Autor, Literatura, Sinclair

Agente presidencial, Upton Sinclair

1938. Europa sucumbe a una crisis política a múltiples niveles que parece augurar una guerra cercana. Hitler y Mussolini en su apogeo, la guerra en España e inestabilidad para los territorios europeos: la anexión de Austria primero y la de Checoslovaquia para el control de los Sudetes más tarde auguran que el pintor austríaco no va a parar tratando de cumplir sus objetivos.

Negras nubes de tormenta en el horizonte bloqueaban la luz del sol y la gente vagaba perdida como en un sueño, como si estuvieran ciegos y no fueran conscientes de la oscuridad que se cernía sobre ellos, como si estuvieran sordos y no pudieran escuchar el fragor del trueno…

Página 80

Nuestro particular dandy navega como pez en el agua en este entorno complejo. Primero, porque su posición como hijo de un magnate armamentístico le hace estar escudado a la hora de visitar eminentes políticos, de uno y otro signo político, mientras se mantiene como un simpatizante socialista en la sombra que ofrece sus servicios como agente al presidente de los Estados Unidos.

Tras las cuatro anteriores episodios, en esta ocasión Lanny Budd, ya cercano a los 40, se pone al servicio del gobierno de su país para trasmitir información relevante y así tratar de ayudar a la causa democrática. Su trabajo como experto en arte le ayudará a mantener una posición a dos bandas y sus conexiones con la aristocracia europea hará el resto.

Como en los episodios previos, la historia es la trama y base en la que situar sus personajes de ficción, de modo que por un lado Sinclair radiografía la situación socio-política de la época, mientras que sitúa a sus personajes en ella, funcionando como un libro de historia novelado.

En su fuero interno se dijo «Roosevelt no lo creerá». Pero Lanny no podía hacer nada para remediarlo. Su destino era vivir en una época en la que demasiadas cosas resultaban increíbles, incluso después de que hubieran sucedido.

Página 142

Lanny pivota entre un lado y otro del charco obteniendo y pasando información, mientras a la vez trata de seguir el rastro de su mujer, Trudi, que forma parte de la resistencia alemana y resulta atrapada por las SS.

El quinto episodio de la saga adolece de algunos problemas de ritmo a consecuencia del exceso de reiteraciones, tanto de las habituales que añade el autor para recordar quién es quién (útiles cuando menciona personajes secundarios que aparecieron previamente) como de las propias del momento histórico, siendo estas excesivas, al repetir una y otra vez datos relacionados con la situación política (que se presuponen conocidas pero con una mención bastaría) lo cual incrementa las páginas de una novela ya de por sí larga, llegando a las 800 páginas.

Además, hay un desbalance entre lo real y lo ficcionado a favor de lo primero, lo cual lo convierte en menos novela y más ensayo histórico. Esto genera situaciones irreales que acaban pasando factura a la frescura de la historia, siendo notorio en determinados hilos, como el de Trudi, que por su relevancia e impacto en la vida de Lanny debería de haber obtenido más peso, mientras que los detalles de las estrategias políticas sí que son detallados (¿quién puede creer que a su situación como prisionera sólo se le dediquen unas pocas páginas mientras que a las estrategias de Hitler cientos, siendo la primera su esposa?).

En cualquier caso, seguiré poniéndome al día en las aventuras de Lanny Budd, y planeo la lectura de la siguiente, La cosecha del dragón, para finales de este año, y así acometer la lectura del último publicado, Un mundo que ganar, en 2026.

FICHA:

Te gustará si te gustó Entre dos mundos, Upton Sinclair.
Los dientes del dragón, Upton Sinclair.
Ancha es la puerta, Upton Sinclair.
Pros– Cómo articula lo grande (la Historia) con la vida rutinaria de los personajes.
Contras– Exceso de reiteraciones. Sobran páginas.

Namaste.

Autor, Literatura, Ugresic

El Ministerio del Dolor, Dubravka Ugresic

Tras El Museo de la Rendición Incondicional y Ficcionario americano me he propuesto leer a la croata una vez al año. Tengo en casa La edad de la piel y Baba Yagá puso un huevo pero quería que fuera este el siguiente en leer.

Siguiendo los pasos de El Museo de la Rendición Incondicional, la protagonista de El Ministerio del Dolor (Impedimenta, 2024) es una mujer que huye de la guerra en Yugoslavia para refugiarse en Ámsterdam, donde comenzará a dar clases de Lengua y Literatura Serbocroata. Sus alumnos son compatriotas, exiliados como ella, que comparten experiencias y con quienes creará una amistad unida por un pasado común.

Huíamos de todas partes y a todas partes llegábamos.

Página 25

Como en el Museo, el tema principal es la reflexión del hogar perdido, los recuerdos y memorias de personas que ven cómo su mundo ha terminado: un país desaparecido que no sólo no existe más, sino que parece que jamás existió ante una nueva realidad, la de la repartición de la tierra en una nueva subdivisión.

Yugoslavia era un país terrible. En él, todos mentían, igual que mienten hoy. Solo que ahora una mentira se ha dividido en cinco partes.

Página 84

Se materializa lo anterior en la absurda tarea para la profesora de impartir clases de una lengua que ya no existe. Sus alumnos le siguen el juego, y lo que comienza como una obligación se convierte en la unión de la clase ante el sentimiento de pérdida y su pasado común.

A veces, las cosas en la vida se enredan tanto que el antes y el después acaban confundiéndose.

Página 260

Esta novela sigue el tema base de El Museo de la Rendición Incondicional, pero trasformando esa situación autobiográfica en una novela que abarca la unión, amistad y también desazón y soledad. Aunque similares, los dos libros se desarrollan de manera diferente, siendo más crudo el primero y este algo más amable, dentro de la temática triste y melancólica que comparten.

Si tuviera que recomendar sólo uno os diría que mejor El Museo de la Rendición Incondicional, aunque este tiene un punto más de variedad al incluir breves historias de los diversos personajes que se presentan, algo que recuerda también a Liudmila Ulítskaya.

FICHA:

Te gustará si te gustó El Museo de la Rendición Incondicional, Dubravka Ugresic.
Una carpa bajo el cielo, Liudmila Ulítskaya.
Pros– Sutil, directo y triste. Trasmite perfectamente el tema del desarraigo y la soledad.
Contras– Falta de unión entre las historias.

Namaste.

Autor, Literatura, Vigan de

Basada en hechos reales, Delphine de Vigan

Alguien tiene que explicarme por qué de la adicción a los escritores franceses que sufrimos muchos lectores: primero fue Houellebecq, luego Carrère y ahora de Vigan, da igual su temática, cuando entras en sus mundos no puedes evitar querer leer toda su obra.

Con la última, entré con su famosa Nada se opone a la noche (Anagrama, 2012), un libro que me gustó mucho y que queda en mi memoria unido a mi viaje a Roma. Luego vino Las gratitudes (Anagrama, 2021), una historia también recomendable pero que me gustó menos. Ahora, me tocaba escoger libro para cuando terminé una novelaza como Minimosca de Gustavo Faverón Patriau, de la que os hablaré próximamente, coincidiendo además con mi estancia en el hospital, y la verdad que me costó poco escoger este libro verde que llevaba tiempo esperando su turno junto con Patrick Modiano y Karl Ove Knausgård (ya sabéis, los catálogos editoriales a veces hacen extraños compañeros de estante).

En Basada en hechos reales, la francesa nos acerca a su amistad con L., una mujer que aparece en su vida para tomar las riendas en un momento en el que la escritora está con un bloqueo lector. Enmarca el inicio de diversas partes del libro con citas de Stephen King, como si nos avisara de lo que está por venir, porque la ayuda de L. será clave para encarar el inicio de un libro que no acaba de llegar, pero también una presencia asfixiante que vira en algo mucho menos sano.

Y es que L. pretende hacerse dueña y señora de la vida de Delphine de Vigan, aislándola, influyéndola más o menos sutilmente, ampliando su influencia como cualquier persona tóxica que se precie: con obsesión y control.

El vocabulario adquirido de ese modo creaba poco a poco una coraza, espesa y fibrosa, que permitía desenvolverse en el mundo, despierta y confiada. Pero seguía desconociendo tantas palabras…

Página 21

La francesa consigue crear un historia psicológica de obsesión y control donde trasmite la perfección la agonía del ser parasitado y las estrategias del parásito para ir haciéndose con su presa.

Es imposible curarse de ciertas palabras, de ciertas miradas.

Página 227

La cosa no termina aquí porque de Vigan también crea un juego de espejos que se mueve entre realidad y ficción, entre lo que vemos y lo que creemos ver, eso que a veces no se distingue entre vivido e imaginado. Esta parte se desarrolla en el final como colofón de una historia que nos mantiene pegados a sus páginas desde el primer momento.

Aquellos cuadernos constituían mi memoria. Contenían toda suerte de pormenores, de anécdotas, de situaciones que tenía olvidadas. Contenían mis esperanzas, mis preguntas, mi dolor. Mi curación. Contenían aquello de lo que me había aligerado con el fin de mantenerme en pie. Contenían lo que creía haber olvidado pero nunca se borra. Lo que sigue actuando sin que lo sepamos.

Página 236

Con un estilo directo, concreto, de capítulos cortos y una clara de lo que nos quiere trasmitir, Basada en hechos reales es otro de esos libros a recomendar de la autora, si bien creo que no es del todo perfecta y que a veces cae hasta en lo arquetípico propio de obras de menor calidad (determinados pasajes por las exageraciones me han llevado incluso a esas películas de tarde que emiten en muchos canales generalistas).

Aún con lo anterior, ha sido una lectura muy gratificante, perfecta para un viaje, y que en mi caso quedará unida al momento en el que la he leído, como ya me pasó con Nada se opone a la noche.

De nuevo los franceses no fallan.

FICHA:

Te gustará si te gustó Nada se opone a la noche, Delphine de Vigan.
La niña perdida, Elena Ferrante.
Pros– El inicio, muy potente.
– La descripción de una relación tóxica.
Contras– Algunos pasajes parecen paródicos.

Namaste.

Autor, Bánffy, Literatura

Los días contados, Myklós Bánffy

La primera parte de la trilogía Transilvana del húngaro Myklós Bánffy viene precedida de muchas opiniones positivas, de ahí que me animara a comprar los tres libros de golpe cuando vi la oportunidad en una aplicación de venta de segunda mano.

He decidido empezar por el primero este año, Los días contados (Libros del Asteroide, 2009), con el propósito de ir afrontando la lectura de libros que forman parte de series de forma más o menos anual, como he hecho con la trilogía de Auschwitz de Primo Levi.

Imperio Austrohúngaro, principios del siglo XX. En Hungría se palpa la tensión política entre una Monarquía a la que le queda el tiempo contado frente a los cambios que pide la población.

En este contexto nos topamos con los dos protagonistas de la historia: Bálint Abády, un conde que acaba de regresar como diplomático del extranjero y que quiere comenzar a hacer cambios en su hacienda; y su primo László Gyerőffy, prometedor músico, asistente a múltiples bailes sociales como se estilaba entre las personas de su clase.

La acción se sitúa en dos escenas principales: los lugares políticos (Congresos, despachos, lugares de reuniones), donde Abády acude frecuentemente, y las salas de fiestas, carreras de caballos, casinos… donde se congrega la actividad social y donde podremos asistir a los intentos de ambos de conseguir el amor. La trama es, por tanto, bastante limitada y lenta, basada en conversaciones sobre los gobernantes o en sutiles referencias y comentarios de mujeres casaderas, podemos decir que sucede poco y lo poco que sucede se puede condensar en un párrafo.

Caminando mudo por el sendero helado decidió evitar a Adrienne. Evitarla hasta curarse del todo de esa nostalgia tonta que le perseguía.

Página 240

Me ha recordado a las escenas de paz de Guerra y paz de Lev Tólstoi y en cierto sentido esta historia es heredera de las grandes historias europeas del siglo XIX, donde la acción pierde interés en favor de la descripción total del ambiente social de la época.

Así es como Bánffy se acerca a un mundo que ya no existe dentro de un Imperio que vive sus últimos coletazos: una realidad que está cerca de acabarse, al que se le añaden las diferencias sociales y políticas de las comunidades húngaras y rumanas.

Prohibida durante más de 40 años por el régimen comunista, el retrato de las sociedades de la época nos traslada directamente a un mundo en el que la posición social era una de los aspectos más relevantes, y donde estilísticamente no caben más que los aspectos tradicionales: largas descripciones, muchos diálogos y un narrador omnisciente que sigue a los dos protagonistas.

Debido a lo anterior, y ayudada por la división en cinco partes de la historia, he ido alternando otros libros más dinámicos para no aburrirme demasiado en un libro que, siendo sincera, lo es bastante.

Me temo que esperaba mucho más de la historia, que me ha llegado a plantear la pregunta de por qué he comprado los otros dos siguientes, ya que no me he quedado con demasiadas ganas de añadirlos en mi lista de lecturas próximas…

FICHA:

Te gustará si te gustó Guerra y paz, Lev Tólstoi.
Pros– La radiografía de la sociedad de la época.
Contras– Demasiado lento y en muchos puntos, aburrido.

Namaste.

Autor, Literatura, Sánchez Piñol

La piel fría, Albert Sánchez Piñol

Hace ya mucho tiempo (probablemente cuando vivía en Madrid) anoté este título en mi libreta, animada por algún fragmento de los que se estilaba poner en los vagones del metro con objeto de animar a la lectura de los viajeros.

Se quedó, como muchos otros, sepultado entre libros, retrasado además porque no disponía de ejemplar que me juzgara desde su estante. La casualidad hizo que me topara con él en la biblioteca, y posteriormente sin buscarlo lo encontré en una librería de viejo en Urueña, la Villa del Libro, lo cual me acabó por convencer que era el momento de acercarme a esta historia de la cual, reconozco, no conocía ni siquiera la trama.

El protagonista es un hombre que llega a una isla aislada de la civilización con objeto de comenzar su trabajo de meteorólogo. A pesar de haber recibido la información de relevar a su antiguo compañero, la primera sorpresa será darse cuenta de que no hay a quien relevar y la única persona que se encuentra en la isla no parece demasiado colaborador.

Lo mejor vendrá después, porque caída la noche se dará cuenta de que las dos únicas construcciones de la isla son atacadas por unos seres que salen del mar.

Este planteamiento y el ritmo endiablado de la acción consigue que no puedas parar de leer. ¿Quiénes son esos seres y qué quieren?

Nunca estamos infinitamente lejos de aquellos a quienes odiamos. Por la misma razón, pues, podríamos creer que nunca estaremos absolutamente cerca de aquellos a quienes amamos.

Página 9

La consecuencia, como podréis imaginar, es que no es posible dejar el libro a medias, mientras el lector es testigo de las estrategias e intentos del protagonista por repeler el ataque de los monstruos.

Hay ocasiones en que negociamos nuestro futuro con el pasado.

Página 27

Como resultado, una historia vertiginosa, no carente de reflexiones sobre qué distingue a los humanos de otras razas, además de componentes morales y éticos.

Mi descripción no es fiable. Eso es lo que yo podía ver. Pero el paisaje que un hombre ve ojos afuera, acostumbra a ser el reflejo de lo que esconde, ojos adentro.

Página 26

El problema de este tipo de historias es la culminación, cómo terminar una historia que, como otras de terror o de miedo, sólo parece tener dos soluciones, y quizá esto es lo que desequilibra la historia, tanto las repeticiones que alargan una trama de la que tampoco se puede pedir más, hasta el final que es de complicada resolución.

Veo que hay una versión en cine de la que algunos lectores hablan bien. Lo desconocía.

En definitiva, una lectura no del todo redonda pero que me alegro haber hecho para conocer a un autor que tenía pendiente desde hace demasiado tiempo.

Te gustará si te gustó Fin, David Monteagudo.
Pros– Original, vertiginoso. Muy entretenido.
Contras– Exceso de repeticiones. Difícil de terminar.

Namaste.

IMM, Literatura

IMM (109)

Regreso con las últimas compras y regalos, ¿me acompañáis?

Los últimos regalos de mi cumpleaños son estos:

  • Las máscaras del héroe, Juan Manuel de Prada (Espasa, 2017). Los prejuicios son claves a la hora de escoger leer o no a un libro o un autor. Eso mismo me lleva pasando toda la vida con de Prada, que siempre me ha parecido más personaje que escritor. Sin embargo, escucharle en un podcast me hizo cambiar de idea, pregunté aquí y allá y me dijeron que era muy bueno. Esta parece ser su novela más afamada.
  • Un puente sobre el río Drina, Ivo Andric (RBA, 2024). Este título llevaba un tiempo pululando en mi vida pero no fue hasta la reseña de Gabriel, que podéis leer aquí, que me animé a anotarlo en mi cuaderno de futuras lecturas. Parece que tiene todos los elementos para que me guste.
  • Vidas minúsculas, Pierre Michon (Compactos de Anagrama, 2021). De un tiempo a esta parte no paro de ver por redes a este francés del que no conocía nada. El efecto me recuerda a lo que me pasó con Annie Ernaux, así que he decidido darle una oportunidad con esta novela que es la que más me han recomendado.

En la Feria del Libro de Madrid me traje los siguientes:

  • Cartucho, Nellie Campobello (Cátedra, 2019). Recomendado en el Atlas de Literatura Hispanoamericana de Clara Obligado, desconocía de su publicación hasta que el amigo Jesús Artacho me lo comentó.
  • Una cuestión personal, Kenzaburo Oé, (Compactos Anagrama, 1999). Del autor leí en su día los Cuadernos de Hiroshima, y llevaba tiempo pensando en que tenía que regresar a su obra. Dudé con el libro adecuado, porque también he leído buenas críticas de Arrancad las semillas, fusilad a los niños, pero finalmente ha sido este el escogido.
  • Punin y Baburin, Iván Turguénev (Nórdica, 2018). El autor ruso, que me gustó con su novela Padres e hijos, en una versión más corta. Un título que anoté porque me llamó la atención por redes sociales.
  • El anticuario, Gustavo Faverón Patriau (Candaya, 2015). Del autor que me obnubiló con Vivir abajo (Candaya, 2019) y que estoy ahora mismo leyendo Minimosca (Candaya, 2024) quería hacerme con esta novela corta, por lo que decidí esperar a la Feria para acercarme a la caseta de la editorial.
  • El plantador de tabaco, John Barth (Sexto Piso, 2013). Un tochazo de esos que casi ya no se publican del que hablan muy bien, pero que se lee poco. Aquí lo tengo para empezarlo cuando saque tiempo.

Contadme, ¿habéis leído alguno de ellos?

Namaste.

Autor, Literatura, Pynchon

Explorando ‘Contraluz’: un reto literario de Pynchon

Cada año me propongo leer uno de esos libros que parecen retos, un libro largo y complejo fáciles de posponer porque imponen respeto. Ya sabéis: el Ulises de Joyce o La montaña mágica de Mann por poner dos ejemplos. Cómo salga la cosa, si me gusta o no o si llego siquiera a terminarlo ya es otra cuestión.

De Pynchon leí en su día La subasta del lote 49, una inclasificable novela que me dejó con ganas de más y de ahí que finalmente escogiera esta novela en lugar de El arcoíris de la gravedad, que por lo que comentan es la culminación de su obra.

No pretendo venir a hacer una reseña porque de este libro se me hace prácticamente imposible, pero sí quería dejar unas pinceladas de lo que me ha parecido, porque ha sido mucha la gente interesada en mi opinión según veía mis avances en GoodReads.

Empezaré diciendo que comencé este libro a finales de enero y que lo acabo de terminar. Mi estrategia ha sido alternar libros (más de uno, podréis imaginar) en cada una de las cinco partes y leer un máximo de páginas diarias. No es una lectura para leer de golpe 100 páginas por inasumible.

Os recomiendo además tener a mano lápiz y papel porque la cantidad de personajes es absolutamente apabullante. Incluso llegas a la página 300 y siguen saliendo más y más, sin saber bien quién será secundario y quién no. Me ha ayudado mucho hacer esquemas con las relaciones entre ellos para después tener a mano, de forma clara y concisa quién es quién es este puzzle inmenso.

Mención destacada merece el cronotopo, pues aquí toda una importancia enorme en toda la obra. Olvidaos de novelas en las que está fijado, el libro de Mann es un buen ejemplo. Aquí comienza con la Exposición Universal de Chicago de 1893, pero salta para adelante y para atrás de forma casi incontrolable, ya que los saltos en el tiempo son otro elemento que definen la trama, como si de otro elemento más se tratase. Da igual en qué parte estés de la novela: la trama puede saltar de tiempo y lugar en cualquier momento.

  • ¿Hubo una guerra?, ¿dónde?
  • En Europa. En todas partes. Pero nadie parece saberlo… aquí – vaciló, con una mirada cansina -, todavía.
  • ¿Por qué no? ¿Acaso está tan lejos que «todavía» no ha llegado la noticia? – Dejó escapar un aliento y añadió – ¿O es que «todavía» no ha sucedido?

Página 719

Comenzamos Contraluz con Los Chicos del Azar, un grupo organizado que patrulla la tierra a bordo del Inconvenience, una nave espacial que nos sitúa en un punto futurista pero que a la vez es contradictorio con la información de que su primera misión sea la Exposición Universal de Chicago de 1893. Su misión no queda clara desde el primer momento y su papel es también ficticio, ya que más tarde sabremos que ellos son los protagonistas de una serie de cómics como lo pueden ser los Vengadores en nuestro siglo.

Como personajes destacables tenemos también a la familia Traverse, encabezados por Webb y seguido por sus cuatro hijos, dinamiteros anarquistas que buscan la venganza por la muerte de su padre. Esta trama es una de las principales en el libro, ya que los hijos han de viajar por muchos lugares siguiendo la pista de los asesinos.

El espato de Islandia o el Éter lumífero son otros de los elementos que se mezclan en la tramas anteriores. Sin embargo, a lo largo de la novela hay temas que parecían principales que dejan de aparecer para centrarse en otras líneas de la novela, como Scarsdale Vibe, magnate influyente o la Universidad de Gotinga y sus investigaciones.

Así, la trama salta de Chicago a Europa, para situarse en Alemania y después en Venecia. Las tramas, localizaciones y personajes son casi inabarcables.

Hay lugares que tememos, lugares que soñamos, lugares de los que nos convertimos en exiliados sin darnos cuenta hasta que, a veces, ya es demasiado tarde.

Página 952

Digo inabarcables porque hacia la página 700 uno pensaría que ya conoce quién es quién en este puzzle inmenso. Pues no, porque personajes secundarios como bien a un circo en el que Zombini el Misterioso toman relevancia y otras líneas que uno pensaría que se van a desarrollar más se quedan en agua de borrajas.

Mención aparte merece la maestría de Thomas Pynchon, que es capaz de incluir en un capítulo detalles muy técnicos, como si de un listado de instrucciones se tratara, pormenorizado y sorprendente por el grado de detalle que alcanza, pero también de jugar con el humor, no sólo a través de los acrónimos que se va sacando de la manga (buen ejemplo es el organismo CRETINO, (Centro de Recogimiento para los Estudiosos del Tetractis Inefable NeoOrden) o la CACA (Cobertura Anual para Chequeos y Análisis).

  • Pareces alterado – comentó Humfried esa noche -. Por lo general se te ve más americano, con la cabeza siempre vacía.

Página 768

Os recomiendo encarecidamente las entradas que le ha dedicado El pez volador al libro que incluyen infografías sobre el desarrollo de la acción y la importancia de estas en el peso de la obra.

En cuanto a mi opinión, es complicado afirmar o recomendar este libro. En primer lugar porque son 1300 páginas, todo un despliegue de historias que en ocasiones, sobre todo al principio, merecen mucho la pena, pero que va decayendo, ya sea por cansancio del lector o por falta de ritmo. Diría que si queréis leer a Pynchon empecéis por La subasta del lote 49 y sólo empecéis este si os apetece mucho mucho. Admito que en otra circunstancia habría abandonado su lectura hacia la mitad, pero mi situación personal me ha permitido tener más tiempo de lo habitual y poder encarar la lectura compleja de una historia que parecía que no se iba a terminar nunca. Ahora lo bueno: es obvio el despliegue de conocimiento que hace el autor y por qué es una de las figuras más interesantes de escritores vivos en la literatura. Pocos pueden llegar a ese nivel de descripción técnico y complejo para después variar a un tono cínico y de humor. Así que, ¿os animáis a embarcaros en esta aventura?

Namaste.

Autor, Literatura

Orbital, Samantha Harvey

Orbital de Samantha Harvey (Anagrama, 2025) captó mi atención por dos cosas, una de fondo y otra de forma: la primera, porque fue merecedora del Premio Booker en el año 2024. La segunda, la preciosa portada que le ha dedicado la editorial Anagrama en su edición al español, algo a lo que por suerte la editorial parece estar prestando más atención que en el pasado.

El planteamiento de la historia es la vida de unos astronautas en la Estación Espacial Internacional, sus reflexiones y recuerdos desde este lugar ajeno a la Tierra. Este hecho fue el que a la vez me echaba para atrás de su lectura (porque una piensa que qué va a suceder si no hacen más que estar ahí, flotando en el espacio) pero también me animaba a acercarme a algo tan novedoso (primera novela para mí que presentara este tipo de protagonistas).

Y en definitiva, ambos aspectos son a la vez lo bueno y lo malo de la historia. Conocer la rutina de un astronauta es francamente aburrida, dado que tienen poco margen al libre albedrío y todo consiste en repetir rutinas y experimentos, aunque bien es cierto que destacan determinados análisis aquí y allá:

No hay ideas nuevas. Son simplemente ideas viejas que nacen en momentos nuevos.

Página 19

Durante un tiempo pensé que Harvey decidiría optar por centrar la trama en las relaciones entre los astronautas, habida cuenta de que no hay mucha más opción en un lugar tan pequeño, o bien que sucediera algo que les pusiera a prueba, pero no es así: la autora escoge continuar con la trasmisión su rutina durante 24 horas hasta completar 16 órbitas alrededor de la Tierra y con dejarnos recuerdos y valoraciones positivos del mundo que echan de menos los astronautas.

No olvides jamás el precio que la humanidad paga por sus momentos de gloria, porque la humanidad no sabe cuándo parar, no sabe cuándo dar el día por terminado.

Página 91

El resultado es una novela aburrida, monótona, que habría ganado si se hubiera quedado en menos páginas o si se hubiera convertido en un relato largo.

¿Que está bien escrito? Sí. ¿Que hay pasajes bonitos y poéticos? También. Pero una buena limpieza le habría venido de perlas y personalmente, fiarme de mi instinto, que me hacía desconfiar, me habría venido también estupendamente.

FICHA:

Te gustará si te gustó Stoner, John Williams.
Pros– Buenas reflexiones y análisis salpicadas a lo largo del texto.
Contras– Aburrido. Le sobran páginas.

Namaste.

Autor, Literatura, Whitehead

Los chicos de la Nickel, Colson Whitehead

Whitehead llevaba tiempo en mi radar desde que fue galardonado dos veces con el premio Pulitzer, primero en 2017 por El ferrocarril subterráneo y posteriormente por este que os traigo hoy, ya en 2020.

Los chicos de la Nickel (Debolsillo, 2024) se basa en un hecho real: los maltratos y la violencia de muchachos y niños en un orfanato de Estados Unidos situado en Florida, que funcionó durante más de un siglo y cuya historia salió a la luz por una investigación universitaria.

Whitehead parte de este hecho para narrar una historia de violencia y racismo, al más puro tradicionalismo sureño, donde las dinámicas de violencia y poder son imposibles de esquivar por los chavales que llegan a sus instalaciones.

Lo hace de forma amena, con muchos diálogos y de una forma muy visual, el tipo de libro que se ve perfecto para una adaptación televisiva, lo cual compruebo ahora que ocurrió en 2024.

Eso es lo que la Nickel le hacía a un chico. Salías de allí pero lo llevabas dentro, te doblegaba de mil y una maneras hasta impedirte llevar una vida normal, y cuando salías estabas marcado para siempre.

Página 170

Comienza la historia en 2010, cuando se destapan parte de los secretos del orfanato, momento en el cual las víctimas se organizan para dar a conocer sus experiencias. La narración salta a 1960 para contarnos la historia de Elwood Curtis, su vida y familia y cómo termina en el orfanato. Para él, estudiante modelo, idealista, que acaba de rebote encerrado es un choque al que se tiene que acostumbrar no sólo por el ambiente que allí se encuentra sino por su propio carácter, de natural tímido y retraído.

El mundo seguía dándole instrucciones: no ames a nadie porque desaparecerá, no confíes en nadie porque te traicionará, no te levantes y plantes cara porque te molerán a palos.

Página 200

Además de una historia de la sociedad de Estados Unidos: su racismo institucionalizado, la irrupción de Martin Luther King o la violencia de la institución, Los chicos de la Nickel es también la historia de una amistad, el refugio de un tímido que encuentra en un muchacho el apoyo para continuar, la desinteresada relación entre dos jóvenes que se apoyan y se infunden ánimos. El tono, en el fondo, más allá de la violencia y de la rabia que da conocer las injusticias que se dieron lugar dentro de los muros de la institución, es de esperanza por los cambios que han de venir, por, de alguna manera, narrar una situación que está en vías de extinción, por el halo de cambios que se avecinan.

En definitiva, Los chicos de la Nickel es una novela muy bien escrita que además de ser entretenida radiografía a la perfección la situación en el Estados Unidos de la época, un equilibrio muy accesible para todo tipo de lectores.

FICHA:

Te gustará si te gustó The bluest eye, Toni Morrison.
Pros– Equilibrado: duro y amable a la vez.
– Radiografía muy bien la sociedad de la época.
Contras– Demasiado duro para determinados lectores.

Namaste.

Autor, Literatura, Vargas Llosa

Pantaleón y las visitadoras, Mario Vargas Llosa

En la dicotomía talento vs trabajo, igual que en el fútbol teníamos a Messi frente a Cristiano Ronaldo, en la literatura hispanoamericana se enfrentan Gabriel García Márquez frente a Mario Vargas Llosa. En un lado el genio del primero, esa corriente de frases enigmáticas, esos mundos sacados de quién sabe dónde que vinieron a cambiar nuestra forma de entender la literatura. En el otro, el trabajo arduo y milimetrado del peruano, que estudia, organiza y estructura cada punto de sus novelas, sin dejar nada en el aire, recortando todo lo que podría parecer accesorio.

Por algún motivo, y al igual que en el fútbol, parece que desde el gran público se valora más la genialidad a lo crudo que el trabajo constante de estos segundos. Parece que se justifica más las inexactitudes y la verborrea de los primeros frente al buen hacer de los segundos.

Si añadimos el componente caer bien, por algún motivo, y lo hemos podido comprobar recientemente con el fallecimiento de Vargas Llosa, los segundos son más criticados, por el aura de orgullo, por sus tendencias políticas o por la soberbia de la que parece que han hecho gala.

Al menos en estos lares, los galardones, y una vez igualados con el Nobel, han acercado a los dos autores, lo cual parece simplificar una polémica absurda, que a muchos les impide disfrutar de ambos genios de las letras en español.

Volviendo al libro del que os voy a hablar hoy, este es uno de los títulos que tenía pendiente de Mario Vargas Llosa, tras haber acometido la lectura de Los jefes. Los cachorros, La ciudad y los perros, Conversación en La Catedral y La fiesta del Chivo. En casa tengo también La casa verde y La tía Julia y el escribidor, y desde hacía tiempo venía pensando en volver a leer al autor, de ahí que lo añadiera en los propósitos de este 2025, situación que por desgracia se ha visto adelantada tras el fallecimiento del peruano.

Pantaleón Pantoja es el protagonista de esta novela, un comprometido militar al que se le encarga organizar un servicio bastante particular en la Amazonia: la visita de prostitutas a los militares para tratar de minimizar los casos de agresiones sexuales de estos a las civiles. Lo que inicialmente parece una broma (que además, se basa en una historia real) deviene en absurdo por el rigor y la profesionalidad de un militar que no entiende nada más que llevar la cosa a los extremos.

La novela está organizada en tres tipos de capítulos: por un lado, el capítulo-diálogo, donde escuchamos diversas conversaciones de los personajes: Pantaleón hablando con su madre o con su mujer pero también, se añaden de forma intercalada conversaciones con sus superiores o inferiores. Un tipo de capítulo que aporta dinamismo y que enseguida se entiende quién dice qué, a pesar de no indicarlo en ningún momento.

En segundo lugar, los informes, textos oficiales del que en su mayoría Pantoja es el emisor, para describir y explicar su organización. Aporta una dosis de humor absurdo ineludible por los eufemismos y exageraciones de un militar que no sabes si se lo está tomando todo demasiado en serio o si se está riendo del Ejército entero.

Si al menos hubiera organizado la cosa de una manera mediocre, defectuosa. Pero ese idiota ha convertido el Servicio de Visitadoras en el organismo más eficiente de las Fuerzas Armadas.

Página 239

Por último, los capítulos de narración tradicional, donde un narrador omnisciente, tras un encabezado con una fecha, nos cuenta qué ha sucedido.

La mezcla de los tres recursos consiguen lo que pretende el autor: una mezcla de absurdez, surrealismo y humor incrustados en un funcionamiento burocrático que junto con el aspecto serio y formal de los informes, casan a la perfección.

Ha sido una novela que he disfrutado mucho y que también me ha sorprendido, por el tema a tratar y el estilo menos serio y duro que otras de sus novelas, esta es perfecta para pasar un rato entretenido con una garantía de calidad alta. Os la recomiendo.

FICHA:

Te gustará si te gustó Conversación en La Catedral, Mario Vargas Llosa.
Los árboles, Percival Everett.
Pros– El diferente estilo de los capítulos.
– Absurdo, surreal y muy divertido.
Contras– Ninguno.

Namaste.