Autor, Literatura, Rydahl

El ermitaño, Thomas Rydahl

La novela de Thomas Rydahl que ya os comenté cuando asistí a la presentación del libro, comienza con un accidente de tráfico y un muerto. El protagonista es un taxista danés que lleva bastante tiempo viviendo en Fuerteventura, desde que dejó todo para comenzar una solitaria rutina.

Mi primera impresión no fue buena. No soy demasiado aficionada a los espectáculos gores o desagradables como es el de cogerle el meñique a un muerto para llevarlo en el bolsillo. Llamadme pusilánime, si queréis. Pero si contamos que es el inicio del libro, que el asunto en sí roza el surrealismo y que no encontré fundamentada actuar de ese modo, pues sí, es una forma de intentar llamar la atención del lector, supongo.

El-ermitañoPasado este capítulo, conocemos la vida de Jorgensen, su trabajo diario, su forma de vivir, los motivos por los que huyó de Dinamarca y sus amistades: un chaval rico que prefiere su compañía a la de los niños pijos de su edad (lo normal, vamos).

Además, nuestro protagonista se encontrará de cara con un misterio: el descubrimiento de un bebé en el maletero de un coche abandonado en una playa. Esta es la verdadera trama de la novela, el intento del protagonista por descubrir la verdad del asunto, la defensa de los desvalidos.

Y hasta aquí podéis leer si teníais pensado leer El ermitaño.

Porque, si os digo la verdad, leer El ermitaño ha sido un suplicio, un reto para mi paciencia y una afrenta para mi lista de pendientes. En primer lugar, por su repugnante inicio, que lanza el anzuelo para exclamar aquéllo de ¡Yo no soy como los demás! Efectivamente, no eres como los demás, no eres un bestseller tradicional, eres peor.

El libro se hace aburrido, con un estilo pesado, que lo quiere todo. Esto es: descripciones largas, páginas en las que no ocurre nada, detalles innecesarios… paja y más paja.

Pero ¡ay si nos fijamos en el detalle! Situaciones absurdas e increíbles, comportamientos que pretenden sorprender pero que van en contra de cualquier capacidad de raciocinio… ¡todo regado de diálogos manidos y falsos! Que sí, que lo sabemos: escribir diálogos no es sencillo, pero claro, si eres un escritor danés que recreas conversaciones entre españoles y te lee alguien de la meseta… es fácil que te pillen.

No cuadra, porque España no es Nueva York, porque estamos hartos de escuchar o leer una y otra vez el mismo diálogo que parece sacado de una película de las tardes de Antena 3. Es forzado, no es fluido, se nota la impostura.

– Mira a tu alrededor, Ermitaño. No estás en tu querida wonderful Dinamarca.

Página 306

Pero, claro, es que Rydahl se ha metido en el patatal de recrear una historia en España y de ahí no podía salir sino mal parado… para un hispanohablante es complicado meterse en la historia, porque no sólo la trama es extraña, exagerada y poco plausible, sino que… ¡los personajes tienen nombres raros! ¿Palabras? ¿Quién se apellida Palabras en este país? ¿No valía un Gómez? ¿Un Pérez? ¿Un González?

– Venga ya. Un vehículo sin matricular y que sólo ha hecho cincuenta y un kilómetros. Una chica de Porto, y una puta mierda… ¡Me cago en Dios!

– En esta oficina hay buenos creyentes, debes hablar con respeto, Ermitaño.

Página 93

Personalmente, para mí El ermitaño ha resultado ser una novela con escenografía de croma verde. No he sido capaz de meterme en la historia porque desde el inicio no me la creía: ni los motivos de los personajes, ni las situaciones que se les daban, ni la lógica que exhibían. Para mí eran actores interpretando un papel extraño, ajeno a la realidad, de un mundo que no es este: ni en el tiempo ni el lugar adecuados. Los nombres de los personajes y sus diálogos sólo generaban que me sintiera más y más fuera de la novela, mirando el reloj para contar cuánto quedaba para que terminara la pantomima.

No soy especialista en novela negra, para eso ya está Marta o Aramys… pero sí que sé lo que busco cuando leo una novela del género: una historia que me atrape y sorprenda, con la que quiera leer más, y para ello es necesario que me meta en la trama, que la sienta como propia.

No ha sido el caso.

FICHA:

Te gustará si te gustó
Pros
  • La sensación de tristeza que trasmite es muy vívida.
Contras
  • Situación y personajes irreales, que parecen de artificio.
  • Los diálogos, por impostados. Demasiada paja.

Namaste.

Actualidad, Literaria, Presentaciones

Presentación de «El ermitaño», de Thomas Rydahl

Con motivo de la presentación de la novela El ermitaño, del danés Thomas Rydahl, la editorial Destino organizó un encuentro bloguero que tuvo lugar ayer en Madrid.

Situado en la isla de Fuerteventura, el protagonista es Erhard, un solitario taxista que se enfrenta a un misterio que pretende resolver. No cuento más. Para más información os remito a la página web, donde encontraréis la sinopsis y el book trailer.

Aunque no conocía el libro ni al autor, y a pesar de que últimamente estoy bastante desligada de la novela negra, decidí conocer de cerca algo más sobre esta historia.

Rydahl es un autor que ha conseguido el éxito con su primera novela, recibiendo el premio a la mejor novela danesa del año, además de conseguir su traducción a 10 idiomas distintos.

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Con estos antecedentes, en el encuentro nos encontramos un autor cercano, que nos explicó muchas cosas, tanto su proceso de escritura (en el que destaca cómo a día de hoy sigue compaginando su trabajo con la escritura), así como el origen de la novela o el carácter de su peculiar protagonista.

Rydahl es un tipo cercano, que admite no leer demasiada novela negra, interesado por la psicología y los vinos, que reconoció escribir desde la alegría, al contrario que otros escritores que lo hacen desde el dolor.

Es cierto que en la novela hay añoranza y miedo generado desde el pasado, pero pasa un poco como en la vida, que tenemos períodos con alegría pura y otros muy difíciles.

En definitiva, un rato agradable rodeada de gente que habla de libros. Qué más se puede pedir. Pues sí, pido más: por ejemplo, desvirtualizar a María, de De todo un poco y terminar la tarde hablando de más libros…

Muchas gracias a la editorial por invitarme a este evento.

Namaste.