Autor, Literatura, Nabokov

Lolita, Vladimir Nabokov.

Esta novela llevaba mucho tiempo en mi Plan Infinito, hasta que salió elegida para leer en foro de Cargada de Libros. Fue entonces decidí que era un buen momento para ponerse con ella.

Portada de la edición de AnagramaLa trama, como todos sabréis a estas alturas, es bien conocida: un adulto se enamora obsesiona de una niña de trece años.

 

El libro se divide en dos partes bien distintas: la primera, en la que conocemos al protagonista: Humbert Humbert, un profesor con una verborrea inaudita, a Lolita y a su madre. Esta primera parte es la que yo creo, la clave de la novela porque plantea muchas dudas.

 

De un lado, nos muestra los desagradables pensamientos de Humbert Humbert, su degradante visión de la vida y su doble moral. De otro, el lector va leyendo con curiosidad cómo Nabokov va enlazando los acontecimientos.

 

En esta parte el hecho de que los capítulos sean cortos van dando dinamismo a la historia, y a pesar de lo repugnante de las opiniones del protagonista, la curiosidad va ganando la batalla: ¿cómo consigue Humbert acercarse a Lolita?

 

Ignoro si el álbum de la alcahueta fue o no eslabón en la guirnalda de margaritas; lo cierto es que poco después, por mi propia seguridad, resolví casarme. Se me ocurrió que horarios regulares, alimentos caseros, todas las convenciones del matrimonio, la rutina profiláctica de las actividades de dormitorio y, acaso, el probable florecimiento de ciertos valores morales podían ayudarme, si no para purgarme de mis degradantes y peligrosos deseos, por lo menos para mantenerlo bajo mi dominio.

 

La segunda parte aporta un giro radical a la historia. Por motivos que no voy a desvelar, la situación cambia, la historia avanza más despacio, los capítulos se alargan y hay montones de descripciones paisajísticas que ralentizan la trama (ralentizar quizá sea decir demasiado, la palabra exacta sería pausar). Pasan pocas cosas pero las que pasan están adornadas de una cantidad ingente de adjetivos que aportan poco a la historia. En este punto me planteé dejarlo. Sin embargo, Nabokov lo hace suficientemente bien como para que el lector se vea obligado a continuar: no solo porque ya se ha leído más de la mitad del libro (Pensamiento: ¿cómo voy a dejarlo a estas alturas?), sino porque además el protagonista nos da pequeñas pinceladas de un futuro que vive y que queremos conocer. ¿Cómo acabará la historia?

 

Mientras tanto nuestro protagonista es capaz de dejarnos perlas como la siguiente:

 

Tengo ahora ante mí la desagradable tarea de registrar una caída definida en la moral de Lolita. Aunque su participación en los ardores a que condescendía nunca había aumentado mucho, el puro lucro aún no se había revelado. Pero yo era débil, no era sensato, y mi nínfula colegiala me esclavizaba. A medida que menguaba el elemento humano, la pasión, la ternura, la tortura no hacía sino aumentar; y ella sacaba partido de ello.

 

Y de repente, sin venir a cuento, después de cuatrocientas páginas y (a lo sumo) tres personajes principales, aparece un personaje que yo no supe quién era. ¿Y este quién es? ¿Pero qué? ¿Qué me he perdido? ¿¿Quéee??

 

Aquí fue donde empezó mi cabreo. Me quedaban cien páginas. A estas alturas estaba un poquito harta de Humbert, de Lolita y de Nabokov. Pero quería acabar. Necesitaba saber cómo iba a terminar. Y de repente aparece un nombre de un personaje que no sé quién es. No me lo podía creer. En una novela con muchos personajes que entran y salen, te lo esperas. Poniendo un ejemplo que todos conocemos: si Dumbledore no está en todo el libro pero aparece al final, vale, lo conoces. No hay problema. Pero y si, ¿en lugar de ser un personaje importante como Dumbledore es un personaje secundario o terciario del que realmente no supiste nunca nada pero ahora resulta ser fundamental para el final?

 

Sencillamente suena a tomadura de pelo, a no saber cómo terminar la historia y finalizarlo como pudo. En una palabra: cutre.

 

No lo pude entender y tampoco lo entiendo ahora. La historia pega un vuelco. Hay una escena intrigante, rápida y feroz y luego el libro se acaba.

 

Mención aparte merece el estilo de Nabokov: es un autor que sabe mucho y se nota: frases en francés, menciones a muy diversos temas… el problema es que es difícil seguirle, que parece que nos está demostrando lo ignorantes que somos. En ocasiones esos adjetivos hacen mención a películas, actrices o que sea. Particularmente me pierdo con esas menciones. No tengo los conocimientos suficientes como para saber que si dice marlenesca se refiere a Marlene Dietrich, como comentaba Juancarejo en el foro. Él probablemente esté en lo cierto. Pero cuando leo marlenesca sigo leyendo sin hacer la vinculación.

 

Así que sí: lo mejor de Lolita es el estilo de Nabokov.

 

Os dejo un ejemplo de una descripción:

 

Era un solterón fofo, de cara carnosa, cuyo cuerpo iba afinándose -en forma tropezoidal- hacia un par de hombros estrechos, no exactamente al mismo nivel, y de cabeza cónica como una pera que tenía a un lado pelos lacios y al otro unas pocas cerdas pegoteadas. Pero la parte inferior de su cuerpo era enorme, y deambulaba con un curioso ritmo elegantino mediante un par de piernas fenomenalmente rechonchas.

 

 

Aparte de esto en concreto, la multitud de descripciones paisajísticas y otras abundancias de adjetivos allá por la segunda parte sólo me hizo reafirmarme de que es un escritor barroco, que busca el ornamento puro y duro.

 

En conclusión: desde mi punto de vista Nabokov consiguió lo que quería: escandalizar con el tema que trataba, que la gente supiera que existía el libro. Para mí, este libro no es indispensable. Soy de las que piensan que está sobrevalorado. Que no es una obra maestra, que Nabokov utilizó lo sórdido de su tema y la complejidad de su narrativa para hacerse un hueco, para que muchos dijeran que es una obra maestra, que lo pusieran a la altura de los grandes de la literatura.

 

FICHA:

 

Te gustará si te gustó
  • No he encontrado ninguno libro parecido.
Pros
  • El estilo barroco del autor. Es único.
Contras
  • El tema: soez, vulgar, asqueroso y degradante.
  • El estilo barroco del autor.

 

 

Namaste.