Si tuviera que telegrafiar esta novela, me saldría algo como esto:
Montana. Paisaje. Familia McCaskill. Vaca. Monte. Paisaje. El padre es guarda forestal. Oveja. Paisaje. Cotilleo misterioso. Oveja. El hijo se enfada con el padre. Oveja. Paisaje. El hijo se va de casa. Paisaje. Oveja. El otro hermano está triste. Oveja. Paisaje. Comienza el verano. Paisaje. Oveja. Excursión. Miedo del niño porque conoce a un tipo con mala pinta. Oveja. Rodeo. Oveja. Baile. Construcción de una letrina. Oveja. Bosque. Conversación sobre ovejas. Colina. Oveja. Incendio. Paisaje a punto de arder. Una línea de tensión. Oveja que pasaba por ahí. Fiesta para todos. Paisaje. Fin.
Bueno, pero como no cobran las palabras, voy a situaros un poco más.
Doig nos lleva de nuevo a Montana, al interior de un estado dedicado a la agricultura, donde vive una familia, los McCaskill.
A priori, las similitudes con Una temporada para silbar son obvias: tanto el lugar, como el grupo familiar, como muchos temas humildes tratados (cómo conseguir trabajo, cómo ahorrar dinero), todas esas preocupaciones que tenemos la gente normal y corriente.
Entonces, ¿cuál es la diferencia? Pues una que parece pequeña: un personaje. Un solo personaje que en la otra novela es un niño aquí es un adolescente. Esa ternura, esa inocencia, ese punto de vista que sólo puede aportar un niño, de la que parte aquélla historia, que le da consistencia a los acontecimientos. Ese punto de unión.
Y sin embargo tenemos esta novela, una historia que se me ha hecho lenta, muy lenta, aburrida, repetitiva, y pesada, sin apenas trama, con abundantes descripciones y con poca miga, provinciana y simplista, que no lleva a ninguna parte y donde no pasa nada.
Porque esa es la verdad: no pasa nada, no hay trama. Lo poco que hay es un recuerdo, algo que en cualquier otra historia sería un detalle, una anécdota que contar en un diálogo cualquiera. Aquí, sin embargo, se estira y se estira, se embadurna con misterio y miedo, se agranda y se vuelve a estirar, creando un monstruo, uno grande: el de las expectativas. Porque sí, señores, no hay peor enemigo de un libro que el de la expectación. Esperamos y esperamos, seguimos avanzando y no pasan más que ovejas y paisajes. Seguimos esperando y vemos que quedan pocas páginas, y al final cuando leemos ese secreto familiar no es más que una burda estupidez, un rumor de patio de vecinas, un detalle insignificante, y NO PUEDE SER QUE LLEVEMOS ESPERANDO 500 PÁGINAS PARA ESTO. Pero eso sucede. Porque después el libro se acaba.
Quizá no se note, porque sé disimular muy bien, pero estoy cabreada. Cansada. Me cabreo cuando veo que pierdo el tiempo leyendo un libro, y este ha sido el caso. Porque en otros casos, cuando no ocurre nada (o bien ocurre poco) me gusta el estilo, me gusta cómo me lleva y me trae el autor. Eso no ocurre aquí porque el estilo de Doig no es especialmente diferente al de muchos otros autores. Pero aquí tenemos simplemente a un señor al que le gusta su tierra, y que pretende enseñarnos cada puto arbusto y cada puta oveja de toda Montana.
A mí me la han colado. Espero que a vosotros no.
FICHA:
Te gustará si te gustó |
|
Pros |
|
Contras |
|
Otras opiniones |
|
Namaste.
Con tanta oveja te habrás dormido más de una vez
Me gustaMe gusta
jajaja me parto, pero mucho!!
Es que me quedo alucinada pensando que las dos estamos hablando del mismo libro!!
Coincido contigo en que no hay trama, pero es que he leído el estilo de vida de Montana con un gusto que ni te imaginas. De hecho, ni me preocupaba «eso que estás esperando saber», porque sabía que sería algo ocurrido tiempo atrás que no tendría importancia; yo solo quería seguir pasando el verano allí 😀
En fin, que es una de mis mejores lecturas del año
Por cierto, menudo tostón Cien años de soledad 😛
Me gustaMe gusta
Ahora sabrás de ovejas, cosa que no todos podemos decir. Me has hecho reír mucho.;)
Me gustaMe gusta
Me sucede un poco como a Isi, efectivamente no pasa nada pero yo estuve pasando el verano junto a Jicks.
En fin, sería muy aburrido que todos opinaramos igual sobre todos los libros 😉
Me gustaMe gusta
¡Me ha encantado la reseña! Me he reído mucho. A mí me chifló Una temporada para silbar, a ver este.
Me gustaMe gusta
Fua! Pues lo siento por tí, pero me alegro de tu sincera reseña para no caer en la tentación de leer semejante pestiño. 😉
Besos
Me gustaMe gusta
Tengo apuntado el título. Tiene varias características a parte de tu opinión que la hacen una lectura deseable. Además la editorial no se suele equivocar a la hora de decidir que títulos traernos.
Un saludo.
Me gustaMe gusta
Sí que disimulas bien el cabreo, sí… Jejeje
A mi no me van a engañar, no es el estilo de libro que me va… Me lo pensaría por las ovejas, si no fuera porque las veo todos los veranos… XD
¡Besotes!
Me gustaMe gusta
Me ha encantado tu reseña, jajajaja. Y me siento muy identificada con ese cabreo supino que expresas aquí tan bien cuando un libro muy cacareado resulta quedarse en nada. De todas formas, viendo los comentarios expresados arriba quizá le dé una oportunidad, tiene pinta de ser el típico libro que me gustaría. 🙂 ¡Besos!
Me gustaMe gusta
Jajajaja, sí que hay diferencia entre tu percepción y la de Isi, jajaja. Aunque os entiendo a las dos. A veces leer es solo el dsifrute de dejarse llevar por lo que alguiente te va contando, aunque no tenga una trama de peso, pero claro,tiene que interesarte algo, al menos el lugar como parece ser el caso.
Yo por si las moscas, no lo leeré, salvo que tenga muchas ganas de Montana, en cuyo caso sabré que este libro es perfecto para ubicarme.
Estaba pensando, por ejemplo en Estambul de Pamuk, ¿lo has leído? Son libros sin trama, y sin embargo, joyitas, cuando no se tienen expectativas, claro (lal primer intento tuvef que dejarlo, y cuando al tiempo, sabiendo el estilo de libro que era, lo retomé: me enamoró)
En fin, me encantas cuando despotricas.
Me gustaMe gusta
Lilvia: más de una y de dos… ¡y lo lento que transcurrían los capítulos!
Isi: eso mismo pensé cuando leí tu reseña: que no podía ser cierto que hubiéramos leído el mismo libro. Y precisamente no esperaba que me gustara tan poco, y más teniendo los antecedentes de Una temporada para silbar. Me ha dado rabia, de verdad.
Bueno, decir que Cien años de soledad es un tostón sí que es un sacrilegio. Eso es literatura con mayúsculas, y no este libro.
Dolmar: uy, no creas, de ovejas sé lo mismo que antes de leer el libro: que duermen (y más si ves muchas).
Lammermoor: a mí es que Jick no me parecía un personaje atrayente ni tierno ni nada, sino más bien soso, perdido, lento en sus reacciones… en fin.
L.: lo que más rabia me da es que a mí también me gustó mucho “Una temporada para silbar”, y esperaba que este también. Y mira. Espero que a ti te guste más.
Filias: me ha dado mucha rabia porque me ha parecido una pérdida de tiempo. Es lo que hay.
Mariuca: como lectora y compradora asidua de esta editorial (no en vano tengo más de 30 de sus títulos en mis estanterías), te puedo asegura que Libros del Asteroide tiene grandes novelas en su haber, y grandes autores. Lo cual no quita que de vez en cuando incluya novelas secundarias para ganarse esos lectores que leyeron previamente al autor (está pasando con Doig, pero también con George V. Higgins o con Stegner). Que sea una gran editorial no significa que todos sus libros sean de 10. Esto es igual que con Acantilado y la novela “Fin”. Saludos.
Trescatorce: jajaja, que quedara bien claro que me muerdo la lengua (?). Eso me han dicho los que me conocen, que sí, se nota que me contengo… :p
Halcombe: ya me contarás. Espero que te guste. En serio. No hay nada peor que perder el tiempo leyendo un libro.
Icíar: si tienes ganas de Montana, leería, sin dudar “Una temporada para silbar”, ese sí que me gustó.
He leído a Pamuk (menos de lo que debería) y me gusta, al igual que me gusta Javier Marías (recién terminé de leer la primera parte de “Tu rostro mañana”). No me importa que no tenga trama siempre que el estilo del autor merezca la pena, sea distinto (llámese Vargas Llosa, Juan Rulfo, Roberto Bolaño o el que quieras), mi problema es cuando el autor no tiene un estilo que le destaque de sus demás contemporáneos y además que no cuente nada, y más si en lugar de quedarse con una discreta novela de cien páginas opta por rellenar hasta la quinientas.
Y respecto a Pamuk, como he dicho más arriba, leí en su día “Me llamo Rojo” y me quedé con las ganas de seguir conociendo su obra. Pero ya sabes. El plan infinito sigue ahí…
Me gustaMe gusta