Lo confieso: compré este libro por error. Sí, habéis leído bien: por error.
Mi idea era adquirir Memorias del subsuelo, del mismo autor. Pero ya sabéis: dos libros que empiezan por la misma palabra, un maremágnum de libros del autor, no llevar el título anotado… todo eso hizo que al final lo comprara. La verdad es que no me di cuenta de mi error hasta que lo tuve en la lista de pendientes, cuando alguien habló de Memorias del subsuelo y pude comprobar que el título se había cambiado. Claro, yo estaba convencida en que el título se modificó solo.
En fin, a lo que iba. Memorias de la casa muerta es la narración en primera persona del tiempo que pasó Dostoievski en Siberia. Una vez condenado a trabajos forzados, se le traslada al desierto ruso a cumplir su pena.
El inicio del libro se corresponde con su llegada a la estepa, con ese interminable viaje que acaba en una muralla de nieve y piedra. Enfrentado a su cambio de situación, Dostoievski es un extraño, un aristócrata que ha cambiado su condición de adinerado por la de preso. Como tal, es visto por los demás presidiarios con desconfianza, un personaje ajeno a su realidad, un opresor, alguien que había pasado de tener un sirviente que le preparara el té a tener que verse en una situación límite: una cárcel rusa. Ahí es nada.
Ese genio que demuestra en cada una de sus novelas lo aplica, cómo no, a su día a día: en este libro se narra el análisis de cada uno de los que se encontraban a su alrededor, cómo podía diseccionar su mente con sólo fijarse en gestos, miradas o formas de hablar. Es sorprendente la forma en la que para él todos estos aspectos sean meridianos, claros y lógicos, algo tan fácil como describir el color de una fruta. Además, en su narración abundan las descripciones de las tradiciones, costumbres y situaciones que se veían en el campo: cómo la masa social determinaba quién formaba parte del grupo y quién no, algo igual de importante que alimentarse. Y aunque a priori él se encontrara en una situación de desventaja (a fin de cuentas él pasó de leer tranquilamente en el calor de un samovar a tratar de aprender a cortar leña con brutal sistema de destajo) me ha fascinado el modo de pasar esa teoría, ese análisis de cada compañero a la práctica: es decir, no es que sea inteligente y simplemente lo plasme en sus novelas, sino que va más allá. Dostoievski utilizó esa intuición para marcar estrategias, para granjearse amistades, a fin de cuentas para hacer su vida en el campo más llevadera. Digo que me ha fascinado porque es difícil, porque una cosa es la teoría (hablar de otro, plantear hipótesis, razonar argumentos) y otra bien distinta es aplicar todas esas fórmulas a la vida diaria de cada uno, a diseccionar las fortalezas y debilidades de cada cual con el objeto de ser pragmático, de valorar el peso de cada persona en el el propio destino.
Sin embargo, a pesar de las carencias, el frío, la mala alimentación y la soledad, no pierde la esperanza ni el valor, aunque vea mermadas sus fuerzas es capaz de decirse:
¡El hombre sobrevive! El hombre es un ser que se acostumbra a todo; ésa es, pienso su mejor definición.
En el apartado de los peros, tengo uno, y grande: se hace pesado. Sin embargo no creo que se haga lento por la historia que narra, más bien tengo la impresión que es debido a la traducción: la abundancia de frases complejas, la utilización de vocabulario desfasado o la escasa organización de la información son algunos de los puntos que abundan en este libro.
Me quedo con las ganas de traeros aquí un fragmento en el que narra cómo el mayor afecto que recibía era de un perro que vivía entre los barracones, pero no encuentro la página. 😦
En fin, poco más que añadir que no se haya dicho ya, y es que
Dostoievski es el mejor conocer del alma humana de todos los tiempos.
No lo digo yo. Lo dice Stefan Zweig.
FICHA:
Te gustará si te gustó |
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Pros |
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Contras |
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Namaste.
Me encanta. Este tipo de descripciones y perfiles me asombran, y más cuando encima no es sólo ficción.
Me alegro de tu magnífico error. Ahora habrá que ver si esta «memoria» resulta ser mejor que aquella otra «memoria».
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Me confirmas un miedo que he tenido toda la vida, que Dostoievsky sea demasiado para mí: demasiado triste, demasiado profundo… demasiado
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Icíar: ya lo contaré por aquí, porque sigo teniendo ganas de leer las otras memorias.
El modo de analizar es alucinante, la inteligencia que se necesita para ello. Es que hay que ser un genio, no hay más.
Loque: no deberías. Es profundo pero no se hace pesado, indaga mucho en el comportamiento humano, y eso nos toca a todos de cerca. ¿Nunca has leído nada del autor? ¡Pues ya estás tardando! ¡Fuera prejuicios! 🙂
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No me hubiera importado nada equivocarme. He leído a Chejov pero no a Dostoievski, y me encantaría hacerlo. Seguro que Stefan Zweig -otro genio- tampoco se equivoca. Un saludo.
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Pues te recomiendo que te pongas con él cuanto antes, porque no te defraudará. He leído poco a Chéjov, eso sí, pero Dostoievski me encanta. (aunque me equivoque al comprar el libro…)
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Hola! Qué bueno encontrar una entrada sobre la obra de Dostoievskii, para mi es satisfactorio que su obra sea difundida hasta hoy. Saludos
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