Autor, Galgut, Literatura

La promesa, Damon Galgut

Sudáfrica. Época del apartheid.

Una familia de blancos, los Swart, pierde a la madre, dejando en el aire una promesa que no todo el mundo quiere cumplir: que Salome, la mujer negra que lleva viviendo toda la vida con ellos se quedase con la casa donde siempre ha vivido.

Este es el punto de partida de La promesa de Damon Galgut (Libros del Asteroide, 2022), premio Booker 2021 y novela muy recomendada por los críticos.

Tú te crees que hay una orden, piensas que tus actos importan, que serán sopesados y juzgados en algún tipo de rendición de cuentas. Pero no hay rendición de cuentas. Para cada uno de nosotros la muerte es el último día.

Página 85

La promesa queda sin ejecutar tras la muerte de la madre, y los años van pasando. Para mostrarnos los cambios en la familia Galgut articula la historia en 4 partes designadas con el nombre de los miembros de la familia supervivientes, esta decisión le ayuda no sólo a marcar los saltos temporales, sino también a adelantar la muerte del siguiente miembro de los Swart que puede abrir una herencia y por tanto, cumplir la promesa pendiente.

La supervivencia no es instructiva, solo degradante.

Página 110

Es inevitable que el inicio de esta historia nos lleve, cómo no, a esa magnífica novela de William Faulkner que comienza también con la muerte de la madre, Mientras agonizo. El resto no tiene nada que ver puesto que la trama va vira por otros derroteros, uniendo la historia de la familia con los cambios político- sociales de Sudáfrica y los efectos del racismo en la sociedad.

Además el autor aprovecha para añadir otras temáticas típicamente familiares: celos, infidelidades y cambio en el tipo de relaciones entre los hermanos, Anton, Astrid y Amor, los 3 muchachos que pierden a una madre primero y un tiempo después a su padre.

Vieja tierra tonta, que vuelve y se repite una y otra vez. Nunca se pierde ni una función. Cómo haces para aguantarlo, vieja furcia primitiva, para ofrecer una y otra vez esta presentación idéntica, dela primera a la última sesión, mientras a tu alrededor el teatro se desmorona, las frases del guion no se modifican, por no hablar del maquillaje, el vestuario, los gestos extravagantes…

Página 275

Llama la atención del estilo de Galgut es el cambio aleatorio en el uso del narrador, que siendo mayoritaria la tercera persona de repente, y en algunos párrafos aleatorios, pasa a usar la primera persona. En la propia sinopsis se menciona esto como algo «original», pero en mi caso, y con contadas excepciones, me ha parecido un giro forzado e innecesario que no aportada nada estilísticamente porque en la siguiente frase regresa al narrador en tercera persona.

En general es una historia que durante una tercera parte de la historia pensé que se iba a ganar entrar en la lista de lo peor de este 2025. Sin embargo, hacia la mitad la historia va ganando fuerza y carácter, para acabar sorprendentemente por todo lo alto, al contrario que la mayoría de las historias que suelen desinflarse a la mitad.

Quizá lo anterior se deba a que el autor escribió las partes en momentos diferentes, pero si toda la novela fuera como el último tercio sería redonda, y ya veis, se queda en un limbo de aprobado de la que esperaba más.

La negación solo funciona en otras personas, no tiene ningún efecto en el destino. Ya te habrás dado cuenta, protestarle al destino es desperdiciar el aliento, lo que pasa pasará pese a tu no.

Página 278

Si la habéis leído contadme si coincidimos o si es solo impresión mía.

FICHA:

Te gustará si te gustó Una temporada en el purgatorio, Dominick Dunne.
Pros– Gana a medida que vas leyendo.
Contras– Novela desigual.
– Una escena en concreto que él mismo define como original y transgresor y a mí me ha parecido absurda.

Namaste.