son personajes que abandonan su raíces para probar suerte en otro lugar y que, en cierta medida, coinciden en un mismo espacio.

Además de constantes cambios en el espacio-tiempo abundan las referencias a la cultura pop (cine, música, cualquier cosa que se nos ocurra) y como era de esperar, con un alto contenido científico, al encontrarnos definiciones y teoremas.

Realmente os aseguro que es un libro del que es muy complicado hacer una reseña, por lo extraño que resulta. Sin embargo, sí que es una lectura interesante, por lo visual, lo plástico y lo bien escrito que está. Hay que ser inteligente para utilizar todos los recursos que uno tiene (aunque aparentemente nada tengan que ver con la literatura), para construir una novela fragmentada, que recuerda un puzzle, una historia deslabazada con una trama discontinúa pero no por ello menos interesante. Una novela fresca y diferente, que muestra muchas de las cosas de las que adolecen gran parte de las novelas que se publican: no está preconcebida. Nocilla Dream es como la vida, hay cosas que no tienen sentido y otras que parece que sí. Que seamos capaces de encontrar una razón de su existencia no justifica nada, como mucho nos deja más tranquilos a nosotros mismos.

Nocilla Dream es la típica novela incómoda, que requiere una lectura posterior. Una de esas lecturas con las que uno se plantea no sé lo que he leído, no sé cómo se le ha podido ocurrir esto, pero vaya novela.

Eso es Nocilla Dream. Para más información, os dejo un enlace que habla sobre el tema. Aquí el enlace de la editorial.

Me quedaré contenta si habéis podido comprender algo de lo que acabo de escribir. Sin embargo, para saber del todo de lo que hablo os recomiendo que leáis la novela.

FICHA:

Te gustará si te gustó

Pros

  • Lo original y ecléctico del contenido.

Contras

  • Necesita una relectura para fijarse mejor en los detalles.

Reto 50 libros

  • 22/50

Namaste./