Autor, Gaddis, Literatura

Ágape se paga, William Gaddis

Resulta que (para sorpresa de nadie) tengo una especie de superstición y los inicios me parecen muy importantes. Racionalmente sé que lo primero no va a marcar cómo va a ser el resto, está claro, pero ya sabemos, lo primero es lo primero.

Así que para el primer libro de 2025 me pensé mucho cuál debía ser el libro escogido. Revisé entre mis estantes y rebusqué, porque no quería que fuera un libro cualquiera, una lectura más, con riesgo de no ser recordada en unos meses: quería potencia.

Gaddis está ahí para proporcionarla, porque con una novela de 150 páginas te da lo que necesitas: que jamás te resulte indiferente.

El protagonista y narrador es un hombre en su lecho de muerte. Sabe que va a fallecer y está ordenando sus documentos para que a sus herederas le resulte más fácil encontrar lo útil. Sin embargo, sus pensamientos divagan en otros temas, empezando por el efecto de la creación de la pianola en Estados Unidos, que sirve como punto de partida para reflexionar sobre la popularización del arte, con el riesgo asociado de su adaptación al gran público, alejado de las élites y su posterior devenir en mediocridad.

No puede tratarse del placer de personas al azar, viene a decir, tiene que ser la música que deleite a los mejor educados, o bien uno terminará por ver a sus poetas componiendo cualquier filfa para complacer el mal gusto de sus jueces y por último el público se instruye entre sí y es que en eso consiste la gloriosa democracia, ¿sí o sí?

Página 42

Para lo anterior utiliza Gaddis un estilo de corrido, en semejanza a las reflexiones de Leopold Bloom en el Ulises de Joyce, como un hilo continuado de pensamientos en el que no existen los puntos y aparte y donde, estoy segura, te va a faltar el aire.

Lo anterior implica que mezcle ideas, pensamientos y recuerdos, saltando de un tema a otro, exactamente igual que hacemos a diario cualquiera de nosotros mientras estamos haciendo otras tareas:

Aquí sentado, charlando con estos yoes extraíbles ventrílocuos canguros, pensando los pensamientos de otro, embotado insensibilizado hasta no existir y soy yo el otro, yo soy el otro, aquí sentado hablando con autómatas.

Página 50

He leído opiniones de lectores que comentan que al reflexionar sobre un tema tan complejo como el efecto de la pianola les supuso un esfuerzo por comprender el texto, que las reflexiones musicales se hacían densas si no conoces el tema. No me lo ha parecido, la verdad. La sensación que una tiene cuando lee a Gaddis es que ese momento de complejidad es buscado adrede por el autor, y conocer cómo era su proceso de escritura y cómo se preparaba las temáticas de las que después escribiría no hace más que demostrar que su propósito era siempre, como ese primer capítulo de El nombre de la rosa de Umberto Eco, espantar a lectores que ha llegado por casualidad a sus novelas y desconocen qué se van a encontrar.

Ahora sí, tras dos novelas más cortas del autor, ya estoy a las puertas de la entrada a la gran Los reconocimientos, esa novela de más de mil páginas que promete ser la obra maestra de este autor marginal del que es imposible huir si entras en su mundo.

FICHA:

Te gustará si te gustó Gótico carpintero, William Gaddis.
Pros– El orden y distribución del texto.
Contras– Lectura compleja, que requiere mucha concentración.

Namaste.

Autor, Gaddis, Literatura

Gótico carpintero, William Gaddis

Tenía muchas, muchas ganas de acercarme a este autor estadounidense que muchos consideran de culto pero que no es tan frecuente en las librerías como podría parecer. Lo he hecho a través de Gótico carpintero (Sexto Piso, 2012).

En una reseña normal comenzaría con algo como: «Gótico carpintero narra la vida de…. o la historia de….»

Nada de lo anterior. Gótico carpintero es la historia, a plano fijo, de un momento temporal situado en una casa de ese estilo arquitectónico. Imaginemos una cámara a plano fijo que graba exclusivamente lo que sucede en una de sus estancias de una casa. Los personajes llegan, conversan entre sí y se marchan. Después regresan y vuelven a conversar qué ha pasado en su marcha. No hay saltos temporales, ni información adicional, ni se evoca nada de fuera de esa estancia.

Debido a lo anterior, esta novela se forma en un 95% de diálogos: deslavazados y en el inicio prácticamente incomprensibles. Quienes hablan son Liz y Paul, actuales habitantes de la casa. Esa situación nos pone siempre como si fuéramos testigos no autorizados de conversaciones de las que no conocemos bien quiénes son, puesto que el narrador apenas interviene a lo largo de toda la historia más que para situar el movimiento en las conversaciones o para, puntualmente, cambiar de estancia.

Hay que olvidarse de las típicas descripciones de personajes, aquí sólo leemos lo que hablan uno con otro, y de ahí que cada uno haga lo que pueda.

El hecho de que el narrador apenas aparezca para explicarnos algo de lo que sucede, pone las cosas algo más complejas al lector que en una novela común. Evidentemente, todo cobra sentido según vamos leyendo, pero al principio la información es fragmentada y escasa: sabemos que Liz va al médico, no se sabe bien por qué, y que Paul tiene negocios cuanto menos dudosos con un tal reverendo Ude.

Por si lo anterior fuera poco Gaddis adereza el texto con falta de puntuaciones para conseguir ese efecto natural, atropellado y rápido que busca en el diálogo de estar por casa. Esto no es un diálogo ensayado, claro y meridiano, aquí los personajes lo hacen como lo hacemos los demás en nuestro día a día, sin respiros, interrumpiéndose y en muchas ocasiones, hasta sin escucharse:

– Comeré algo en el avión… -movió la botella sobre un vaso para vaciarla -. Maldito aperitivo en el vuelo viniendo aquí te dan unas gotas y una galleta, ¿eso es todo? -separó las cartas con una mano, sujetaba el teléfono con la otra-. Tengo que hacer unas llamadas. ¿Liz?

-Estoy aquí.

– Fuiste al médico, ¿no? ¿Qué te dijo? ¿Hola…? Oye, ¿está Elton? Soy Paul… He hablado con Grissom…

Página 80

El resultado es una novela extraña, casi experimental, de la que a día de hoy no sabría deciros de qué trata. La trama o no existe o importa poco, lo que sí vemos es a un grupo de personajes amorales, interesados en ganar dinero a toda cosa, ejemplos de white trash de manual, que se animan entre sí a llegar a sus propósitos, que mienten y creen que el fin siempre justifica los medios.

Destaca entre ellos el señor McCandless, propietario de la casa, geólogo, con bastos conocimientos de temáticas diversas, que nos deja fragmentos como el siguiente:

Tanto hablar de sus profundas convicciones religiosas y eso es lo que son, son convictos encerrados a cadena perpetua y quieren a todo los demás reclusos a su lado es la petulancia, eso es lo que delata a la estupidez Billy, la maldita petulancia de quien se cree moralmente superior toma, lee éste. Dios y Jesucristo se le aparecen a un chico de una granja al norte del estado de Nueva York hace ciento cincuenta años en un boque cuando él está rezando pidiendo encontrar el camino, catorce años es culpable como el pecado que no puede entender y para empeorar las cosas están la resurrección y la vida que comienza a abultar en sus pantalones así que aquí llega el mensajero celestial, el ángel resucitado que resulta que había enterrado unas planchas en una colina cercana catorce siglos atrás con todas las noticias, visiones, revelaciones, profecías, habla en idiomas que no conoce, se dedica a la imposición de manos al final lo explica todo en un libro que es una llamada más al derramamiento de sangre y desaparece.

Página 202

En definitiva, Gótico carpintero no es para todo el mundo, es una novela con la que hay que estar atento a cada una de las referencias y comentarios que van y vienen. Es una historia compleja, fascinante en ocasiones, densa y confusa en otras, que adolece de lo que más le falta a las novelas actuales: una voz propia y característica que te hace querer leer más del autor.

Si la leéis, hacedlo con paciencia, leer muchas páginas de golpe de este libro puede conseguiros una cefalea de campeonato.

FICHA:

Te gustará si te gustó – Si se me ocurre algo lo añado aquí.
Pros – El uso de los diálogos y el estilo atropellado del autor.
– La crítica de la sociedad estadounidense.
Contras – Confuso en el inicio.
– No es una historia que se pueda leer muchas páginas seguidas.

Namaste.