Autor, Literatura, Plath

La campana de cristal, Sylvia Plath


Cuando vi esta nueva edición de La campana de cristal (Random House, 2019), sabía que era el momento de comprarlo y de leerlo al fin.

La-campana-de-cristalMi prejuicio con esta lectura pasaba por imaginármelo como una lectura ardua, lenta y muy reflexiva, quizá porque sabía que en parte es una historia autobiografía y por conocer el fatídico final de Plath, que se suicidó con apenas 30 años.

Me bastaron un par de páginas para darme cuenta de lo equivocada que estaba:

Seguro que hay cosas que un baño caliente no cura, pero no conozco muchas.

Página 38

La protagonista de la historia es Esther, una brillante alumna que obtiene una beca para trabajar en una revista de Nueva York. Su estancia en la gran ciudad, junto con sus compañeras, le hará asistir a cócteles, eventos y fiestas pero también plantearse qué es lo que quiere en el futuro. Cuando muchas de ellas ven una buena oportunidad para encontrar marido, Esther trata de seguir su sueño de dedicarse a la escritura.

La campana de cristal se puede dividir de forma muy clara en dos partes: la primera mitad, centrada en su vida en Nueva York, (momento en el que la campana existe pero no se menciona), y la segunda parte, cuando la situación se descontrola y Esther sufre los efectos de la ansiedad y depresión que la llevan a un manicomio.

Pensaba que la creación más bella del mundo debía de ser la sombra, el millón de formas en movimiento y callejones sin salida de la sombra. Había sombra en los cajones de las cómodas y en los armarios y en las maletas, y sombra debajo de las casas y de los árboles y las piedras, y sombra en el fondo de los ojos y las sonrisas de la gente, y sombra, leguas y leguas y leguas de sombra en la cara nocturna de la tierra.

Página 166

Así, mientras que al principio vemos un mundo frívolo lleno de caviar, elegancia y fiestas (Plath es capaz incluso de incluir sarcasmo y humor negro), en la segunda parte, en contraposición, nos encontramos una realidad aséptica llena de incomprensión.

¿Qué nos hacía, en Belsize, tan diferentes de las chicas que jugaban al bridge y cotilleaban y estudiaban en la universidad a la que yo iba a regresar? También esas chicas, en cierto modo, vivían bajo campanas de cristal.

Página 258

Me ha sorprendido la ligereza del estilo, que es claro y directo, sin ningún tipo de alarde. Esperaba algo más duro, más profundo, o un estilo con algún tipo de riesgo, abundancia de reflexiones y pocos diálogos, saltos temporales o algún otro recurso. Pero no. La historia es bastante lineal, abundan los diálogos y está narrado en primera persona.

Quizá con eso baste. Porque lo que sí consigue es que nos pongamos los zapatos de la protagonista, que veamos con sus ojos la sociedad americana de los 50: el machismo imperante, la sensación de no controlar la vida propia, su soledad, que la mantiene alejada de todos, la sensación de ir a la deriva.

Eso es La campana de cristal.

«Continuaremos a partir de donde o dejamos, Esther» – me había dicho con su dulce sonrisa de mártir-. Haremos como si todo hubiese sido una pesadilla.
Una pesadilla.
Para quien está en la campana de cristal, vacía e inerte como un bebé muerto, el mundo es una pesadilla.

Página 257

FICHA:

Te gustará si te gustó
Pros
  • La contraposición entre la primera y segunda parte.
  • Consigue trasladar las sensaciones de la protagonista.
Contras
  • Estilísticamente es una historia muy sencilla. Esperaba algo más, teniendo en cuenta que siempre se incluye como indispensable.
  • La traducción podría mejorarse. Hay algunos párrafos que chirrían.

Namaste.

 

9 comentarios en “La campana de cristal, Sylvia Plath”

  1. Gracias por tu recensión. Leí la novela hace casi un cuarto de siglo y se difuminó en mi memoria, quedando solo restos vagos e imprecisos. Plath es una autora de patente, una poeta con un modo expresivo propio, con una cosmovisión intransferible. Los negros perros de la melancolía, los mastines del odio de la depresión, truncaron una vida justo cuando su obra empezaba a alcanzar ingredientes de genialidad. Leí una estadística (no sé si es cierta) pavorosa: alrededor del veinte por ciento de los poetas de renombre son suicidas. En España, por solo citar poetas de la misma generación, tenemos los casos de Goytisolo, Ferrater y Costafreda. La vida no es noble ni buena (permíteme la confesión amarga), pero acaso sea una irreligiosidad no creer en ella. Resistir, contemplar y no ceder, ha sido mi ética.

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    1. Tengo que admitir que no leo poesía. Sé que debería ponerme (de hecho tengo varios ejemplares en casa que me gustaría leer), pero mis gustos o costumbre o lo que sea me llaman una y otra vez a la novela.

      Pero sí, coincidís muchos en la opinión de que Plath era una buena poeta.

      Si además de suicidas añadimos enfermos, tristes, depresivos… la estadística sería mucho mayor. Quizá haya algo inherente relacionado con la genialidad que consigue consumir al creador…

      Resistir y contemplar quizá sea suficiente para el común de los mortales. Me temo que para todos ellos, artistas inconsumibles, no era una opción.

      Gracias por pasarte y comentar, Christian. Sé bienvenido.

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  2. Hola, yo lo leí hace unos añitos también, no conocía nada de ella, ni su historia.
    Me sorprendió, me emocionó, me dió pena, como alguien con tanto talento caía en la red de la depresión, con dos hijas, creo que su famoso marido también indirectamente tuvo que ver.
    Pero me hizo ponerme en la piel de alguien que sufre, porque por mucho que luchase su talento no brillaría como el de él.
    También no sé si tuvo un tratamiento o lo había ya medio adecuado, y lo que pueden hacer unos antidepresivos o una buena terapia, o dar una patada en el culo al tío q te hace sufrir y demostrar que de todo se puede salir , aunque te lleve tiempo, terapia, y elevar poco a poco tu autoestima y madurez. Pobre Silvia 😔🌷.

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    1. Sí, saber que sufrió tanto durante su vida, que acabó muriendo del modo en el que lo hizo, tan joven… es muy triste y se empatiza con su alma creadora.

      Por lo que sé tuvo varios tratamientos, uno de electroshocks que se estilaba en la época. En otras circunstancias, no me cabe duda de que con ayuda de buenos profesionales habría podido tener más opciones. Aunque claro, la historia reciente también está plagada de personas que no pudieron superarlo y que sólo encontraron una salida a su problema.

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  3. Es uno de mis pendientes, y tengo mucha curiosidad por leerlo, aunque fíjate, tenía miedo de que fuera un poco arduo, como tú dices, y que no me gustara por eso mismo.

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    1. Pues ya te adelanto que para nada es así. De hecho la primera mitad ni siquiera se centra en el problema de la protagonista, así que no es para nada duro.

      No sé por qué tendremos esos prejuicios, la verdad.

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