Fue Bartleby quien me dio a conocer a este escritor chileno uruguayo. Su táctica para conseguir que leyera el libro es infalible: me lo regaló.
Así que, teniendo en casa la Trilogía involuntaria, era cuestión de tiempo que empezara a conocer a Levrero. Con esas, incluí este título en la lista de los 50 libros.
Desde el inicio de la novela, ya vemos que Levrero va a tener algo que ver con Kafka, aunque no sea más que por la cita que figura en el inicio del libro. Es la siguiente:
- Veo allá lejos una ciudad, ¿es a la que te refieres?
- Es posible, pero no comprendo cómo puedes avistar allí una ciudad, pues yo sólo veo algo desde que me lo indicaste, y nada más que algunos contornos imprecisos en la niebla.
Leyendo las primeras páginas nos cercioramos de que nuestra hipótesis inicial es cierta, porque nuestro protagonista (del que no sabemos ni su nombre, y sólo su profesión más tarde), abandona su casa para comprar queroseno y se ve arrastrado por una vorágine de acontecimientos.
Sin embargo, las diferencias entre K. y el protagonista de Levrero quizá sean obvias: mientras que el personaje de Kafka toma sus decisiones y por lo tanto tiene voluntad propia, el de La ciudad se deja llevar. Esto es la principal distinción respecto a la acción: mientras que en El castillo abundan las conspiraciones, los obstáculos para conseguir alcanzar el objetivo, en La ciudad la acción se desarrolla de un modo diametralmente opuesto: es el protagonista el que no sabe qué quiere, el que duda y desconoce cuál ha de ser el camino a seguir.
Son, pues, los demás, aquéllos secundarios (los aldeanos, el alcalde) los que impiden a K. llevar a cabo su voluntad. Algo que nada tiene que ver con el libro de Levrero: es más bien como si de un sueño se tratase, una realidad onírica en la que las reglas del juego se han visto afectadas y en la que no rigen las normas de la realidad habitual: como si fueran normales los cambios de escenario, por ejemplo, como si fuese normal desconocer qué hay al otro lado de la calle.
Si nos atenemos al fondo, al tipo de sensaciones que despiertan ambos autores, es claro que el mundo de Kafka es opresivo, donde rigen la soledad y la desesperación; algo que no se llega a transmitir con Levrero.
El hecho de que los capítulos sean cortos consigue el efecto del dinamismo en la novela, pues si bien es fácil conectarse a un ritmo rápido y sin apenas descripciones, hay situaciones desconocidas que a priori podrían suponer una ralentización en la trama.
Lo que parece es que al protagonista de Levrero poco le importa el sometimiento a las reglas que, en teoría, no son suyas. Quizá con este punto adicional el lector se sintiera más cercano al personaje, pero lo cierto es que no es así. Ahora, en el mundo de los sueños quizá sí que nos veamos identificados con la pobre persona que no sabe dónde se encuentra: ¿Quién no ha soñado alguna vez con un viaje cotidiano que acaba en un lugar extraño? ¿O encontrar a personas cercanas que no deberían estar en un lugar? Y a pesar de ello, en el sueño asumimos esa realidad y tratamos de conseguir nuestro objetivo (en mi caso solía ser llegar a tiempo a un examen), sin pensar que algunas reglas carecen de lógica (como captar peor los sonidos, no poder gritar o no poder mover un pie detrás de otro). Esto es lo que el chileno uruguayo consigue plasmar, en una prosa sencilla y aséptica, objetiva y cronológica.
Una lectura muy interesante, que engancha desde la primera línea porque siempre queremos conocer algo más.
FICHA:
Te gustará si te gustó |
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Pros |
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Contras |
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Reto 50 libros |
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Namaste.
Yo también lo tengo apuntado porque hubo una temporada que lo vi mucho por la red, pero si me dices que tiene alguna similitud con Kafka, està claro que me haré con uno de sus tìtulos pronto.
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Namaste, me ha gustado mucho tu post. No leí aún La ciudad, la acabo de coger para ponerme a ello; de la trilogía leí El lugar, muy buena también. Me gusta mucho Levrero (a años luz de MM je, je). Por cierto, odio ser el listito de la clase, el espabilado de la pandilla, el que pone los puntos sobre las íes, pero en esta ocasión no soy capaz de evitarlo, perdón: ¿chileno? Perdón de nuevo. Un beso
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Vero: fíjate que a mí me había parecido más bien un libro desconocido, por lo menos yo no había oído hablar de él hasta que lo comentó Bartleby por su blog. Siempre puedes empezar con Levrero, total, es lo mismo. 🙂 Ya me contarás.
Oesido: gracias por el chivatazo. Craso error. Los mando a todos al país de Bolaño y me quedo tan pancha.
Tengo la trilogía entera así que antes o después caerá «El lugar». Gracias de nuevo por el aviso.
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Hola Hierbaroja:
Interesante comparación con Kafka. Quizás era bastante joven Levrero cuando escribió este libro. Yo de la trilogía involuntaria me quedo con Lugar, mi favorito, el más redondo de los tres.
Pero me gustó mucho la aparente liviandad de Dejen todo en mis manos. Y los diarios raros que son El discurso vacío, y su monumental e impresionante continuación La novela luminosa, una de mis mejores lecturas de 2011 (aunque para acercarse a La novela luminosa recomiendo haber leído antes algo de lo comentado)
Por cierto: tachaste chileno al principio y no corregiste al final. De todos modos, estas confusiones suenan mucho a la angustia difusa de Levrero.
Saludos
David
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Creo que esta vez no me lo llevo, al menos, por ahora. El hecho de que lo hayas comparado todo el rato con El castillo, libro que sí he leído, puede ser que me hagas volver otra vez por aquí para recuperar este título .
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Es una nouvelle extraña y atrapante, a la que leí hace ya muchos años
Te cuento que Levrero era uruguayo, no chileno, y que gran parte de su carrera como escritor la desarrolló en Argentina. Formó parte de un grupo de escritores uruguayos a los que se les adosó el nombre de «Los raros», junto con Armonía Sommers fue, quizás, uno de los narradores fundamentales del surrealismo uruguayo
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Jo! Casualidad de la buena, justo ojeaba ayer mismo sus libros en la biblio y eso que conocía para nada este autor. Ahora mismo estoy con Solaris (flipada!!!) y últimamente me va ese rollo claustrofóbico y desraizado… Creo que me has convencido:)
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¡Vaya! Me suena mucho ese nombre. Me he quedado helada de saber que era uruguayo, cuando he vivido en ese país 24 años y ni me he enterado de nada. En América Latina se suele mirar a Europa y otros países antes de ver lo autóctono. Enmendaré mi error. ¡Gracias!
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¿por qué es infalible la técnica de regalarte un libro para que lo leas??? (curiosa que soy jajaja).
y madre santísima ¿ya has leído 42 libros??
El libro de momento no me lo apunto. Este mes (que se celebra el día del niño) según yo, iba a leer pura literatura infantil (jeje…aprovechando las vacaciones iba a sacar mi lado lúdico a pasear)
un beso,
Ale.
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Me ha descolocado un poco eso que comentas en los contras de «ausencia de sentimientos». Por lo demás, he leído con atención la comparación que haces con Kafka. Yo diría que al protagonista sí le importa que se tenga que someter al llamado Reglamento, sólo que quizá lo acata resignado: «si lo dice ese Reglamento, que parece sagrado, qué se le va a hacer», se me ocurre. Como sabes, a mí me encantó el libro (también «El lugar», que tiene un argumento muy sorprendente si no te lo cuentan antes) y le dediqué una entrada en la que se evidenciaba mi éxtasis. Lo mejor o lo peor de todo es que «La ciudad» estuvo unos dos años en mi casa cogiendo polvo hasta que decidí leerlo. Vaya sorpresa me llevé. Aparte de la trilogía involuntaria, aún no he vuelto a leer al uruguayo, así que creo que de este año no pasa (en verdad se parece a Kafka incluso en que no tiene muchos libros, bueno, en realidad es que no han publicado en España muchos de los que ha escrito, últimamente se lo está recuperando). Poco más que decir, me alegro de que no te haya decepcionado. Buen fin de semana!
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David: esa confusión viene más bien de mi atolondrada cabeza. Gracias por el apunte.
Creo que la comparación es casi obligada: quien haya leído a Kafka verá ciertos aspectos en Levrero, o al menos eso me lo parece a mí.
Icíar: no tiene mucho que ver, pero me ha parecido una comparación lógica. Como sea, con tantos libros por aquí y por allá es inevitable no apuntarse todos.
Daniel: gracias por el apunte, eso no lo sabía. Me gusta cómo escribe Levrero. Segiuré con su Trilogía. Y luego ya veremos.
Karo: ¡ese también lo quiero leer yo! ¡Fíjate que lleva en mi lista un montón de tiempo pero no sé cuándo hacerle hueco! Ya me contarás. 🙂
Dolmar: ¡gracias a ti por pasarte! Anda, otra cosa que sabemos de ti… pues ya ves, en muchas ocasiones nos pasamos el día mirando para otro lado como si valoráramos más lo de fuera que lo de aquí…
Ale: ¡cualquiera que me regale un libro es bienvenido siempre! ¡Y si encima me lo regalan porque le ha gustado mucho a otra persona, mejor que mejor! ¡Qué va, es que es ese número en la lista de 50 libros! Llevo un ritmo muy lento este año… 😦
Bartleby: me refiero a que, comparado con Kafka, es más aséptica. En Kafka siempre se palpan los sentimientos. Aquí no parece que sea así, o por lo menos esa ha sido la impresión que me ha dado. Lo acata demasiado resignado. Ni siquiera se plantea para qué, por qué o quién lo ha hecho. Se queja un segundo y luego lo hace. A eso me refiero: K. pensaría más antes de asumir hacer algo. Gracias, por tanto, por no desvelarme el argumento. De momento no sé nada de nada así que mucho mejor.
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