Tras la anterior entrada en la que os contaba mis problemas a la hora de continuar con la lectura de este libro, no quería dejar una reseña pendiente. Entre otras cosas porque puedo decir muchas cosas, y porque realmente he apuntado montones de fragmentos destacados, como era de esperar.
Los miserables se divide en varias partes en las que cada una posee un personaje que se lleva la atención. La primera de todas ellas es Fantine. El inicio es rápido y ameno. Abundan las paradas, el ritmo es diferente al que suelo estar acostumbrada. Pero la ventaja, que se repetirá en toda la obra es clara: encontramos muchos capítulos o de subcapítulos cada poco tiempo. Esto beneficia a la hora de continuar leyendo. Aunque bien es cierto que la longitud es muy desigual: desde una página a tres llegando a las 40.
Desde el primer momento un narrador omnisciente analiza y juzga a cada uno de los personajes protagonistas y de sus acciones, siendo generalmente personajes representativos de un estrato de la sociedad, extremos ejemplos de acciones benévolas o malévolas y que Víctor Hugo utiliza para reflejar la sociedad de la época.
Como tal, existen muchas reflexiones y descripciones de diversos aspectos de la sociedad francesa, desde el mundo conventual de la segunda parte hasta de las calles de París, pasando por supuesto por batallas representativas de la época napoleónica, entre la que destaca la de Waterloo.
Aunque inicialmente el tipo de descripciones me resultó muy interesante e instructivo, con el paso de las páginas me sobraban detalles y nombres. La abundancia de generales, montes, colinas, calles y callejones nos ofrece un estilo que roza con el periodístico, además de aportar un análisis político a las diferentes situaciones.
Mientras tanto se nos ofrece una historia en la que el binomio bondad-maldad tiene importancia preponderante. Las dudas éticas de Valjean, el protagonista de la historia, surgen desde la primera página y le acompañarán durante toda la obra. Las situaciones de penuria y pobreza extremas (Fantine, Cossette), la maldad en superabundancia (los Thénardier) unidos con la descripción vívida de Víctor Hugo consiguen enganchar a una historia en la que sabemos que todo lo malo que pueda pasar pasará.
Una historia que conmueve y aplasta, personajes que nos persiguen en sueños (no habrá forma de olvidar el tormento de Fantine pasen los años que pasen) ahogado, como he comentado alguna vez con Pedro por una traducción que, aunque en la contraportada figure de 2002 en la práctica es de los 70, con todo lo que conlleva: los nombres de los personajes traducidos, arcaicismos y expresiones antiguas que no hacen más que ralentizar la lectura y querer matar unas cuantas cabezas (por algún extraño motivo Jean sí que es Jean pero Fantine es Fantina).
Total, desde mi punto de vista, por supuesto que es un libro conmovedor, duro y muy fiel. Descriptivo e histórico, interesante y completo. Pero es arduo. Estamos hablando de un libro de 1700 páginas, del que obviamente hay mucho bueno, pero también hay otras cosas. Con tantas páginas da para mucho.
Cuando leo un clásico espero que me noquee. Que me deje paralizada, como lo hizo El proceso de Kafka. Que me deje con la boca abierta, como El ruido y la furia de Faulkner. Que lo recuerde 10 años después, como Los hermanos Karamazov. Pues bien, al contrario que todos estos tres mencionados, por poner un ejemplo, que recomiendo hasta la saciedad con un ¿No has leído El proceso? ¿Y tú duermes bien por las noches? No haré lo mismo con Los miserables. No lo recomendaré sin parar. No pensaré en releerlo el año que viene. Y ahí radica la diferencia fundamental. Entre otras cosas porque para mí la economicidad es un grado. Y uno sale encantado con Zola y su Germinal, su realismo preponderante mientras cuenta una historia atroz en 300 páginas. Pero para mí, Los miserables es demasiado. Demasiado larga, demasiado descriptiva, llegando hasta la exageración.
No es que se haga cansado o arduo, porque nos podamos sentir perdidos en lo que nos cuenta. No es el Ulises. Es cansado porque se hace repetitivo, y excesivo en detalles. A veces menos es más. Éste es un buen ejemplo.
FICHA:
Te gustará si te gustó |
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Pros |
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Contras |
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Namaste.
Como ya te dije cuando comentaste tu imposibilidad de terminar esta obra, la estoy postergando hasta no sé cuando. Cuando me dé por leerla. Conociéndome, no soportaría tanta descripción, pero tengo que probar el libro, al menos una vez. Que lo termine ya es otra historia.
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Yo lo leí hace muchísimos años y recuerdo que lloré mucho. De la novela en si misma recuerdo el principio y el final. De todas formas, respecto a lo repetitivo, recuerda que en esa época las novelas se publicaban como folletines y era necesaria cierta repetición para refrescar la memoria a los lectores. Pasa también un poco ahora con las novelas que forman parte de una serie.
En cualquier caso, la verdad es que, al contrario que con otros libros, no he sentido la necesidad de releerlo.
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Yo ya te comenté mi opinión en la entrada anterior, pero supongo que al fin y al cabo lo bueno de los libros es que no a todos nos gustan por igual. Tú no la recomendarías y yo no puedo dejar de hacerlo, así que de tu entrada me voy a quedar con apuntarme El proceso a ver si consigo hacer click con Kafka, que llevamos años mirándonos fijamente a los ojos y aún no me he atrevido.
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Bea: pues ya me contarás qué tal tu experiencia, espero que mejor que la mía. Quizá a ti sí que te guste, quién sabe.
Lammermoor: sí, sé que se publicaba tipo folletín. Pero aún así no es la primera que leo de ese tipo y el resto no se me han hecho tan repetitivas. No sé. Será que Víctor Hugo no es para mí.
B.M. Virginia: a mí es que «El proceso» es la obra que más me gusta de Kafka, mucho más que «La metamorfosis», aunque ésta sea más conocida. Ya me contarás qué te parece.
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