Tras la primera parte de Millenium, que me dejó un buen sabor de boca, comencé ilusionada la segunda parte de la trilogía.
Lo que te puedes encontrar aquí (aparte de un tochazo del tamaño de un ladrillo) es una investigación sobre la trata de blancas en Suecia.
El libro comienza centrándose en Lisbeth Salander, conocemos un poco más de ella, qué hace y dónde está. Este inicio da dinamismo a la historia, puesto que a fin de cuentas no es que supiéramos mucho de ella tras leer el primer tomo.
Después, comienza el verdadero tema: la trata de blancas. Un poco después, el autor se centra en Mikael Blomkvist y ahí es cuando la novela transcurre más despacio, hasta llegar a un punto en el que piensas que le sobran páginas, que hay mucha paja de por medio.
Esa es la sensación que he tenido en, al menos, 250 páginas. El protagonista trata de investigar si Salander es culpable de asesinar a varias personas. Pero vamos, que no consigue información. Más bien bebe café y come sándwiches como si no hubiera mañana.
Otra cosa que me exasperó es que me pareció que se trata al lector como si fuera imbécil. Me explico. No hace falta que cada vez que salga un personaje me digas en qué trabaja, cómo es físicamente o cualquier cosa que me hayas dicho ya. Si ya lo has contado, ya lo he leído. Además, hay montones de referencias muy básicas en la primera parte de Millenium (pero estúpidas, en plan Mikael Blomkvist, el periodista).
La última cosa que no me ha gustado ha sido el final. De un lado, es un mero punto y aparte. Estás obligado a leer la tercera parte porque ese final no es más que un fin de capítulo. De otro, el supuesto misterio es previsible (o al menos eso me parece a mí). Quizá el problema fue que tras leer la primera parte, vi la adaptación cinematográfica. Craso error. En apenas un segundo me soltaron un spoiler en toda la cara, lo cual me ha predispuesto a imaginarme algo que ha acabado pasando (aparte en acordarme en la familia del director, guionista y productor).
FICHA:
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Namaste.