Autor, Literatura

Las tierras arrasadas, Emiliano Monge


Esta novela de Emiliano Monge vino recomendado por Marta Marne, de quien siempre me fío. Anoté el título y lo dejé estar hasta que lo pude comprar.

Las tierras arrasadas (Random House, 2016) sitúa su acción en un lugar fronterizo de la frontera mexicana, donde los inmigrantes tratan de acceder a Estados Unidos. Ellos, el grupo, desconocidos que buscan una vida mejor. Los que sí tienen nombres propios no son nada halagüeños: Estela, Epitafio, Osamenta, Sepelio.

¡Abre los ojos… tienes que ver lo que ellos hacen… qué dirán de Mausoleo si no se atreve… qué te importa a ti que lloren… si aunque fuera hubiera alguno que aguantara… que no estuviera ahí gritando… igual tendría ése tu suerte… pero no hay ni uno… ni siquiera tienen huevos de aguantarse!

Primero nos pegaron puñetazos y patadas… luego nos dieron con sus tablas… nos tumbaron con las piernas abiertas y se pusieron a pegarnos… todos los días sueño que me matan… que sus tablas me rompen el corazón… ya ni nos daba pena llorar, éramos perros aullando, animales.

Página 65

Ellos, los que tienen los nombres propios, son los que trasladan a los grupos hasta el nuevo país. Ellos son los carceleros de la selva, los matones que violentan a los pobres desgraciados que tratan de cruzar. Los que hacen negocio y disfrutan con la violencia.

La estructura alterna la narración de la historia con párrafos en cursiva donde se incluyen testimonios reales de personas que lo sufrieron en sus propias carnes, pero también donde aparecen citas de la Divina Comedia, sobre todo del Infierno y del Purgatorio. Así entre una acción y otra, dentro del mismo capítulo, encontramos esa diferenciación, que puede llevar a confusión al principio.

Esa combinación funciona bien al contrastar ambas situaciones: lo que les ocurre a Estela y Epitafio, su historia de amor, con quienes tendríamos la tentación de empatizar, pero sin perder de vista las condiciones de los desheredados, de aquellos a quienes se trata tan solo como sujeto pasivo.

Estela es Estela pero también Oigosóloloquequiero y LaqueadoraaEpitafio.

Y como todos los mutismos erizados por el recuero de lo dicho, la sordina al interior de la Ford Lobo es asediada por las cosas que serán pronto exclamadas: necesitados de escucharse, Estela y el soldado abren la boca, arrean sus lenguas y hablan encimando sus palabras: ¡no me puedo yo ausentaremos, comeremos y llamaré de allí a Epitade mi retén toda la tarde y además la normiré luego yo allí aunque sea un ratno deben saber que me he marchremos cuando sea luego otra vez ya por la nochllos me descubren me podrían llevar a juiando ya no sea tan peligroso andar afuera!

Página 73

El estilo, como habréis podido apreciar en el párrafo anterior, es complejo, barroco, plagado de descripciones y de juegos de frases. No es una lectura para estar desconcentrado ni para leer por disfrute, es una lectura que duele, que hiere y molesta.

Teniendo todo lo anterior en cuenta según avanzaba me iba dando cuenta de que no estaba conectando demasiado con la historia. Que los testimonios me interesaban pero no tanto la historia de Estela y Epitafio, y a pesar de reconocer el esfuerzo de una historia cruda, trabajada, compleja, como es Las tierras arrasadas, pero que a pesar de reconocer que se trata un buen libro, simplemente este no es para mí.

FICHA:

Te gustará si te gustó Ni siquiera los muertos, Juan Gómez Bárcena (la parte final).
Pros – La mezcla entre la novela, los testimonios y los fragmentos de la Divina Comedia.
Contras – No he conectado con la historia.

Namaste.

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