Autor, Carrère, Literatura

El bigote, Emmanuel Carrère

Del autor francés he leído bastante, sólo el año pasado ya cayeron Limónov, De vidas ajenas y El estrecho de Bering. Antes de eso, habían pasado por aquí El adversario y Una novela rusa.

El bigote es entonces el sexto libro que leo de Carrère, en este caso nos encontramos en lugar de con no ficción con una novela que narra la historia de un hombre que, tras muchos años llevando bigote, decide afeitárselo. La sorpresa viene cuando su mujer y toda la gente que tiene a su alrededor juran y perjuran que él jamás ha llevado bigote.

Este hecho es el punto de partida de una novela surrealista, de tinte kafkiano y absurdo, que juega con los límites de la realidad y con la percepción personal de un hombre que ya no sabe qué creer.

Primero piensa que le están gastando una broma, después, que se está volviendo loco. Más tarde, que la loca es su mujer y que ha aleccionado al resto de sus conocidos para que digan lo que ella quiere.

La situación se vuelve confusa, agobiante y frustrante. Pasan los días y esa realidad que daba por hecho y lo que le dicen los demás que es realmente se acaban confundiendo. La diferencia es tan delgada que ya no sabe qué está pasando.

Pasar la página, empezar desde cero, viejo y vano estribillo de todos los amargados del planeta, pensó, salvo que su caso personal era algo distinto. En el supuesto de que regresara (…) la vida quizá se reanudaría, pero envenenada para siempre. Envenenada no sólo por el recuerdo de este episodio, sino, sobre todo, por el miedo constante a sus secuelas, el riesgo de ver resurgir el horror en el repliegue de una conversación.

Página 135

El bigote es una historia que nada tiene que ver con otros libros de autoficción del autor, ni con el tono general al que nos tiene acostumbrados Carrère, sino que se sitúa la acción en una tensión constante, un acto aparentemente absurdo que lleva al protagonista a replantearse toda su existencia: si él sabe que ha llevado bigote y realmente no ha sido así, ¿entonces qué otros aspectos de su vida ha creído y no existen? ¿Qué tipo de mentiras ha ido aceptando?

Lo mismo que con las metáforas referentes a las páginas que es inútil pasar cuando el único recurso es cambiar de libro.

Página 136

El bigote es un libro entretenido, una buena novela que se disfruta desde la primera página, llena de humor negro y absurdeces pero también crueldad y malestar por compartir el devenir del protagonista. Quizá no ha llegado a las expectativas que tenía de ella pero me ha gustado.

FICHA:

Te gustará si te gustó El lugar, Mario Levrero.
Pros – Directo, entretenido, para leer en una tarde.
– No le sobra ni una página.
Contras – Expectativas altas que no se han cumplido del todo.

Namaste.

Autor, Carrère, Literatura

El estrecho de Bering, Emmanuel Carrère

¿Otra vez? Estaréis pensando. ¿Otra vez Emmanuel Carrère? Pues sí, os mando mis disculpas por adelantado.

Este año me ha dado por el francés ya pudisteis ver que comencé el año con Limónov, para después continuar con De vidas ajenas, así que este que os traigo hoy es el tercer título que he leído en 2022 de Carrère y el quinto en total del autor.

Como muchos, desconocía por completo ese título. Y eso Anagrama contaba con ello. Así que cuando primero por redes y después por la librería me topé con él, sabía que lo acabaría comprando. También contaban con ello los señores de Anagrama.

Porque a fin de cuentas, y ya sabemos los lectores del efecto Bolaño, con Carrère está pasando casi casi lo mismo: mucha fama, buenos libros, premios y galardones que les impulsan a publicar todo lo que haya escrito el autor, pasado o futuro. Novela o ensayo, qué más da.

Y así ha sido la publicación de El estrecho de Bering, o al menos así me la imagino yo. Porque este ensayo, publicado en 1986 andaba por ahí y no le interesaba a nadie. Hasta que en 2022 alguien decidió desempolvarlo y mandarlo directo a nuestros libros pendientes, con una más que llamativa fotografía en portada de Hitler y Stalin, para llamar aún más la atención. Con eso también contaban los señores de Anagrama.

En El estrecho de Bering el autor reflexiona sobre las ucronías, es decir, la ficción que surge cuando se cambia un capítulo de la historia. Acude a los primeros escritores ucrónicos para analizar qué habría podido suceder, si, por ejemplo, Napoleón hubiera tenido éxito en la batalla de Waterloo.

El planteamiento es interesante, ya que ficciona y también analiza los cambios que pudo suceder, los eventos que no habrían ocurrido o el impacto en la vida política del momento.

¿Habría escrito Flaubert «Madame Bovary» en Ucronía? Si bien casi todas las obras de arte nos parecen tributarias de su época, del estado de la sociedad, es decir, también de formas de escribir pasadas de moda cuya sucesión quizá esté tan decidida de antemano como la de las crisis ministeriales, ¿no existen algunas que parecen distintas, que no deben nada a nada, que no demuestran anda, huevos de ángeles caídos del cielo de las ideas?

Página 126

Sin embargo, el contenido es, por un lado, excesivamente reiterativo, y por otro, localista: un no francés se verá poco interesado por lo que nos ofrece el autor.

Mi cabreo ha sido máximo al ir avanzando, más y más y darme cuenta de que la fotografía de los dictadores iba a pasar sin pena sin gloria y no iba a tener relación con el contenido del texto. Porque no, en ningún momento Carrère aborda qué habría pasado de no haberse firmado el pacto Ribbentrop-Mólotov.

Pero claro, con eso ya contaban los señores de Anagrama.

Namaste.

Autor, Carrère, Literatura

De vidas ajenas, Emmanuel Carrère

Sudeste asiático. Navidades de 2004.

El escritor francés pasa unos días de descanso en la zona para reponerse de la rutina. Acude junto con su novia Hélène y dos hijos, uno de cada uno de ellos.

Hasta que.

La víspera eran como nosotros, nosotros éramos como ellos, pero les sucedió algo que no nos sucedió a nosotros y ahora formamos parte de dos humanidades separadas.

Página 26

Carrère acompaña a su novia, de profesión periodista, en los lugares que visita (hospitales, recintos para supervivientes, hoteles…) con objeto de recabar información y reportarlo a los medios franceses. Lo hace también por esa otra humanidad que comentaba el francés: en concreto por un joven matrimonio que ha perdido a su hija y que se enfrentan a la aceptación del gran dolor que sienten y también de la parte práctica en cuanto a la repatriación del cadáver.

El autor reflexiona sobre la naturaleza de la catástrofe, la casualidad y la fortuna, mientras visita los lugares que han quedado devastados por el tsunami.

Paralelamente, Carrère narra la historia de la hermana de Hélène, Juliette, quien ha sido diagnosticada con su segundo cáncer y trata de sobreponerse ante la enfermedad. Finalmente, Juliette muere, dejando tres hijas pequeñas y un desconsolado marido.

El autor conecta ambas historias: las de la enfermedad, la muerte, el dolor, de forma más o menos simétrica: la muerte de una hija para una madre y la de una madre para tres hijas.

Tú tampoco te acuerdas de tu madre cuando eras pequeña. Ni yo de la mía. Ya no vemos la cara que tenían. Sin embargo, nos habitan.

Página 217

La aceptación del fin de la vida, cómo superar el duelo o aceptar lo inevitable, sumado a las circunstancias de una y otra historia. La reflexión sobre lo efímero de nuestros días, sobre la espada de Damocles que se cierne sobre nosotros. Y aún así, seguir.

Como es común en el francés, utiliza la autoficción para situarse como personaje dentro de la historia que nos está contando. Plagado de saltos temporales, ambas historias se entremezclan hasta que Carrère, un tiempo después, decide convertir ambas historias en un libro.

Más errático que otros de sus libros, me parece que la edición ha formado parte clave y no ha resultado del todo satisfactoria. Abundan las autoreferencias (tanto de libros que escribió antes Carrère como de la propia historia de Juliette, que llega a mencionar en el inicio del libro), pero me parece que no acaba de funcionar al no estar bien empastado del todo: se nota que son dos historias independientes que se han decidido unir y pareciera como si ha añadido las autoreferencias para dar la sensación de que De vidas ajenas está bien construido desde el principio.

Comparado con otros libros del autor, me ha gustado mucho menos, es una buena historia, tiene el sello de calidad que nos ofrece Carrère siempre pero no es tan redonda como El adversario o Limónov.

O quizá resulta que cuando has escrito libros redondos, tus lectores siempre te van a exigir el máximo. Porque para otros, y eso es lo triste, este seria el libro que aspiran escribir.

FICHA:

Te gustará si te gustó Una novela rusa, Emmanuele Carrère.
Pros – Cómo trasmite la tristeza y el dolor de las historias.
– Las reflexiones que genera.
Contras – Problemas de conexión entre ambas historias.

Namaste.

Autor, Carrère, Carrère, Literatura

Limónov, Emmanuel Carrère

He empezado el año 2022 con la mejor historia que me podía echar a la cara: Carrère y un ruso con pinta de rockero de los 80, personaje de ficción que parece mentira que haya vivido en la misma época que los demás mortales.

La verdad que tenía expectativas muy altas en cuanto a esta lectura, ya que es uno de los títulos más significativos del francés, pero claro, tras Una novela rusa y El adversario pensaba que no iba a poder estar a la altura de la última, que seguramente no me obsesionaría tanto como aquélla. Qué bien que me estuviera equivocada.

Limónov, nacido en 1943 en Dzerzhinsk, a 300 kilómetros de Moscú, nació para ser hijo de su padre: un chequista cualquiera dentro de un organización del Gobierno con muchas ramas y departamentos. Limónov, teniendo en cuenta de dónde venía, tenía todas las papeletas para ser un Don Nadie.

Pobre Kadik. Pobre Eduard. No tiene veinte años y ya está acabado. Maleante fallido, poeta fracasado, abocado a una vida de mierda en el ojete del mundo (…). ¿Acaso no es mejor morir vivo que vivir muerto?

Página 61

Sin embargo, no fue así. Su tesón, su talento y su ambición le sacaron del agujero en el que nació, para acabar siendo de todo: poeta, vagabundo, maleante, sirviente en Nueva York, y hasta el cabeza de una organización fascista en pleno principios de siglo XXI.

Tengo la impresión de haber escrito ya esta escena. En una ficción hay que elegir: el héroe puede tocar fondo una vez, incluso es recomendable, pero la segunda es excesiva, la repetición acecha. En la realidad, pienso que ha tocado fondo varias veces, varias veces se ha visto caído en el suelo, verdaderamente desesperado, realmente privado de recursos y – admiro este rasgo suyo – siempre se ha rehecho, siempre ha salido adelante.

Página 161

Como en las historias anteriores, Càrrere se hace el amo de la autoficción, incluyendo capítulos de su propia biografía y el estudio relacionado con este libro alternando con los capítulos en los que narra la absolutamente apabullante historia de Limónov. Nos sitúa en el momento que le tocó vivir a nuestro particular héroe, y como buen conocedor de Rusia incluye aspectos del contexto político y cultural.

Según los historiadores más serios (Robert Conquest, Alec Nove, mi madre) los alemanes mataron a veinte millones de rusos durante los cuatro años de guerra, y el propio gobierno mató a otros veinte millones durante los veinticinco años de gobierno de Stalin. Estas dos cifran son aproximadas, hay que recortar un poco los grupos que abarcan, pero lo importante para la historia que relato es que la primera cifra acunó la infancia y la adolescencia de Eduard, y que se las apañó para sortear la segunda porque, a pesar de su gusto por la rebelión (…) sigue siendo el hijo de un chequista subalterno.

Página 81

Carrère consigue lo de siempre: que nos obsesionemos. Que pensemos en el libro, que queramos llegar a casa a seguir con él, que empecemos a leer 20 páginas y acabemos con 100, que entre encender Netflix y ponernos a leer, optemos siempre por la segunda opción. ¿Cómo? Con una capacidad enorme de trasladarnos sus propios sentimientos: la búsqueda de una historia increíble y el modo de narrarla, donde a pesar de que desde el primer momento sabemos cómo acaba nos dé igual y sólo nos centremos en cómo se llega a esa situación.

El mayor cumplido que puede hacer a alguien es decir que sabe dónde está.

Página 362

No sé si es casualidad o si es que en enero, animada por los propósitos del nuevo año me parece que acierto más. Pero vaya, saber que la primera novela de este 2022 va a acabar directamente en las mejores lecturas me encanta.

Anotadlo, lectores. Es genial.

FICHA:

Te gustará si te gustó El adversario, Emmanuel Carrère.
La poeta y el asesinoSimon Worrall.
Pros – La mezcla entre la historia y la autoficción de Carrère.
– Envolvente, obsesiva.
Contras – Acapara toda la atención.

Namaste.