Autor, Ditlevsen, Literatura

Las caras, Tove Ditlevsen

Ditlevsen acabó el año pasado entre mi lista de lo que más me había gustado. No es de extrañar que, cuando Seix Barral anunció que publicaría un nuevo libro de la danesa, lo anotara en mi calendario para hacerme con él cuanto antes.

¿Me gustaría tanto como la Trilogía de Copenhague (Seix Barral, 2022)? Las expectativas eran altas.

Las caras (Seix Barral, 2023) va de rostros, de caras, de esas que lleva la gente:

Ojos, nariz, boca, un triángulo tan sencillo, ¿cómo podía dar pie a infinitas variaciones?

Página 8

Las caras de los demás, las que nos inquieren, nos preguntan y nos juzgan.

¿Aguantaría hasta el final esa cara con huellas de tantas cosas que el resto del mundo debía ignorar? ¿No se volvía hacia ella con hostilidad cuando no la vigilaba?

Página 19

Copenhague. 1968. Nuestra protagonista es una escritora de éxito de libros infantiles. Casada y con tres hijos, comienza a desconfiar de su marido, de las intenciones de su hija, de cómo la juzga Gitte, la mujer a la que tiene contratada en casa. Sus caras no son lo que eran y cree que su marido y Gitte están confabulados para volverla loca. Dentro de sí sabe que su intención es matarla. O peor, provocar su suicidio.

Unas llamas rojas le ardían detrás de los párpados y sus lágrimas no bastaban para apagarlas.

Página 84

Las caras ofrece un relato directo y duro sobre la enfermedad mental, sobre la contraposición entre lo que creemos ver o pensar y el mundo que nos rodea. Lise está sola, todos los demás tienen intención de perjudicarla, no puede fiarse de nada ni de nadie. Su soledad desemboca en una desesperación que no puede ignorar, que quiere aplacar pero que no sabe cómo.

El relato es cronológico sin saltos temporales, donde abundan las comparaciones y las metáforas, casi hasta la utilización exagerada de este recurso, que en las primeras páginas destaca para crear imágenes potentes pero que se desinfla con el paso de los capítulos.

Era mi cumpleaños y esperaban que mostrase una alegría radiante y redonda como una pelota que sostener con las manos para que todos la viesen.

Página 155

Ditlevsen ahonda en esta ocasión en la temática de la enfermedad y del suicidio, al contrario que en la Trilogía de Copenhague donde se incluían aspectos sociológicos y políticos y de búsqueda de la identidad. En Las caras el tema es uno y claro: el avance de una enfermedad mental contado por quien la sufre. La desesperación de quien no entiende qué sucede alrededor, el miedo a lo que vendrá.

El grupo de pacientes que deambulaban en silencio se había dispersado como una formación de pájaros cortada en dos por un avión. Se les empezaban a caer las caras y, con manos temblorosas, se las palpaban en un intento de evitar que ese elemento desconocido que había bajo su piel se hiciese patente, como una enfermedad secreta oculta detrás de la otra que todo el mundo veía. Escribió: «No hay camino hacia el amor. El amor se atraviesa en el camino y cuando desaparece deja el camino destruido».

Página 159

Si añadimos lo evidente: que Ditlevsen se acabó suicidando, lo anterior puede ser catalogado como un relato de corte autobiográfico de una autora que sabía de lo que escribía.

Me temía que Las caras no iban a estar al nivel de la Trilogía de Copenhague. Me equivocaba. Ofrece otra visión del universo de la danesa, una cara del poliedro que forman los intereses, los temas y las obsesiones de un escritor.

Deseando leerla de nuevo.

FICHA:

Te gustará si te gustó Trilogía de Copenhague, Tove Ditlevsen.
Los ojos vendados, Siri Hustvedt.
Pequeñas desgracias sin importancia, Miram Toews.
Pros – Certero y muy potente. Trasmite todas las sensaciones de la protagonista.
– Para anotar citas desde la primera página.
Contras – Uso exagerado de las comparaciones y metáforas.

Namaste.

Autor, Ditlevsen, Literatura

Trilogía de Copenhague, Tove Ditlevsen

Llego a Trilogía de Copenhague un poco por recomendaciones de varios lectores, pero sin saber con exactitud qué me voy a encontrar, a finales del año pasado lo compré y decidí leerlo este año.

Este libro incluye es autobiografía más o menos ficcionada de la autora, Tove Ditlevsen, con tres partes bien diferenciadas.

El inicio, como es de esperar, comienza con la infancia, donde nos narra su pasado familiar y los sentimientos de niña incomprendida que le acompañan desde pequeña. Su afán por escribir, por tener amigos y huir de la pobreza de su casa son tempranos y constantes:

Oscura es la infancia, siempre gañendo con un animalillo (…). Casi todos los adultos dicen haber tenido una infancia feliz y puede que hasta lo crean, quien no lo cree soy yo. Yo lo que creo es que han logrado olvidarla.

Página 38

Narrada cronológicamente y con el uso de narrador en primera persona, la infancia de la autora viene marcada por la pobreza en el extrarradio de la capital danesa, en las primeras décadas del siglo XX. La inestabilidad económica junto con el auge del partido nazi forman parte del ambiente en el que ella comienza a desarrollarse, en una casa fría de un barrio obrero de la capital. Allí reside con sus padres y su hermano:

Todo el mundo se encariña con mi hermano y yo muchas veces pienso que a él su infancia le cae mucho mejor que a mí la mía. Tiene una infancia hecha a medida que va ensanchando con armonía a la par que él crece, mientras que la mía la cosieron para otra niña a la que seguro que le habría sentado la mar de bien. Cuando pienso así, mi careta se vuelve aún más estúpida, porque no puedo hablar de estas cosas con nadie y siempre sueño con conocer a alguien extraordinario que me escuche y me comprenda. En los libros he leído que hay personas así, pero no existe ninguna en la calle de la infancia.

Página 40

La segunda parte, de título Juventud, comprende la etapa de vida de adolescente que busca un trabajo con el que ser independiente mientras que persigue que le publiquen alguna de sus obras en una editorial. Más aburrida quizá, la temática es más monótona y apenas hay cambios en los personajes que ya conocemos. Eso, sumado con que es la parte más larga consigue ralentizar la narración. Lo cierto es que me encallé lo suficiente como para colar otra lectura entre medias, menos mal que continué.

No sé muy bien cómo, consigo salir por la puerta con todas mis esperanzas rotas. Despacio, paralizada, echo a andar hacia casa a través de la primavera de la ciudad, la primavera de los demás, la gozosa metamorfosis de los demás, la dicha de los demás. Jamás seré famosa, mis poemas no valen nada. Me casaré con un obrero cualificado con trabajo estable que no le dé a la botella o tendré un empleo fijo con derecho a pensión. Después de esta mortífera desilusión, tardo mucho en regresar a mi cuaderno de poesía. Aunque a nadie le gusten mis poemas, no me queda más remedio que escribirlos, porque mitiga la pena y la añoranza que encierra mi corazón.

Página 106

Por último, la tercera parte, Dependencia, describe el momento en el que se convierte en madre y su situación de entonces: desde el éxito profesional gracias a sus libros hasta los problemas personales por los que pasa: un primer matrimonio fallido que lleva a un segundo matrimonio que acaba abruptamente para acabar con un tercer matrimonio que le lleva de cabeza a la adicción y a la sumisión ante un hombre que sabe cómo conseguir lo que quiere.

Todos hemos fracasado en algún plano de la vida y tengo la sensación de que nuestra juventud ha acabado junto con la ocupación.

Página 348

Me ha sorprendido mucho el tono y el cambio de tema entre la segunda y la tercera parte, esperaba algo muy diferente a lo que nos narra aquí, que es oscuro, cruel, solitario, desesperado. Gana en complejidad y reflexiones, ahonda en los problemas psicológicos de Ditlevsen y en la relación tóxica con su marido.

De forma directa y sin subterfugios, expone el sentimiento de abandono y la adicción a la que se somete tras encontrar una sustancia que le lleva a un estado de irrealidad. Recuerda esta parte a Lucia Berlin, al tono descarnado de quien considera que no le queda nada en la vida. Sólo narrarlo.

Me quedo con la duda saber cuánto de todo esto es cierto, pero si recuerdo que Tove Ditlevsen se suicidó en 1976 ya pienso que mucho de lo aquí expuesto no es sino verdad, aunque habría que acudir a una biografía de la danesa para cerciorarse.

En resumen, Trilogía de Copenhague es una mezcla de Elena Ferrante, Lucia Berlin y Sylvia Plath. Recuerdos de un barrio pobre en la infancia, las ansias por salir adelante y escribir y la desazón al comprender los subterfugios más claros de la personalidad junto con una sociedad que siempre, siempre, espera otra cosa de nosotros.

Muy, muy recomendable. Mi consejo: alternar las partes con otras lecturas.

FICHA:

Te gustará si te gustó La amiga estupenda, Elena Ferrante.
Manual para mujeres de la limpieza, Lucia Berlin.
La campana de cristal, Sylvia Plath.
Pros – Poética, sensible y dura.
– La tercera parte.
Contras – Desigualdad entre las partes.
– Repetición de temas durante 2/3 del libro.

Namaste.