Autor, Barnes, Houellebecq, Literatura, Rododera

Tres libros que he leído de viaje: Barnes, Rododera, Houellebecq

Comento siempre que para mí es muy importante escoger bien las lecturas que me voy a llevar a un viaje, por un lado para no cargar con lecturas de más y por otro, escoger historias que se adapten a un momento en el que podemos tener bastante tiempo para leer (un vuelo) o poco (tras un largo día de visitar monumentos).

Este otoño he podido visitar la Aquitania francesa, y para ello escogí 3 libros muy diferentes entre sí pero con mismas cualidades: no demasiado largos, capítulos cortos y que llevaban bastante en mi lista.

Empzamos por el primero: a Barnes lo leí el año pasado, también en un viaje, con La única historia, pero el libro que más había escuchado recomendar era este: El sentido de un final (Compactos Anagrama, 2012).

En este caso, en lugar de una historia de amor es la historia de una amistad que acaba en un momento y cómo se rememora y reconecta con ese amigo varias décadas después. Es una buena lectura para un viaje y Barnes uno de esos escritores que trabajan muy mucho sus novelas. Pero a la vez me quedo con la sensación de que no me acaban de llenar, lo veo desde fuera como una novela redonda, pero como desde un cristal, fría y estéril, por eso no la recomendaré con pasión, porque justo de eso, de pasión, carece.

Aún con esas, son muchos los fragmentos que he anotado en mi libreta, sobre todo reflexivos sobre el paso del tiempo y el devenir de la vida. Os dejo un par de muestra:

Éste era uno de nuestros temores: que la vida no resultara como la literatura.
Página 25

Y así es la vida, ¿no? Algunos logros y algunos desengaños.
Página 74

La segunda novela que leí es la famosa La plaza del diamante (Edhasa, 2023), de Mercè Rododera, autora catalana recomendada por activa y pasiva a la que yo no me había acercado quizá porque pensaba que no era para mí. Acerté.

Hay algo en el realismo de la posguerra que me aburre, que no me interesa. La historia es una buena novela sobre una mujer, la Colometa, desde el momento de casarse hasta su vida 40 años después. Aprecio lo que hace la autora, que no es sino describir a la perfección una Barcelona gris tras una guerra civil, pero hasta ahí. Sin más.

Agaché la cabeza porque no sabía qué hacer ni qué decir y pensé que tenía que apelotonar la tristeza, hacerla pequeña deprisa, que no me vuelva, que no esté ni un minuto corriéndome por las venas y dándome vueltas. Hacer con ella una pelota, una canica, un perdigón. Tragarla.

Página 63

Por último, un francés: Houellebecq, un autor del que por aquí habéis visto pasar Las partículas elementales, Ampliación en el campo de batalla y Plataforma. Poco a poco voy leyendo todos los libros de este polémico escritor, siempre a contracorriente e incómodo. De nuevo un protagonista blanco, varón, en su mediana edad, sin nada a lo que agarrarse, solo tras otra decepción amorosa que trata de mitigar con antidepresivos y una visión crítica de todo cuanto le rodea.

De la sociedad en general no he conseguido nada, en este sentido, como en casi todos los demás, me he dejado llevar por las circunstancias, he dado prueba mi incapacidad para gobernar mi propia vida.

Página 9

Lo de siempre pero distinto: la crítica ácida a una sociedad basada en el capitalismo más cruel, la farsa del ecologismo o las relaciones amorosas.

No es el mejor del francés pero sí está a la altura. De los tres el que más me ha hecho pensar y el que más me ha gustado.

En cualquier caso, la alegría y el alivio de tachar títulos en la lista de los libros pendientes.

Namaste.

IMM

IMM (95)

Me dije a mí misma que no compraría nada en julio y agosto, que podía esperar a las novedades de septiembre.

Mi animal mitológico favorito es el autocontrol.

  • El verano que lo derritió todo, Tiffany McDaniel (Hoja de Lata, 2023). Desde que supe de su publicación, esperé con ganas este título, que viene firmado de la misma autora que Betty, una novela que me encantó el pasado año.
  • Una carpa bajo el cielo, Liudmila Ulítskaya (Automática 2023). La autora rusa visitó España, y aunque finalmente no pude acudir al evento, un amigo de estos lares se acercó por mí y consiguió hacerse con su firma. ¡Mil gracias, Ignacio!
  • El caso Moro, Leonardo Sciascia (Tusquets, 2010). Salir de la noche de Calabresi me trajo a este título, que pensé que no era sencillo de encontrar pero que ha sido reeditado a principios de este año. Toda una sorpresa que se vino conmigo cuando visité la librería.
  • La plaza del diamante, Mercè Rododera (Edhasa, 2023). Muchos lectores catalanes recomiendan con alegría este título. Por ese motivo llevaba anotado en mi libreta demasiado tiempo. Sin embargo, fue casual que lo comprara, puesto que desconocía de la existencia de esta edición. Recién sacada del horno. Reseña.

  • Los hombres no son islas, Nuccio Ordine (Acantilado, 2022). Llevaba un tiempo con este libro en el punto de mira. Del italiano, recientemente fallecido, he leído La inutilidad de lo inútil y Clásicos para una vida (y sin embargo, ninguno de los dos los llegué a reseñar aquí). R., siempre atento, me lo regaló.
  • El otoño del patriarca, Gabriel García Márquez (Random House, 2022) Llevaba un tiempo pensando que era hora volver a leer al más famoso de los escritores colombianos. Quedan atrás la relectura de Cien años de soledad y también lejos Del amor y otros demonios o El coronel no tiene quien le escriba (de El amor en los tiempos del cólera sólo diré que incluso lo leí antes de que abriera el blog). Y puestos a volver por qué no hacerlo con otra de sus novelas insignias.
  • Corre, conejo, John Updike (Maxi Tusquets, 2015). Pocos escritores logran conseguir el premio Pulitzer. ¿Pero que lo hagan 2 veces? Sabemos que dos tenía William Faulkner y dos ha conseguido Colson Whitehead. Y sin embargo, Updike ha quedado en el olvido y parece que es uno de esos escritores que ya no se lee. Este viene de la mano de 1001 libros que hay que leer antes de morir, una de esas recopilaciones a las que se pueden sacar muchas pegas pero que me está poniendo en aviso de libros y autores fuera de mi zona de confort. Reseña.
  • El secuestro, Georges Perec (Compactos Anagrama, 2020). Vengo fascinada por el mundo un tipo francés y es algo que me preocupa, no os voy a engañar. El tipo se hacía llamar Perec y tengo muchas ganas de contaros qué me ha parecido La vida instrucciones de uso. Solamente decir que he corrido a por otra de sus historias. Reseña.

Contadme: ¿habéis comprado algo las últimas semanas?

¡Felices lecturas!

Namaste.

Autor, Lampedusa, Literatura

El Gatopardo, Lampedusa

Corría 2011 cuando compré este ejemplar que hoy (por fin) he leído. Releo mi comentario de aquélla ocasión y me sorprendo al comprobar que un señor en la librería me dijo que lo comprara. Parece ser que fue eso lo que decantó mi compra. No suena demasiado a mí, la verdad, pero tendré que creérmelo porque no me acuerdo de aquella anécdota.

El-gatopardoLo que sí recuerdo, entre otras cosas porque lo tengo delante, es de la edición de Edhasa que me llevé a casa, que hace juego con mi libro de cuentos de Edgar Allan Poe. Hay que ser un poco presumido y saber que los libros sí decoran. ¡Si no de qué ibamos a ponerlos con el canto para afuera, leche!

El Gatopardo llevaba más o menos cinco años lanzándome miradas asesinas. Es uno de esos libros que llevo tiempo queriendo leer, un clásico que siempre aparece en la lista de los libros que uno ha de leer, que además no es demasiado largo como para posponer su lectura.

Este verano me puse manos a la obra. Lampedusa narra la vida del príncipe de Salina, el Gatopardo, en la época del desembarco de Garibaldi en Marsala. Un tipo con una personalidad muy fuerte que da como para montarle un libro del tipo El hombre sin atributos, de Musil,  de esos de 3000 páginas.

La novela se podría encuadrar como novela histórica, teniendo en cuenta que el autor la terminó de escribir en 1956. Sin diálogos, con una ambientación genial y unos personajes muy bien formados, Lampedusa crea un mundo precioso en el que todo es tan maravilloso que acabamos viendo demasiada purpurina y un olor a nuevo que tira para atrás.

Desde la primera línea se notan ambas cosas: que el autor controla perfectamente las palabras y el arte de colocar cada cosa en su lugar, pero también un recuerdo a algo que ya conocemos. Necesité dos páginas más para decir en voz alta la palabra que me vino a la mente: Stendhal.

A partir de ahí el decorado comienza a hacer aguas, porque comparas y el pobre Lampedusa sale perdiendo. La sensación de que leer al tiempo La cartuja de Parma no le hacía justicia a El Gatopardo, la conciencia de que si no estuviera leyéndolos a ambos a la vez me gustaría más la novela de Lampedusa… pero las cosas son así y Fabrizio está en mis lecturas diarias, así que mi hundimiento en el fango comenzó cuanto más leía a ambos.

Y así, me fui dando cuenta de que a pesar de que Lampedusa hace todo bien: narrar, describir, crear, jugar con la acción, formar personalidades… la novela quedaba desmerecida por su falta de alma, por la sensación perenne de tratarse de un decorado, de una situación falsa a la que le vemos la etiqueta y al apuntador desde la primera fila. Es injusto que comparemos, pero nadie ha dicho que la vida ha de ser justa. Comparar con Stendhal, un autor que transmite emoción, que nos hace levantarnos del sofá, agarrarnos a las páginas y gritar, no es plato de buen gusto para nadie, y más y resulta que comparas y Lampedusa sale perdiendo con su fórmula científica que parece una buena imitación pero que no llega a levantarnos ningún tipo de pasión.

Como decía Kafka, Un libro debe ser el hacha que rompa el mar helado dentro de nosotros. En mi caso, El Gatopardo no ha sido ese tipo de libro. Quién sabe si vosotros opinaréis lo mismo que el señor de la librería. Tendréis que comprobarlo para saberlo.

FICHA:

Te gustará si te gustó

  • Los miserables, Víctor Hugo.

Pros

  • La ambientación histórica de la época.

  • El estilo casi científico del autor.

Contras

  • Sensación de repetir algo que hemos leído con más garra y alma.

Namaste.