Tras remontar la crisis lectora, necesitaba apuntalar la sensación de vuelta a los libros sin meterme de lleno en un libro largo, denso o complejo. Así que decidí que era el momento de volver a leer Elena Ferrante. Con su tetralogía a medias parecía el mejor modo de volver a la senda lectora.
El tercer libro de la saga Dos amigas se centra en la vida adulta de ambas, la carrera como escritora de Lenù y la vida tras el matrimonio fallido de Lila.
No es fácil que os cuente algo nuevo de Las deudas del cuerpo tras las reseñas de La amiga estupenda y Un mal nombre, porque en esencia se mantienen los rasgos característicos de la historia.
La narradora es, de nuevo Elena Greco, la aplicada de las dos amigas, que estudiará en la universidad y acabará convirtiéndose en escritora. Lila es su amiga de la infancia, distanciada ahora no sólo por residir en ciudades diferentes sino por un paso del tiempo que, inexorablemente, lleva a ambas por caminos separados.
De nuevo: el ambiente, el choque entre una época de miseria y el inicio de una pujanza económica que conseguirá cambiar la vida de muchas familias napolitanas. También, el paso del tiempo, la visión adulta de la realidad frente al idealismo de lo que se imaginaban. Tenemos a una Elena adulta que regresa a visitar su ciudad natal y que es más crítica con su familia, con los vecinos y consigo misma.
En cuanto al estilo de Ferrante, el lector termina con una sensación de ingravidez que le provoca seguir leyendo hasta que termine la historia. También el reconocimiento de cierto olor a culebrón, jugando con dejar la historia a medias para continuar leyendo, además de una excesiva edición del texto que consigue un texto demasiado pulido, demasiado cuadriculado, demasiado fabricado.
Sea como sea, a mí me ha venido genial para continuar leyendo, para tomar algo de aire antes de encarar historias que exigen más, novelas más duras y menos amables. Diría también que Las deudas del cuerpo me ha gustado más de los tres que he leído hasta ahora, quizá porque las historias infantiles acaban resultando simplonas, y quizá porque la historia gana al encontrarse en la edad adulta. O puede ser que lo haya cogido con más ganas, que me haya durado menos y por eso tenga esa sensación, qué sé yo.
En cualquier caso, la fórmula Ferrante tiene éxito. Porque nos mete de lleno en el entorno napolitano, nos contagia de los sentimientos de los personajes, y a fin de cuentas, juega con la nostalgia, el recuerdo de un pasado que no volverá, el cambio que han supuesto estas últimas décadas en cualquier habitante escogido al azar. (¿No es eso lo que funciona ahora? ¿Utilizar la nostalgia para ganar lectores o espectadores?) La autora sabe narrar. Y narra una historia que no deja de ser sencilla, humana, común. No tiene ínfulas de gran escritora, no trata de apabullar con un estilo forzado y presuntuoso. Narra algo muy fácilmente donde otros se han atascado, donde otros describen caricaturas y no personajes, donde otros se quedan en la superficie.
Para mí, en este caso, es suficiente.
FICHA:
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Contras |
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Namaste.
Me alegra “leerte” de nuevo en acción. Gracias a tus reseñas, estas novelas se colocan en la cima de mis pendientes. Pero tendré que posponerlas y buscar el momento adecuado y entretenerme con novelas más cortas (y sin continuaciones).
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Gracias por la paciencia en esperarme y por comentar. Que no te asuste su tamaño que se leen muy rápido. Pero como dices, el ser una saga y la eterna lista de pendientes tampoco ayudan… Ya me contarás tu opinión cuando los leas.
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