Tengo que reconocer que una de las cosas que me empujó a asistir a la presentación de Los tres violines de Ruven Preuk fue el planteamiento de la novela. La inclusión de un personaje protagonista sinestésico, esto es, que fuera capaz de ver la música no puede sino llamar la atención de cualquiera con un mínimo conocimiento musical.
Si encima añadimos que a Preuk le toca vivir en la Alemania de provincias del pasado siglo, la novela ya tiene los elementos necesarios como para hacernos sucumbir.
Ruven Preuk es el hijo del carretero, un muchacho normal con un agudo don para la música. Enseguida comienza a formarse como violinista, superando a cada uno de los maestros que tiene a su alrededor. Un muchacho silencioso que habla a través de las notas, que vislumbra un prometedor futuro gracias a la música.
Ruven se retira. Casi deja de hablar. Pasa horas tumbado en la cama junto al violín. Acaricia el barniz del instrumento, se acerca el dorso al oído y escucha el intestino de la madera. Eres tan liviano. Piensa cuando lo levanta, tan inocente. Y sin embargo me tiranizas. Puedes matarme, lo sabes, pero te falta corazón. Robas el mío, me robas la vida. Los dos estaremos muy solos.
Sin embargo, en el convulso siglo XX los caminos no son rectos. Ni sencillos. Lo previsible no se cumple. La guerra estalla (primero una, después otra) y la realidad difiere bastante de los deseados sueños.
Las marchas no son aconsejables para los padres de las abejas. Por eso todos ellos se quedan en el extranjero y no regresan. Ya puede uno esperar. Esperar por la patria y completamente en vano. Bien es cierto que al final llegan algunas piltrafas humanas, pero sólo en las menos habita aún su vieja alma. Las mujeres acogen esos residuos y nadie les hace preguntas.
Leiber es capaz de organizar una trama compacta, que ni decae ni se presta a la lágrima fácil, sino que reflexiona y evoca muchos temas, desde la esperanza teñida de miedo e incertidumbre de las primeras páginas, hasta la soledad más dolorosa de la mano de Marie, la hija de Ruven, en las últimas.
Aún no soy capaz de saber cómo se puede escribir a la vez de una forma calculada e inteligente pero de forma poética y metafórica, con delicadeza y de un modo muy musical. Quizá se deba a que no es demasiado común dicha combinación: o te alargas e incluyes metáforas o eres escueto y vas al grano. No sé. Lo que sí que entiendo perfectamente es lo que los editores comentaban sobre la compleja traducción, y es que Leiber junta a los sonidos con las palabras, con las sílabas. Evoca música en sus frases.
En definitiva, una novela de las que aplacan, de las que se nos clavan en el corazón, por lo real de la historia, por lo razonable de las sensaciones, por saber que este complejo momento de la historia realmente sucedió. Una historia muy intensa, con frases que uno necesita releer para poder continuar con la lectura. Una trama atrayente, como la luz de la vela, pero con la que hay que tener cuidado, porque quema y hiere.
Los tres violines de Ruven Preuk, es, sin duda alguna, una de las mejores novelas que he leído este año. Una de esas historias a las que exigen una relectura. Una preciosa historia triste que obliga al lector a respirar hondo.
FICHA:
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Namaste.