Autor, Literatura

Orbital, Samantha Harvey

Orbital de Samantha Harvey (Anagrama, 2025) captó mi atención por dos cosas, una de fondo y otra de forma: la primera, porque fue merecedora del Premio Booker en el año 2024. La segunda, la preciosa portada que le ha dedicado la editorial Anagrama en su edición al español, algo a lo que por suerte la editorial parece estar prestando más atención que en el pasado.

El planteamiento de la historia es la vida de unos astronautas en la Estación Espacial Internacional, sus reflexiones y recuerdos desde este lugar ajeno a la Tierra. Este hecho fue el que a la vez me echaba para atrás de su lectura (porque una piensa que qué va a suceder si no hacen más que estar ahí, flotando en el espacio) pero también me animaba a acercarme a algo tan novedoso (primera novela para mí que presentara este tipo de protagonistas).

Y en definitiva, ambos aspectos son a la vez lo bueno y lo malo de la historia. Conocer la rutina de un astronauta es francamente aburrida, dado que tienen poco margen al libre albedrío y todo consiste en repetir rutinas y experimentos, aunque bien es cierto que destacan determinados análisis aquí y allá:

No hay ideas nuevas. Son simplemente ideas viejas que nacen en momentos nuevos.

Página 19

Durante un tiempo pensé que Harvey decidiría optar por centrar la trama en las relaciones entre los astronautas, habida cuenta de que no hay mucha más opción en un lugar tan pequeño, o bien que sucediera algo que les pusiera a prueba, pero no es así: la autora escoge continuar con la trasmisión su rutina durante 24 horas hasta completar 16 órbitas alrededor de la Tierra y con dejarnos recuerdos y valoraciones positivos del mundo que echan de menos los astronautas.

No olvides jamás el precio que la humanidad paga por sus momentos de gloria, porque la humanidad no sabe cuándo parar, no sabe cuándo dar el día por terminado.

Página 91

El resultado es una novela aburrida, monótona, que habría ganado si se hubiera quedado en menos páginas o si se hubiera convertido en un relato largo.

¿Que está bien escrito? Sí. ¿Que hay pasajes bonitos y poéticos? También. Pero una buena limpieza le habría venido de perlas y personalmente, fiarme de mi instinto, que me hacía desconfiar, me habría venido también estupendamente.

FICHA:

Te gustará si te gustó Stoner, John Williams.
Pros– Buenas reflexiones y análisis salpicadas a lo largo del texto.
Contras– Aburrido. Le sobran páginas.

Namaste.

Autor, Literatura, Whitehead

Los chicos de la Nickel, Colson Whitehead

Whitehead llevaba tiempo en mi radar desde que fue galardonado dos veces con el premio Pulitzer, primero en 2017 por El ferrocarril subterráneo y posteriormente por este que os traigo hoy, ya en 2020.

Los chicos de la Nickel (Debolsillo, 2024) se basa en un hecho real: los maltratos y la violencia de muchachos y niños en un orfanato de Estados Unidos situado en Florida, que funcionó durante más de un siglo y cuya historia salió a la luz por una investigación universitaria.

Whitehead parte de este hecho para narrar una historia de violencia y racismo, al más puro tradicionalismo sureño, donde las dinámicas de violencia y poder son imposibles de esquivar por los chavales que llegan a sus instalaciones.

Lo hace de forma amena, con muchos diálogos y de una forma muy visual, el tipo de libro que se ve perfecto para una adaptación televisiva, lo cual compruebo ahora que ocurrió en 2024.

Eso es lo que la Nickel le hacía a un chico. Salías de allí pero lo llevabas dentro, te doblegaba de mil y una maneras hasta impedirte llevar una vida normal, y cuando salías estabas marcado para siempre.

Página 170

Comienza la historia en 2010, cuando se destapan parte de los secretos del orfanato, momento en el cual las víctimas se organizan para dar a conocer sus experiencias. La narración salta a 1960 para contarnos la historia de Elwood Curtis, su vida y familia y cómo termina en el orfanato. Para él, estudiante modelo, idealista, que acaba de rebote encerrado es un choque al que se tiene que acostumbrar no sólo por el ambiente que allí se encuentra sino por su propio carácter, de natural tímido y retraído.

El mundo seguía dándole instrucciones: no ames a nadie porque desaparecerá, no confíes en nadie porque te traicionará, no te levantes y plantes cara porque te molerán a palos.

Página 200

Además de una historia de la sociedad de Estados Unidos: su racismo institucionalizado, la irrupción de Martin Luther King o la violencia de la institución, Los chicos de la Nickel es también la historia de una amistad, el refugio de un tímido que encuentra en un muchacho el apoyo para continuar, la desinteresada relación entre dos jóvenes que se apoyan y se infunden ánimos. El tono, en el fondo, más allá de la violencia y de la rabia que da conocer las injusticias que se dieron lugar dentro de los muros de la institución, es de esperanza por los cambios que han de venir, por, de alguna manera, narrar una situación que está en vías de extinción, por el halo de cambios que se avecinan.

En definitiva, Los chicos de la Nickel es una novela muy bien escrita que además de ser entretenida radiografía a la perfección la situación en el Estados Unidos de la época, un equilibrio muy accesible para todo tipo de lectores.

FICHA:

Te gustará si te gustó The bluest eye, Toni Morrison.
Pros– Equilibrado: duro y amable a la vez.
– Radiografía muy bien la sociedad de la época.
Contras– Demasiado duro para determinados lectores.

Namaste.

Literatura

Decimosexto aniversario

De nuevo 23 de mayo, lo cual significa que estoy de celebración, porque hace 16 años fue la primera vez que le di a publicar una entrada en este espacio.

Este año tengo la sensación de estar menos presente a pesar de estar leyendo como nunca. Es complicado entender por qué estoy leyendo muchísimo (ahora mismo tengo unos 7 libros pendientes de reseñar) y sin embargo me cuesta sentarme delante del ordenador para ordenar mis ideas.

Lo anterior ha generado que mi propósito lector anual vaya como un cohete comparado con otros años a estas alturas, pero sé también, y ya os adelanto, que dentro de poco notaréis aún más mi ausencia. La vida, ya sabéis.

De nuevo, y aún a riesgo de repetirme, daros las gracias a todos los que os pasáis por aquí a leerme, los que comentáis, los que anotáis títulos y os fiais de mis recomendaciones, los que estáis al otro lado.

Ya sabéis, podéis encontrarme en Goodreads (que siempre, siempre tengo actualizado), Instagram y X.

Sigamos leyendo.

Namaste.

Autor, Literatura, Vargas Llosa

Pantaleón y las visitadoras, Mario Vargas Llosa

En la dicotomía talento vs trabajo, igual que en el fútbol teníamos a Messi frente a Cristiano Ronaldo, en la literatura hispanoamericana se enfrentan Gabriel García Márquez frente a Mario Vargas Llosa. En un lado el genio del primero, esa corriente de frases enigmáticas, esos mundos sacados de quién sabe dónde que vinieron a cambiar nuestra forma de entender la literatura. En el otro, el trabajo arduo y milimetrado del peruano, que estudia, organiza y estructura cada punto de sus novelas, sin dejar nada en el aire, recortando todo lo que podría parecer accesorio.

Por algún motivo, y al igual que en el fútbol, parece que desde el gran público se valora más la genialidad a lo crudo que el trabajo constante de estos segundos. Parece que se justifica más las inexactitudes y la verborrea de los primeros frente al buen hacer de los segundos.

Si añadimos el componente caer bien, por algún motivo, y lo hemos podido comprobar recientemente con el fallecimiento de Vargas Llosa, los segundos son más criticados, por el aura de orgullo, por sus tendencias políticas o por la soberbia de la que parece que han hecho gala.

Al menos en estos lares, los galardones, y una vez igualados con el Nobel, han acercado a los dos autores, lo cual parece simplificar una polémica absurda, que a muchos les impide disfrutar de ambos genios de las letras en español.

Volviendo al libro del que os voy a hablar hoy, este es uno de los títulos que tenía pendiente de Mario Vargas Llosa, tras haber acometido la lectura de Los jefes. Los cachorros, La ciudad y los perros, Conversación en La Catedral y La fiesta del Chivo. En casa tengo también La casa verde y La tía Julia y el escribidor, y desde hacía tiempo venía pensando en volver a leer al autor, de ahí que lo añadiera en los propósitos de este 2025, situación que por desgracia se ha visto adelantada tras el fallecimiento del peruano.

Pantaleón Pantoja es el protagonista de esta novela, un comprometido militar al que se le encarga organizar un servicio bastante particular en la Amazonia: la visita de prostitutas a los militares para tratar de minimizar los casos de agresiones sexuales de estos a las civiles. Lo que inicialmente parece una broma (que además, se basa en una historia real) deviene en absurdo por el rigor y la profesionalidad de un militar que no entiende nada más que llevar la cosa a los extremos.

La novela está organizada en tres tipos de capítulos: por un lado, el capítulo-diálogo, donde escuchamos diversas conversaciones de los personajes: Pantaleón hablando con su madre o con su mujer pero también, se añaden de forma intercalada conversaciones con sus superiores o inferiores. Un tipo de capítulo que aporta dinamismo y que enseguida se entiende quién dice qué, a pesar de no indicarlo en ningún momento.

En segundo lugar, los informes, textos oficiales del que en su mayoría Pantoja es el emisor, para describir y explicar su organización. Aporta una dosis de humor absurdo ineludible por los eufemismos y exageraciones de un militar que no sabes si se lo está tomando todo demasiado en serio o si se está riendo del Ejército entero.

Si al menos hubiera organizado la cosa de una manera mediocre, defectuosa. Pero ese idiota ha convertido el Servicio de Visitadoras en el organismo más eficiente de las Fuerzas Armadas.

Página 239

Por último, los capítulos de narración tradicional, donde un narrador omnisciente, tras un encabezado con una fecha, nos cuenta qué ha sucedido.

La mezcla de los tres recursos consiguen lo que pretende el autor: una mezcla de absurdez, surrealismo y humor incrustados en un funcionamiento burocrático que junto con el aspecto serio y formal de los informes, casan a la perfección.

Ha sido una novela que he disfrutado mucho y que también me ha sorprendido, por el tema a tratar y el estilo menos serio y duro que otras de sus novelas, esta es perfecta para pasar un rato entretenido con una garantía de calidad alta. Os la recomiendo.

FICHA:

Te gustará si te gustó Conversación en La Catedral, Mario Vargas Llosa.
Los árboles, Percival Everett.
Pros– El diferente estilo de los capítulos.
– Absurdo, surreal y muy divertido.
Contras– Ninguno.

Namaste.

Autor, Literatura, Ribeyro

La palabra del mudo, Julio Ramón Ribeyro

De vez en cuando recibo comentarios en los que se me comenta lo rápido que leo. Os traigo un libro para desmentir esa afirmación.

La palabra del mudo (Seix Barral, 2019) es una recopilación de relatos del flaco Ribeyro, publicadas desde los 70 hasta los 90.

No recuerdo gracias a quién o cómo llegó la idea feliz de leer este libro de más de mil páginas, pero fue en 2023 cuando comencé, de a pocos, y siempre por las noches, la lectura de un relato o dos, para después espaciar la lectura hasta terminarla en la primavera de 2025. Quiero pensar que no es debido a mi falta de constancia sino a tratar de no quemarme con un formato, que para ser sincera, ni soy asidua ni domino.

Voy a dejar algunas pinceladas de lo que nos podemos encontrar en este librazo, por si os sentís atraídos y queréis, en algún momento de vuestra vida lectora, acometer la lectura. Quizá no encontréis esta edición, pero me consta que Alfaguara ha sacado una nueva que contiene los mismos relatos bajo el título Cuentos reunidos (2024).

En La palabra del mudo (Seix Barral, 2019) encontramos una basta recopilación de los relatos que fue publicando Ribeyro a lo largo de las épocas.

Comienza la introducción no sólo con un prólogo de Sara Mesa, sino con Cuentos olvidados (1995), relatos el periodo 1949-1956, para después adentrarse en la recopilación Los gallinazos sin plumas (1955), cuyo tema central es el realismo crítico. En general, el peruano fue un experto en relatar la situación de los pobres a través de la crítica social, como hace en Las botellas y los hombres (1964) o en Los cautivos (1972).

Finalmente, como dentro del programa estaba previsto un concierto en el jardín, fue necesario construir un jardín.

Página 144 – El banquete – Cuento de circunstancias (1958)

Su obra central y por lo que dicen los expertos, más destacada, es Silvio en el Rosedal (1977), donde la temática se central en conflictos vecinales y donde podemos apreciar más contenido metafísico. Como podéis comprobar por los fragmentos que os dejo por aquí, su estilo es sencillo, directo y sin subterfugios, con un hilo de sutil humor en ocasiones y con un poso de tristeza analítica en otros.

Las decepciones, en general, nadie las aguanta, se echan al saco del olvido, se tergiversan sus causas, se convierten en motivo de irrisión y hasta en tema de composición literaria.

Página 618 – Alineación – Silvio en el Rosedal (1977)

Termina la recopilación con Solo para fumadores (1987), más accesorio desde mi punto de vista, y Relatos santacrucinos (1992), de contenido más autobiográfico.

Despidió a la cocinera porque tenía un ojo más grande que el otro y con el grande lo enfocaba como un faro marino cada vez que pasaba por la cocina

Página 649 – El marqués y los gavilanes – Silvio en el Rosedal (1977)

Ribeyro demuestra desde el primero de los relatos el poder de su lenguaje que aúna el realismo más duro con un estilo elegante, sutil y preciso para acercarse a situaciones límite, tanto de acción como de emoción. Es un hilo aparentemente sencillo, un lenguaje que fluye y parece que no cuesta, pero que precisamente sólo los genios son capaces de conseguir de forma natural y liviana.

Como resumen, este libro es una delicia para todos aquellos que adoran los relatos, por el alto nivel de lo que cuenta y la variedad de temáticas y situaciones que plantea, pero también es un libro perfecto para acercarse a los cuentos para quienes no estén tan bregados en el tema, porque su calidad y su ingenio lo hace un indispensable en el género. Os recomiendo disfrutarlo y paladearlo y comentarme vuestra opinión. Ya os digo que no os vais a arrepentir.

Namaste.

IMM, Literatura

IMM (108)

Marzo llegó con lluvias y con muchos libros.

Abril se animó sobre todo por mi cumpleaños y el Día del Libro.

Aquí mis nuevas adquisiciones:

  • El fiel Ruslán (Libros del Asteroide, 2013). A estas alturas a nadie se le ha escapado mi marcada tendencia a la lectura de libros sobre la URSS o sobre países de su órbita. La explicación no la tengo clara, pero que me atraen este tipo de libros cada vez más es evidente. De nuevo el Gulag. Lo novedoso es que parece que en este libro el protagonista es un perro.
  • El lugar sin límites, José Donoso (Alfaguara, 2024). Del autor de El obsceno pájaro de la noche, quería leer otras de sus obras pero para mi sorpresa no eran tan comunes en la librería como yo suponía. Por suerte lo encontré de casualidad en la Librería Celama de Madrid, un espacio que me pasé a conocer con muy buena selección libresca.
  • Terra nostra, Carlos Fuentes (Alfaguara, 2025). Cuando se menciona el consagrado Boom lationamericano usualmente se mencionan a García Márquez y Vargas Llosa, dejando de lado otros autores destacados como el mexicano Fuentes, de quien hace mucho leí la fantástica La muerte de Artemio Cruz. Sin embargo, como Donoso, parece que sus libros no son tan conocidos o vendidos, de ahí que me haya lanzado directa a por un título antes de que desaparezca en las librerías.
  • Distancia de rescate, Samanta Schweblin (Seix Barral, 2025). Hace ya muchos años una amiga argentina me recomendó este libro de su compatriota, pero no lo compré ni lo leí en su momento, así que he tomado esta reedición como un aviso para hacerme con él. Será mi primer libro de la autora.
  • La picadura de abeja, Paul Murray (Anagrama, 2025). Como tantos otros me llamó la atención por su portada (parece que la editorial al fin le está dando un cambio radical a las ilustraciones de sus portadas) pero traté de ignorarlo, por eso de los eternos pendientes y porque lo de haber sido finalista del Booker tampoco garantiza nada, ya sabemos. Sin embargo, la opinión de Mara, con quien coincido frecuentemente, que lo pone como una obra maestra, acabó por decantar la balanza.
  • Oso, Julia Phillips (Sexto Piso, 2025). De la estadounidense leí en su momento la espectacular La desaparición, una historia que me sorprendió mucho, así que era lógico que me animara a leer esta historia. No puedo dejar de destacar su preciosa portada. Gracias a la editorial por el envío.
  • Un héroe de nuestro tiempo, Mijaíl Lérmontov (Planeta,1990). Con motivo de mi cumpleaños hice una visita a la famosa Urueña, destino turístico recomendable y Villa del Libro, donde hay bastantes más librerías que lugareños. En su mayoría son librerías de viejo, así que opté por este título que recordaba tener anotado hacía tiempo, a pesar de que dudo la calidad de la traducción por ser una edición bastante antigua.
  • La broma infinita, David Foster Wallace (Debolsillo, 2014) . Al igual que el anterior, lo encontré en otra de las librerías de Urueña. Siempre he dudado si alguna vez acometeré la que supongo será una ardua tarea para leer al autor, pero claro, sin ver el libro en el estante jamás me lo plantearía.
  • Seis personajes en busca de autor y Enrico IV, Luigi Pirandello (Debolsillo, 2024). Hace ya muchísimos años que anoté la primera de estas dos obras de teatro en mi lista, pero quién sabe por qué el título se quedó sepultado frente a otros. En mi visita por el Día del Libro lo vi y decidí comprarlo.

¿Habéis leído alguno de ellos? ¿Os gustó?

Enseguida más reseñas, que se me acumulan…

Namaste.