Junto con El verano en que mi madre tuvo los ojos verdes, de Tatiana Tibuleac, este que os traigo hoy fue uno de los libros aclamados por crítica y público durante todo 2019.
Mi intuición o mi sexto sentido que piensa mal de este tipo de libros que aparecen por las redes sociales durante una etapa y después se evaporan me hizo huir. Pensar que lo que habría detrás no era más que una buen plan de marketing. Fueron varios los que hicieron pensar que sí, que mi intuición estaba acertada, uno de ellos fue Gabriel.
Pero ya veis, mi curiosidad acabó, como muchas otras ocasiones, convenciéndome de que lo tenía que leer.
La cosa olía a cuerno quemado desde la primera página. El primer capítulo ya me hizo subir una ceja y arrugar el morro más de una vez. El estilo, la sobreactuación del vocabulario, el eterno exceso de estilo rico que mencionaba Magrinyà, la sensación perenne de que nada de lo que ahí se dice tiene algún tipo de sentido, sino que todo está escrito por lor del grandísimo escritor. Os dejo un ejemplo:
Era de curiosidad excitable. En la tesitura imaginaria de que un tribunal avieso le hubiera sentenciado a morir fusilado, Manuel se habría llevado el consiguiente disgusto, no diré que no. Pero un vertebrado como este, por otro lado, sí se habría sentido positivamente estimulado ante la expectativa de comparecer ante una experiencia incontrovertiblemente novedosa, y cuyas ocasiones de probar no son abundantes.
Página 11
La situación de partida de la novela ya es bastante increíble en sí misma: durante una manifestación, un chaval le clava un destornillador a un antidisturbios que le intimida al salir a tirar la basura. Total, el protagonista decide huir dando por hecho que lo ha matado, y acaba en un pueblo deshabitado de algún punto de Castilla.
En Zarzahuriel había entendido que su zoquetería para hacer amigos era la plasmación proyectiva de su ansia por estar solo, de cuya latencia ni sospechaba. Su impericia para la amistad revelaba en el transfondo su querencia oculta por estar a lo suyo y sin ver a nadie. Dificultades para la traba de relaciones que le avisaban de que no las demandaba.
Página 102
Así continua la historia durante la primera mitad: frases rimbombantes que no llevan a nada, alegoría de la soledad y de vivir en el campo (pero claro, la compra la hace en la ciudad) y después más subordinadas y muchos, muchos adjetivos, que se vea que Lorenzo de eso controla.
Por supuesto, incluye valoraciones personales de lo rural, lo austero y lo bonito que es vivir y valorar el campo (pero oye, todas las cosas que se le suministran son, obviamente, vía ciudad), aunque bien es cierto que no llega a caer en lo bio, lo eco y el veganismo. Una pena, me quedo sin poder acceder a ese círculo del infierno.
Hacia la mitad de la historia estuve tentada de abandonarla. De tirarla lejos, ahuyentar los malos espíritus literarios, que andaban los pobres revolviéndose en sus tumbas (sabemos de algún incidente en Père Lachaise) pero, tozuda de mí, continué. Lo que me encontré después justifica el título: porque la soledad autoimpuesta y disfrutada de Manuel se ve alterada por unos vecinos que deciden huir de la gran ciudad para pasar los fines de semana de campo. O bien, dicho en una palabra: domingueros.
Sentían un patente horror al silencio. No sabía estar sin hacer ruido, como si necesitaran la constante confirmación de que estaban presentes allí y en ese momento. Si el miedo al silencio es de gente acobardada de sí misma, estos vivían en el pasaje del terror.
Página 128
Personajes odiosos, cuñados de manual. Se les reconoce rápido, cuando hablan y también cuando llegan. Forasteros que nos hacen suspirar a los que vivimos alejados de las urbes, para Los asquerosos, la denominación es La Mochufa.
Dejaban las luces encendidas por todos sitios. Daban la luz hasta para buscar el interruptor de la luz. (…) Hablaban muy adscritos a fórmulas predeterminadas «recargar las pilas», «escapada», «momentazo», paquetillos verbales a base de fraseo prestado, botes de caca semántica consensuada que se recambia década a década.
Página 131
En esta segunda parte he podido encontrar los elementos que mencionaban los lectores a los que les habían gustado el libro: el sarcasmo y el humor negro.
Sin embargo, el estilo sigue siendo el mismo. Absurdo, exagerado y sin llegar a ningún punto. Un rastro de palabras que dan vueltas en sí mismas sin descripciones ni aportar absolutamente nada a la historia.
La trama es prácticamente nula (thriller estático, según viene en la contraportada, decidme si alguien entiende ese concepto). Una historia plana, simple y exagerada a la vez que parte de un punto muerto para no moverse del sitio.
Siento ser yo la que lo diga: no hay más cuñado ni más Mochufa que un urbanita que va a un pueblo para enseñarles lo bueno que es vivir en un pueblo. Manuel siempre será un forastero en Zarzahuriel, un okupa que se cree con derecho divino de habitar esa tierra.
Y si Los asquerosos es una de las novelas del año, como avisan en la faja, no me quiero ni imaginar cómo será la peor.
FICHA:
Te gustará si te gustó |
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Pros |
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Contras |
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Namaste.
En su día sentí curiosidad, pero en una librería leí la primera página y me pareció raruno. Lo descarté. Pero lo que cuentas es infinitamente peor de lo que esperaba. Lo que hace el marketing, ¿verdad?
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Pues sí. Una buena campaña de marketing, mucha publicidad en las redes y la asistencia del autor en un conocido programa (yo lo había descartado pero cuando vi a Lorenzo en La Resistencia cambié de idea), una buena edición y ya tienes el libro del año. A otros lectores les ha convencido pero la verdad no sé qué le han visto.
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Gracias, gracias, gracias. Temía ser la única que opinaba así.
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Pues no. Es reconfortante encontrar a alguien que opine igual, ¿verdad? ¡Una acaba hasta dudando de sí misma!
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Uf, no soporto éste tipo de novelas, que tiran de tanto adjetivo y que no van a ningún lado. Y me da realmente pena , con la de gente con calidad y que tiene buenas ideas y les cuesta que les publiquen.
Lo que se agradece, tu sobre esfuerzo para no decaer y seguir leyendola .
Me ha recordado a la novela de un entonces joven autor que ganó el premio Planeta, finales de los noventa. Estaba yo en Londres y quizá porque era de los pocos libros que me llevé, la primera página era una especie de amalgama de palabras que nadie usa, adjetivos, cultismos que te venían a decir…Yo soy culto y mira que bien me expreso. Decidí darle una oportunidad , y bueno tb era thriller , en Venecia y al final claudiqué y lo leí, fué mejorando el tono de las primeras páginas e incluso recuerdo que no estuvo mal , salpicado como no de algún que otro palabro , que me hizo tirar mucho de diccionario 🤷.
No estoy en contra que el autor/a tengan un buen conocimiento de la lengua , pero que sea medianamente digerible y creíble.
Una novela debe atrapar, enamorar, y entenderse – no escribes para 4 escribes para un gran público, se supone , me parece a mí – (También me desagrada lo contrario, gente que no sabe expresarse medianamente , pero pueden tener ideas geniales, aunque en éste caso están los correctores, eso es así).
Metáfora..No porque sepas mucho vocabulario quiere decir que escribas bien o lo hagas digerible. 😉🌷 Un saludo y cuidaos mucho.
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No me importa leer un libro con exceso de descripciones o cultismo o incluso ausencia de trama. Se me ocurren Cartarescu o Marías como ejemplo, pero en ambos casos hay algo más detrás que el propio escaparate de intentar agrandar o demostrar algo.
Es eso lo que me chirría de “Los asquerosos”, hay poco creíble y mucho de fachada. La sensación de intentar hacer algo original que suena forzado. Creo que lo peor que se puede hacer en la vida (al escribir o en una película) es forzar para hacer algo en lo que no crees. Esto es: hay autores pedantes, exageradamente cultos, no tengo nada en su contra. Los hay también que escriben por el puro entretenimiento, me parece bien también. Lo que se nota como falso es tratar de hacer algo en lo que o no tienes talento o tienes que intentar ser otra persona.
Pasa como con el humor: sabemos quién tiene gracia innata y quién se está intentando hacer el gracioso. Para el espectador es tan claro que cuenta más describirlo que poner dos ejemplos. No es justo, la vida no lo es. Pero es lo que hay.
Cuídate 😘
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Hola, ya tienes razón hay autores de talla como Borges, Flaubert, Prouts… Qué das todos esos ejemplos culto, muy expresivo en descripciones y buscando la palabra exacta. De Marías he leído más bien artículos, y Vidas Escritas ( sobre autores) pero tiene nivel, para mí también y sé que depende de gustos Saramago o Umberto Eco. En fin es lo que dices , quizá este tipo de autores debería leer más a los buenos o de nivel si desea tener ese estilo, y que sea creíble.
Por poner un ejemplo más suave en estilo pero que también gusta y escribía breve pero muy adecuado Zweig, en otra línea Sandor Maray, y estoy descubriendo a Virginia Woolf. Me encanta. Saludos 😉🌷
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