En el IMM (25) os enseñé este ejemplar que compré dos años atrás a raíz de una recomendación de @gancedo. Desde entonces el libro reposaba en la estantería de libros futuribles, vamos, los libros entre los que escojo qué leer a continuación. Por unas o por otras fui relegándolo, hasta que esta primavera lo cogía de vez en cuando, tanteando sus páginas y buscándole mentalmente un hueco en mi agenda lectora.
Quizá mi aparente miedo a escoger Middlesex como lectura fuera su longitud (casi 700 páginas en la edición Compacta de Anagrama) o el premio que le acompaña: el Pulitzer. Es fácil sentirse abrumado por la fama de una novela, dudar sobre si a nosotros también nos gustará, o por el contrario, la encontraremos demasiado densa, demasiado compleja. ¿Y si no nos gusta?
Todas estas dudas desaparecieron un día, y así como a veces no encontramos el momento perfecto para empezar una lectura, un día veraniego me levanté y al mirarlo me dije que lo iba a leer en ese momento, cuando terminara el libro que llevaba a medias. Las dudas desaparecieron en favor de la curiosidad. Bien o mal, daba lo mismo. Lo iba a leer.
Middlesex cuenta la historia de una familia, los Stephanides, cuyo origen data de Grecia hasta emigrar a Detroit. Tres generaciones dan voz a esta historia, la primera de las cuales es Desdémona, la matriarca de una familia, la que lleva la voz cantante, las tradiciones, sus supersticiones, y la soledad y el dolor de ver cómo las llamas se ceban con su ciudad, Esmirna.
La idea de que Middlesex iba a ser una historia densa me acompañaba desde el primer momento. Pensé que con esta magnitud de páginas el inicio sería lento, habría una introducción que se demoraría capítulos y capítulos. La primera línea de la novela me hizo subir una ceja y quitarme los prejuicios de la mente:
Nací dos veces: fui niña primero, en un increíble día sin niebla tóxica de Detroit, en enero de 1960; y chico después, en una sala de urgencias cerca de Petoskey, Michigan, en agosto de 1974.
¿Cómo? ¿Chica y chico? ¿Qué tiene que ver esto con una familia? He aquí el quid de la cuestión. Cal, nacido Calíope, nieto de Desdémoda es narrador de parte de la historia. A través de los saltos temporales vamos recogiendo retazos de información: la historia de los abuelos y Esmirna y la vida de Cal, su actual situación. Página a página, capítulo a capítulo, sabremos más de los Stephanides, de Milton y Tessie, padres de Cal, hasta llegar al presente.
El truco de utilizar saltos temporales funciona. Si al inicio anima más la historia de Desdémona y nos gustaría leer más sobre ella, Eugenides se planta y saca a Cal a contar cómo le va en el trabajo. La narración cambia de tercera a primera persona para aportarnos su punto de vista regresando después al pasado.
Así como no existe introducción ni el comienzo se hace aburrido, el tono ameno y activo continúa durante el resto de la historia. Obviamente hay partes más lentas que otras (por la mitad, por ejemplo, o casi llegando al final). Pero lo que destaca es la plasticidad de la historia, llena de vericuetos en los que se incluyen desde aspectos referidos a la vida cotidiana (la forma de ganarse la vida, los problemas con el dinero, la búsqueda de una casa, descripciones del barrio…) hasta cuestiones enraizadas con el pasado (promesas incumplidas, recuerdos que regresan décadas después, el miedo a las consecuencias de determinados actos..). Todo ello se mezcla, se combina y se distribuye a lo largo de la historia para conformar una novela vastísima, muy interesante, amena e invasora.
Digo lo de invasora porque Middlesex se quiere hacer con nuestro tiempo y nuestro espacio. Invade los sueños y si le dejáis nos manipula para que continuemos leyendo, nos acompaña y nos impide hasta respirar. Es bonito que una historia haga que te falte el aliento. Algo que ocurre sólo de vez en cuando, quizá menos de lo que debería, así que cuando ese momento llega uno no puede hacer sino disfrutarlo, coger aire y seguir leyendo.
Middlesex es una de las mejores historias que he leído este 2015, una novela que hay que releer, porque son muchos los detalles que se escapan, una historia que se deja de tonterías y demuestra que no hace falta ser pretencioso para conseguir una trama bonita, unos personajes con los que uno se siente empático y a la vez demostrar que tiene calidad, porque Eugenides empaca la historia en un juego de muñecas rusas, saltos espacio-temporales y personajes cambiantes.
Se puede hacer bien y además se puede hacer bonito. No se puede pedir más.
FICHA:
Te gustará si te gustó |
|
Pros |
|
Contras |
|
Namaste.
Una de las mejores obras que he leído también.
Me gustaMe gusta
Me pasó como a ti, lo tuve esperando muchísimo tiempo hasta que lo cogí, y luego lo devoré. Uno de los mejores libros que he leído nunca
Me gustaMe gusta
Sí, señora. Un novelón con todas las de la ley. El manejo del erotismo es sutil y perfecto.
Me gustaMe gusta