Andaba yo leyendo La broma, de Milan Kundera, cuando llegué a la página 197 y me encuentro con lo siguiente:
- ¿No estará acostumbrada a tomar la cerveza con ron?
- Tanto como eso, no -dijo Helena.
- Pero le gusta el ambiente popular.
- Sí -dijo-. No soporto los restaurantes distinguidos donde le atienden a uno diez camareros y le sirven diez platos distintos…
- Claro, no hay nada como una cervecería de esas en las que el camarero no le hace a uno ni caso, con mucho humo y olor a comida. Y sobre todo no hay nada como el aguardiente. Cuando yo estudiaba era mi bebida preferida. No tenía dinero para bebidas más caras.
- También me gustan las comidas corrientes -dijo-, como el pastel de patatas o las salchichas con cebolla, para mí no hay nada mejor…
Ya estoy tan infectado por la desconfianza que cuando alguien me cuenta qué es lo que le gusta o lo que no le gusta, no lo tomo nunca en serio o, mejor dicho, lo entiendo sólo como un testigo acerca de la imagen que pretende mal.
Qué razón lleva Kundera, qué común es encontrarse a personas que dicen que les gusta algo porque aparentan ser más interesantes diciendo eso que lo contrario… Porque, a ver, ¿quién no ha encontrado a alguien que le ha dicho que tiene como hobbys leer y en posteriores conversaciones uno acaba sabiendo que realmente sólo lee tres libros en verano? ¿Eso es tener como afición la lectura o es apariencia para quedar bien?
¿Y quién no ha escuchado alguna vez a alguien decir “a mí es que me gusta viajar”? ¡Pues claro que te gusta viajar, majo! ¡A todos nos gusta! ¿Qué tipo de hobby es ese?
Entre las mujeres es muy común escuchar a unas y a otras diciendo que hacen dieta y que van al gimnasio. ¡Está bien visto demostrar que uno se cuida por sí mismo aunque sólo paguen la matrícula y se inflen a donuts!
Parece como el lema mítico de Goebbels: una mentira repetida mil veces se transforma en verdad. Lo peor de este lema no es cuando se trata de engañar al que se tiene enfrente, sino cuando uno trata de engañarse a sí mismo, y en este punto da igual de qué tema se trate. He escuchado a gente justificarse mintiéndose a sí mismas en muchos de los aspectos de la vida, así que la lectura no iba a ser menos.
Si nos atenemos a las pretensiones, el Ulises es la novela que más se lee, que está bien leerlo, igual que a otros muchos autores prácticamente desconocidos. Hay que aparentar que uno va más delante de la mayoría.
Está bien visto leer a Coelho, parece que alguien que compra una de sus novelas se ve a sí mismo como un gran filósofo en potencia. Sin embargo, está mal visto leer a Dan Brown (aunque cuando se editara El código Da Vinci fuera el más vendido)
Qué bien queda decir que se ha leído a Proust, qué culto, qué atractivo. Qué pedante. Y es que nos iría mejor si fuéramos más sinceros. ¿Qué sentido tiene dar una imagen determinada cuando enseguida se ven las lagunas propias de la mentira? Yo ya confesé en su día, así que ahora sólo me queda proclamar que sí, que he empezado Tormenta de espadas.
Namaste.
Me ha encantado esta entrada… jejeje. Y es que sí, la gente aparenta, pero en todo, ¡cómo no iban a aparentar con la lectura!
A mí es que me parece una pérdida de tiempo y energía brutal, así que paso. También confesé en tu entrada (si no recuerdo mal), así que poco más que añadir. La lectura es para disfrutarla, no para que los demás piensen lo que sea de nosotros. Disfruta Tormenta de Espadas.
¡Besos!
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¡¡Qué bueno!! Yo soy de las que disfruta de una cervecería (ya sin humo), con pinchos, gente charlando y riendo, y de un super restaurante. No voy al gimnasio jaja te lo digo desde ya. Muy buena la entrada, lahierbaroja. Yo creo que no soy de aparentar, soy bastante sincera y a veces esto trae algún problemilla… un beso.
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A mi me pasa un poco con la lectura. Me considero buena lectora, pero actualmente. De niña leía poco y mal, lo que tenía a mi alcance hasta que descubrí la biblioteca. Empecé a ampliar miras, y leía sobre todo en verano por los estudios. Y al entrar en la universidad sólo leía cosas relacionadas con la carrera. Resumen: tengo muchas carencias. Pero cuando la gente se entera de que leo bastante y que me gusta, ya creen que he leído y conozco a todos los autores del mundo. Y no! Me falta mucho por leer aún, pero lo que no hago es presumir de algo que ni sé ni voy saber aparentar que lo sé. He dicho.
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Lady Boheme: es que mucha gente se olvida precisamente de eso: que la lectura es para disfrutarla, que esto, como en la vida, no es una competición, no importa llegar, sino el camino. Y de ahí que se utilice como método para aparentar, parecer más listo o más atractivo. Cada uno lee lo que lee y punto. Nunca he aguantado a los que van de listillos. Ni en el colegio ni ahora.
Vero: yo también disfruto de una cervecería (lo que no sé es cómo podíamos disfrutar cuando había humo) y de una buena conversación. Los placeres simples son los mejores.
Atram: me veo reflejada en una cosa de lo que comentas: tengo un allegado que siempre me dice «tú que lees tanto, ¿no has leído este?» (y luego hace un mohín en plan «pues no habrás leído tanto»). Aunque uno lea mucho siemrpe quedan cosas por descubrir, ya sean autores nuevos o clásicos, libros afamados o no… también yo tengo carencias, pero es lo que hay, lo único que podemos hacer es ir leyendo poco a poco todo eso de lo que tenemos pendiente.
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