Cada año me propongo leer uno de esos libros que parecen retos, un libro largo y complejo fáciles de posponer porque imponen respeto. Ya sabéis: el Ulises de Joyce o La montaña mágica de Mann por poner dos ejemplos. Cómo salga la cosa, si me gusta o no o si llego siquiera a terminarlo ya es otra cuestión.
De Pynchon leí en su día La subasta del lote 49, una inclasificable novela que me dejó con ganas de más y de ahí que finalmente escogiera esta novela en lugar de El arcoíris de la gravedad, que por lo que comentan es la culminación de su obra.
No pretendo venir a hacer una reseña porque de este libro se me hace prácticamente imposible, pero sí quería dejar unas pinceladas de lo que me ha parecido, porque ha sido mucha la gente interesada en mi opinión según veía mis avances en GoodReads.
Empezaré diciendo que comencé este libro a finales de enero y que lo acabo de terminar. Mi estrategia ha sido alternar libros (más de uno, podréis imaginar) en cada una de las cinco partes y leer un máximo de páginas diarias. No es una lectura para leer de golpe 100 páginas por inasumible.
Os recomiendo además tener a mano lápiz y papel porque la cantidad de personajes es absolutamente apabullante. Incluso llegas a la página 300 y siguen saliendo más y más, sin saber bien quién será secundario y quién no. Me ha ayudado mucho hacer esquemas con las relaciones entre ellos para después tener a mano, de forma clara y concisa quién es quién es este puzzle inmenso.
Mención destacada merece el cronotopo, pues aquí toda una importancia enorme en toda la obra. Olvidaos de novelas en las que está fijado, el libro de Mann es un buen ejemplo. Aquí comienza con la Exposición Universal de Chicago de 1893, pero salta para adelante y para atrás de forma casi incontrolable, ya que los saltos en el tiempo son otro elemento que definen la trama, como si de otro elemento más se tratase. Da igual en qué parte estés de la novela: la trama puede saltar de tiempo y lugar en cualquier momento.
- ¿Hubo una guerra?, ¿dónde?
- En Europa. En todas partes. Pero nadie parece saberlo… aquí – vaciló, con una mirada cansina -, todavía.
- ¿Por qué no? ¿Acaso está tan lejos que «todavía» no ha llegado la noticia? – Dejó escapar un aliento y añadió – ¿O es que «todavía» no ha sucedido?
Página 719
Comenzamos Contraluz con Los Chicos del Azar, un grupo organizado que patrulla la tierra a bordo del Inconvenience, una nave espacial que nos sitúa en un punto futurista pero que a la vez es contradictorio con la información de que su primera misión sea la Exposición Universal de Chicago de 1893. Su misión no queda clara desde el primer momento y su papel es también ficticio, ya que más tarde sabremos que ellos son los protagonistas de una serie de cómics como lo pueden ser los Vengadores en nuestro siglo.
Como personajes destacables tenemos también a la familia Traverse, encabezados por Webb y seguido por sus cuatro hijos, dinamiteros anarquistas que buscan la venganza por la muerte de su padre. Esta trama es una de las principales en el libro, ya que los hijos han de viajar por muchos lugares siguiendo la pista de los asesinos.
El espato de Islandia o el Éter lumífero son otros de los elementos que se mezclan en la tramas anteriores. Sin embargo, a lo largo de la novela hay temas que parecían principales que dejan de aparecer para centrarse en otras líneas de la novela, como Scarsdale Vibe, magnate influyente o la Universidad de Gotinga y sus investigaciones.
Así, la trama salta de Chicago a Europa, para situarse en Alemania y después en Venecia. Las tramas, localizaciones y personajes son casi inabarcables.
Hay lugares que tememos, lugares que soñamos, lugares de los que nos convertimos en exiliados sin darnos cuenta hasta que, a veces, ya es demasiado tarde.
Página 952
Digo inabarcables porque hacia la página 700 uno pensaría que ya conoce quién es quién en este puzzle inmenso. Pues no, porque personajes secundarios como bien a un circo en el que Zombini el Misterioso toman relevancia y otras líneas que uno pensaría que se van a desarrollar más se quedan en agua de borrajas.
Mención aparte merece la maestría de Thomas Pynchon, que es capaz de incluir en un capítulo detalles muy técnicos, como si de un listado de instrucciones se tratara, pormenorizado y sorprendente por el grado de detalle que alcanza, pero también de jugar con el humor, no sólo a través de los acrónimos que se va sacando de la manga (buen ejemplo es el organismo CRETINO, (Centro de Recogimiento para los Estudiosos del Tetractis Inefable NeoOrden) o la CACA (Cobertura Anual para Chequeos y Análisis).
- Pareces alterado – comentó Humfried esa noche -. Por lo general se te ve más americano, con la cabeza siempre vacía.
Página 768
Os recomiendo encarecidamente las entradas que le ha dedicado El pez volador al libro que incluyen infografías sobre el desarrollo de la acción y la importancia de estas en el peso de la obra.
En cuanto a mi opinión, es complicado afirmar o recomendar este libro. En primer lugar porque son 1300 páginas, todo un despliegue de historias que en ocasiones, sobre todo al principio, merecen mucho la pena, pero que va decayendo, ya sea por cansancio del lector o por falta de ritmo. Diría que si queréis leer a Pynchon empecéis por La subasta del lote 49 y sólo empecéis este si os apetece mucho mucho. Admito que en otra circunstancia habría abandonado su lectura hacia la mitad, pero mi situación personal me ha permitido tener más tiempo de lo habitual y poder encarar la lectura compleja de una historia que parecía que no se iba a terminar nunca. Ahora lo bueno: es obvio el despliegue de conocimiento que hace el autor y por qué es una de las figuras más interesantes de escritores vivos en la literatura. Pocos pueden llegar a ese nivel de descripción técnico y complejo para después variar a un tono cínico y de humor. Así que, ¿os animáis a embarcaros en esta aventura?
Namaste.

