Steinbeck es uno de esos autores que siempre figura en los Planes Infinitos. Es lógico, porque es un escritor indispensable. No hace falta leer mucho de su obra para saberlo, con un libro basta. En mi caso fue La perla la que me abrió los ojos y consiguió atraparme en su fina red de seda. Inevitable era, por tanto, que continuara leyendo su obra. El título era lo de menos.
Como nos tiene habituados, Steinbeck nos traslada al sur de Estados Unidos, a la pobreza de los trabajadores temporales que van buscándose el jornal entre los campos de California. Así conocemos a Lennie y George, una extraña pareja que huye de un rancho y busca trabajo en otro.
Poco sabemos de los protagonistas, pocas descripciones nos ofrece el autor. Sin embargo, aunque las descripciones son someras es muy fácil empatizar con ellos, es muy sencillo el hacerse una imagen mental de cómo son y de lo que buscan.
Steinbeck consigue una de las cosas que considero más complicadas en esto de las novelas: escribir poco y decir mucho. Sólo los buenos, o mejor dicho, los mejores, son capaces de sintetizar tanto, de dar mucha información con una frase o con un diálogo, de conseguir mostrarnos una imagen nítida de una situación o de una personalidad. Él lo hace, y parece que no le resulta difícil. Simplemente necesita media docena de personajes y cien páginas.
De ratones y hombres es una historia de pobreza y de racismo, pero también de amistad y de conmiseración. Una novela corta pero muy directa, en la que no se anda por las ramas, pero que además es interesante y muy profunda. Ofrece una visión de la crueldad, sí, pero también otra muy importante de la compasión y de la solidaridad.
Es una novela dura, precisamente porque es muy humana, porque resulta muy cercana. A fin de cuentas Lennie y George son simplemente dos hombres llenos de esperanzas e ilusiones, pero que están abocados a vivir de sus sueños. Están solos, juntos pero solos. Personajes desdichados con los que compartimos el camino, con quienes tememos del futuro y a los que vemos sufrir. Sueños truncados que, de algún modo, conocemos desde la primera página de la novela.
La desgracia se palpa. El destino se adivina. Y sin embargo, ilusos de nosotros, esperamos un cambio, que haya otro camino, otra salida. Una feliz.
FICHA:
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P.D. En mi cuaderno de notas se puede leer, literalmente, “es totalmente lo contrario de Verano en English Creek”. Amén a eso.