Años. Años llevaba este título en mi libreta de pendientes sin que me hubiera acercado jamás a pensar en leerlo. Por no tener ni siquiera lo tenía en físico hasta que lo compré en una visita a Tipos Infames, y por fin, quizá animada por su corta longitud, lo he colado entre lecturas.
Y vaya.
Primero, lo obvio: un prejuicio el creer conocer a Paco Umbral, ese personaje televisivo que aparecía de refilón en la pequeña pantalla. Segundo, el tema: la muerte de su hijo. Y para el final, este experimento que es este libro enigmático, diferente, triste y poético.
Porque Mortal y rosa, algo que yo desconocía, no es una historia de no ficción a lo La hora violeta de Sergio del Molino, ni habla particularmente del duelo, como lo hace Joan Didion con El año del pensamiento mágico, sino que mezcla extraña ficción y no ficción, de diferentes formas, desde el análisis filosófico, el dietario y lo inventado, osea, la mezcla habitual en la cabeza de una persona.
Quizá si hubiera sabido de qué iba el asunto no me habría sorprendido tanto, pero aunque conocía el tema, el modo de contarlo es de una forma tan apabullante, bonita y triste a la vez que no pude dejar de anotar fragmentos y fragmentos conforme iba leyendo:
Un hijo es la propia infancia recuperada, la pieza suelta del rompecabezas. Lo que no viví en mí lo vivo en él, lo que no recuerdo de mí es él. Él es el trozo que me faltaba de mi madre.
Página 145
Porque al final Umbral escribe, desde el dolor y la frustración de la enfermedad, mientras que continua tratando de entender algo, como método de conectar con un hijo que se le escapa entre los dedos, desde la rabia de los hospitales, con la tristeza de la enfermedad y con la rabia de que además sea un niño el enfermo con un fatídico final.
Sólo encontré una verdad en la vida, hijo, y eras tú. Sólo encontré una verdad en la vida y la he perdido. Vivo de llorarte en la noche con lágrimas que queman en la oscuridad.
Página 228
Este libro es un ejemplo clamoroso de efecto híbrido entre géneros que a la vez tiene un tono triste y bello en las descripciones, análisis y comentarios. Su propuesta es extraña, arriesgada, y a la vez puede generar rechazo, pero es un libro fascinante, apabullante, que te deja sin aliento desde el comienzo.
Puedo abrir un libro y encontrarme dentro de él, porque uno no es sino la señal de lector puesta entre las páginas de la novela de la propia vida.
Página 81
Como contras diré los más claros: es un tema duro que hay que escoger leer en el momento pertinente, y pierde fuerza en la segunda parte de la historia, pero claro, cómo voy a juzgar un libro por las últimas páginas cuando antes nos ha dejado fragmentos tan tan maravillosos y certeros como el siguiente:
Ojos que imaginan cuando leen, que ven lo que crean con su lectura, que ven incluso lo no visible y le dan precisión plástica a los conceptos, a los pensamientos leídos. Los ojos pastan en el libro y a veces, al cerrar el libro, los ojos se quedan dentro, como hojas frescas, y ando ciego por la vida, sin ojos, sin ver el mundo, porque los ojos siguen mirando lo que han leído, se han enterrado en letra impresa.
Página
Desde aquí, muchas gracias a los que me habéis recomendado este libro una y otra vez. Sin vuestra insistencia no lo habría leído, así que fuera los prejuicios y sigamos leyendo.
Yo he llegado ya donde tenía que llegar. No he llegado a ningún sitio, pero es suficiente.
Página 212
FICHA:
| Te gustará si te gustó | – Maravillosamente único. |
| Pros | – La mezcla híbrida de temas dentro de ese estilo tan cuidado y maravilloso. – Multitud de fragmentos destacados. |
| Contras | – Es devastador, hay que medir el momento en el que se lee. |
Namaste.


