Autor, Ford, Literatura

Canadá, Richard Ford

Es curioso cómo funciona mi memoria. En mi imaginario La casa de los espíritus de Isabel Allende está siempre al lado de La hoguera de las vanidades de Tom Wolfe, aunque sean historias muy diferentes. Simplemente porque ambas tenían la misma edición  y porque mi hermana los tenía ordenados en el mismo estante, uno al lado del otro.

CanadaEn ocasiones pienso que esa idea, la de relacionar libros simplemente por su ubicación, quedó en la memoria, y pertenece al pasado infantil en el que todo estaba obligatoriamente conectado. Sin embargo me sorprendo al pensar que para mí Canadá y La trama nupcial de Eugenides van de la mano, seguramente porque los compré a la vez, llevan un tiempo esperando a ser leídos y he dudado más de una vez si leer uno u otro. Así que una vez terminada la novela de Eugenides, este debería ser el siguiente libro al que echarle el diente.

El punto de partida de Canadá queda claro desde el primer capítulo: los padres del narrador han atracado un banco. Sabemos que no ha salido bien y que ha tenido consecuencias importantes para el devenir de la familia, que aunque no era normal sí que tenía determinados elementos de cohesión.

Como bien dice el narrador, cuando leemos en la prensa algo sobre un atracador no pensamos que tiene hijos, que al entrar en prisión deja una vida atrás y personas que se quedan marcadas de por vida por unos actos de los que sólo fueron víctimas.

Los acontecimientos que te cambian la vida a menudo no parecen lo que son.

Página 284

Canadá viene acompañado además de la opinión unánime de que se trata un gran libro. Y así, por la asociación que os comentaba más arriba y por mi prejuicio sobre lo que me iba a encontrar empiezo muy animada leyendo y conociendo la vida de la peculiar familia. Aunque he de reconocer que algunas cosas me iban escamando, como la reiteración y repetición de datos, el eterno retorno de volver a contar lo que ya ha contado antes, algo que se agradece al principio para saber quién es quién pero que después acaba cansando (esto es: si un personaje es primo del protagonista y es pelirrojo con que lo digas dos veces queda más que claro, no es necesario mencionar su color de pelo cada vez que sale el personaje a colación).

Aunque el inicio es más lento que en otras lecturas. las ganas de que avanzara la trama me recomendaron esperar. Y así lo hice. Esperé a que ocurriera lo que menciona: el atraco, el punto de inflexión definitivo, el momento en el que (pensé) la acción ganaría después de una larga introducción.

Ocurre el atraco pero lo que viene después no consigue levantar la acción, ni moverme de mi asiento. Llevo 200 páginas y apenas estoy mucho mejor que cuando había leído 75. Me planteo abandonarlo, habida cuenta de que llevo casi la mitad de una novela que no termina de arrancar. Decido leer otros libros. Aparco Canadá sin remordimientos y me acuerdo poco de él. No lo echo de menos. Pero aún así me planteo que si el resto de los lectores lo ponen tan bien algo tendrá, algo sucederá, y debo seguir leyendo.

Además, ¡ni siquiera sabía por qué tiene este título! ¿Qué motivo tiene el autor para concederle al país llevar el nombre en su portada cuando la acción ocurre en Estados Unidos? Efectivamente, hasta la página 272, justo a la mitad del libro, no conocemos los motivos. Y es que tras la disgregación de la familia nuestro protagonista inicia un nuevo camino de retiro hacia el país vecino, que le sirve a Ford, como podréis imaginar, para conocer el paso a la vida adulta de Nell.

Pensaba, ilusa de mí, que la historia ganaría dinamismo y empezarían a ocurrir más cosas. Pues no. De repente el texto se llena de descripciones:

Unas cuantas casa grises de madera diseminadas a lo largo de las ruinas de varias calles. Había también vestigios de otras casas que un día habían ocupado los espacios vacíos: cuadriláteros con cimientos de ladrillo, dependencias anexas medio derruidas, alguna chimenea aún en pie, y una tierra abierta donde tiempo atrás había existido algo que hoy se había esfumado.

Página 288

Y hasta ahí. Lo que ocurre tiene poca enjundia y mi escaso interés no fue capaz de engancharse en la cantidad de descripciones paisajísticas que plagan la segunda parte de la novela.

Tengo la perenne sensación de que en general las historias de crecimiento personal, de iniciar un viaje paralelo al paso de la vida adulta no son para mí.

 

FICHA:

Te gustará si te gustó
Pros
  • La primera parte de la novela.
  • La claridad y brillantez de muchos fragmentos.
Contras
  • Hacia la mitad la historia se ralentiza.
  • Exceso de descripciones en la segunda parte.

Namaste.

Economía, Historia económica

Antecedentes del taylorismo.

Cambio de tercio hablando del taylorismo. Empecemos por el principio, por la situación en la que se encontraba el mundo antes del cambio económico radical de Taylor y Ford.

En el siglo XIX los patrones se hallaban en la continua búsqueda de obreros hábiles y disciplinados. La realidad era que el obrero de oficio, conocedor de los secretos del gremio, además de ser ineludibles para la manufactura. Es decir, los patronos se encontraban ante la situación de que había pocos obreros cualificados, por los que se veían obligados a desplazarse a los lugares en los que se encontraba la mano de obra. Lo cierto es que al guardarse los conocimientos del oficio en el patrimonio familiar, la transmisión se realizaba vía descendencia. Ésto proporcionaba a dichos trabajadores un monopolio, por el que podían exigir al patrón más paga, y al ser un escaso número de trabajadores, los patrones poco podían hacer si querían sustituirlos por otros.

De esta forma, a finales del siglo XIX el trabajo se concebía como el obstáculo fundamental para el desarrollo del capital: había pocos trabajadores, no sustituibles que además se organizaban en instituciones que garantizaban algún tipo de cualidad (como la AFL, American Federation of Labor, en Estados Unidos).

Por ejemplo, para la producción de cigarrillos se exigía un sello, sin el cual se considera a los que no disponían de tal certificado como “positivamente peligrosos” o bien “cigarrillos de la muerte”.

La AFL podía llegar incluso a la coacción mediante la violencia para imponer sus medidas, como ilustra el siguiente ejemplo: en Chicago había un sindicato de carreteros de carbón y también una asociación de comerciantes de dicho producto. Para no acabar en una guerra que abaratara los precios del producto, terminaron por firmar un convenio secreto que estipulaba que la asociación se comprometía a no emplear otros carreteros que los sindicados. De esa forma llegaron a un monopolio. Los comerciantes independientes no encontraron carreteros independientes, y si existía alguno, los sindicados “por amor al respeto y a la disciplina”, le rompían brazos y piernas.

De esta forma, el empresario de la época buscaba alguna técnica que le permitiera pagar menos a los trabajadores y por tanto, ahorrar en costes.

  • La máquina. A través de la unión del capital y la ciencia, se trata de reducir los costes de fabricación. Asimismo, se busca el fin de aumentar el ritmo de trabajo y de luchar contra la organización obrera. En resumen, la máquina posee diversas virtudes, como son hacer el trabajo más productivo y su conversión en un instrumento de regularización y de sometimiento de los trabajadores.En este contexto, la insubordinación y la indisciplina del obrero siguen siendo el gran problema al que se enfrentan los empresarios.
  • Preferencia por los niños. De un lado, se trata de un obrero más barato (ya que los niños cobraban tres o cuatro veces menos que un adulto), y más aptos para determinados trabajos (por su “finura de dedos”, “la pequeñez de su estatura”). Sin embargo, los verdaderos motivos eran otros: se trataba de una fuerza de trabajo dócil, que garantizaba la continuación de la fuerza de trabajo, ya que de un lado, no se les llamará a filas, y por otro, en los casos de niños huérfanos se encontraban ya acostumbrados a la disciplina (hospicios, orfanatos…) y lo que es más importante, los niños garantizan una gran capacidad de aprendizaje. La Ley de 1841, que limitó el número de horas productivas y que hace obligatoria la asistencia del niño a la escuela cambiará tal situación.
Niños trabajando en una mina

  • El sistema de destajo. Se trata de un tanto alzado en el que el destajista es un subcontratista de mano de obra que con las materias primas y la maquinaria, hace ejecutar los trabajos a él confiados, ya sea en el taller o en la obra del patrón o en su propio domicilio, con la ayuda de obreros pagados por él por día y por pieza sin intervención del patrón.Con este sistema, los patrones ceden funciones a un tercero, que se encargará de la contratación, el pago, la organización del trabajo y de la vigilancia. De esta forma, los empresarios consiguen “utilizar el oficio contra sí mismo”, ya que al emplear a un hombre de oficio para vigilar y controlar el trabajo de los demás, el resto de los obreros no pueden relajarse en su tarea (algo que sí que podían hacer cuando el patrón no vigilaba o lo hacía de manera intermitente).

Sin embargo, la ley de 1848 lo prohíbe, al menos teóricamente. Posteriormente, cuando el desarrollo de las escalas y de los mercados permitan la gran industria, este sistema se verá notablemente deteriorado por ser ineficaz ante el cambio de circunstancias.

Próximamente, más.

Namaste.