Cuando compré este libro no conocía tanto la obra de Bolaño como para lanzarme a leerlo directamente. Un lector me recomendó que leyera primero Los detectives salvajes, y así lo hice. Tras continuar leyendo al chileno, tenía claro que ya era hora de ponerme con 2666, así que empecé a leerlo.
Se da la circunstancia que el coche de uno de mis vecinos tiene matrícula 2666. Cada vez que salía de mi casa, aparcado de manera casual, notaba que los dígitos bailaban y me preguntaban, desde su armazón de chapa y pintura, por qué motivo no me embarcaba en tamaña lectura. ¿Acaso tenía miedo?
¿Miedo yo? ¡Claro que no! Si bien es cierto que una no puede sino sentir respeto hacia un libro tan idolatrado, y tan largo como es este.
Tras leer unas cientos de páginas, Gancedo me comentó por twitter que me recomendaba no leerlo todo de golpe y seguido. El motivo es bien simple: Bolaño planeaba vender cada una de las cinco partes por separado, pero sus editores decidieron después juntarlas en un mismo volumen debido a la relación de su trama. De nuevo, le hice caso. Me alegro mucho. No olvidemos que 2666 se trata de una novela de más de mil páginas.
Como decía antes, 2666 se divide en cinco partes, la primera de las cuales es la parte de los críticos. La más liviana, quizá por ser la primera. Nos presenta a los críticos que coinciden investigado al poeta Archimboldi: Pelletier, Morini, Espinoza y Norton se conocen y comienzan una relación profesional que les llevará a seguir la pista del alemán más allá de Europa.
La leyó, le gustó, buscó en la biblioteca de su college más libros del alemán de nombre italiano y encontró dos: uno de ellos era el que ya había leído en Berlín, el otro era Bitzius. La lectura de este último sí que la hizo salir corriendo. En el patio cuadriculado llovía, el cielo cuadriculado parecía el rictus de un robot o de un dios hecho a nuestra semejanza, en el pasto del parque las oblicuas gotas de lluvia se deslizaban hacia arriba, después la oblicuas (gotas) se convertían en circulares (gotas) que eran tragadas por la tierra que sostenía el pasto, el pasto y la tierra parecían hablar, no, hablar no, discutir, y sus palabras ininteligibles era como telarañas cristalizadas o brevísimos vómitos cristalizados, un crujido apenas audible, como si Norton en lugar de té aquella tarde hubiera bebido una infusión de peyote.
Pero la verdad es que sólo había bebido té y que se sentía abrumada, como si una voz le hubiera repetido en el oído una oración terrible, cuyas palabras se fueron desdibujando a medida que se alejaba del college y la lluvia le mojaba la falda gris y las rodillas huesudas y los hermosos tobillos y poca cosa más, pues Liz Norton antes de salir corriendo a través del parque no había olvidado coger su paraguas.
(Página 23)
La segunda parte es la de Amalfitano, uno de los profesores de la universidad de Santa Teresa con el que coinciden los críticos. La tercera, la de Fate, un periodista que va a cubrir un combate de boxeo.
Estas tres partes son linealmente más constantes, rápidas y ágiles, recuerdan a muchas otras historias cortas de Bolaño. No son excesivamente largas y se pueden leer de corrido.
No hay amistad, dijo la voz, no hay amor, no hay épica, no hay poesía lírica que no sea un gorgoteo o un gorjeo de egoístas, trino de tramposos, borbollón de traidores, burbujeo de arribistas, gorgorito de maricones.
(Página 268)
Cuando llegamos a la página 450 llega el verdadero hueso de 2666: la parte de los crímenes, la descripción de la muerte de las mujeres acaecida en Santa Teresa. Más de 350 páginas de asesinatos y descripciones, sin diálogos y sin (aparentemente) hilo conductor. Paciencia, amigo lector, no dejes de leer. En mi caso, algunas semanas apenas avanzaba 10 páginas. Lo importante es seguir leyendo, porque aquí y allá nos encontramos con fragmentos como estos:
Siempre hay que hacer preguntas, y siempre hay que preguntarse el porqué de nuestras propias preguntas. ¿Y sabes por qué? Porque nuestras preguntas, al primer descuido, nos dirigen hacia lugares hacia donde no queremos ir. ¿Puedes ver el meollo del asunto? Nuestras preguntas son, por definición, sospechosas. Pero necesitamos hacerlas. Y eso es lo más jodido de todo. Así es la vida.
(Página 553)
O este:
¿Usted cree que el nombre sea el destino? No, dijo Sergio, y más me vale que no lo crea. ¿Por qué?, suspiró sin curiosidad la diputada. Tengo un nombre común y corriente, dijo Sergio mirando las gafas negras de su anfitriona. Durante un momento la diputada se llevó las manos a la cabeza, como si tuviera jaqueca. ¿Quiere que le diga una cosa? Todos los nombres son comunes y corrientes, todos son vulgares. Llamarse Kelly o llamarse Luz María en el fondo es lo mismo. Todos los nombres se desvanecen. Eso tendrían que enseñárselo a los niños desde la primaria. Pero nos da miedo hacerlo.
(Página 755)
Llegar a la quinta y última parte es encontrarse con la historia de Archimboldi, la de Hans Reiter o el niño alga. Porque después de enumerar crímenes, Bolaño se saca de la manga la historia de la disgregación de Prusia, de los combates de la Segunda Guerra Mundial, del hijo de la tuerta y el cojo, una historia muy diferente a las que hemos leído anteriormente.
¿Qué es, por tanto, 2666? Una novela global, la llaman. ¿Qué carajo significa eso? Que cabe todo. Que tenemos amor, exilio, la tradicional búsqueda bolañesca de un poeta, pero también la soledad y desazón, la violencia y los crímenes, tanto a este como al otro lado del Atlántico. Cabe la lección de historia, la aridez de la tierra de México pero también la soledad del terreno prusiano, el amor de una madre, las historias del Bronx o la vida en la cárcel.
2666 es una zona de arenas movedizas. Ves el charco, pisas la tierra y te hundes hasta la médula, te revuelves y acabas más dentro, sepultado por palabras y palabras, por personajes unidos por distintos motivos, hasta acabar debajo de una historia grande, sublime, fantástica. Una de esas historias que te erizan la piel, aquéllas que consiguen que se te llenen los ojos de lágrimas al llegar al final, al aprehender la complejidad de la historia, al sentirse más solo y más triste que antes de leerlo. Un libro superlativo, exagerado, brutal.
Y sí, obviamente uno querría tragar menos tierra, sentirse un poco más seguro, pisar algo de terreno firme, o sentirse menos mareado. Pero, considero, es el coste que hay que pagar por querer conocer una de las novelas más famosas de la literatura. Un novelón.
Uno de esos libros con los que uno sabe que no es el mismo lector que comenzó a leerlo. Una historia que, una vez asimilada, consigue que se erice la piel.
Pobre lector el que decida comenzar a leerlo. Y pobre lector el que jamás lo intente.
FICHA:
Te gustará si te gustó |
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Pros |
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Contras |
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Namaste.
Iba a escribir lo que Bolaño, sabiéndose en las últimas, pensó hacer con 2666 (realmente conmovedor), pero ya figura en wikipedia (donde, además, aparecen otros datos muy interesantes que invito a leer).
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Recuerdo perfectamente el verano de 2666. Cómo me amargó las vacaciones, cómo pasaba días enteros sin despegar los ojos del libraco mientras los demás bla, bla, bla. Cómo no pude volver al mismo sitio el verano siguiente. Cómo después fui otra.
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Yo procedí de la manera opuesta me lo encasqueté de golpe y sin anestesia. Así me quedé como si me hubiesen dado un porrazo en la cabeza. Aún no sé si me gustó, si lo considero una obra inacabada o varias con vida autónoma.
Un abrazo bolañista,
Sonia
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la parte de los crímenes es genial… la lei despacio, releyéndola continuamente… abrumadora.
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José Ángel: la lectura de la wikipedia está bien para DESPUÉS de la lectura, considero yo. Pero siempre viene bien para complementar información y para conocer un poco más la intrahistoria de los autores.
Maite: me alegra pensar que no soy yo sola la que ha sentido esa sensación. Cuando escribía la reseña temía que algunos pensaran que era exagerada, pero saber que no estoy sola me hace sentir bien. Es un novelón, está claro. Gracias por pasarte.
Sonia: yo iba con la misma idea que tú, pero al final me vino bien tomarme un respiro. Entiendo que salieras noqueada.
¡Los bolañistas somos legión!
Bukycarloss: a mí, sinceramente fue la que menos me gustó. Pero coincido contigo: abrumadora es un buen adjetivo para describirla.
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Totalmente de acuerdo eso que dices de que, al terminar 2666, uno no es el mismo lector que era al principio.
Mi más sincera enhorabuena por tu blog.
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Muchas gracias por tu comentario y por pasarte por aquí. 🙂 Me alegra ver que coincidimos.
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Me quedo con tu frase, es una obra que se tiene que leer. Yo no pude con ella, la escogí un verano porque me veía incapaz de leerla durante el curso escolar (que es lo que yo vivo jaja) y no pude con ella en verano tampoco, así que te felicito!
Por cierto, encantada de volver a leerte. Yo estoy intentando escribir y retomar un poco el blog porque como sabes estaba aparcadísimo.
Un beso fuerte!
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Como te comenté por otra red social, leerlo en verano puede ser complicado. Yo tardé mucho en leerlo, porque iba despacio, a mi ritmo, sin imponerme velocidad o número de páginas. Inténtalo, de verdad que merece la pena.
Me alegra saber que tienes planeado regresar. No es nada fácil lo de la regularidad… Un beso.
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A final del año pasado lo dejé a mitad del cuarto libro: demasiado cuesta arriba, aunque el personaje de Florita Almada me sirve de señuelo para retomarla…
¡Volveré!
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Ya sabes, tómatelo con calma y sin prisa. 🙂
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Leí a Bolaño en el mismo orden, Los Detectives Salvajes y luego 2666. Muy buena crítica, coincido casi en todo: la parte de los crímenes es un pantano insondable, hay que avanzar poco a poco, y tener buen hígado.
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Hola Ernesto:
Encantada de ver otro lector de Bolaño por aquí, me alegra tu comentario y que te haya gustado la novela.
2666 es una novela compleja, creo que lo mejor siempre es tomárselo con calma y disfrutar del viaje.
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